Dardo Valiente, el CEO que vistió a cuatro presidentes: «Muchas textiles cierran porque no se aggiornaron»

Fuente: Infobae ~ Empezó como cadete y hoy su empresa de venta de indumentaria masculina, que tiene la franquicia Rochas París, se destaca dentro de un rubro en crisis. Nuevos locales y crecimiento en tiempos turbulentos. Le vendió trajes a Alfonsín, Menem, Kirchner, Macri, Borges y Tinelli

«Yo trato de invertir en las crisis. Ahora estamos mal, pero la historia nos dice que tiene que ser así, al menos en este rubro. Todos los grandes modistos, la gran revolución de la moda, son de la posguerra, de los ’50: Dior y el new look, Balenciaga, Givenchy, Chanel, Pierre Balmain. Hoy, mucha gente está cansada: no pueden cambiar el auto, comprarse una casa o viajar, entonces van al cine, salen a cenar y se compran un saco. Hay que invertir y estar preparado, después de las crisis la gente se engalana. Necesitan resarcirse de alguna manera».

El que habla es Dardo Valiente, quien desde 2013 es el principal franquiciado en Argentina de Rochas París, la marca de 94 años que es sinónimo de indumentaria y perfumería y creció bajo la inspiración de Marcel Rochas, uno de los grandes modistos de Francia.

Hay que invertir y estar preparado, después de las crisis la gente se engalana. Necesitan resarcirse de alguna manera

Con su pyme Fejum controla cinco locales de la marca en el país. «Entre ellos los que están en lo que IRSA [dueña de los centros comerciales] denomina el ‘círculo dorado’ de los shoppings: Alto Palermo, Alcorta y Patio Bullrich», aseguró el empresario, quien habló con Infobae de sus planes y de la situación del sector textil, uno de los más golpeados por la recesión y la baja del consumo.

Valiente empezó como cadete en casas tradicionales del rubro, como Halsey y Vega. Luego, a los 26, pasó a ser vendedor de Christian Dior, una marca que creció fuerte en el país en los ’80 y ’90 con un modelo de franquicias. Llegó a ser CEO del grupo que manejaba Cacharel, New Man y Dior. Parte de ese holding pasó al Exxel Group y Valiente se quedó con seis franquicias de Christian Dior, que había regresado al país luego de unos años de ausencia. Estuvo al borde de la quiebra en el 2001 y resurgió. «Con Duhalde remontamos y volvimos a hacer negocios. Tocamos el fondo de la pileta y emergimos. El 2008 también fue tremendo, las ventas bajaron 20 por ciento. Las pasé todas, podría decirse que soy un sobreviviente del negocio textil y de consumo de indumentaria», detalla Valiente, quien se define como «un profesional de la comercialización al retail«.

El empresario en su nuevo local de Tribunales (Gustavo Gavotti)

El empresario en su nuevo local de Tribunales (Gustavo Gavotti)

En su extensa trayectoria le vendió ropa a Raúl Alfonsín y vistió a Carlos Menem y Néstor Kirchner con Christian Dior. Más cerca en el tiempo, con prendas Rochas, al presidente Mauricio Macri. «Le hicimos un jaqué cuando fue a ver los reyes de España el año pasado. A Néstor lo fui a ver varias veces a Olivos, me compraba trajes antes de ser presidente», detalló. Políticos, funcionarios muy conocidos y miembros del Gabinete presidencial de hoy y de otras épocas, jueces y estrellas de la televisión –desde Marcelo Tinelli pasando por el «Puma» Rodríguez, hasta «Nacho» Viale y Benjamín Vicuña–, todos pasaron por los locales de Valiente.

«En los ’80, Jorge Luis Borges venía con María Kodama al local de Dior de Florida al 800. Ella elegía las camisas a medida y yo me sentaba a hablar con él. Era alucinante. Le preguntaba por todo, lo ‘mataba’ a interrogantes. De literatura, vida, familia, ropa, moda. Parecía un dios», recuerda.

Con estas tasas a 70% parte de la competencia claudicó. Muchos están en convocatoria de acreedores y están los que no tienen ni stock ni servicios. Hoy la torta no crece, pero como hay muchos que aflojaron, se reparte diferente

En este 2019, Fejum proyecta facturar $170 millones. «Un local en la calle Santa Fe costaba USD 7.000 hasta hace unos meses, y ahora cuesta la mitad. Además, la preparación para ese local antes demandaba USD 80.000; ahora, unos 30.000 dólares. Ese es el verdadero esquema de costo-oportunidad. Es momento para invertir; las cosas no están bien, pero es ahora«, afirmó.

En los últimos meses, Valiente invirtió unos USD 300.000 –entre locales y productos– y abrió dos nuevos locales, uno en Callao y Santa Fe y otro en Tribunales, enfocado a los abogados del área y con ofertas de indumentaria a medida. Además se quedó con el management del local de la marca de Alto Palermo. «Apostamos para lograr más escala y poder consolidar gastos. Y salió bien, duplicamos la inflación: vendimos más del 100% sólo por mejorar la operatividad», asegura.

Todas las fábricas locales de materia prima se fundieron. Después se fundieron las de Uruguay. Quedó Perú y Colombia, que crecen porque se profesionalizaron y se convirtieron en exportadores

En un rubro golpeado por la crisis, que opera a poco más de 31 por ciento de su capacidad instalada industrial, según el último dato del Indec, Rochas compite con marcas como Giesso, Etiqueta Negra y Key Biscayne.

– ¿Por qué muchas empresas textiles no lograron sobrevivir al 2018, o lo hicieron con problemas muy serios?

– Con estas tasas a 70% parte de la competencia claudicó. Muchos están en convocatoria de acreedores y están los que no tienen ni stock ni servicios. Hoy la torta no crece, pero como hay muchos que aflojaron, se reparte diferente. Gana el que es más profesional. Las fábricas locales quedaron perimidas, no hay maquinaria nueva. Las empresas no se aggiornaron, el management hace agua y no trabajan bien la relación precio-producto, y la imagen y el servicio. Es eso, no hay muchos secretos.

Valiente tiene cinco locales de Rochas París (Gustavo Gavotti)

Valiente tiene cinco locales de Rochas París (Gustavo Gavotti)

– ¿Producen todo a nivel local?

– No, tenemos parte de producción nacional y otra importada, que viene de China, Italia y países de la región. Acá, por ejemplo, no hay producción de camperas, no se hacen. Si tengo que fabricar acá, las tengo que vender a $15.000; una de China la vendo a la mitad, incluso con este dólar. Camisería se produce acá, y ambos también. Hoy fabrican trajes a nivel local Seman y Diego Savigniano, y no mucho más. Acaba de quebrar Agrest, una noticia muy triste de una empresa tradicional. El tema es que todas las fábricas locales de materia prima se fundieron. Después se fundieron las de Uruguay. Quedó Perú y Colombia, que crecen porque se profesionalizaron y se convirtieron en exportadores. Hoy importamos trajes de Colombia y mucha materia prima de Perú, desde donde ya traemos hoy el 40% de la tela. En este país cuando tenés las respuestas te cambian todas las preguntas.

Los países no se funden nunca, se funden las empresas que no trabajan bien. Por eso hay que seguir apostando. Si te quedás mirando la economía, te paralizás

– ¿Estar enfocados en el segmento más alto les permitió sobrevivir mejor?

– No nos enfocamos sólo en el segmento más alto de clientes. También tenemos un buen segmento medio-medio para ser accesibles a todo el público. Vendemos ambos por $99.000, pero hay muy buenos por $17.000. Nos matamos para conseguir esa relación precio-producto.

– ¿Cómo se financian?

– Hoy es muy difícil. A nosotros nos ayudó mucho para crecer un crédito del banco BICE, pero lo llegué a tomar al 18 por ciento. Y también nos financiamos con capital propio. Trato de ser optimista, lo soy. Creo que puede haber un atisbo de que la política monetaria sea la acertada, pero es muy complicado tener crédito con la tasa de Leliq a los niveles que está por estos días. Los países no se funden nunca, se funden las empresas que no trabajan bien. Por eso hay que seguir apostando. Si te quedás mirando la economía, te paralizás.

