Jessica Pullo: «La moda genera residuos, consume recursos naturales, y afecta a quienes la producen y la utilizan»

Fuente: Clarín – Jessica Pullo, coordinadora de la filial argentina de Fashion Revolution, revisita cómo fueron mutando los reclamos desde que el movimiento comenzó a expandirse hace diez años. Al mismo tiempo, la diseñadora de indumentaria graduada en la UBA, con amplio conocimiento de la escena de moda sostenible local y regional, reflexiona sobre las iniciativas y los avances a este lado del globo.

Fashion revolution. Afiche de la campaña mundial.Fashion revolution. Afiche de la campaña mundial.

–Si bien la pregunta inicial fue “quién hizo mi ropa”, ¿qué puede decir en ese sentido?

–Fue un punto de partida importante para comenzar a hablar sobre las problemáticas ocultas de la industria de la moda. Sin embargo, con el tiempo, nos dimos cuenta de que era necesario ir más allá de esa pregunta; saber cómo se hace nuestra ropa y con qué materiales. Esto tiene un impacto significativo en el ambiente y en las personas que la producen y la visten. El algodón, por ejemplo, es una de las fibras textiles más utilizadas en el mundo, pero necesita una gran cantidad de agua y pesticidas. Y la producción de poliéster, otra fibra popular, requiere petróleo, un recurso no renovable. Es importante que la ciudadanía sea consciente de esto y que tome decisiones informadas sobre la ropa que compra. Podemos reparar, intercambiar o elegir prendas hechas con materiales sostenibles y de origen ético. También apoyar a marcas locales que trabajan para reducir su impacto ambiental y tener un impacto social positivo. Pero por sobre todas las cosas, debemos exigirles que sean transparentes en toda su cadena de suministro y nos garanticen que sus trabajadores, desde la fibra hasta la venta, tengan una vida digna.

–En el reverso del sobreconsumo está la sobreproducción, ¿es una alternativa la circulación de ropa o es una propuesta engañosa para seguir consumiendo?

–La circulación emerge como una alternativa al sobreconsumo y la sobreproducción en la moda. Al optar por prendas de segunda mano, se desincentiva la producción masiva. Esta práctica puede reducir la huella ambiental y social de la industria. Sin embargo, no es una solución única. Aunque evitamos la generación de nueva ropa, la demanda persiste, perpetuando la producción. La circulación debe integrarse a una estrategia más amplia que incluya la reducción del consumo de ropa nueva y la promoción de la reparación y la reutilización.

–Si lo mira en el ámbito local, ¿qué opinión tiene?

–A diferencia de otros lugares, aquí no es común desechar la ropa, sino más bien donarla o venderla de segunda mano. Esta dinámica contribuye a reducir el impacto negativo de la industria de la moda en términos ambientales y sociales. Sin embargo, la conciencia sobre los impactos de la circulación de ropa usada es clave. Al comprar vestimenta de segunda mano, es decisivo conocer su origen. En Argentina, la importación de prendas usadas del norte global, proveniente de Chile, ha aumentado, inundando mercados, ferias y tiendas. Lo que hay que saber es que, para evitar que se llene de plagas y que sea resistente al fuego, esta ropa está “sanitizada” con químicos. Se trata de sustancias nocivas, tales como pesticidas, disolventes y metales pesados, que pueden contaminar el agua y el aire, y afectar la salud. El transporte de ropa usada importada genera grandes emisiones de gases de efecto invernadero, que contribuyen al cambio climático. Se deben elegir tiendas locales y evitar importaciones masivas para respaldar la economía circular y reducir el impacto ambiental. Es esencial que esos lugares transparenten a la ciudadanía de dónde obtienen esas prendas para que sea considerada una real alternativa de moda positiva. Priorizar esas opciones es clave, ya que se apoya a la economía regional y se reduce la demanda de ropa importada.Una mujer participa en un taller de restauración de prendas textiles en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México). EFE/Francisco GuascoUna mujer participa en un taller de restauración de prendas textiles en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México). EFE/Francisco Guasco

–Respecto a lo anterior, ¿cuál es la principal problemática que causa la moda?

