Cose desde los 6 años y tiene una firma de ropa hecha con textiles orgánicos wichis

Fuente: La Nación ~ Desde su nuevo estudio taller ubicado en el microcentro porteño, el diseñador Marcelo Ariel López busca recuperar la tradición de la ropa hecha a medida. Su marca AÔ propone renovar nuestro vínculo con la vestimenta combinando prendas únicas con una línea de diseño contemporáneo y un servicio de actualización y ajuste de esas piezas queridas que solemos atesorar esperando el momento de volver a usar.

-¿Qué significa AÔ, el nombre de la marca?

-Es un término de origen guaraní y significa vestimenta, ropa, tela. Cuando pensé un nombre para el proyecto, cerca del año 2001, el idioma aún no tenía ni siquiera un diccionario propio. Lo hablo desde chico, porque si bien soy argentino mi familia es de Paraguay. Todos se dedican a la costura, cada uno con su especialidad, de jeans a alta costura, pasando por sastrería y prêt-à-porter. Mi abuela era modista en Belén, una pequeña ciudad que marca el paso del Trópico de Capricornio. Viajo para allá desde que tengo memoria. María Esther López Pana, mi madre y socia desde hace años, siempre tuvo taller de costura. De chico me acostumbré a estar en contacto con textiles, empecé a coser a los seis años. De la nueva generación, soy el único que quiso continuar con el
oficio.

-¿Cómo fueron tus inicios?

-Me formé académicamente en fotografía. Estudié en la FADU con Augusto Zanela y seguí varios años en la Facultad de Filosofía. Más tarde hice unos talleres experimentales con Guillermo Ueno y expuse mis obras en la galería Belleza y Felicidad. Mientras tanto, no encontraba ropa que me gustara, todo era color negro en los años 90. Además, siempre trabajé para pagarme los estudios y la costura resultó una fuente de ingresos. En 2005 me asocié con el ilustrador Mariano Grassi, él se ocupaba de la imagen y yo del diseño. Era divertido y nos fue muy bien. Ahí descubrí que hacer ropa siempre había estado en mí.

-Encontraste tu manera de seguir la tradición familiar.

-Sí. Tenía una imagen muy sacrificada del oficio y quería asociar el trabajo a otra cosa. Disfruto de mi tarea y de la relación con las personas. Además, me di cuenta de que la ropa siempre tiene un valor emocional. Al taller llegan prendas con historias que me gusta escuchar. Son esas que heredamos o que nos acompañaron en un momento especial de la vida, pero que no sabemos bien qué hacer con ellas.

-¿Cómo es el perfil de una clienta que recurre al fondo de placard?

Son mujeres, en su mayoría, que conciben su vestimenta desde el intelecto o que tienen cierta afinidad con las humanidades, como las artistas, por ejemplo. Algunas valoran las propiedades de la tela, otras tienen apego con su origen y otras con las formas. Trato de respetar el diseño original a la hora de recuperar una prenda. A veces lleva tiempo conciliar intereses, pero ayudar a ponerla en valor es parte de mi función como diseñador.

-¿Diseñador y docente a la vez?

-El conocimiento de la ropa lleva muchos años. Me gusta guiar a mis clientas más jóvenes o adolescentes en la compra de una buena prenda, esa que van a querer conservar. Cuando trabajo en el desarrollo de producto para terceros, también me gusta contribuir con alcanzar la más alta calidad posible. Lo mismo aplico a mis diseños, busco crear piezas que perduren. Para eso, voy confiando cada vez más en la simpleza. Estamos tapados de ropa, necesitamos consumir de manera diferente. La cantidad no trae felicidad, no al menos en las compras. Ese es uno de los desafíos que enfrenta la industria de la moda, junto con el de encontrar formas más justas de trabajo que permitan que las personas que realizan la ropa puedan imaginarse comprándola.

-¿Qué rol desempeñan los materiales en tu trabajo?

-Adoro los textiles. Básicamente, mi trabajo con ellos es amoroso. Mi abuela me enseñó a escuchar la tela, cada una tiene un carácter. Tengo una especie de fetiche con su origen, necesito que sea especial de algún modo. Empleo algodones plantados por comunidades wichí de Misiones y el Chaco, tengo otros orgánicos certificados en Suiza, de Paraguay. Hace poco recibí una donación de textiles originales de la década del 60. No importa si son artificiales, me interesa que sean vintage y se les pueda dar otra vida. Esas telas tienen alma.

-¿Cómo es vestir a las mujeres para ocasiones importantes de su vida?

-Intento que el proceso sea divertido, menos estresante de lo que suele ser. Le doy mucha importancia a la figura. No existen los cuerpos con problemas o difíciles de vestir, en todo caso, hay falta de conocimientos técnicos para ajustar las prendas a cada medida. Pretendemos estandarizar algo que naturalmente no lo es, cada cuerpo es único. Así como busco quebrar algunos convencionalismos en el uso de los materiales y las morfologías, me gusta poner en discusión los cánones de belleza impuestos.

-¿Cómo se traduce esa búsqueda en tus diseños?

-Ya no nos detenemos a pensar porqué usamos lo que usamos. Leí en un libro de la reconocida investigadora Ruth Corcuera, que el textil fue el primer soporte de información de la humanidad. Me encantaría que la ropa funcione como un dni, que te identifique y permita que los demás te reconozcan. Quiero llegar a eso, a lograr una identidad total, más basada en el deseo propio que en las tendencias.

-Por lo general es al revés, identificamos al diseñador a partir de las prendas.

-Nunca quise eso para mí. Aspiro a ser un medio, para que cada persona logre su propiaidentificación

Evangelina Bomparola: «La ropa no debería llevar la etiqueta expuesta»

Fuente: La Nacion ~ La diseñadora Evangelina Bomparola se sometió al Cuestionario Sehinkman y dejó en claro que las marcas no deberían estar expuestas en los productos que compra el consumidor. Una visión muy particular de una empresaria y creadora que pronto colgará la colección otoño-invierno 2019 en su boutique de la avenida Alvear. A continuación, preguntas y respuestas de una charla rica y entretenida.

-En una imaginaria tarjeta personal, abajo de tu nombre, ¿qué pondrías para definir tu actividad o profesión?

-Estudié muchas cosas que me condujeron a lo mismo. La profesión en la que me realizo y me siento cómoda es la de diseño de indumentaria, aunque no soy diseñadora de indumentaria, curiosamente. Entonces, si te tuviera que definir cuál es mi profesión, yo comunico a través de la moda y del diseño. Y mis diseños me permiten canalizar mi creatividad y hacer de eso, que es un juego, un negocio. ¿Cómo te pongo todo esto en una palabra? Evangelina Bomparola.

-¿Existe en vos el temor de que el paso del tiempo te aleje de la mirada del mundo que las nuevas generaciones van adoptando, con sus nuevas formas de relacionarse, las nuevas tendencias y, por consiguiente, que no puedas acompañar esos cambios con tus diseños?

-Sí, nos pasa a todos. Trato de estar actualizada. Un ejemplo es la música. No podés escuchar toda la vida Beatles, Radiohead, Queen, porque salió la película y sos un nostálgico. Trato de entender las nuevas corrientes y leer otras formas de producir pensamiento. Envejecer es caer en la frase «cuando yo tenía la edad de mis hijos». Con mi hijo Beltrán, de 17, intercambio música. Hoy me pasó una cosa curiosa con Esmeralda, mi hija menor: me compartió una foto de Instagram de una chica a la que le habían regalado su primera cartera de Louis Vuitton. Dije: «¡Qué horror lo que mi hija está rescatando!»

-¿Cuál era el horror?

-Que Esmeralda, a los 13 años, está completamente logomaníaca. Todo pasa por un logo, por la marca. Una remera de algodón, que la podés comprar en H&M por 5 dólares, la pagás 500 porque dice Gucci. Para mi hija la ilusión de tener una remera que diga Gucci es tocar el cielo con las manos. Obviamente no la tiene, no se la compro, pero es como un ideal.

-Pero esperá: vos también sos una marca…

-Yo soy una marca pero no soy una marca expuesta.

-¿Qué quiere decir?

-Mis etiquetas son negras y la tipografía es negra, con lo cual tenés que leerla con atención porque no es evidente. Yo no trabajo nada explícito. Lo más osado que hice ligado a mi marca fue poner un Eva detrás en unas remeras para un desfile, que tampoco las comercialicé.

-¿Y cuál es la filosofía detrás de la cuál vos decidís no tener una «marca expuesta»?