La industria textil argentina en perspectiva: recordar el pasado para actuar hoy

Fuente: Telam ~ Del 9 al 11 de abril se desarrollará en la ciudad de Buenos Aires Emitex, la Exposición Internacional de Proveedores para la Industria de la Confección exponente de la industria textil argentina, en la que se espera reunir a más de 9 mil profesionales de la industria confeccionista. Sobre la situación de la industria textil en la Argentina opinó para Télam la Lic. Andrea Lippi, socia fundadora de la Fundación Protejer.

La caída de la actividad es una realidad que afecta a la gran mayoría de las industrias. Entre todos los desplomes que vemos diariamente en los medios, no sorprende encontrar una vez más a la industria textil como una de las principales afectadas. Esto nos obliga a analizar sus causas y, más importante aún, nos exige pensar qué acciones podemos tomar para salir de este círculo que parece no tener fin.

El textil es uno de los grandes motores productivos del país: emplea aproximadamente a unas 450.000 personas. Sin embargo, está familiarizado con una historia cíclica que no discrimina colores partidarios y en la que se suceden gobiernos que revierten los avances y no construyen a partir la experiencia, volviendo a foja cero en cada nueva oportunidad.

Con más de treinta años de experiencia en de la industria, creo oportuno recurrir a la memoria para recordar cómo los protagonistas del sector han tenido que sobrellevar diversos contextos adversos a lo largo de su historia más reciente.

Recuerdo, por ejemplo, la época de la híper de los ’80, cuando muchas empresas que confeccionaban ropa cerraron al no poder hacer frente a los desfasajes diarios de precios. La crisis provocó el surgimiento de talleres que confeccionaban para otros y que permitían que las marcas pudieran tercerizar actividades, según pedidos, sin las cargas de mantener un plantel laboral. Esta transformación las ayudó a mantenerse a ote, sin embargo, también produjo el nacimiento de los talleres ilegales que tanto abundan en estas épocas.

Los ’90 fueron la «década perdida» del textil, a la que sólo sobrevivieron los más grandes o las pymes que tenían un nicho especíco. La apertura indiscriminada de las importaciones terminó de darle el golpe de gracia a la industria, que ya venía vapuleada.

El periodo que siguió al 2001 vio resurgir a las sobrevivientes y el nacimiento de otras nuevas, de la mano de la reactivación del consumo interno. Se expandió el empleo y se recuperaron algunos niveles previos de inversión. Sin embargo, no se planteó una política a largo plazo para que la industria pueda sortear los vaivenes de los ciclos económicos.

Hoy nos enfrentamos a viejos y nuevos desafíos: nivel de importación constante, desplome del consumo, inación y un jugador internacional clave, China, que alteró completamente los flujos del comercio exterior.

Aun así, en esta historia de altos y bajos, lo que siempre ha permitido que la industria textil siga empujando hacia adelante es la constante apuesta de sus protagonistas al trabajo articulado y a la discusión de los problemas que nos aquejan. Por esta razón, promover el pensamiento de nuevas estrategias que den impulso al sector, generar vínculos entre proveedores e instancias de interacción es lo que hoy tiene que marcarnos el norte, sin importar contextos o dicultades.

Este será un año clave. Si no se reactiva el consumo y no se administra de manera inteligente la importación de prendas -entre otras medidas- serán más los se queden en el camino que los logren hacerle frente al contexto recesivo. Sobre todo si consideramos que el 80% de la industria está conformado por empresas PyMEs –en su mayoría familiares- que trabajan arduamente para mantenerse a flote.

Mientras denimos cuál será nuestro destino en los próximos cuatro años, no podemos mirar hacia otro lado. El futuro de este país es más que agro-ganadero: debemos, como sociedad, defender la industria nacional, a cada sector y a cada miembro que trabaja arduamente para sostenerlo. Revisemos la historia y corrijamos los errores.

Diseño de autor en crisis. Por qué Cora Groppo y Valeria Pesqueira decidieron cerrar sus tiendas

Fuente: La Nación ~ A mediados de enero, Pesqueira avisó en Instagram su «Happy Last Sale». El último viernes de marzo, Cora Groppo anunció en sus redes sociales la despedida. Ambas diseñadoras son parte de un grupo que definió el concepto ‘de autor» en la moda argentina, surgido en la previa a la crisis de 2001. Y no son las únicas en la lista. ¿Qué está pasando y cómo van a continuar las marcas de diseñadores en la moda argentina?

«El mercado cambió, también la manera de consumir, porque la gente lo hace de otra manera, a conciencia, y toda esta corriente de pensamiento me parece que repercute en la moda. La gente está evaluando, no es tan espontánea como antes», dice Cora Groppo, la diseñadora que, tras 16 años
en el mercado, en 60 días cierra su marca.

En la década del 90 fueron desapareciendo las boutiques, un concepto de venta introducido a mediados de los años 50 y que en Buenos Aires se mantuvo vigente hasta los ´90, cuando el cambio social y económico impulsado por la crisis económica y la apertura comercial de las importaciones, más la llegada de las marcas internacionales y la inauguración de los shoppings, democratizaron y abarataron la manera de
comprar ropa. Esta etapa culminó con la recesión iniciada en 1997 y posterior estallido en 2001, momento en el que el diseño de autor surgió como movimiento.

«Antes Palermo Viejo era de diseñadores, ahora es de marcas. Es un movimiento lógico, pasa en el mundo. El Soho de New York era un barrio de diseñadores, ahora hay marcas y los diseñadores se fueron a Brooklyn. Es seguir hacia donde van los cambios y no quedarse estancado. Más allá de lo estético, hay un cambio en la comercialización y el modo de hacer las cosas. Cuando arrancamos en 2001 era necesario tener local, hacer el desfile, cumplir determinadas cosas que te habilitaban como marca / diseñador.
Ahora no, cambió la vida», reflexiona Valeria Pesqueira, diseñadora que en febrero se despidió de su local y de su línea de mujer para concentrarse en exportar y trabajar en una marca infantil y de decoración.

Antes Palermo Viejo era de diseñadores, ahora es de marcas. Cuando arrancamos en 2001 era necesario tener local, ahora no. Cambió la vida (Valeria Pesqueira)

Estas despedidas se producen en el inicio de la temporada Otoño / Invierno, justo después de su respectiva presentación. Buenos Aires no tuvo modelos de negocios disruptivos de mercado sino diseñadores y marcas que hicieron avanzar a la moda y otras que se adaptaron sobre la marcha. El retail
cambió y la estrategia de expansión se define en el concepto de omnicanalidad. «Para nosotros era muy difícil hacer el cambio en movimiento, por eso nos parecía necesario parar y ver cómo seguimos», cuenta Cora Groppo y coincide Valeria Pesqueira: «Si la tienda hubiera ido bien, seguía y hacía el cambio a niños ahí dentro, pero empecé a vender menos. Entonces pensás que las estructuras son grandes. Por eso elegí cerrar la tienda y focalizarme en exportar.»

Mientras Pesqueira mantiene su shop online y produce su línea infantil en Perú para vender internacionalmente y presentarla en la feria Playtime de París, Cora Groppo ofrece una despedida en su local con precios justos, sin liquidación, sino como una oportunidad de adquirir prendas de diseño de
distintas temporadas. «Hay que adaptarse de nuevo al negocio de la moda. No lo sentimos como un fracaso, estamos en medio de una transformación», comenta Groppo que hace un año y medio abrió su marca a otras líneas de negocio, como la confección de uniformes corporativos, ofrecer servicios para otras marcas y ahora busca insertarse en lo académico. «Me gustaría transmitir mi experiencia, ésta pasión por lo que hago y compartirlo. En la enseñanza y en la investigación puede haber una continuidad de mi
trabajo», dice

No lo sentimos como un fracaso, estamos en medio de una transformación ( Cora Groppo )

«Antes tenía la frase ‘crisis es igual a oportunidad’. Ahora hay demasiada crisis para las oportunidades. Cuando va todo bien, no te ponés a replantear cosas y pensar cambios», resume Pesqueira. Ella abrió su local en Palermo Viejo en 2001, donde había un taller mecánico. «Un negocio con 16 años en
el mercado debería poder sustentarse de otra manera, no solo con trabajo a pulmón. Hay muchas cosas para preguntarse», dice Cora Groppo que llegó a Palermo en 2003 y junto a Ramiro Lopez Serrot, su pareja y socio, levantó bandera donde había una verdulería.