–La industria de la moda genera residuos, consume recursos naturales, y afecta a quienes la producen y a quienes la utilizan. Condiciones laborales precarias, bajos salarios y contribución al cambio climático son preocupaciones clave. Pero en estos últimos años, la atención en la carrera para que la temperatura del planeta no supere los 1,5 grados, se fijó en la descarbonización y eso también incluye a la moda que enfrenta una crisis crucial: su dependencia de los combustibles fósiles. Para 2030, el 75% de la ropa estará hecha de fibras derivadas de estos recursos, contribuyendo a la crisis climática. A pesar de esto, solo el 34% de las marcas importantes se han comprometido a descarbonizar sus cadenas de suministro. La falta de acciones concretas, como invertir en transición verde y apoyar a proveedores, plantea preguntas sobre su compromiso real. Si no se reducen las fibras sintéticas y no se aborda el financiamiento climático para una transición justa en toda la cadena de suministro, la moda continuará siendo una contribuyente significativa al cambio climático.

Tomi Karagozian: “La Argentina necesita que ingresen dólares, pero también millones de puestos de trabajo”

Fuente: Visión Desarrollista – El CEO de TN PLATEX habló sobre la importancia del sector industrial para un desarrollo argentino inclusivo y cómo se debe trabajar en la integración de todos los sectores productivos.

Heredero de la tradición familiar, Tomi Karagozian es el director ejecutivo de TN&Platex, la empresa familiar de hilados más importante de Argentina con 6 complejos industriales en el interior del país, un centro de distribución y oficinas administrativas distribuidas en 7 provincias a lo largo del páis. Lo interesante es que más allá de su responsabilidad empresaria Tomás ha generado un fuerte compromiso con la militancia industrial, algo que maduro durante muchos años como presidente de la Unión Industrial Joven y que ahora busca expandir especialmente desde la redes sociales. Es allí donde ha forjado valiosísimos activos digitales, como lafabrica.podcast que buscan promover y concientizar sobre el valor y rol de la industria en la Argentina. Por eso en esta entrevista con VD no solo hablaremos de su visión del sector textil o de la industria nacional, sino que nos compartirá su  apasionado sueño de una Argentina desarrollada. Como fiel representante de una nueva generación de dirigentes industriales, ha entendiendo, al igual que nosotros, en luchas por hacer realidad política aquella frase que alguna vez dijo Pellegrini y vivificó Frondizi: “Sin industria no hay Nación”.


Tomi, gracias por recibirnos. Sabemos que sos un apasionado militante de la industria nacional, ahora bien, ¿Por qué consideras que es fundamental para el desarrollo argentino?

El sector industrial tiene un rol central para el desarrollo presente y futuro y tenemos que lograr como país desarrollar las cadenas de valor de la minería, el petróleo, el gas, entre otras, para que toda esa actividad que es clave para el país derrame en mayor producción y empleo, en toda la extensión de nuestro país a nivel federal. La política industrial para ser sostenible debe generar empleo, promoviendo así una distribución del progreso en toda la sociedad.

Si ese crecimiento solamente se da por acumulación de dólares, tendremos superávit pero no necesariamente empleo y si la inequidad es cada vez mayor, la situación será insostenible en el tiempo. Tenemos que lograr que a partir del empleo generemos ecosistemas federales que distribuyan el crecimiento y lo hagan verdaderamente sostenible.

¿Cuál crees es el desafío de la política para con esta visión industrial integradora?

Es fundamental que todas las fuerzas políticas reconozcan el rol estratégico de la industria en el desarrollo nacional, más allá de los cambios de gobierno. Debemos trabajar en una política industrial transversal, que promueva la integración de todos los sectores productivos.

Los industriales, además, tenemos que mejorar la comunicación para acercar nuestra industria nacional a la sociedad y a quienes toman decisiones, mejorando el impacto de cómo producimos, acercándonos a las comunidades donde estamos radicados y abriendo de manera digital las mismas para mostrar cómo producimos con gran orgullo lo que ellos consumen día a día.

¿Cómo concebís a un estado promotor del desarrollo en el siglo XXI?

El Estado debe jugar un rol activo en la promoción del desarrollo, estableciendo políticas claras y estables que brinden previsibilidad al sector industrial. El mundo desarrollado planificó dando tiempos al desarrollo de políticas que permitieron el crecimiento de sus diversos sectores económicos. En cambio, si planificás y cambiás las reglas cada dos o cuatro años, se hace muy difícil el desarrollo.  A mi me gusta hablar de equilibrios, no hay posibilidad de desarrollarse sin presencia del Estado, pero tampoco lo vas a lograr con 14 tipos de cambio. Debemos ser pragmáticos y estar convencidos de la centralidad de desarrollarnos como país y generar políticas públicas que apunten a eso a largo plazo.