-La filosofía es que la ropa es de la persona que la lleva puesta, no tiene por qué llevar el
nombre de otra, es decir, la etiqueta expuesta.

-¿Y el aspecto aspiracional de la etiqueta?

-Yo trabajo con estándares tan altos de calidad que apunto a una persona que valore la confección y la moldería y no necesite la etiqueta. Insisto: si la cartera es mía y yo la pagué no tiene por qué tener la marca Armani. Si Armani quiere que promocione su marca, que en todo caso me regale la cartera.

-Pero funciona a la inversa…

-A mí me parece que todo va a terminar dando la vuelta. Hoy ser cool no pasa por tener una remera que diga Kenzo sino porque te quede linda, que cuando alguien te abrace sienta que el algodón es de locos y que te haga ilusión llevarla puesta. Después, el precio que pagás es un tema privado entre el que te la vendió y vos.

-Existe una ley de talles que no se cumple y que provoca sufrimiento en muchas mujeres. ¿Cuál es tu visión?

-Es un tema muy polémico. Hay medidas políticas que quieren llamar la atención en época de elecciones. A un legislador se le ocurre una ley de talles sin haber convocado a todas las partes que conforman el universo de la indumentaria en nuestro país y arma una ley que es imposible de cumplir.

-¿Por qué?

-Para mí es imposible de cumplir, no quiero generalizar. Hay muchas marcas que pueden cumplirla o que deberían. Yo trabajo con un diseño personalizado, con unos patrones de calidad muy costosos. No podría tener un vestido de fiesta colgado en cada talle, en cada color, en cada una de las formas. ¿Por qué? Porque un vestido largo, de fiesta, tiene que ser con mangas para una persona que tiene un brazo que no está en buena forma, sin mangas para alguien que tiene el hombro que le queda mejor. No es un jean o una remera. Y si vos venís a mi local, las camisas, todo lo que pueda estar dentro de la curva de talles, está. Pero lo que tiene que ver con vestidos de fiesta, es imposible.

-Si a vos te llamaran para un consejo asesor, ¿qué aportarías?

-Yo creo que, primero, hay que encontrar las medidas universales que comprenden a cada talle: al talle 1 yo le digo 38, en el shopping le dicen 24 o 26, el de la esquina le dice 40. Eso es un divague. Hay que uniformarlo. Insisto: acá nadie se puso a pensar en la dinámica del negocio. Acá hubo un diputado que quiso llamar la atención para dar notas en la prensa.

-Y el otro problema, más allá de que no hay disponibilidad de talles, es el problema de la autoimagen. La dificultad de aceptarse tal como uno es, sin
juzgarse tan duramente.

-Eso es tremendo. Estuve ahora unos días en Punta del Este viviendo con europeos y vos veías el manejo que tienen con su cuerpo. Las mujeres van, vienen, no les importa taparse nada. ¡Nosotros tenemos unos líos con «el rollo que me salió este año». Hay demasiado puesto en la imagen y poco puesto adentro. Un ejemplo: el otro día encontré un pantalón de Yves Saint Laurent del año 95, comprado en París, rayado, divino, medio chupín y dije «¡Uy, que bueno!». Me lo probé y no me cierra. Yo tuve dos pibes en el camino. ¡Es lógico que no me cierre! Mis costillas no tienen el mismo ancho, mi cadera igual. Entonces recordé que de la compra de ese pantalón a hoy me casé, tuve dos hijos, me pasaron cosas muy buenas y el cuerpo cambia. Me cambia a mí, le cambia a mi
marido y a todos. Y las mujeres no se lo bancan.

Entrevista al presidente de la CIAI: “Desde que el dólar llegó a $40 se paralizó el sector”

Fuente: CIAI ~  La actividad económica está muy fría, demasiado, y dentro de este contexto uno de los sectores más golpeados es el de Indumentaria.

Según los datos del rubro, los últimos tres años han sido los peores de su historia, con una caída en las ventas cercanas al 30% en unidades durante 2018 y una capacidad industrial ociosa que en la actualidad alcanza el 50 por ciento.

Así, se perdieron en ese lapso unos 17.000 empleos formales, que se deben multiplicar por tres en el segmento informal.

Al respecto, la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI) informa que hoy existen 10.000 pequeñas y medianas empresas vinculadas a la confección de prendas, que se venden en unos 250.000 locales. De hecho, toda la cadena textil, indumentaria y calzado emplea a unas 400.000 personas.

Claudio Drescher, presidente de la CIAI, charló mano a mano con iProfesional para contar la dura realidad del sector, a la que califica de “crítica”, y sentenciar que uno de sus grandes problemas es que el país no tiene política económica, ni cambiaria, algo que genera que “no exista un precio de referencia para salir al mundo”.

Incluso, cuestiona que algunos funcionarios piensen que “el país pueda sostenerse sin industria”.

-¿Cómo es la realidad de su sector?

-De acuerdo a los números del INDEC y datos macroeconómicos, queda claro que el sector textil y de indumentaria es el más golpeado de la economía argentina en los últimos tres años, la pasamos muy mal. La dimensión de la crisis es extremadamente profunda, crítica diría, y trajo aparejado varios centenares de convocatorias de marcas (incluso muchas conocidas) e instancias de cesación de pagos. De hecho, en talleres de menos de 50 personas pasan a la informalidad para achicar costos y ser más competitivos de alguna manera, pero fuera del sistema económico.

-¿Cuáles son los motivos para haber llegado a esta situación?

-El principal motivo tiene que ver con una baja de consumo, porque hay una disminución notoria en la capacidad de compra de la población por la caída de los ingresos que trajo aparejada la elevada inflación. Esto se multiplica cuando se trata de productos, como los nuestros, que no son imprescindibles para vivir.

Después otra causa es el incremento de las importaciones en los últimos tres años, que subieron 100% en ese plazo. Por ejemplo, todas las grandes marcas deportivas, sin excepción, importan y han cerrado fábricas locales históricas que habían incorporado la última tecnología.

A esto se agrega que tuvimos al peso apreciado durante un tiempo muy largo, el turismo argentino produjo un déficit comercial muy severo. Por ejemplo, en 2017, dentro del gasto en el exterior de u$s10.000 millones, unos u$s2.000 millones significó la compra de indumentaria en Chile o en otros destinos.

La combinación de estos tres factores generó una baja severa en las ventas, a lo que se le suma las tasas de interés que llegaron a estar entre 60% a 75%, y  en los  descubiertos que alcanzaron un nivel mayor, que consiguieron la asfixia financiera de empresas de todos los tamaños, pagando tasas surrealistas, imprimiendo una presión de subsistencia a miles de compañías, porque no hay sectores económicos productivos/industriales que hayan crecido en este período.

-¿Hubo algún cambio en el consumo por la crisis y empresas que se vieran beneficiadas por ello?

-La verdad que no porque no es que las firmas de bajo precio prevalecieron. En realidad los sectores de menos ingresos son los más afectados por la crisis. En cambio, mucha gente dolarizada o que le fue bien con los negocios financieros aumentó su capacidad de compra. Después de la devaluación, hoy se vende más en los sectores de alto precio, y están más afectados los centros comerciales de los sectores asalariados. Es decir, por ingresos, expectativas o incertidumbre, todos los sectores estuvieron paralizados en el último semestre, que fue muy malo. Cuando el dólar llegó a $40, el mercado se paralizó y sigue así hasta el momento.

-¿Cuál considera que es el problema de fondo para que su sector sea el más golpeado de la economía más allá de la crisis?

-El problema de fondo es que muchos sectores estamos esperando un cambio de rumbo, donde se entienda que el mercado interno representa el 70% del PBI y que no va a haber crecimiento de la economía, ni brotes verdes, si no hay señales de mayor poder de compra de la población. No va a haber magia.

Damos la bienvenida a que el 2019 sea el año de la exportación, Argentina tiene que salir a exportar, pero no conocemos países que hayan sido sustentables sin combinar esto con el desarrollo de su mercado interno.

-¿El Gobierno les brindó alguna clase de apoyo?

-El ministro de Producción tiene una actitud muy positiva respecto a nuestro sector, se han armado mesas de trabajo muy amplias que abarcan todos los aspectos de nuestro rubro: laborales, calidad, internacionalización, formalización, financiación, entre otras. Ahí sí notamos un cambio muy sustancial. Por lo menos el ministro entiende la importancia del sector y su volumen.

Son acuerdos sectoriales y mesas de trabajo. Nosotros agregamos otros temas más a tratar, como la baja de la tasa de interés para la financiación, líneas de crédito para inversión y refinanciación de pasivos impositivos. Ahora falta un cambio en la política económica.