Antes tenía la frase ‘crisis es igual a oportunidad’. Ahora hay demasiada crisis para las oportunidades ( Valeria Pesqueira )

Por su parte, la clásica marca Chocolate cerró en 2018. Susana Fandiño y Mónica Rivas se lanzaron en 1982 con el local de la avenida Santa Fe y al cumplir los 30 años en el mercado sumaron a las diseñadoras Gaba Esquivel y María Marta Facchinelli a la mesa de trabajo. Llegaron a vender en 14
países pero tras 36 años en el mercado, cerraron.

Otro de los creativos que mejor representan al diseño de autor y debió reinventarse en la crisis es Martín Churba quien, en una nota de LA NACIÓN recientemente publicada contó: «Cerré cuatro locales y me quedé con uno. Y fue una decisión. Voy a contramano, porque el fast fashion nos intoxicó». Al frente de Tramando, el diseñador que el año pasado manejaba un equipo de trabajo integrado por 70 personas y tenía cinco locales, hoy conserva solo una tienda y diez empleados.

Cerré cuatro locales y me quedé con uno. Y fue una decisión. Voy a contramano, porque el fast fashion nos intoxicó ( Martín Churba )

Estos diseñadores son referentes de una generación y también con los primeros en cuestionar con el final de una etapa, el gran cambio que atraviesa la moda. «Fuimos pioneros y estamos orgullosos de haber hecho un cambio en la historia de la moda en Argentina. Nos encanta, pero era muy caprichoso seguir haciéndolo de la manera en que lo estábamos haciendo y nos parecía que había que repensar y plasmarlo en un cierre», concluye Cora Groppo.

El sector de la indumentaria sufre la caída del consumo

Fuente: La Nación ~  Las tradicionales marcas de jeans Wrangler y Lee cierran su planta de producción y se van del país. La noticia, anunciada el 6 de febrero de este año, no hizo más que subir el volumen de una alarma que ya sonaba hacía tiempo: el sector de la indumentaria tiene serios problemas para sostener el negocio en la Argentina, una realidad que se agrava aún más en el contexto actual de caída del consumo.

Los números del comienzo de año hablan por sí solos: las ventas de indumentaria en comercios minoristas de todo el país sufrieron una caída de 13,8% en febrero de 2019 en comparación con mismo mes de 2017, según el relevamiento realizado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME). En los locales físicos, la reducción fue aún mayor, de 16,3%, mientras que en la modalidad online, se creció 1,3%.
Por su parte, las ventas en shoppings del Gran Buenos Aires cayeron 4,8% en diciembre de 2018, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). En supermercados hubo un leve,crecimiento de 1,8% interanual en diciembre para indumentaria, calzado y textiles para el hogar (que incluye toallas y sábanas).

Gustavo Martínez, gerente general de Taverniti, uno de los mayores fabricantes de jeans del país, dice que el sector hace tiempo que viene golpeado, pero hoy se suma la baja del consumo. «Porque hay otros problemas históricos, como carga impositiva, costos logísticos y litigiosidad laboral, pero todo eso se tapa si las ventas andan bien», explica el empresario.

Alejandro Pernas, dueño de la tradicional Sastrería González, comenta que está claro el panorama para todos, ya que el mercado interno se derrumbó. «Nuestra industria no es gran exportadora, lo que indica que el grueso de la producción es para consumo interno y, considerando que este está golpeado por la inflación y el aumento de tarifas, no es difícil imaginar el resultado», agrega el comerciante, que además es presidente de la Federación Argentina de la Industria de Indumentaria y Afines.

Según Pernas, los industriales que trabajan para sectores de menores recursos están más complicados que los que le apuntan a un segmento más alto, pero igualmente nadie se escapa de la trampa en la que cayó el sector. «El Indec publicó el uso de capacidad instalada y en el rubro textil e indumentaria estamos en el orden del 30%. Esto indica que tenemos en promedio el 70% de capacidad ociosa», destaca.

Las malas noticias no se terminan ahí. La alta tasa de interés aparece como otro gran problema para el sector, porque no solo dificulta la financiación de la empresa, sino que también hace más complicado financiar las propias ventas (ya que mucha de la ropa que se vende en el país se vende en 3, 6 o 12 cuotas). «Esto afecta directamente la rentabilidad, que ya venía cayendo», apunta Martínez.

La devaluación impacta también, porque la ropa tiene un componente dolarizado alto y eso no se puede trasladar a los precios. «Hay una necesidad muy grande del consumidor de descuentos y ofertas, y eso reduce el margen de ganancia. Las promociones fueron como una trampa en la que las empresas fueron entrando y de la que hoy no pueden salir, porque si no, no venden», señala Martínez.

La contracción de la demanda de ropa afecta negativamente a la industria nacional y eso ya se palpa en cifras: en enero, la caída de las cantidades fabricadas de indumentaria fue de 12,5% interanual, según el Indec. Al mismo tiempo, el eslabón textil (proveedor de su principal insumo) tuvo una caída en su producción de 27,9%.

Yeal Kim, presidente de la Fundación Pro Tejer, comenta que el problema fundamental es la falta de demanda, que proviene del hecho de que los consumidores perdieron poder adquisitivo. «El argentino gasta cada vez menos en alimentos y bebidas, así que imagínese en todo lo que es indumentaria. En este contexto, las marcas en lugar de seguir la tendencia de moda, tratan de reutilizar los remanentes de stock que les habían quedado. Todos están perdiendo plata», resume el directivo, que también es presidente de la textil Amesud.

Claudio Drescher, presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria, empieza su explicación en una fase anterior a la actual crisis que vive el sector. Su visión es que en el primer período del actual gobierno (hasta abril de 2018) hubo ingenuidad en la administración del comercio exterior, que hizo que el país tuviera balanza comercial negativa y rojo en turismo. «¿Por qué nos afectó en particular a nosotros? Porque había un dólar subvaluado que permitía comprar fácilmente ropa en el exterior. Eso provocó una caída de la producción y la prueba está en que dos importantes empresas deportivas desmontaron sus talleres acá», dice.
Por otro lado, según Drescher, los empresarios del sector, que tenían gran confianza en que el nuevo proceso estaba en manos de un equipo proindustrial, ahora están preocupados. «En esta nueva etapa lo que desalienta es que no se ve que atravesar esta crisis sea el camino para estar mejor. No vemos un plan económico o un plan industrial que nos pueda ayudar. No se ve desde el sector preocupación por la industria», opina Drescher. «Sica [Dante, ministro de Producción y Trabajo] es un ministro con espíritu industrial, pero la macro lo supera», agrega.

Desde la Secretaría de Industria, en tanto, se destaca como algo positivo el logro de llevar a $12.000 el mínimo no imponible para las cargas patronales. «Esta medida beneficia de forma directa a 126.000 empleos formales distribuidos en 8000 empresas presentes en todas las provincias. Así, estamos bajando los costos laborales para que las pymes de indumentaria, textil, calzado y marroquinería puedan crecer», manifiestan desde esa cartera.

En el sector de la indumentaria, de todos modos, entienden que la medida oficial es apenas una gota en un desierto que no presenta ni un solo oasis en medio de caída del consumo, altas tasas para financiarse y suba de los costos de producción.

Entrevista a Julieta Loustau, Economista jefe de la Fundación Pro Tejer

Fuente: Diario Norte ~ “La velocidad y algunos indicadores refieren a una crisis fulminante de la industria nacional”

La velocidad con la que se dio y algunos indicadores refieren a una crisis fulminante de la industria nacional, sólo comparable en las últimas dos décadas con la de 2002. Es que los números son elocuentes y reflejan un sector en caída libre que por lo menos no revertirá su tendencia en este 2019: la actividad textil mostró en diciembre pasado una caída del 36,3% respecto del mismo mes de 2017.

De esta forma la industria acumuló el año pasado una merma consecutiva de casi el 16%, mientras que en 2017 fue del 12,5 por ciento. En tanto, la utilización de capacidad instalada, que es el porcentaje de la fábrica que se utiliza, fue de un 32 por ciento en diciembre de 2018, el mes más bajo en los últimos 17 años. “Son números de una crisis fulminante”, asegura Julieta Loustau, de la Fundación Pro Tejer.