El mundo es pragmático y defiende sus intereses y si bien hay un montón de países que dicen ser liberales, en los hechos son extremadamente pragmáticos y nacionalistas. En los países más desarrollados como Estados Unidos, el gobierno obliga al ejército a comprar el 100% de los textiles en Estados Unidos. Si desde Colombia querés exportar a Estados Unidos, debés hacerlo con hilo o algodón producido en Estados Unidos. Francia no firma el acuerdo Mercosur para defender a sus productores y la UE en su visión 2030 promueve todo tipo de política relacionada a lo sostenible que es una forma muy prolija de defender intereses. Todos replican políticas similares. Argentina tiene una oportunidad única en la región para aprovechar sus recursos y fortalecer su posición en el mercado internacional, en un contexto en el cual no sólo es importante el precio, sino también el abastecimiento, y nosotros deberíamos lograr un mix entre las cadenas agroindustriales, aprovechando lo que nace de nuestros suelos, dándole valor agregado para exportarlo hacia nuestra región.

LA INDUSTRIA TEXTIL EN ARGENTINA

Ya enfocándonos específicamente en el sector, ¿Cuáles son los mayores desafíos que enfrenta la industria textil en Argentina?

Primero déjame contar que el sector textil es clave en la economía argentina, es amplio y muy heterogéneo en productos, calidades y precios. Es el tercer empleador de Argentina, con casi 540 mil personas y ha sufrido mucho por los vaivenes de la política con sus cambios de reglas. Esa falta de certidumbre afecta la productividad, la calidad y el desarrollo del mismo en el tiempo.

En cuanto a cuales son los principales desafíos del sector creo que serían identificar nichos exportadores; mejorar el sector de la confección con nuevas reglas que promuevan la formalización y aumenten su productividad; aumentar la competitividad por variables que no controlamos; trabajar en conjunto con las autoridades para mejorar el flujo y la calidad de la energía porque los cortes eléctricos afectan seriamente la productividad. Además, debemos desarrollar más marcas para el segmento medio que tengan buena relación precio-calidad. Uno de los grandes problemas que tiene nuestro sector y no muchos conocen es que por ser un sector tan largo en su cadena productiva que consta de seis eslabones entre la producción del algodón y la venta de la prenda, en cada paso acumulamos impuestos (ingresos brutos, impuesto al cheque) por ende es una cadena con mucha más presencia del Estado en el costo total de nuestros productos.

Otro tema fundamental en la Argentina es el el capítulo laboral, incluso tu padre ha escrito un libro al respecto, Mochila Argentina, ¿Cuán necesaria es una reforma laboral para el sector y en donde ves los mayores problemas a resolver en este aspecto?

En Argentina en vez de premiar la antigüedad laboral, se la castiga. La acumulación de este pasivo hace que una empresa tenga una evaluación negativa porque con el paso del tiempo sus pasivos terminan siendo mayores que sus activos, generando empresas con valor negativo o nulo. Claramente a este esquema le llegó su fecha de vencimiento y debemos lograr modificarlo consensuando una mejor propuesta entre el gobierno, los trabajadores y las empresas.

En el sector industrial textil, que incluye a las hilanderías, tejedurías y tintorerias, el promedio de formalidad es superior al promedio de la manufactura en general, pero el sector tiene en la confección un cuello de botella por la informalidad y baja productividad de muchas de las empresas y talleres que lo componen. Desde mi punto de vista con las actuales reglas es imposible que se resuelva y es urgente impulsar una actualización laboral que promueva la formalización del empleo y erradique el problema de la acumulación del pasivo laboral.

Para poder dimensionar mejor,… ¿Qué impacto social y de desarrollo regional tiene la industria textil en Argentina?

La industria textil tiene un gran potencial para generar empleo y desarrollo en regiones menos favorecidas, como el norte argentino. Mediante políticas de promoción del empleo y la formación profesional podemos revertir la alta dependencia del empleo público en estas zonas y fomentar un crecimiento más equitativo en todo el país. Creo que los sectores de mano de obra intensiva, como la confección, podrían incorporar a cientos de miles de personas que hoy no tienen trabajo o que deben mudarse a cientos de kilómetros de donde nacieron porque en sus pueblos o en las ciudades aledañas no hay trabajo. Vemos mucha migración interna a los conurbanos producto de las asimetrías que existen. Una política de desarrollo federal podría revertir este fenómeno.