-Por como viene el panorama, ¿piensa que este año va a haber una mejora económica o cambio de rumbo?

-No, me parece que el Poder Ejecutivo está diciendo que va a seguir el mismo camino. Hay cosas que se dicen que después, por suerte, se pueden cambiar. Estamos esperando que se cambien. En el fondo hay un tema conceptual que es el eje de discusión para entender hacia dónde vamos: ¿Este país puede crecer y solventarse sin industria? A mí me parece que hay sectores, economistas y analistas dentro y fuera del Gobierno que cree que esto es posible.

Que demuestren con números, porque hablan de Vaca Muerta, de energía, del litio, de la producción agropecuaria, pero están imaginando un país de 45 millones de habitantes que se pueda sustentar sin desarrollo industrial, dándole eje a servicios y desarrollo informático, en fin, cosas que no creo que vayan a desarrollar la economía argentina, como las cervecerías artesanales. Ahí hay una posición, se empieza a ver más claro y hay funcionarios que ya lo están diciendo.

-¿Por qué considera que algunos funcionarios tienen esta postura?

-Piensan que la Argentina no puede dar la batalla competitiva en el campo industrial. Primero hay que dar una discusión, ver si es factible el plan sin industria, y cuánto se puede desarrollar el país. Yo creo que no es factible.

-¿Piensa que es competitivo su sector?

-Cuando un país tiene 200 años de historia en industria textil, cuando posee diseñadores por miles que tienen un nivel técnico muy superior al promedio de América Latina, que se destacan. Las marcas argentinas de indumentaria son líderes desde México para abajo, en su nivel de diseño y diferenciación. De hecho, Buenos Aires es una ciudad relacionada a la moda, tiene un atractivo muy fuerte. Es una ceguera hacer volar 400.000 empleos pensando que si traemos ropa china vamos a ser más felices, me parece un suicidio que esa gente deba dedicarse a otra cosa. Es un absurdo. La industria de indumentaria no es un problema en Argentina, es una oportunidad que deberían asumir los gobiernos y ver que cuentan con un potencial.

Por ejemplo, Portugal tiene 11 millones de habitantes y exporta u$s4.500 millones en indumentaria y textil. En cambio, la Argentina exportó en todo 2018 unos u$s20 millones. Es decir, se puede generar empleo intensivo con buenos salarios. Otro caso es el segundo exportador de ropa luego de China, que es Italia, con productos de altísimo precio, es un generador de riqueza. Por eso, mucha gente hace análisis superficiales indicando que en China un jean cuesta u$s7 hacerlo y en Argentina u$s22, y que por eso “no sirve”. No es así, porque en Italia vale u$s38 realizarlo, sin embargo lo exportan igual. El tema es tener diseño, branding, concepto, distribución.

-¿Por qué la misma industria local todavía no aprovechó esta oportunidad para exportar diseño?

-Si uno va a un Centro Comercial en Argentina uno ve varias marcas de primer nivel, que pueden llegar a tener una calificación de 7,5 puntos sobre 10. Algunas han salido al mundo, pero cuando tenés un país que no tiene política económica ni cambiaria, no existe un precio de referencia por la variación que tiene el dólar. No hay una política de Estado que impulse exportar las producciones industriales. La batalla está ahí. Por ejemplo, Corea, hace 40 años no tenía una imagen productiva, en cambio hoy compramos marcas de allí.

Un caso claro es al pedir un crédito, en Europa se paga de interés 3% anual en euros, en cambio acá si quiero ampliarme y pedirle plata a un banco me cobran 70% al año en pesos, es imposible. Ésta es una de las causas de por qué la industria no crece o no se internacionaliza, es un país esquizofrénico. No hay herramientas de crecimiento sustentable, ni políticas para hacerlo. Los intentos deben ser durante décadas para que el país funcione. El Gobierno debe ver las oportunidades y fomentarlas. Por eso, el tema del libre mercado es para los países desarrollados, porque ellos ya tuvieron su etapa de crecimiento. En cambio acá, si el Estado no interviene, no tenemos fuerza o masa crítica para producir el cambio.

Igualmente, las pymes siempre invierten porque se hicieron con capital propio, las grandes empresas no lo hacen. El país fue una fiesta financiera, con un dólar estable y una tasa al 60%, ¿quién va a invertir si puedo ganar más plata con el carry trade?

-Con el salto que tuvo el dólar el año pasado, ¿no es negocio exportar?

-El mundo no te está esperando, lleva años abrir un mercado en el extranjero. Si no sé qué va a pasar, y el peso se aprecia en los próximos seis meses por ser un año electoral, voy terminar saliendo al mundo con un precio en dólares que no lo voy a poder sostener.

-¿Por qué en el extranjero, por ejemplo, una remera de primera marca se puede conseguir a menos de u$s10 ($400) y acá una similar se vende al doble o triple de precio?

-No es el valor real del costo que tiene, son los valores de los saldos, donde se ponen precios que no tienen nada que ver con el valor real para comercializarlo. Si uno quiere comprar la colección nueva, se pagará lo mismo o más caro que acá, que puede llegar hasta los $1.800. Igual, en Argentina hay varios impuestos y las tarjetas de crédito cobran al comercio alrededor de 14,9% por dar financiamiento. De hecho, 45% de un precio acá son impuestos y financiación. Todo lo que se hace es más caro. Y a todo eso hay que agregarle un tema de escala de ventas, si hago 100.000 remeras en Bangladesh, como ocurre en otros países, me va a salir mucho más barato que pedir 1.000 como en nuestro caso.-

«Elijo disfrutar de los beneficios del trabajo manual”

Fuente: La Nación ~ Desde sus inicios, lo suyo son las experiencias de diseño; busca que sus dientas disfruten de sus prendas personales; un mix and match original que tras 20 años en el mercado se sostiene.

En su primer local en la calle Honduras ofrecía productos con experiencias de consumo, un concepto de avanzada para la época, tras volver de Ámsterdam a finales de 1996, donde había ido a estudiar arte en la Gerrit Rietveld Aca- demie y terminó por quedarse a vivir unos años. “Cuando abrí el local en1998, no tenía estrategias. Se trataba de elegir un modo de vida más que un negocio. Paler mo aún no era una zona comercial que es hoy. Vendí a de to do, hasta quise habilitarlo como bar, con mesas de café y libros; venían músicos a tocar en vivo, yo servía el té… el boliche era una excusa para que pasaran cosas”, recuerda Carola Besasso, una de las primeras diseñadoras en instalarse en el circuito de diseño argentino por excelencia. Con el tiempo DAM se fue ajustando a lo que quiso para su vida, dice. “Es como una extensión coherente de quien soy”. Al principio no ofrecía indumentaria, empezó a hacer ropa con su abuela, y hoy es su fuerte. Sus estampas, su mix and match, sus collages arty portables la definen.


-¿Tu abuela cosía? -Era modista. La recuerdo con el centímetro colgado del cuello, igual que como me suelo ver yo ahora. Cuando me mudé al local de Thames, en Palermo, volví a lo casero, a atender cara a cara. Si a una dienta le gusta un vestido que no se adapta a sus medidas, le muestro las telas disponibles para replicarlo en su tamaño. Como mis prendas son únicas, obviamente no se encuentran disponibles en todos los talles.

-Para el aniversario de la marca, le propusiste a tus seguidoras que se acercaran a brindar vistiendo su prenda DAM favorita.
Eso habla del vínculo con ellas, pero también de tu confianza en tu trabajo.

-¡Es que me lo dicen todo el tiempo! Me envían fotos con las prendas gastadas por el uso de años o me escriben cosas como tengo una falda de hace 10 años que amo. Creo que, inevitablemente, se respira la dedicación con la que está hecha la ropa. El vínculo cercano que tengo conlas usuarias se transfiere a las prendas. Me emociona saber cómo se sienten las mujeres con mis vestidos. El contacto con ellas me empodera.

-En el transcurso de estos 20 años ¿Qué cambios iden- tificás en las mujeres en relación a la moda? -Las chicas más jóvenes son mucho más libres en cuanto a los dictados de la moda o la tiranía de la imagen corporal. Lamentablemente, es difícil encontrar una mujer de más de 30 años que no se queje de su cuerpo o de su edad. Escucho con frecuencia: estoy a no me lo puedo poner porque me queda arriba déla rodillay no puedo mostrar los brazos; o estoy vieja ¡A los 35 años!, increíble. Esto es cultural, tenemos que aprender a deconstruir esa mirada. Las adolescentes no tienen nuestros prejuicios. Me despiertan admiración, no juzgan a nadie por su apariencia.