Julieta Loustau, del departamento de Economía de la Fundación Pro Tejer, junto al ministro de Industria de la provincia del Chaco, Gustavo Ferrer, durante su paso por la Redacción de NORTE.

La experta en Economía estuvo en la Redacción de NORTE tras disertar sobre el “Diagnóstico de la cadena textil y de indumentaria en la Argentina” en uno de los seminarios de la propuesta provincial Chaco Tex. Junto al ministro de Industria del Chaco, Gustavo Ferrer, la profesional abordó la crisis del sector, los motivos de esta caída y las propuestas para salir de esta coyuntura que encuentra en la caída del consumo y en cuestiones macroeconómicas los factores determinantes para este presente desalentador.

¿Qué vino a mostrar al Chaco?
“Mostramos los datos del sector, el panorama y la coyuntura negativa por la que atraviesa la industria en general del país y no solamente la textil y de confección de prendas de vestir. En estos últimos tres años tuvo una gran caída en su nivel de actividad, con bajo uso de capacidad instalada y la consecuente pérdida de empleo que hoy tienen las principales empresas del sector”.

La actividad de un sector se mide por números. ¿Cuáles son las estadísticas que como Fundación manejan a partir de 2015 con la falta de competitividad del sector?

“Cuando hablamos de competitividad, nosotros decimos que en parte es un mito. Porque hay muchísimas cuestiones que no son específicas del empresario en sí, sino que son otras como impositivas, burocráticas, de infraestructura que quizás hay que avanzar para mejorar la competitividad de las empresas. Pero la industria perdió desde 2015 hasta el tercer trimestre de 2018 -último dato que hay- casi 30 por ciento de su nivel de actividad, tanto en la prenda de vestir como en la industria textil en sí.

Esto seguramente impacta negativamente en la provincia del Chaco, con su cultivo emblema el algodón y el gigante textil como Santana que produce el tercio del denim del paísà

“Se está dando la repercusión a nivel de todas las economías regionales que impacta en el empleo por la importancia que tiene la industria textil en las provincias del país. Para Chaco, como para el resto de las provincias, la crisis del sector textil es grave”.

En 2017 usted planteaba un panorama diferente al asegurar que existía un gran futuro para la industria textil. ¿Cambió esa situación o cómo observan esta coyuntura desde la Fundación?

“Siempre creemos que va a haber un gran futuro para la industria textil. Pero la realidad es que las políticas macroeconómicas de los últimos años generan condiciones muy difíciles para cualquier actividad productiva. Estamos produciendo con tasas de interés altísimas por lo que es imposible financiar capital de trabajo, descontar cheques, con ajustes a nivel de tarifas energéticas que impactan en los costos de las empresas y en el poder adquisitivo de la gente por el cual se reduce cada vez más la demanda de los bienes que estamos comercializando, como son las prendas de vestir o el resto delos artículos textiles. A nivel mundial la industria textil tiene un gran futuro, pero la realidad es que la coyuntura del país hace muy difícil que se puedan mantener las industrias, por lo que esperamos que en algún momento la situación cambie y nos podamos sumar a esta nueva ola de desarrollo”.

La coyuntura es complicada, con tarifas que siguen subiendo. Usted plantea un futuro promisorio para el mediano o largo plazo. En lo inmediato, esta caída, ¿se va a profundizar?

“Creemos que sí. En marzo no sabemos cuántas empresas abrieron sus puertas después de dar vacaciones casi forzadas a sus empleados en enero y febrero. Mientras no haya un escenario de recomposición del poder adquisitivo que estimule la demanda, que es lo que mueve el nivel de actividad en el sector, vemos muy difícil que las empresas puedan seguir sosteniendo un mínimo de uso de su capacidad productiva y un mínimo de gente para fabricar productos porque no hay ventas. Llevamos tres años consecutivos de fuerte caída en el nivel de actividad”.

Hay esfuerzos individuales, como el de la provincia del Chaco que pone sus esfuerzos para impulsar la recuperación algodonera y al agregado de valor. ¿Alcanza con estos esfuerzos?

“Todo esfuerzo sirve. Creemos que políticas que promuevan la integración de valor serán importantes para no terminar exportando la fibra sin ningún tipo de valor. Tenemos un diamante en bruto que hay que pulirlo para generar no sólo trabajo y producción en la provincia, sino para agregarle valor a este insumo. Pero chocamos con las políticas macroeconómicas que están afectando a cualquier tipo de actividad que hay hoy en el país que hacen que los esfuerzos individuales no den tantos frutos como deberían estar dando”.

Usted habla de competitividad como un mito. ¿Pero cómo puede competir un industrial textil local con la apertura indiscriminada de importaciones o productos sintéticos que llegan desde Asia u otros lugares del mundo?

“La idea es que tiene que haber una administración del comercio que permita que se reproduzcan las actividades a nivel nacional. Si al mismo tiempo se ponen retenciones a las exportaciones o políticas que no permiten poder recuperar parte de la rentabilidad, competimos con países que tienen salarios muy diferentes al nuestro, que subsidian a sus industrias y a la energía. Estamos compitiendo en condiciones totalmente desfavorables, por lo cual nosotros diferenciamos entre eficiencia productiva y competitividad”.

En síntesis, la alta carga impositiva, el costo de la energía, la suba de las tarifas y las cuestiones macroeconómicas, ¿están matando a la industria textil?

“Lo que en realidad está matando a la industria textil es la falta de la demanda. O sea, la caída del consumo. En un contexto anterior donde existía un consumo sostenido, todas las otras cuestiones se minimizaban porque había otro volumen de ventas. Con un menor volumen de ventas, los costos fijos comienzan a ganar mayor participación sobre la rentabilidad; por lo cual hoy por hoy terminan afectando y tienen un mayor poder de daño que en otro momento de venta más estable”.

Suponiendo que no hace futurología, ¿cómo se sale de esto? ¿Cuáles son los pedidos más recurrentes desde el sector para sortear esta coyuntura?

“Tratamos de pasar el mensaje en las diferentes instancias de diálogos con el gobierno nacional, principalmente con el Ministerio de Producción, de cuáles son las medidas necesarias para revertir la coyuntura que están atravesando las empresas. El principal punto es genera políticas que estimulen la demanda…”

¿Por ejemplo?
“Por ejemplo promover el consumo de Ahora 12, sin recargos financieros, porque la realidad es que esas tasas son imposibles de pagar. Esto estimularía hoy a la gente de menor poder adquisitivo poder llegar a realizar compras sin tener sin juntar la plata que cada día es más difícil hacerlo. Estamos hablando en un contexto donde la gente también recibió el impacto de las tarifas, la inflación fue mucho más grande en alimentos y que son cuestiones que terminan repercutiendo en que la gente compre menos ropa y productos textiles. Lo primero que planteamos es que el problema es de demanda, por lo que primero hay que estimular el consumo”.

¿Cuáles otras medidas?
“Luego, otro tipo de políticas como alguna que permita bajar la carga de los impuestos sobre la producción, incluso una mayor administración del comercio. Es decir, cualquier política de demanda tiene que ser específica para que promueva la venta de producción nacional. Si esto deriva en que la gente compre mayor cantidad de cosas importadas no estamos solucionando nada. Y generar algún tipo de política que permita administrar más eficientemente el consumo; como así también otro tipo de políticas que plantean las empresas es medidas para alivianar los costos energéticos y financiamiento al capital de trabajo a tasas razonables”.

Supongamos que el gobierno nacional los escucha e implementa estas medidas que solicitan. ¿En cuánto tiempo se daría la recuperación de la industria textil?

“No creo que sea inmediata la recuperación porque fueron tres años de fuerte destrucción. Hay jugadores que se pierden y es muy difícil que vuelvan a estar en el sector. Pero la industria textil tiene la capacidad de caerse y recuperarse rápidamente. Pasó en el 2002, cuando fue una de las primeras que cayó y luego una de las primeras en recuperarse. Por lo que cualquier impacto que mejore la demanda y reactive la actividad va a ser sumamente provechoso para la industria”.