Tenemos ejemplos claros de políticas industriales impulsadas en La Rioja y Catamarca en los últimos años que permitieron incorporar personas que venían de planes sociales en pocos meses al sector textil de manera formal, ofreciéndoles capacitación a las personas, una reducción de aportes patronales a las empresas y permitiendo la generación de muchos puestos de trabajo, que redundaron además en un ahorro muy importante al Estado que a partir de esta transición al empleo formal dejó de pagar los planes sociales. Esto debemos expandirlo a nivel país para incorporar a las millones de personas que hoy están excluidas del mercado laboral, sobre todo en sectores de mano de obra intensivos. No es complejo, tenemos que tomar la decisión de avanzar con este tipo de acciones.

TN PLATEX cuenta con las más modernas tecnologías, sin embargo vulgarmente se considera al sector poco competitivo, como antiguo, pasado de moda.. ¿Por qué consideras que la industria textil es moderna y clave para el desarrollo argentino en el siglo XXI?

Nosotros hemos mantenido desde siempre nuestro compromiso con la utilización de tecnología de vanguardia a nivel mundial, lo que nos permitió ir mejorando año a año la calidad de nuestros productos, aumentar la productividad y poder exportar parte de nuestra producción, compitiendo con el mundo. Esto mismo ocurre en cientos de empresas que han ido renovando maquinaria y persiguiendo los mejores estándares de la industria internacional. Nosotros decimos que somos muy productivos, pero que existe un problema de competitividad vinculado a factores externos como la altísima carga impositiva, la ley laboral, la calidad de la energía, los altos costos logísticos y el nulo acceso al crédito que tenemos desde el sector privado, etc.

Hace tiempo venimos aumentando la digitalización de nuestros procesos y trabajando sobre los datos que generan tanto nuestros procesos productivos, como administrativos y comerciales para tomar decisiones estratégicas en forma preventiva.

Por eso nosotros decimos que “no hay sectores viejos, hay tecnologías viejas”. Lo que tenemos que hacer es apalancar a los nuevos sectores en estas nuevas tecnologías para generar mejor impacto económico, ambiental y social.

Se hablo mucho de abrir las importaciones para bajar los precios, ¿Cómo analizás la lógica del consumidor que prefiere la ropa importada porque considera que es de mejor calidad y precio?

No puedo juzgar al consumidor por lo que piensa, porque no tiene por qué entender cómo está compuesto el precio del producto y está en todo su derecho de exigir comprar el producto que quiere. Yo creo que el sector textil argentino debería tener muchas más marcas que apunten al segmento medio, que tengan una mejor relación precio-calidad. De todas formas existen empresas que producen productos de alta calidad y buen precio. Nosotros lanzamos la marca DFAC  (de fábrica al consumidor) intentando ofrecer una buena propuesta de precio-calidad. Es cierto que en el shopping la ropa está mucho más cara, pero no es representativa de la oferta textil que abastece a 46 millones de argentinos, que sí compran ropa, fuera del shopping. En los shoppings encontramos un alto porcentaje de ropa importada, y sólo un porcentaje muy menor de esos costos están vinculados al  costo de producción. En casi todos los sectores que yo conozco, del producto que vos compras, se paga un 15% de costo de alquiler y entre un 44 y 50% la carga impositiva.

MÁS ALLA DEL LIBERALISMO: SIN INDUSTRIA NO HAY NACIÓN

Los desarrollistas entendemos que hay una visión liberal consolidada de que Argentina se debe especializar en lo que naturalmente tiene ventajas competitivas y que con eso alcanza. Todo lo demás es considerado por estos como industria prebendaría, es decir, si necesita alguna protección o subsidio por más que tenga agregado de valor, sea para mejorar su competitividad o genere empleo no tiene sentido que exista. ¿Qué opinas de este enfoque hoy en auge?

Estoy a favor de que se realice un análisis estratégico que permita determinar qué sectores se impulsarán en función del interés geopolítico, estratégico, etc, pero sí cuestiono a aquellos que buscan por sus pre conceptos buscan desaparecer sectores que son centrales para el desarrollo del país.  Para ser más claro… yo estuve de acuerdo con la ley de economía de conocimiento que es la continuación de la ley del software. Fue exitosa, mostró continuidad política, pero también es un parche sectorial a un problema estructural y transversal a todos los sectores, que te demuestra que haciendo un parche (una mejora) hay sectores que funcionan. ¿Cuántos otros sectores exportarían, en vez del 15%, el 50% de su producción si tuvieran condiciones similares en lo laboral e impositivo a las que tiene el sector de la economía del conocimiento? ¿Qué pasaría con los textiles del Norte Grande y Cuyo si tuvieran condiciones similares a la de los textiles de Tierra del Fuego? Podríamos poblar el norte grande, triplicar las exportaciones y bajar el precio de los productos a la mitad porque el 50% de los mismos son impuestos.