-Venís del arte, pero la moda resultó ser tu medio de expresión.

-Totalmente, siempre me expresé a través de la ropa. De chica, vestirme era mi juego favorito, le pedía a mi abuela que me hiciera la ropa que quería. Cuando estoy en el taller, mi mirada compone artísticamente a la hora de combinar telas y texturas. También empleo mis dibujos como recurso para las estampas. Con los años me fui conectando conpersonas con mi misma filosofía de trabajo, así conocí a un estampador artesanal que maneja pequeñas cantidades. La idea es no producir de más.

-¿Sentís cierta nostalgia? -Sin duda. De chica me encantaban los trajes de los años 1940 y 1950 que usaba mi mamá en los años 1980 y me fascinaba esa estética. No soy muy futurista. En cierto sentido, tengo un estilo vanguardista desde lo filosófico, pre Revolución Industrial, pero en lo demás me siento analógica. No manejo el Ins- tagram de la marca, por ejemplo. Mis dientas crecieron conmigo, no es un público tan virtual. Me cuesta comprender cómo podés comprar un vestido sin probártelo o tocar la tela, aunque entiendo que comercialmente es conveniente, más en estos momentos difíciles.

-¿Cómo elegís las telas? -Hace unos diez años descubrí los estampados africanos en Londres. Vuelvo a Ámsterdam cada vez que puedo y recorro las fábricas de telas holandesas. Compro muy poca cantidad, la suficiente como para sostener la identidad de la marca. Hoy tengo el control directo sobre la producción. Lo que más me gusta es estar enmi tallerydisfrutar los beneficios del trabajo manual. Elijo desde los hilos hasta los botones. También tengo un vínculo muy cercano con mi costurera, Tere Ledesma, que es vital para mi trabajo. Siempre quise tener todo al alcance de mi mano.

-¿Esa es la medida de tu crecimiento? -De más j oven quería crecer y crecer, nos educaron para eso. Una vez di una charla en la Universidad de Palermo sobre decrecimiento. A las alumnas le gustó mucho, les aconsejé tener algo que puedan manejar, sin asumir riesgos innecesarios.

-¿En qué te apoyaste para perdurar? -La fidelidad de mis dientas me permite seguir adelante. Busco que las telasy la confección seanmuy buenas. Por otro lado, sé que no suena muy marketinero, achicarme me acercó a una forma ideal de trabajo. Comparto el local con la marca de zapatos Chicco Ruiz, porque entendemos el negocio de la misma manera.

-¿Se valora un prenda única? -El valor tiene que ver con el proceso y el trabajo que hay detrás. Me interesa mostrar la cocina del diseño, sin escondites. En este proceso transcurre buena parte de mi vida y la de las personas que colaboran conmigo. El disfrute se contagia, si soy feliz, quiero que sean felices los que están a mi alrededor. Hoy en DÁM conformamos un grupo de personas que lo entiende así.

Una prenda se valora por el trabajo que implica. En este proceso transcurre buena parte de mi vida. Disfruto y esto se contagia, se nota y me hace feliz»

Yeal Kim: ‘El 2018 es un año que quisiéramos olvidarlo’

Fuente: Continental – La Mirada Despierta ~ Duración del audio: 10′ 08″ http://ejes.com/xvfT7dk281

Burgueño: «Probablemente la industria haya caído dos dígitos el año pasado.» «En particular nos sorprendimos que la caída textil fue de 32%.»

Kim: «El 2018 es un año que quisiéramos olvidarlo.» «En noviembre cayó 32,2%.» «En el año acumulado lleva casi 14% en baja a comparación con 2017.» «Es una cifra real, alarmante para el sector.»

Kim: «Los trabajadores quedaron con muy poco poder adquisitivo.» «Hay muy poca demanda.» «Con los aumentos de los servicios, mucha gente quedó con muy poca plata para gastar en indumentaria.» «El primordial está en comprar cosas para comer, sobrevivir y pagar los impuestos.»

Kim: «Los precios de la ropa en Argentina es la más barata del mundo comparándola en dólares.»

Kim: «Si uno va a Flores, hay jeans por $100 o $300.» «No existe en el mundo.»

Kim: «Si uno compra una prenda de $1000, $500 es en impuestos y $200 es el costo comercial.»

Kim: «Antes de la devaluación uno iba a Chile a comprar, hoy vienen a comprar ellos acá.» «Para los Argentinos, todos los productos de acá son caros en relación del sueldo que ganamos, pero para los extranjeros que vienen con dólares o euros, Argentina es un país barato.»

Kim: «En 2019 estamos muy preocupados, casi 100% de las empresas están perdieron.» «Todos están tratando de amoldarse a la demanda.» «Estamos achicando las empresas.» «Despidiendo o suspendiendo empleados.» «Hay algunos que directamente están cerrando.»

Kim: «Pagar 60% de tasas es inviable.» «Ningún rubro puede andar con esto.»

Kim: «Están cerrando entre 20 o 25 PyMES todos los días.» «El slogan pobreza cero de Mauricio Macri es al contrario.» «No sabemos hasta cuánto quieren incrementar la pobreza.»

La modelo misionera que trabaja en Gucci e investigó sobre el #MeToo de la moda

Fuente: La Nación ~ Debora Smaniotto es la modelo argentina que desde hace 13 años trabaja en Gucci. Es la dueña de una silueta larga, extra fina y piernas elongadas que la llevaron a ser la fitting model, favorita de Tom Ford y Alessandro Michele.

La charla con Debora Smaniotto, vía Facetime, transcurre en los días previos a su mudanza de Milán a Roma: su nuevo puesto en Gucci requiere que su residencia esté en Roma, donde vivirá con Nicola Paravati, su novio desde hace 5 años. Debora, que proviene de una familia de inmigrantes italianos y alemanes radicada en Argentina, nació en Santa Rita, un pueblo rural del interior de Misiones. «En la tierra colorada, tomábamos mate, tereré y
comíamos chipa, allí los vecinos eran mis mejores amigos». En 1999, con 15 años, participó del concurso Sedal Model Look que organizaba Pancho Dotto. Luego volvió a su pueblo «porque había que terminar el colegio». En 2001 se mudó a Buenos Aires y un año después, a través de Emiliano Mocchiutti de la agencia Look1, viajó a Milán para trabajar con Gianfranco Ferré. También fue parte del showroom de Stella McCartney,donde comienza su carrera de modelo de fitting.

-¿De dónde venís?

-En mi familia hay una mezcla de culturas como la mayor parte de la gente que vive en Misiones, mi abuelo materno era de origen italiano y mi abuela, alemana. Los dos eran de familias emigradas a finales del 800 desde Europa hacia Brasil que después cruzaron el río Uruguay estableciéndose en Misiones. Viví toda mi vida en Santa Rita, un pueblo a 50 km de Oberá, una zona rural de la provincia de Misiones adonde se habla portuñol.

-¿Cuándo empezaste a trabajar de modelo?

-A los 14 años mi mamá me llevó a una agencia de modelos en Posadas, donde daban clases de maquillaje y enseñaban a caminar y vestirse. Me levantaba todos los sábados y salíamos a las 4.30 para viajar en colectivo. Así empecé a trabajar durante los fines de semana en desfiles y promociones en Misiones, con eso pude pagarme mi viaje de egresados. En 1999 Pancho Dotto hizo un scouting para participar en el concurso Sedal Look 99 y fui elegida. Ahí comenzó mi viaje hacia la moda, un universo que yo desconocía por completo hasta ese entonces.

-¿Cómo fue esa experiencia?

-Tenía 15 años y por primera vez fui a Buenos Aires. No gané, pero estar 15 días en un hotel 5 estrellas con chicas de toda el país «aprendiendo a ser modelo» fue increíble. Recién fui a vivir a Buenos Aires cuando terminé el colegio, era la condición que me había puesto mi mamá: «Ir podés ir, pero antes terminás la escuela». Para ella, maestra, siempre fue muy importante que estudiara y hoy le agradezco todos los días haberme inculcado eso. Me enseñó a ser determinada, organizada y esforzarme para que las cosas salgan de la mejor manera posible. Me enseñó a dar el máximo en todo lo que hago y a no bajar los brazos ante las dificultades.

-Un aprendizaje que vio sus frutos cuando llegaste a Milán por primera vez.