Y comparando la crisis de 2002 con ésta, ¿es peor la actual o aquella?
“Lo que caracteriza a esta crisis actual es la velocidad que tuvo. Fue en tres años y terrible el grado en el que avanzó. Pero si comparamos la utilización de capacidad instalada, que es el porcentaje de la fábrica que se utiliza, en diciembre de 2018 dio un 32 por ciento. Quiere decir que el 68 por ciento restante de las fábricas no se utiliza y es el diciembre más bajo en los últimos 17 años. O sea, desde 2002 no hubo un indicador más bajo que este diciembre de 2018. Son números de una crisis fulminante. En 2002 las condiciones financieras eran diferentes y nos son crisis similares, pero la velocidad y algunos números dan cuenta que son crisis comparables”.

Quién es el japonés que viene a enseñar diseño a la Argentina

Fuente: Clarín ~ Shingo Sato es el creador de una técnica que revolucionó la manera de diseñar ropa. Moda solidaria y sustentable.Shingo Sato revolucionó el mundo del diseño, el patronaje y la confección.” Así, sin vueltas, la Asociación Moda Sostenible Argentina define al maestro japonés que esta semana brindará un workshop en Buenos Aires, en la Fundación para la Ciencia, Educación y Cultura, similar al que ofrece en las mejores escuelas del mundo, como Parsons the New School for Design, Central Saint Martins, Marangoni, Bunka Fashion College o Paris College of Art.

Las técnicas de Reconstrucción Transformacional (TR), Moulage Creativo y Origami son algunas de las que enseñará. Están basadas en la construcción de figuras geométricas, volúmenes 3D y esculturas sobre la prenda, a partir de pliegues y pinzas en lugares impensados, que desdibujan las líneas de costura, “escapan al molde” y ensamblan las piezas de manera diferente, fáciles de aprender. De hecho, sus modelos de patronaje, confección y estilismo serán compartidos con cooperativas que trabajan con recicladores, mujeres presas y en situación de vulnerabilidad y talleres textiles, como Media Pila, Yo no Fui, El Ceibo, CM Cooperativa de trabajo o Los Pitufos, para que capaciten a sus trabajadores, con entradas donadas por las empresas que quieran colaborar. Una acción de Responsabilidad Social Empresaria, enmarcada en los principios de Objetivos Desarrollo Sostenible (ODS) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Con esta iniciativa, denominado La moda te cuida, la Asociación de Moda Sostenible creó un evento de triple impacto: ambiental (al recuperar descartes textiles y medir la huella de carbono durante evento), social (al generar oportunidades de trabajo para sectores vulnerables) y económico (comercializando los productos creados).

El workshop de Sato se realiza el 5, 6 y 7 de marzo, durante la Semana de la Moda en Buenos Aires. Cuenta con el apoyo del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

“El workshop está especialmente dirigido a alumnos de escuela de moda, diseñadores y profesionales, pero también buscamos capacitar a los que más lo necesitan. Brindamos una Formación con Propósito Social, como la llamamos. Aprovecharemos material de descarte y educaremos a las nuevas generaciones de diseñadores en el cuidado y la regeneración de los recursos disponibles”, explica la diseñadora Alejandra Gougy, responsable de la asociación y de la organización del evento, junto a Work Experiencie Fashion de España.

¿Por qué es tan especial esta movida? En principio, porque Shingo Sato creó una técnica intuitiva única para hacer moldes, que reemplazó el empleo de complicados logaritmos. Gracias a su sistema de TR Cutting se puede llegar a una metodología de diseño que parte de la idea del patrón y no de la idea de un dibujo. Así fue como se convirtió en el patronista de los diseñadores más importantes. Otros referentes a nivel mundial son Julian Roberts, Yukiko Uscanga, Juan Prohíbido y Danilo Atardi.

Shingo Sato vive en Tokio y es poliglota.

Shingo Sato vive en Tokio y es poliglota.

Palabra de experto

Antes de su visita a la Argentina, Viva entrevistó a Shingo Sato para conocer detalles de su propuesta, que busca “hacer posible lo imposible”, como anticipa.

Sus diseños son sustentables. Contemplan el cuidado del medioambiente, al emplear menos lienzos y costuras. ¿Cree que llegará el día en que la moda contemple a la ecología?

Algunos de mis patrones están pensados para tener menos costuras y, de esta manera, diferenciarnos de los productos del retail. Apoyo el regreso de los grandes modistos y atelieres de costura a medida. En lo personal, creo que mi mayor aporte está en promover técnicas que apoyen el regreso de la confección en casa. Algunas son Zero Waste y buscan no desperdiciar tejidos.

¿Qué opinión le merece el diseño argentino? No es la primera vez que viaja al país.

La verdad es que cuando viajo, siempre estoy enseñando qué es mi pasión. No he visto marcas, pero en mis workshops los estudiantes y diseñadores demuestran mucha creatividad y pasión por el diseño y el arte.

¿Y qué piensa sobre el giro que van a darle a su técnica al realizar este workshop con talleres y cooperativas? Se va a convertir en un referente de la “moda solidaria” con esta acción de triple impacto.

Por supuesto. Yo trabajo con técnicas de patronaje creativas, que aportan diseño a las prendas y permiten obtener más beneficios en la cadena de producción y de ventas. La Asociación de Moda Sostenible Argentina tiene mucho conocimiento acerca de la utilización de los materiales correctos para lograr una fusión más que interesante.

¿Cómo surgió su pasión por el diseño?

Era un apasionado de Issey Miyake. Comencé haciéndole vestidos a mi novia.

¿Cuál es su máxima creación? ¿El diseño que mejor lo representa?

Todas las técnicas que he creado tienen una historia, una idea, una inspiración, provienen del encargo de un diseñador. Pero los que más me gustan son los diseños que surgen de un error y se convierten luego en ideas nuevas.

Por último, ¿cúal es su próximo desafío?

Mi principal desafío es lograr que mis alumnos me superen, que mi método viva por siempre en todos los alumnos de todos los países del mundo, cada uno interpretándolo a su manera.

Damián Regalini, empresario textil: «La paz cambiaria es la paz del cementerio»

Fuente: Perfil ~ El vicepresidente de la Cámara Argentina de Fabricantes de Medias consideró que el viaje de Macri al sudeste asiático va a «primarizar la economía».

La tasa volvió a bajar pero el impacto en la actividad no llegaría hasta junio Damián Regalini es un empresario textil, que que representa al sector de fabricantes de medias. Semanas atrás se cruzó con la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, cuando ella señaló que las pymes que se fundían eran «menos competitivas».

En aquella ocasión, Regalini le contestó, a través de Twitter, de manera contundente. «Invertí en las máquinas más modernas del mundo, nos capacitamos para usarlas en Italia, tengo una maestría de negocios en la Universidad de San Andrés y la mitad de las máquinas están paradas. No soy un inútil, gobernadora, ni mi fabrica ineficiente. Su gobierno destruye el trabajo». Aquel tuit se viralizó y tuvo un fuerte eco entre cientos de empresarios pyme. En esta entrevista con PERFIL, Regalini va más allá en sus críticas contra el Gobierno.

– ¿Le sorprendió el impacto que tuvo aquel mensaje que escribió usted desde su cuenta de Twitter?

No, para nada. Porque la trascendencia tuvo que ver con que reflejé la realidad que estamos viviendo los industriales y los empresarios en Argentina. El problema tiene que ver con las políticas desastrosas del Gobierno. Más allá de todo lo que puedan decirnos, respecto de que quieren pymes exportadoras y de todos sus slogan, nosotros cuando nos sentamos en nuestros escritorios y abrimos nuestras fábricas vemos la realidad. Y estas medidas destruyeron nuestros negocios, que estaban vivos tres años atrás. Cambiaron las políticas económicas y pasamos a ser fracasados, no competitivos, poco exitosos. Es claro lo que pasó. Cambiaron las políticas y no sirvieron para nada. Muchos empresarios se sintieron reflejados con esa realidad que yo describí.

– ¿Ven algún signo positivo para este año?

No. Las empresas nos estamos fundiendo y no parece que vaya a cambiar la cosa. Lo que sorprende y molesta a los que tenemos una industria es ver que el Gobierno anuncia con bombos y platillos la gira por el el sudeste asiático, cuando todos sabemos que ir a vender al sudeste asiático es consolidar el modelo de primarización económica. Hoy con las políticas de este gobierno, con el cuadro tarifario, con el nivel impositivo, pensar en exportar a India y a Asia en general es pensar nada más que en vender materia prima. Es decir, exportar cosas que Argentina vendía hace dos siglos. Macri habla de desarrollo y van a vender materia prima a Asia. Para vender con valor agregado necesitamos que las medidas que desarrolle sean para la industria, no solo para el agro. Argentina necesita cambiar para de una vez por todas y crecer.