Entonces, no es lo mismo la lógica de fomentar sectores cuando equilibras la cancha a través de reformas estructurales que la de hacer desaparecer sectores en el horrible contexto actual de competitividad estructural en el que nos toca producir que hace muy difícil distinguir entre los buenos y malos empresarios.

En ese sentido, ¿cómo definís al industrial argentino que debe operar en un entorno macroeconómico tan volátil?

El industrial argentino enfrenta numerosos desafíos en un contexto cambiante, pero su compromiso con el desarrollo del país es innegable. Es necesario encontrar un equilibrio entre la importación y la producción nacional, reconociendo que ambos sectores son importantes para la economía. La gran mayoría de los industriales argentinos que conozco somos perseverantes, resilientes, estratégicos, adaptables a los constantes cambios; amamos nuestro país y apostamos a seguir creciendo, promoviendo el desarrollo.

Es hijo de desaparecidos, sufrió castigos medievales durante 10 años en un convento y hoy es un sastre top de la Argentina

Fuente: Infobae – Nicolás Záffora tiene 48 años. Sus padres, ambos Montoneros, fueron secuestrados y desaparecidos en 1977. Lo crio un abuelo militar, que lo envió al Liceo Gral. San Martín. Luego ingresó en un monasterio donde padeció torturas físicas, pero aprendió a cortar y coser sotanas. De novio y con dos hijas, al abandonar ese lugar descubrió su vocación por la moda masculina. Empezó con USD 80, hoy es reconocido a nivel internacional y un traje suyo puede costar USD 3.000.

El 26 de septiembre de 1977, por la noche, una patota entró por la fuerza en la casa de Roberto Omar Záffora y María del Carmen Barros. Los sacaron literalmente a patadas, los subieron a un auto y los trasladaron desde San Martín, en el conurbano, al centro clandestino de detención La Cacha, en La Plata. Hoy son dos de los 30 mil desaparecidos. Los Záffora tenían dos hijos: la mayor, Sabina, corrió a guarecerse a la vivienda de una vecina del barrio. El más chico, Nicolás, tenía 15 meses. María del Carmen lo amamantaba en el preciso momento que derribaron la puerta. E hizo lo que pudo para protegerlo: lo escondió debajo de la cama y rogó que no llorara. El niño nunca más vio a sus padres.

Casi 47 años después, el escenario es otro. Arroyo al 900, en pleno Barrio Norte. Una de las calles más caras y glamorosas de Buenos Aires. Allí, Nicolás Záffora, el niño que su madre escondió bajo la cama, tiene su estudio. A los 48 años, es uno de los sastres más prestigiosos del país y Latinoamérica. Emplea a 12 personas. Mucha gente poderosa se viste con él sin saber qué historia atesora este artesano de las telas, las tijeras, los moldes, los hilos y las agujas. Ni cómo trepó la cumbre de la resiliencia hasta llegar a ser el hombre exitoso de hoy. Alto, rubio, padre de dos hijas y con una novia misionera, Záffora vivió cuatro vidas -por lo menos- en una.

Roberto Omar Záffora y María del Carmen Barros el día de su casamiento. Ambos están desaparecidos (gentileza Nicolás Záffora)Roberto Omar Záffora y María del Carmen Barros el día de su casamiento. Ambos están desaparecidos (gentileza Nicolás Záffora)

Primera vida

Sentado en un mullido sillón de cuero, rodeado de sacos, camisas, cuellos y tijeras, Záffora rompe el hielo a los cinco segundos. Primera sorpresa: “Yo nací en La Plata de casualidad. Mis padres eran Montoneros. En 1977 las organizaciones estaban bastante desmanteladas. Militar ya era un problema. Iban de acá para allá. Mi madre estaba embarazada de mí y me tuvo en una clínica de Gonnet”. Con dos hijos a cuestas, los Záffora abandonaron la militancia. Y se afincaron, el tiempo que les quedó de vida en familia, en San Martín. “Allí mis abuelos les pusieron un kiosko, que estaba delante de la casa, que era en planta baja. Según parece, antes se llevaron a un tío, que estuvo un día desaparecido y habló. Así que una noche entraron con armas a mi casa. Mi mamá me estaba dando de comer, me agarró y me escondió debajo de la cama. Vaya uno a saber qué me dijo, si ‘quedate callado’ o ‘quieto’. Yo todavía dormía en una cuna. Después vino la vecina con mi hermana y me llevó. La mujer tenía el teléfono de mis abuelos. Se ve que algo habían preparado mis padres por las dudas. Los llamó y me vinieron a buscar”.