-Nuevo país, nuevo idioma, nuevas costumbres. Al principio no fue muy fácil, trabajaba pero no ganaba mucho dinero, la vida en Milán es bastante cara. Además tuve que adaptarme a estar aún mas lejos de mi familia y de mi país. Me costó, pero nunca bajé los brazos. Entre 2003 y 2005 fueron los mejores años, viaje y viví en muchos lugares del mundo y también porque finalmente mi carrera como modelo era un trabajo real: trabajaba y me pagaban y lograba vivir de ese trabajo conociendo lugares y culturas distintas y haciendo amigos. Ese era mi sueño de toda la vida y empecé a pasarlo muy bien. Estuve mucho en Milán pero también viví períodos en Barcelona, Hamburgo, Londres y Tokyo (mi lugar preferido del mundo).

-¿Qué sueño tenías en ese momento?

-Triunfar en lo que hacía, en cualquier cosa que implicara ser modelo. Mi sueño era simplemente estar mejor y poder devolverle algo a mi mamá por todo lo que ella había hecho por mi hasta ese entonces. Poder volver a casa con dinero, ayudar a mi familia y comprar una casa para poder vivir mejor. El mundo de la moda para mí fue una gran oportunidad, pude emanciparme y construir algo propio. También logré estudiar, viajar y ganar dinero. Creo que si me hubiese quedado en Santa Rita, no hubiese tenido muchas opciones.

-¿Cuándo y cómo llegaste a Gucci?

-En 2005 una amiga que trabajó conmigo para Stella Mc Cartney, me presentó a uno de los diseñadores de Gucci (hoy uno de mis mejores amigos). Hice el casting y quedé como fitting model. Me considero Gucci 100% porque ya son parte de mi familia.

-¿Qué sentiste en ese momento?

Felicidad y orgullo de mí misma. Fue una revancha ganada después de tantos años de pelearla. Decidí mudarme a Milán y no viajar más porque quería dedicarme a ser una f itting model.

-¿Qué es una fitting model?

-No es el trabajo que todas desean. Sin embargo, fue un desafío y una oportunidad única. Significa ser el cuerpo de todas las colecciones. Además, participaba en desfiles internos y presentacions. Y más que nada seguía el origen y desarrollo de cada colección con el grupo de creativos.

-¿Cómo es ese trabajo?

-Hay que tener paciencia y ser muy profesional y tener mucha energía para mantenerte durante las largas pruebas de ropa. Sos parte de un team de diseñadores y especialistas en confección que se ocupan de la creación y el desarrollo de la colección hasta que sale a la pasarela. Trabajás constantemente con tu cuerpo, las medidas tienen que ser siempre las mismas, sos un molde, cada pieza de la colección te tiene que quedar
perfecta. Y, sobre todo, tener la capacidad de interpretar para lucir los diseños lo mejor posible.

-¿Cómo era tu día a día?

-Siempre distinto. Cada colección comenzaba con la etapa de diseño y el pasaje del diseño a quienes se ocupan de la confección. De ahí en más tenía pruebas interminables con los proveedores probando y ajustando cada pieza para que luzcan de acuerdo con lo requerido. A veces viajaba a Florencia, Novara, Bolonia, donde están las fábricas de los proveedores, para probar directamente y no perder tiempo. El tiempo juega un rol fundamental en la moda. Una modelo de fitting tiene que estar disponible siempre. Su tiempo es el tiempo del diseñador. La etapa final, es el corte de la colección en el que
deciden, para cada modelo, materiales, estampas y lo que tiene que ver con la imagen de las prendas. Todo está estudiado hasta el más mínimo detalle, el botón, los bolsillos, el cuello, el largo de la manga, etc. El fit debe ser perfecto.

-¿Cuándo aparecía el famoso director creativo?

-Estaba siempre. Lo más importante en este proceso son los diferentes encuentros del team con el director creativo, es el momento en que se decide todo el trabajo que se lleva adelante hasta el próximo encuentro. Es la máxima expresión de creatividad. La última etapa son los looks, el encuentro final de todo el equipo antes del desfile, cuando la colección está disponible para poder combinar y crear los looks que saldrán a la pasarela. Pero mi trabajo no terminaba ahí, porque después del desfile seguíamos trabajando en el showroom, durante las campañas de venta.

-Trabajaste con Tom Ford.

-¡Tuve esa suerte! Tom es un personaje icónico. Es extremadamente perfeccionista, es sinónimo de elegancia, sensualidad y, sobre todo, profesionalidad. Quien no respeta las reglas de la maison, no dura mucho en su oficina. Cuando recién empecé a trabajar una vez me preguntaron si sabía quién era Tom Ford, y respondí feliz: ¡Claro, el de los autos! , dice con una carcajada.

-Contame de Alessandro Michele, el nuevo gurú de Gucci.

-Lo conocía desde antes porque él era el director de accesorios y pieles. No creo que haya cambiado en esencia, cambió su ritmo, sus tiempos; ahora tiene más compromisos responsabilidades, pero Alessandro es siempre Alessandro. Y trabajar con él es un placer porque te transporta a otro mundo, oscila entre lo mágico y lo natural. Lo suyo es como un viaje a una dimensión única y espectacular sin que te des cuenta, de su música a su extraordinaria forma de ver las cosas. Es una persona con una gran sensibilidad y un enorme sentido del humor.

-También estudiaste.

-Estudié Comunicación y Marketing en la Universidad IULM de Milán y presenté una tesis sobre Cómo el empoderamiento de la mujer se puede aplicar a la responsabilidad social de la empresa en la industria de la moda. Como me pasó a mí, la moda puede ser una gran oportunidad para ayudar a la emancipación de mujeres (ya que el 70% del trabajo lo hacen mujeres). Me concentré sobre el impacto social que produce la moda y cómo esta puede mejorar la vida. Es que la moda no es solamente un look. Este año hice un master online sobre Fashion Retail & Luxury Management en la London College of Contemporary Art de Londres. Mi tesis trataba el papel y la influencia que tuvo el movimiento #MeToo en la moda. Realicé una investigación para estudiar cómo los principios de igualdad de género y de condena a abusos sexuales a las modelos son percibidos por los trabajadores internos de empresas del sistema moda. Fue una experiencia interesante y difícil.

-¿Cómo fue ese trabajo, a qué conclusiones llegaste?

En una de las aristas de la primera tesis. En 2016, me interesó saber sobre empoderamiento de la mujer. Mi idea fue darle cierta identidad a mi historia, ya que mi mamá me crió sola y desde ese lugar quise relacionarlo con la fuerza femenino. Ví, supe y experimenté que la mujer puede porque lo viví a partir del ejemplo de mi madre y hasta el mío al esforzarme y luchar. La conclusión fue que si das una oportunidad y le dás el poder a una mujer siempre tenés resultados positivos, tanto a nivel personal, social como empresarial ; es que es la mujer la que educa a sus hijos, la que ahorra, la que organiza la casa, etc., etc. Por otra parte, la segunda parte de la tesis está más enfocada a mi trabajo. Hice foto en la situación de las modelos porque trabajé como tal y siento que hace a mi identidad. En particular, estuve de cerca de amigas modelos que vivieron abusos; es abuso escuchar comentarios hirientes en los castings; la cosificación como persona; las cuestiones referentes a la comida y al peso, los horarios extensos y a veces mal pagos, el pago por parte de las agencias fuera de tiempo y forma, etc. Es cierto que grupos económicos como Kering y LVMH se unieron para mejorar las condiciones de las modelos en el trabajo, pero a veces parece que no son suficientes. Llegué a la conclusión que el #MeToo y otros movimientos como Times Up y Model Alliance todavía son incipientes; resultan más una comunicación de lo que ocurre que un accionar concreto. Como modelo en Gucci me ocupaba mucho de las chicas nuevas, las
asesoraba con las comidas, las acompañaba a los trabajos dentro de la empresa, etc.

¡Tenían 15 años menos que yo! Para mi eran las peques. Había una que me decía »

mamma» (dice entre risas). Soy bastante «justiciera» y mi sueño es un día poder trabajar
para estas fundaciones.

-¿Cuál fue tu trabajo después de ser modelo de fitting?

-En septiembre del año último dejé de ser modelo, y para completar mi master en la universidad pedí hacer un stage en prensa. Trabajé en las oficinas PR de Gucci, primero en WW Fashion Press Officce en Milán y después para Celebrities Press Office en Roma. Refieren a la relación con la prensa, comunicación de productos, eventos y todo lo que tenga que ver con la marca, gestión de las celebridades a quienes viste Gucci y la organización de su presencia en los eventos desfiles o festivales de cine.

-¿Cuál es tu trabajo hoy y por qué te mudás a Roma?