– ¿Tiene algún impacto positivo para el sector que usted representa la tranquilidad cambiaria de este año?

La tranquilidad cambiaria la estamos pagando carísima, a un costo de tasa de interés de saqueo. La tranquilidad del dólar es la tranquilidad de las máquinas. El precio de tener el dólar quieto es que tenemos las máquinas paradas. Es mentira que se trate de un veranito. Frenan el dólar con una tasa de interés terriblemente alta. Es la paz del cementerio.

– ¿La situación empeoró?

Nosotros, los pequeños industriales, estamos compitiendo con los colegas que se están fundiendo. Yo salgo a competir con un producto al cual le pongo un precio razonable y tengo colegas que venden a precios del año pasado porque están quebrados. Es la liquidación antes del cierre. Yo veo una economía caótica y desordenada. Es imposible hacer una previsión de acá a un mes. Hay variables propias del derrumbe del mercado que hacen que a vos se te descontrole el tablero de comando. Porque podés tener el dólar quieto, pero si la economía se está cayendo y tus competidores empiezan a liquidar el stock y hay proveedores que discontinúan una línea de producción porque no les conviene vender, no podés producir.

– ¿Ha tenido problemas por manifestar su posición de manera abierta?

Hace tiempo que venimos diciendo que se derrumba todo. Algunos piensan que los que hablamos de esto tenemos alguna simpatía con el kirchnerismo y que hablábamos para molestar, pero no es eso. Yo tuve que achicar mi fábrica a la mitad, tengo la mitad de las máquinas paradas. Y esto está cada vez peor. Como empresario y como representante gremial de un sector tengo que dar una visión pragmática y si esto es un desastre lo tengo que decir.

Cose desde los 6 años y tiene una firma de ropa hecha con textiles orgánicos wichis

Fuente: La Nación ~ Desde su nuevo estudio taller ubicado en el microcentro porteño, el diseñador Marcelo Ariel López busca recuperar la tradición de la ropa hecha a medida. Su marca AÔ propone renovar nuestro vínculo con la vestimenta combinando prendas únicas con una línea de diseño contemporáneo y un servicio de actualización y ajuste de esas piezas queridas que solemos atesorar esperando el momento de volver a usar.

-¿Qué significa AÔ, el nombre de la marca?

-Es un término de origen guaraní y significa vestimenta, ropa, tela. Cuando pensé un nombre para el proyecto, cerca del año 2001, el idioma aún no tenía ni siquiera un diccionario propio. Lo hablo desde chico, porque si bien soy argentino mi familia es de Paraguay. Todos se dedican a la costura, cada uno con su especialidad, de jeans a alta costura, pasando por sastrería y prêt-à-porter. Mi abuela era modista en Belén, una pequeña ciudad que marca el paso del Trópico de Capricornio. Viajo para allá desde que tengo memoria. María Esther López Pana, mi madre y socia desde hace años, siempre tuvo taller de costura. De chico me acostumbré a estar en contacto con textiles, empecé a coser a los seis años. De la nueva generación, soy el único que quiso continuar con el
oficio.

-¿Cómo fueron tus inicios?

-Me formé académicamente en fotografía. Estudié en la FADU con Augusto Zanela y seguí varios años en la Facultad de Filosofía. Más tarde hice unos talleres experimentales con Guillermo Ueno y expuse mis obras en la galería Belleza y Felicidad. Mientras tanto, no encontraba ropa que me gustara, todo era color negro en los años 90. Además, siempre trabajé para pagarme los estudios y la costura resultó una fuente de ingresos. En 2005 me asocié con el ilustrador Mariano Grassi, él se ocupaba de la imagen y yo del diseño. Era divertido y nos fue muy bien. Ahí descubrí que hacer ropa siempre había estado en mí.

-Encontraste tu manera de seguir la tradición familiar.

-Sí. Tenía una imagen muy sacrificada del oficio y quería asociar el trabajo a otra cosa. Disfruto de mi tarea y de la relación con las personas. Además, me di cuenta de que la ropa siempre tiene un valor emocional. Al taller llegan prendas con historias que me gusta escuchar. Son esas que heredamos o que nos acompañaron en un momento especial de la vida, pero que no sabemos bien qué hacer con ellas.

-¿Cómo es el perfil de una clienta que recurre al fondo de placard?

Son mujeres, en su mayoría, que conciben su vestimenta desde el intelecto o que tienen cierta afinidad con las humanidades, como las artistas, por ejemplo. Algunas valoran las propiedades de la tela, otras tienen apego con su origen y otras con las formas. Trato de respetar el diseño original a la hora de recuperar una prenda. A veces lleva tiempo conciliar intereses, pero ayudar a ponerla en valor es parte de mi función como diseñador.

-¿Diseñador y docente a la vez?

-El conocimiento de la ropa lleva muchos años. Me gusta guiar a mis clientas más jóvenes o adolescentes en la compra de una buena prenda, esa que van a querer conservar. Cuando trabajo en el desarrollo de producto para terceros, también me gusta contribuir con alcanzar la más alta calidad posible. Lo mismo aplico a mis diseños, busco crear piezas que perduren. Para eso, voy confiando cada vez más en la simpleza. Estamos tapados de ropa, necesitamos consumir de manera diferente. La cantidad no trae felicidad, no al menos en las compras. Ese es uno de los desafíos que enfrenta la industria de la moda, junto con el de encontrar formas más justas de trabajo que permitan que las personas que realizan la ropa puedan imaginarse comprándola.

-¿Qué rol desempeñan los materiales en tu trabajo?

-Adoro los textiles. Básicamente, mi trabajo con ellos es amoroso. Mi abuela me enseñó a escuchar la tela, cada una tiene un carácter. Tengo una especie de fetiche con su origen, necesito que sea especial de algún modo. Empleo algodones plantados por comunidades wichí de Misiones y el Chaco, tengo otros orgánicos certificados en Suiza, de Paraguay. Hace poco recibí una donación de textiles originales de la década del 60. No importa si son artificiales, me interesa que sean vintage y se les pueda dar otra vida. Esas telas tienen alma.

-¿Cómo es vestir a las mujeres para ocasiones importantes de su vida?

-Intento que el proceso sea divertido, menos estresante de lo que suele ser. Le doy mucha importancia a la figura. No existen los cuerpos con problemas o difíciles de vestir, en todo caso, hay falta de conocimientos técnicos para ajustar las prendas a cada medida. Pretendemos estandarizar algo que naturalmente no lo es, cada cuerpo es único. Así como busco quebrar algunos convencionalismos en el uso de los materiales y las morfologías, me gusta poner en discusión los cánones de belleza impuestos.

-¿Cómo se traduce esa búsqueda en tus diseños?

-Ya no nos detenemos a pensar porqué usamos lo que usamos. Leí en un libro de la reconocida investigadora Ruth Corcuera, que el textil fue el primer soporte de información de la humanidad. Me encantaría que la ropa funcione como un dni, que te identifique y permita que los demás te reconozcan. Quiero llegar a eso, a lograr una identidad total, más basada en el deseo propio que en las tendencias.

-Por lo general es al revés, identificamos al diseñador a partir de las prendas.

-Nunca quise eso para mí. Aspiro a ser un medio, para que cada persona logre su propiaidentificación

Evangelina Bomparola: «La ropa no debería llevar la etiqueta expuesta»

Fuente: La Nacion ~ La diseñadora Evangelina Bomparola se sometió al Cuestionario Sehinkman y dejó en claro que las marcas no deberían estar expuestas en los productos que compra el consumidor. Una visión muy particular de una empresaria y creadora que pronto colgará la colección otoño-invierno 2019 en su boutique de la avenida Alvear. A continuación, preguntas y respuestas de una charla rica y entretenida.

-En una imaginaria tarjeta personal, abajo de tu nombre, ¿qué pondrías para definir tu actividad o profesión?

-Estudié muchas cosas que me condujeron a lo mismo. La profesión en la que me realizo y me siento cómoda es la de diseño de indumentaria, aunque no soy diseñadora de indumentaria, curiosamente. Entonces, si te tuviera que definir cuál es mi profesión, yo comunico a través de la moda y del diseño. Y mis diseños me permiten canalizar mi creatividad y hacer de eso, que es un juego, un negocio. ¿Cómo te pongo todo esto en una palabra? Evangelina Bomparola.

-¿Existe en vos el temor de que el paso del tiempo te aleje de la mirada del mundo que las nuevas generaciones van adoptando, con sus nuevas formas de relacionarse, las nuevas tendencias y, por consiguiente, que no puedas acompañar esos cambios con tus diseños?

-Sí, nos pasa a todos. Trato de estar actualizada. Un ejemplo es la música. No podés escuchar toda la vida Beatles, Radiohead, Queen, porque salió la película y sos un nostálgico. Trato de entender las nuevas corrientes y leer otras formas de producir pensamiento. Envejecer es caer en la frase «cuando yo tenía la edad de mis hijos». Con mi hijo Beltrán, de 17, intercambio música. Hoy me pasó una cosa curiosa con Esmeralda, mi hija menor: me compartió una foto de Instagram de una chica a la que le habían regalado su primera cartera de Louis Vuitton. Dije: «¡Qué horror lo que mi hija está rescatando!»

-¿Cuál era el horror?

-Que Esmeralda, a los 13 años, está completamente logomaníaca. Todo pasa por un logo, por la marca. Una remera de algodón, que la podés comprar en H&M por 5 dólares, la pagás 500 porque dice Gucci. Para mi hija la ilusión de tener una remera que diga Gucci es tocar el cielo con las manos. Obviamente no la tiene, no se la compro, pero es como un ideal.

-Pero esperá: vos también sos una marca…

-Yo soy una marca pero no soy una marca expuesta.

-¿Qué quiere decir?

-Mis etiquetas son negras y la tipografía es negra, con lo cual tenés que leerla con atención porque no es evidente. Yo no trabajo nada explícito. Lo más osado que hice ligado a mi marca fue poner un Eva detrás en unas remeras para un desfile, que tampoco las comercialicé.

-¿Y cuál es la filosofía detrás de la cuál vos decidís no tener una «marca expuesta»?

-La filosofía es que la ropa es de la persona que la lleva puesta, no tiene por qué llevar el
nombre de otra, es decir, la etiqueta expuesta.

-¿Y el aspecto aspiracional de la etiqueta?

-Yo trabajo con estándares tan altos de calidad que apunto a una persona que valore la confección y la moldería y no necesite la etiqueta. Insisto: si la cartera es mía y yo la pagué no tiene por qué tener la marca Armani. Si Armani quiere que promocione su marca, que en todo caso me regale la cartera.

-Pero funciona a la inversa…

-A mí me parece que todo va a terminar dando la vuelta. Hoy ser cool no pasa por tener una remera que diga Kenzo sino porque te quede linda, que cuando alguien te abrace sienta que el algodón es de locos y que te haga ilusión llevarla puesta. Después, el precio que pagás es un tema privado entre el que te la vendió y vos.

-Existe una ley de talles que no se cumple y que provoca sufrimiento en muchas mujeres. ¿Cuál es tu visión?

-Es un tema muy polémico. Hay medidas políticas que quieren llamar la atención en época de elecciones. A un legislador se le ocurre una ley de talles sin haber convocado a todas las partes que conforman el universo de la indumentaria en nuestro país y arma una ley que es imposible de cumplir.

-¿Por qué?

-Para mí es imposible de cumplir, no quiero generalizar. Hay muchas marcas que pueden cumplirla o que deberían. Yo trabajo con un diseño personalizado, con unos patrones de calidad muy costosos. No podría tener un vestido de fiesta colgado en cada talle, en cada color, en cada una de las formas. ¿Por qué? Porque un vestido largo, de fiesta, tiene que ser con mangas para una persona que tiene un brazo que no está en buena forma, sin mangas para alguien que tiene el hombro que le queda mejor. No es un jean o una remera. Y si vos venís a mi local, las camisas, todo lo que pueda estar dentro de la curva de talles, está. Pero lo que tiene que ver con vestidos de fiesta, es imposible.

-Si a vos te llamaran para un consejo asesor, ¿qué aportarías?

-Yo creo que, primero, hay que encontrar las medidas universales que comprenden a cada talle: al talle 1 yo le digo 38, en el shopping le dicen 24 o 26, el de la esquina le dice 40. Eso es un divague. Hay que uniformarlo. Insisto: acá nadie se puso a pensar en la dinámica del negocio. Acá hubo un diputado que quiso llamar la atención para dar notas en la prensa.

-Y el otro problema, más allá de que no hay disponibilidad de talles, es el problema de la autoimagen. La dificultad de aceptarse tal como uno es, sin
juzgarse tan duramente.

-Eso es tremendo. Estuve ahora unos días en Punta del Este viviendo con europeos y vos veías el manejo que tienen con su cuerpo. Las mujeres van, vienen, no les importa taparse nada. ¡Nosotros tenemos unos líos con «el rollo que me salió este año». Hay demasiado puesto en la imagen y poco puesto adentro. Un ejemplo: el otro día encontré un pantalón de Yves Saint Laurent del año 95, comprado en París, rayado, divino, medio chupín y dije «¡Uy, que bueno!». Me lo probé y no me cierra. Yo tuve dos pibes en el camino. ¡Es lógico que no me cierre! Mis costillas no tienen el mismo ancho, mi cadera igual. Entonces recordé que de la compra de ese pantalón a hoy me casé, tuve dos hijos, me pasaron cosas muy buenas y el cuerpo cambia. Me cambia a mí, le cambia a mi
marido y a todos. Y las mujeres no se lo bancan.

Entrevista al presidente de la CIAI: “Desde que el dólar llegó a $40 se paralizó el sector”

Fuente: CIAI ~  La actividad económica está muy fría, demasiado, y dentro de este contexto uno de los sectores más golpeados es el de Indumentaria.

Según los datos del rubro, los últimos tres años han sido los peores de su historia, con una caída en las ventas cercanas al 30% en unidades durante 2018 y una capacidad industrial ociosa que en la actualidad alcanza el 50 por ciento.

Así, se perdieron en ese lapso unos 17.000 empleos formales, que se deben multiplicar por tres en el segmento informal.

Al respecto, la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) informa que hoy existen 10.000 pequeñas y medianas empresas vinculadas a la confección de prendas, que se venden en unos 250.000 locales. De hecho, toda la cadena textil, indumentaria y calzado emplea a unas 400.000 personas.

Claudio Drescher, presidente de la CIAI, charló mano a mano con iProfesional para contar la dura realidad del sector, a la que califica de “crítica”, y sentenciar que uno de sus grandes problemas es que el país no tiene política económica, ni cambiaria, algo que genera que “no exista un precio de referencia para salir al mundo”.

Incluso, cuestiona que algunos funcionarios piensen que “el país pueda sostenerse sin industria”.

-¿Cómo es la realidad de su sector?

-De acuerdo a los números del INDEC y datos macroeconómicos, queda claro que el sector textil y de indumentaria es el más golpeado de la economía argentina en los últimos tres años, la pasamos muy mal. La dimensión de la crisis es extremadamente profunda, crítica diría, y trajo aparejado varios centenares de convocatorias de marcas (incluso muchas conocidas) e instancias de cesación de pagos. De hecho, en talleres de menos de 50 personas pasan a la informalidad para achicar costos y ser más competitivos de alguna manera, pero fuera del sistema económico.

-¿Cuáles son los motivos para haber llegado a esta situación?

-El principal motivo tiene que ver con una baja de consumo, porque hay una disminución notoria en la capacidad de compra de la población por la caída de los ingresos que trajo aparejada la elevada inflación. Esto se multiplica cuando se trata de productos, como los nuestros, que no son imprescindibles para vivir.

Después otra causa es el incremento de las importaciones en los últimos tres años, que subieron 100% en ese plazo. Por ejemplo, todas las grandes marcas deportivas, sin excepción, importan y han cerrado fábricas locales históricas que habían incorporado la última tecnología.

A esto se agrega que tuvimos al peso apreciado durante un tiempo muy largo, el turismo argentino produjo un déficit comercial muy severo. Por ejemplo, en 2017, dentro del gasto en el exterior de u$s10.000 millones, unos u$s2.000 millones significó la compra de indumentaria en Chile o en otros destinos.