-Ahora soy parte del staff de la Oficina Creativa de Gucci, como product assistant, mi función es seguir en primera persona la creación y el desarrollo de la colección WRTW ( ready to wear femenina). ¡Estoy muy feliz porque vuelvo al mismo team de trabajo con el cual siempre trabajé! Ahora con más experiencia y nuevos conocimientos.

-¿Te vestís con ropa Gucci?

-Tengo mucha ropa Gucci que fue hecha sobre mi cuerpo que obviamente van a quedar en mi armario de por vida. Al haber trabajado más de 10 años en esta firma aprendí mucho a vestirme con distintos estilos, pero siempre respetando mi identidad. Soy una chica de jeans y remera, bastante rock & roll.

-¿Tus próximos pasos?

-Hace tres años le agregué un destino más a mi vida: Ibiza. Ahí tengo una pequeña casita donde me refugio cada vez que puedo escaparme de la ciudad y conectar con la naturaleza. Allí pasaremos Navidad.

Democratizar el conocimiento hace a una moda sustentable

Fuente:  La Nación ~ Respetar el tiempo de hechura en vez del ritmo veloz y sinsentido que impone la industria implicó una toma de conciencia tal para la artista y diseñadora fueguina Juliana García Bello que decidió ejercer a diario su derecho a crear más allá del sistema de la moda. Le escapa a las etiquetas y propone una indumentaria atemporal, y lo hace junto con su abuela Dorita. En tanto, avanza con el proyecto artístico Cascote Abandonado que en breve exhibirá en su Río Grande natal. Lo suyo va más allá de la ropa y elige otros formatos para expresarse; parte de su trabajo se muestra en Tienda Malba como resultado del taller de seguimiento Proyecto 8, que dirige la diseñadora y gestora cultural Francisca Kweitel.

-Estudiaste diseño de indumentaria y trabajás como joyera, ¿qué te atrajo?

-Cerca de terminar la carrera, cursé la materia Diseño de Accesorios en la cátedra Kweitel-Kohon. Su mirada conceptual me voló la cabeza. Ahí empecé a experimentar con materiales no convencionales y me di cuenta de cuánto me gustaba. Durante la tesis seguí indagando, hacía nidos tejidos con ramas como una forma de abordar la indumentaria. De pequeña había practicado cestería selk’nam con Margarita Maldonado, una maestra cestera que recuperó la técnica artesanal de su abuela. Ya en aquel entonces me interesaba la escultura. Más tarde seguí
Fundación Pro Tejer Boletín de Prensa – 17 de diciembre de 2018
estudiando en Taller Eloi, la escuela de joyería contemporánea de Jimena Ríos, donde aprendí el oficio.

-¿Qué es Cascote Abandonado?

-Es un proyecto que habla de una historia de abandono de una madre a un padre y de un padre a una hija; y metafóricamente encontré esa historia de abandono petrificada en una mesa, la cual rompí, la redescubrí y reconstruí. Un trabajo realizado en una clínica de la diseñadora Francisca Kweitel, que lidera un taller de seguimiento de proyectos de diseño llamado Proyecto 8 porque se realiza en ocho encuentros. Generé cascotes a partir de vajilla que colecciono y los hice en mármol, porcelana y bronce. La serie abarca joyería, escultura y hasta videos en una instalación bastante grande, que ahora se exhibe en el Malba. Las piezas de mayor tamaño miden más de un metro. Todo parte de una escena detenida en el tiempo e involucra a dos personas sentadas en una mesa con tazas de café. Así la encuentro para descubrir algo, como si fuera una arqueóloga.

-¿De qué manera?

-Trabajo meticulosamente. A medida que rompo los cascotes voy generando artículos y clasificándolos, armando catálogos. De chica colaboré en una reserva natural en Tierra del Fuego. Mi tarea consistía en recolectar piedras en Cabo Domingo y observarlas bajo el microscopio para identificar posibles restos vegetales o animales; la mía es una región con muchos fósiles. Cuando me vi trabajando en esta serie reconocí que estaba repitiendo un patrón.
García Bello en obra
Un trabajo que cuenta de manera original una historia de abandono
del cascote a la joya

-¿La vas a exhibir completa?

-Estoy planificando una muestra en el Museo Fueguino de Arte de la mano de la Municipalidad de Río Grande. Cascote Abandonado está virando de ser el reflejo de mi historia personal para pasar a ser la de las personas de mi región. La idea es reunir relatos en torno a una taza de café, parte del formato será audiovisual. Alguien me dijo que en la historia de los fueguinos hay algo de abandono, producto de los exilios que son parte de la génesis de su población. Siempre se deja algo atrás cuando se va hacia otro lugar. Me interesa reconstruir y relatar la historia colectiva.

-Tenés una conexión profunda con tu lugar de origen.

-Es verdad, hay algo de mi imaginario de niña que dejó una impronta muy fuerte en mi forma de ser. Me gusta mostrar los aspectos menos conocidos de mi lugar. Los sureños me escriben diciéndome que

se sienten identificados con mis relatos. Me pasa lo mismo cuando veo el trabajo de las creadoras de Abre o de Carla Andrea, otras diseñadoras que también vinieron del Sur.

-¿Esa impronta también está presente también en la indumentaria?

-Hace un año y medio comencé una colección con mi abuela Dorita Duba. Mirando fotos de cuando era chica descubrí que ella y mi mamá habían hecho mucha de mi ropa a partir de prendas usadas. Entendí de dónde viene mi encantamiento con reciclar cosas. Retomamos esa idea, le propuse hacer algo juntas y a la semana siguiente caí con un bolsón de ropa para comenzar a trabajar.

-¿Cómo resultó la experiencia?

-Hermosa. Elegimos las telas que más nos gustaban y empezamos a ver cómo abordar el tema, ella desde la técnica, porque es modista, y yo, desde lo conceptual. Fue maravilloso. E hice una bitácora registrando palabras e imágenes de este proceso experimental. Al principio no sabíamos en qué iba a terminar: si en una colección o en tres prendas.

-¿Cómo es?

– Obra Dora Duba, así la llamé, es una colección atemporal. Una de las cosas que me planteaba cuando me alejé del sistema que rige la indumentaria, era por qué una idea no podía seguir creciendo en lugar de morir a los seis meses. Con la abuela generamos un sistema de moldería que entiende las tipologías existentes para generar prendas nuevas a partir de usadas. Es una base para reciclar indumentaria sobre la que actualmente dicto talleres. Estoy diseñando un pequeño fanzine desplegable que contiene los patrones y explicaciones para que, fácilmente, puedas hacerte un vestido o un pantalón. Quizás, democratizar el conocimiento vuelva un poco más sustentable a la moda.

-Encontraste la forma de volver a la indumentaria.

-Me cuesta sentirme parte del sistema de la moda como está hoy. Hasta las ideas más sustentables no resultan si seguimos produciendo al ritmo actual. Tenemos que pensar en cambiar las formas de uso y de consumo. Por ahora, la moda va dando pasos muy pequeños. Los más jóvenes están avanzados, lo veo en mis alumnos y en mis amigos adolescentes.

-¿Tu canal es Instagram?

-Algunas prendas son muy emblemáticas para mí y siento que no puedo desprenderme de ellas, tiene que ver con el vínculo con mi abuela. Pero como ya establecimos un modo de construcción, las podemos replicar. Están a la venta en Instagram. Para la presentación estoy pensando en hacer una instalación o un desfile, aún no encuentro el formato.

Dos rosarinas convierten el deshecho textil en prendas de diseño

Fuente: La Nación ~ Sistematizar o teorizar sobre su experiencia de trabajo no es el principal logro de las diseñadoras de la firma de indumentaria rosarina Quier. Silvia Querele y Noelí Gómez arrancaron con el remanente textil de una fábrica familiar, y construyeron una firma sustentable que ya tiene una década. La búsqueda del zero waste y la aplicación de la geometría pura en su moldería hacen que su marca sea realmente sostenible.

¿Cómo lo logran a través de un diseño actual y funcional? Dan detalles y sostienen que entre sus intereses está que cualquier persona pueda apropiarse de su trabajo. Investigar y demostrar que es posible ser sustentable son sus principales ocupaciones.

-¿Por qué les preocupa u ocupa el residuo textil?

Silvia Querele: -Quier nació como una marca zero waste porque la preocupación inicial fue qué hacer con el remanente textil de una fábrica familiar, y asumimos el desafío de crear indumentaria con aquello que se desecha. Diez años después, eso que en un principio parecía un descrédito, porque se asociaba descarte con escasez, hoy es un mérito porque nos permitió, además, adquirir un método de trabajo fruto de una investigación morfológica propia.