La combinación de estos tres factores generó una baja severa en las ventas, a lo que se le suma las tasas de interés que llegaron a estar entre 60% a 75%, y  en los  descubiertos que alcanzaron un nivel mayor, que consiguieron la asfixia financiera de empresas de todos los tamaños, pagando tasas surrealistas, imprimiendo una presión de subsistencia a miles de compañías, porque no hay sectores económicos productivos/industriales que hayan crecido en este período.

-¿Hubo algún cambio en el consumo por la crisis y empresas que se vieran beneficiadas por ello?

-La verdad que no porque no es que las firmas de bajo precio prevalecieron. En realidad los sectores de menos ingresos son los más afectados por la crisis. En cambio, mucha gente dolarizada o que le fue bien con los negocios financieros aumentó su capacidad de compra. Después de la devaluación, hoy se vende más en los sectores de alto precio, y están más afectados los centros comerciales de los sectores asalariados. Es decir, por ingresos, expectativas o incertidumbre, todos los sectores estuvieron paralizados en el último semestre, que fue muy malo. Cuando el dólar llegó a $40, el mercado se paralizó y sigue así hasta el momento.

-¿Cuál considera que es el problema de fondo para que su sector sea el más golpeado de la economía más allá de la crisis?

-El problema de fondo es que muchos sectores estamos esperando un cambio de rumbo, donde se entienda que el mercado interno representa el 70% del PBI y que no va a haber crecimiento de la economía, ni brotes verdes, si no hay señales de mayor poder de compra de la población. No va a haber magia.

Damos la bienvenida a que el 2019 sea el año de la exportación, Argentina tiene que salir a exportar, pero no conocemos países que hayan sido sustentables sin combinar esto con el desarrollo de su mercado interno.

-¿El Gobierno les brindó alguna clase de apoyo?

-El ministro de Producción tiene una actitud muy positiva respecto a nuestro sector, se han armado mesas de trabajo muy amplias que abarcan todos los aspectos de nuestro rubro: laborales, calidad, internacionalización, formalización, financiación, entre otras. Ahí sí notamos un cambio muy sustancial. Por lo menos el ministro entiende la importancia del sector y su volumen.

Son acuerdos sectoriales y mesas de trabajo. Nosotros agregamos otros temas más a tratar, como la baja de la tasa de interés para la financiación, líneas de crédito para inversión y refinanciación de pasivos impositivos. Ahora falta un cambio en la política económica.

-Por como viene el panorama, ¿piensa que este año va a haber una mejora económica o cambio de rumbo?

-No, me parece que el Poder Ejecutivo está diciendo que va a seguir el mismo camino. Hay cosas que se dicen que después, por suerte, se pueden cambiar. Estamos esperando que se cambien. En el fondo hay un tema conceptual que es el eje de discusión para entender hacia dónde vamos: ¿Este país puede crecer y solventarse sin industria? A mí me parece que hay sectores, economistas y analistas dentro y fuera del Gobierno que cree que esto es posible.

Que demuestren con números, porque hablan de Vaca Muerta, de energía, del litio, de la producción agropecuaria, pero están imaginando un país de 45 millones de habitantes que se pueda sustentar sin desarrollo industrial, dándole eje a servicios y desarrollo informático, en fin, cosas que no creo que vayan a desarrollar la economía argentina, como las cervecerías artesanales. Ahí hay una posición, se empieza a ver más claro y hay funcionarios que ya lo están diciendo.

-¿Por qué considera que algunos funcionarios tienen esta postura?

-Piensan que la Argentina no puede dar la batalla competitiva en el campo industrial. Primero hay que dar una discusión, ver si es factible el plan sin industria, y cuánto se puede desarrollar el país. Yo creo que no es factible.

-¿Piensa que es competitivo su sector?

-Cuando un país tiene 200 años de historia en industria textil, cuando posee diseñadores por miles que tienen un nivel técnico muy superior al promedio de América Latina, que se destacan. Las marcas argentinas de indumentaria son líderes desde México para abajo, en su nivel de diseño y diferenciación. De hecho, Buenos Aires es una ciudad relacionada a la moda, tiene un atractivo muy fuerte. Es una ceguera hacer volar 400.000 empleos pensando que si traemos ropa china vamos a ser más felices, me parece un suicidio que esa gente deba dedicarse a otra cosa. Es un absurdo. La industria de indumentaria no es un problema en Argentina, es una oportunidad que deberían asumir los gobiernos y ver que cuentan con un potencial.

Por ejemplo, Portugal tiene 11 millones de habitantes y exporta u$s4.500 millones en indumentaria y textil. En cambio, la Argentina exportó en todo 2018 unos u$s20 millones. Es decir, se puede generar empleo intensivo con buenos salarios. Otro caso es el segundo exportador de ropa luego de China, que es Italia, con productos de altísimo precio, es un generador de riqueza. Por eso, mucha gente hace análisis superficiales indicando que en China un jean cuesta u$s7 hacerlo y en Argentina u$s22, y que por eso “no sirve”. No es así, porque en Italia vale u$s38 realizarlo, sin embargo lo exportan igual. El tema es tener diseño, branding, concepto, distribución.

-¿Por qué la misma industria local todavía no aprovechó esta oportunidad para exportar diseño?

-Si uno va a un Centro Comercial en Argentina uno ve varias marcas de primer nivel, que pueden llegar a tener una calificación de 7,5 puntos sobre 10. Algunas han salido al mundo, pero cuando tenés un país que no tiene política económica ni cambiaria, no existe un precio de referencia por la variación que tiene el dólar. No hay una política de Estado que impulse exportar las producciones industriales. La batalla está ahí. Por ejemplo, Corea, hace 40 años no tenía una imagen productiva, en cambio hoy compramos marcas de allí.

Un caso claro es al pedir un crédito, en Europa se paga de interés 3% anual en euros, en cambio acá si quiero ampliarme y pedirle plata a un banco me cobran 70% al año en pesos, es imposible. Ésta es una de las causas de por qué la industria no crece o no se internacionaliza, es un país esquizofrénico. No hay herramientas de crecimiento sustentable, ni políticas para hacerlo. Los intentos deben ser durante décadas para que el país funcione. El Gobierno debe ver las oportunidades y fomentarlas. Por eso, el tema del libre mercado es para los países desarrollados, porque ellos ya tuvieron su etapa de crecimiento. En cambio acá, si el Estado no interviene, no tenemos fuerza o masa crítica para producir el cambio.

Igualmente, las pymes siempre invierten porque se hicieron con capital propio, las grandes empresas no lo hacen. El país fue una fiesta financiera, con un dólar estable y una tasa al 60%, ¿quién va a invertir si puedo ganar más plata con el carry trade?

-Con el salto que tuvo el dólar el año pasado, ¿no es negocio exportar?

-El mundo no te está esperando, lleva años abrir un mercado en el extranjero. Si no sé qué va a pasar, y el peso se aprecia en los próximos seis meses por ser un año electoral, voy terminar saliendo al mundo con un precio en dólares que no lo voy a poder sostener.

-¿Por qué en el extranjero, por ejemplo, una remera de primera marca se puede conseguir a menos de u$s10 ($400) y acá una similar se vende al doble o triple de precio?

-No es el valor real del costo que tiene, son los valores de los saldos, donde se ponen precios que no tienen nada que ver con el valor real para comercializarlo. Si uno quiere comprar la colección nueva, se pagará lo mismo o más caro que acá, que puede llegar hasta los $1.800. Igual, en Argentina hay varios impuestos y las tarjetas de crédito cobran al comercio alrededor de 14,9% por dar financiamiento. De hecho, 45% de un precio acá son impuestos y financiación. Todo lo que se hace es más caro. Y a todo eso hay que agregarle un tema de escala de ventas, si hago 100.000 remeras en Bangladesh, como ocurre en otros países, me va a salir mucho más barato que pedir 1.000 como en nuestro caso.-

1
📍 Te Sumas a Textilwapp?
📍 Info Textil
📍 Hola! esperamos tu inquietud y/o envía un mensaje con la leyenda "me sumo" para incorporarte (sin cargo) a Textil Wapp, el sistemas de alerta diaria de Info Textil