-¿En qué consiste?

S. Q.: -En una moldería simple de corte geométrico, que advertimos era algo que se repetía en nuestro quehacer y nos permitía minimizar el descarte; la aplicación de la geometría pura resultó el fundamento de nuestro zero waste.

Noelí Gómez: -Y sistematizamos ese hacer hasta crear un método propio, que supuso una investigación sobre el cuerpo; observamos que siguiendo una línea envolvente, circular, aprovechábamos mejor la tela. Y definimos nuestra figura: nada ajustada, sino floja y liviana, que fluye con el cuerpo y sus movimientos.

¿Por qué es importante conceptualizar el hacer?

S. Q.: -Es muy importante. Repetimos mucho advertir, reflexionar, porque nos dimos cuenta de que la introspección o la mirada reflexiva del trabajo nos permitió ordenarlo, mejorarlo y hasta transmitirlo. Buscamos referentes, investigamos sobre estas técnicas y generamos una cantidad de información escrita que fue la base con la que conceptualizamos nuestro hacer, lo cual derivó en workshops con un interesante intercambio.

N. G.: -Con esto notamos que el servicio académico también era un sello de nuestra marca; no solo hacemos indumentaria. Es que a través de la ropa podemos mostrar una historia fruto de una investigación que puede ser replicada y tomada por otros.

-¿Usan descarte o crean una tela a partir de descarte?

N. G.: -Ambas cosas. El residuo que provoca nuestra propia producción lo incluimos en el diseño, en un entredós tipo acolchado.

S. Q.: -Nos interesa rescatar piezas únicas, esos textiles que ya no existen, y los recuperamos de sederías o sastres de barrio que cierran; muchos de los años 50, 60 o 70, cuando se fabricaron cantidad de telas que ya no se hacen. Nuestra colección, por ejemplo, incluye un poncho hecho con puntas de cashmires 100% lana.

Tienen distintas líneas de trabajo.

S. Q.: -Trabajamos con tres líneas de manufactura: el corte láser, el proceso de upciclyng o de reutilización creativa, y el zero waste gracias a la moldería geométrica. Estas no son originales; hay muchos que las siguen, pero la suma de las tres nos permite concebir un producto con identidad de diseño territorial.

-¿Pero el corte láser implica mucha energía eléctrica?

S. Q.: -Sí, pero compensamos con el ahorro de energía y mano de obra, ya que una vez cortado ensamblamos nosotras. Hacemos un producto que no tiene remallado (costura reforzada, un tipo de terminación que implica muchísimo más hilo), que sería más caro. Esto lo tenemos cuantificado, bien estudiado y probado.

-Sistematizaron su trabajo para comunicarlo. ¿Cuál es la intención de que otros hagan lo que ustedes hacen?

N. G.: -El objetivo de compartirlo es que se multiplique, porque el diseño sostenible es un movimiento en el que participamos y apoyamos en su crecimiento y difusión. Desde lo comercial es un servicio: ofrecemos procesos textiles a empresas. Además de que esos procesos están en nuestra ropa.

S. Q.: -Tiene que ver con multiplicar esta filosofía de vida. Ahora o dentro de 50 años va a suceder. La industria de la moda de hoy tiene que ser interpelada porque es inviable. Hay algunos formatos que no van más, son obsoletos desde todo punto de vista, desde que cosifican a la mujer hasta el barullo medioambiental que provoca. Y aunque es inviable hoy porque hay muchos intereses que dificultan el cambio, va a tener que darse.

-¿Cómo es la movida local?

S. Q.: -La moda sustentable de nuestro país está avanzada, encaminada, hay mucha inquietud, hay diseñadores tratando de ajustar procesos y de minimizar el impacto de su trabajo, buscando ser lo más sustentables posibles. Hay mucha curiosidad que nos lleva necesariamente a querer saber y, en consecuencia, a hacer. El tema está instalado. Resuenan cuestionamientos o preguntas como ¿quién hizo tu ropa?, ¿vestís trabajo esclavo?, ¿es justo lo que pagás por la mano de obra de tu diseño?, ¿sabés cuál es la fibra que compone la ropa que usás?, que llevan a respuestas que abren un panorama interesante.

La pregunta Quier es: ¿qué hacemos con el residuo textil?

S. Q.: -Sí, y la respuesta la construimos a diario: aprovechamos el residuo textil de manera creativa. En nuestro país se generan toneladas de descarte textil sin destino cierto; las fibras de la ropa no se degradan. Ayer era preocupante, hoy es impresionante, mañana será dramático y esperemos que no sea demasiado tarde.

N. G.: -La gestión de residuos sólidos, que incluye el descarte de tela, es fundamental y trabajamos mucho para minimizar o hasta para evitar el desperdicio. También nos cuestionamos sobre las fibras que usamos. Y otra de nuestras preguntas es ¿cómo se pueden armar telas diferentes?

-¿Intervienen telas?

N. G.: -Cortamos con láser telas en desuso o recicladas, como un tul de un antiguo vestido de novia, para después intervenir y armar una tela nueva, mediante un engomado o gasa resinada, por ejemplo. La tela es nuestro leitmotiv.

-¿Cuidan el ambiente y sus residuos solo en el ámbito laboral o también en lo personal? ¿Son sustentables en su vida?

S. Q.: -En mi vida personal soy una ciudadana consciente, políticamente responsable, intento ser coherente; por supuesto que controlo y selecciono mi basura; y tengo el orgullo de haber criado un hijo verde y absolutamente ético, dedicado a la arquitectura social.

N. G.: -Nuestra postura laboral es también, obviamente, personal. Tratamos de sostenerlo en las pequeñas decisiones diarias: no tengo ni me compraría un auto, por ejemplo.

-¿Qué es Barco?

N. G.: -Una comunidad de diseño. Hacemos un fanzine sobre teoría del diseño para formarnos, retroalimentarnos. El diseño es una herramienta útil que es necesario hacerla conocida y popular, porque se fomenta el empredorismo pero no el fundamento teórico del diseño. Están buenas las ideas e iniciativas pero deben ser igualmente importantes las herramientas de diseño que dan forma, que hacen trascender, que producen la posibilidad de replicarlo. Para ser perdurable hay que zafar de las propuestas trabajadas desde la urgencia, y sí apostar a las que se hacen desde el trabajo profundo del terreno.

S. Q.: -Se llama Barco porque tiene mucho que ver con el puerto de Rosario y al Río Paraná, que es lo más identitario que tiene el Litoral. Somos 50 diseñadores. Es un espacio para discutir cuestiones de diseño. La idea es también generar una colección con cuatro familias de productos para armar una tienda con identidad Lavardén, ya que es para el centro cultural que nos abrió las puertas: Plataforma Lavardén.

-¿El showroom o la presencia en multimarcas es el formato actual para presentar una etiqueta en el mercado? En este contexto económico, ¿las
tiendas propias ya no son sustentables?

S. Q.: -Tiene que ver con una cuestión de sustentabilidad económica, con la medida de cada empresa y con el objetivo de la marca. Quier no hace ropa masiva, tenemos una producción a escala y por la situación argentina no es momento de abrir tiendas, al menos para diseñadores independientes como nosotras; sin duda que para otras marcas puede que sea conveniente, para la nuestra, no. Y esto implica otra clase de difusión, comunicación y supone trabajar el boca en boca.

N. G.: -Nos interesan más las experiencias de consumo: hicimos una en la que presentamos Tri, una línea de tres piezas intercambiables cortadas a láser en diversos colores con las que con cada clienta armó prendas, según un instructivo; lo que ofrecíamos era la experiencia de hacer la propia ropa o hacerla junto con un diseñador. Nuestro objetivo fue compartir e intervenir para promover ese sentimiento de pertenencia que seguramente hace a la perdurabilidad de la prenda, a su presencia en el guardarropa.

-¿Es más sostenible una marca sin temporadas?

S. Q.: -Sin duda. No cambiamos de temporada porque buscamos romper con ese circuito de consumo enloquecedor; dejamos de correr, no tenemos por qué recambiar cada seis meses. Si no terminás trabajando para el mercado que demanda constantemente: qué tenés de nuevo, cuándo llega son preguntas a las que no quisimos responder más, y no le reditúa a una marca como la nuestra. Sumamos o cambiamos de textiles en función del clima, y tenemos líneas permanentes, como la de los pilotos, que varían de color; además alguna línea nueva del momento. Al principio de Quier seguíamos ese paradigma de la moda, pero ya no, estábamos corriendo atrás de las cosas y resultaba un timing sin sentido, que tal vez le funciona a marcas con grandes equipos; fue una experiencia personal y hasta física que nos obligó a un replanteo más saludable. Adherimos al slow fashion, para desacelerar esos procesos nocivos.

Vender ropa de todos los talles, ¡idea incorrecta!

Fuente: La Nación por Juan Carlos de Pablo – Economísta ~ Obligar a vender todos los talles implica obligar a fabricarlos. Si la idea es tan buena, ¿por qué circunscribirla a las prendas de vestir y el calzado? Me encantaría que todas las librerías exhibieran todos los libros que publiqué, y que los editores estuvieran obligados a publicar todos los libros que se me ocurren escribir. Me consta que ser minoritario, en cuanto a talles, es un problema; pero la obligatoriedad de venta y fabricación de todos los talles no parece ser una solución razonable.

Sobre el particular consulté al ingeniero argentino Teodoro Sánchez de Bustamante (1892-1976), quien entre 1938 y 1945 dirigió el Instituto de Economía de los Transportes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, y en 1949 fue elegido miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Según Manuel Fernández López, planteó el tratamiento gráfico del concepto de ingreso marginal mucho antes de lo que piensa la enorme mayoría de los historiadores del pensamiento económico.

-¿Qué significa ingreso marginal y para qué sirve?

-El ingreso marginal es igual a la variación del ingreso total cuando la cantidad vendida aumenta en una unidad. Nótese que no dije que es igual al ingreso de la última unidad. Ejemplo: si para vender cuatro unidades a lo sumo puedo cobrar $5 por unidad, mientras que para vender cinco unidades a lo sumo puedo cobrar $4 por unidad, por la quinta unidad vendida cobro $4, pero el ingreso marginal de la quinta unidad es cero, porque al no poder discriminar entre los compradores, para vender la quinta unidad tengo que sacrificar $1 de lo que antes le cobraba a cada uno de los cuatro compradores.

-¿Para qué sirve el ingreso marginal?

-Para decidir cuánto produzco y compro. Para un empresario que trata de ganar lo más que puede, solo tiene sentido incrementar los niveles de producción y ventas si el ingreso marginal supera al costo marginal.

-¿A quién se le ocurrió la idea?

-Fue planteada por Antoine Augustin Cournot en 1838. En el prólogo de La economía de la competencia imperfecta, que Joan Violet Robinson publicó en 1933, se mencionan otros antecedentes más recientes, entre los cuales hay que destacar el del ignoto Charles H. P. Gifford.

-¿Cuál fue su aporte, don Teodoro?

-Me permito citar a Fernández López, quien en 2000 dijo textualmente lo siguiente: «El tratamiento gráfico del ingreso marginal, en cada aspecto y aun en finos detalles, fue planteado por Sánchez de Bustamante en 1919, en una obra titulada Investigaciones de economía matemática. A la curva de ingreso marginal la denominó de entrada específica, pero esta diferencia de nomenclatura en modo alguno disminuye la importancia de su aporte». Me ocurrió lo mismo que a José Barral Souto, cuyo trabajo pionero sobre programación lineal fue y sigue siendo ignorado por la literatura especializada, por no haber sido publicado en inglés, en una revista especializada que es popular entre los economistas.

-¿Qué le parece obligar a los comerciantes a tener que vender todos los talles de las prendas que ofrecen?

-En principio, una barbaridad.

-Explíquese.

-Comencemos por una precisión que puede parecer una nimiedad, pero que en la práctica no lo es. ¿Qué quiere decir todos los talles? Pregunto porque, en sentido literal, todos quiere decir «todos», desde el más pequeño al más grande imaginables.

-¿Algo más?

-Por supuesto, porque también cabe preguntar: los comerciantes, todos los talles, ¿los tienen que tener en existencia, o solo no pueden rehusarse a tratar de conseguirlos si alguien se los pide? Cualquiera se da cuenta de que no es lo mismo una cosa que la otra. Pero, además, existe una cuestión ulterior.

-¿Cuál es?

-Que para resultar efectiva la obligatoriedad a tener que vender todos los talles implica la obligatoriedad de producirlos. ¿Se imagina ordenarles a los productores de prendas que, si quieren fabricar determinado diseño, tienen que estar dispuestos a elaborarlo en todas las medidas? Déjeme, para ilustrar, utilizar la ironía. Si la idea es tan genial, no veo por qué tiene que ser aplicada de manera restrictiva a un sector de la economía.

-¿De qué habla?

-Una observación casual muestra que los libreros tienen en sus locales algunas obras publicadas, los editores publican algunos títulos que los autores les presentan, los restaurantes ofrecen algunos platos, etcétera. Aplicando la lógica de forzar la producción y venta de todos los talles, habría que obligar a todos los libreros, editores y dueños de restaurantes a que ofrecieran todos los productos.

-Pero, entonces, ¿qué tienen que hacer quienes demandan talles muy pequeños o muy grandes?

-La vida es siempre más complicada para las minorías que para las mayorías. En la Argentina es más fácil ver un torneo de fútbol que uno de ajedrez; es más fácil conseguir aparatos eléctricos para diestros que para zurdos y es más fácil gestionar ante el gobierno nacional viviendo en la Capital Federal que en La Quiaca. No estoy diciendo que la atipicidad no es un inconveniente, lo que estoy diciendo es que no siempre lo que aparece como una solución lo es.

-Don Teodoro, muchas gracias.

Javier Saiach: «Juliana Awada lleva mis vestidos como ninguna»

Fuente: La Nación ~ Desde Asunción, el diseñador responde el llamado notoriamente emocionado por haber sido el elegido por Juliana Awada para la función del Teatro Colón, en el marco de la cumbre del G20. No es la primera vez que viste a la primera dama. Ya hace dos años, en la recepción del mandatario canadiense en la Argentina, Juliana había llevado su primera creación, en la Quinta de Olivos. «Es un honor para mí poder trabajar con ella, además porque lleva mis vestidos como ninguna», comenta Javier Saiach, el creador que nació en Corrientes y al terminar el secundario se fue a vivir a Paraguay, donde instaló su atelier a los 23 años. Actualmente reside en Buenos Aires.

La influencia de Juliana Awada y las celebridades que lo eligen se siente fuerte, sobre todo entre las mujeres de los gobernadores. La actriz Isabel Macedo le encargó a Saiach su vestido de casamiento para su unión con el gobernador salteño Juan Manuel Urtubey . Para la gala del Colón, Claudia Ledesma Abdala -exgobernadora y esposa del actual gobernador de Santiago del Estero- Gerardo Zamora , eligió un diseño suyo, al igual que Tulia Snopek, pareja del gobernador de Jujuy Gerardo Morales .

-¿Cuándo te encargaron este vestido de Juliana?

-Juliana se comunicó conmigo hace tres meses y me dijo que me había elegido para la noche del evento principal. Para esta ocasión, ella quería usar un vestido de alta costura en un color claro, off-white o blanco, y en un largo midi. Se realizaron dos pruebas con ella y después se trabajó con un maniquí con sus medidas. Primero, se hizo la prueba de un toile (la moldería del vestido, construida en lienzo) en tres morfologías distintas. Las opciones se armaron sobre una falda tubo, otra un poco más amplia y una campana, como la terminó en el diseño final. En la parte superior se trabajó con un escote bote, con opciones con y sin mangas, y un escote en V. Fuimos cambiando, probando y alternando los diseños hasta llegar a este final.

-¿Cómo es el diseño?

-Es un vestido de mangas tres cuartos y por debajo de la rodilla con un encaje totalmente confeccionado de manera artesanal. Tiene aplicaciones de bordados Richelieu en distintas tramas y enrejados y flores y hojas en tres dimensiones de organza de seda natural. El borde de terminación del escote, los puños y la falda también están trabajados a mano con hilos de seda natural; su elaboración llevó exactamente un mes.

-¿Cuántas personas trabajaron en su desarrollo?

-El equipo era de nueve personas. Hice el diseño y las correcciones de moldería, luego otra persona realizó el corte del toile en el taller y un modisto realizó su prueba. Una vez que la primera dama se probó el toile, se confeccionó en el género final, que es el que va por debajo del encaje y éste se realizó en partes. Su bordado llevó el trabajo de cuatro personas: el que dibuja las tramas, quienes se encargan del repicado y el calado y las muestras, para después encastrar todas las piezas, flores y hojas de organza para lograr una pieza única. Para terminar, se hizo con Juliana la prueba final con las adaptaciones de los bordes de terminación, antes de la entrega final.