Su abuelo materno, Daniel Gonzalo Barros, era militar. Con él llegó su abuela, Carola Pellegrini. González Barros, le contaron años después, se puso a dar vueltas por el barrio y los retenes miliares que había cerca para ver si los veía. En una unidad paró, se presentó y preguntó. “Un oficial le dijo ‘se los llevaron los del Grupo de Operaciones de Tandil’, pero yo lo voy a negar. Su hija tiene posibilidades de quedar libre, el otro no”. Según averiguó su hermana, “una persona, que vive todavía, habló con mamá en La Cacha y supo de su preocupación por nosotros. También hay un relato sobre su anillo de casamiento, que mamá le quería dar para que nos busque a nosotros. Y contó que no pudo, porque se la llevaron en un horario determinado donde sabían que no volverían, que no era para ser torturados”.

Nicolás y su hermana conocieron los detalles cuando ya eran grandes. Su familia nunca les dijo nada. Los llevaron lejos. Vivieron su infancia en Azul, junto a sus abuelos Cataldo Záffora -también ex militar- y Etelvina, a la que apodaban Chicha. “En casa era todo muy silencioso. Era una historia muy tabú. Ellos también habían perdido a sus hijos. Es más, circulaba una mentira, que estaban en los Estados Unidos con un tío. Pero en el fondo, mi hermana y yo, a los 7 u 8 años, sabíamos sin que nadie nos hubiera sentado a contarnos nada”.

Nicolás, de bebé. Cuando tenía 15 meses de edad, quedó huérfano (gentileza Nicolás Záffora)Nicolás, de bebé. Cuando tenía 15 meses de edad, quedó huérfano (gentileza Nicolás Záffora)

Nicolás se encuentra lejos de comulgar con las ideas de sus padres. Su compromiso es con la legalidad. Lejos de ser condescendiente, reflexiona: “La verdad, no sé qué hicieron exactamente. Pero tampoco es que eran líderes. Eran unos montoneros más. Pero supongamos que fueron criminales. Los debían haber capturado, juzgado y, en el peor de los casos, aún con pena de muerte, ejecutarlos y entregar el cuerpo a los familiares. Yo seguiría huérfano, pero en otras condiciones”.

En Azul hizo la primaria en la Escuela N°28 Domingo Faustino Sarmiento. “Era muy revoltoso. Tenía muchos problemas de conducta, peleas. Todo lo que hace un niño que quiere llamar la atención. Me imagino que estaría buscando afecto, básicamente. Como diciendo ‘¡Mamá, papá, mirenme!’”. Por lo demás, su infancia pasó entre los juegos, los deberes y la quinta familiar, donde se abastecían de frutas, verduras y los huevos que ponían sus gallinas. Nada faltaba, pero tampoco sobraba: “En definitiva, mi abuelo era un jubilado, tenía recursos limitados y había que alimentar a dos chicos”.

En el Ejército, Cataldo había sido talabartero, era el que se encargaba del apero de los caballos. Según Nicolás, él y Chicha hicieron lo que pudieron. “La pedagogía no era lo suyo. Mi abuelo era estricto, militar: horarios, castigos. Pero tenía 60 y pico de años cuando nos llevaron con ellos. Ya había criado a sus hijos. Hizo un gran esfuerzo para su edad”.

En Azul también vivía un tío, Antonio, que era sastre. “Recuerdo su taller, con piso de pinotea, el ruido que hacía al pisarlo. Tenía una mesa grande de corte, maniquíes. Lo veo cosiendo, cortando, viendo cómo caía una manga. Yo era muy chico, pero me crié entre retazos de tela y olor a cuero, entre dos artesanos”.

A los 13 años, por los problemas de conducta que tenía en la escuela, sus abuelos tomaron la decisión de encarrilar su educación. O eso creían. Y lo mandaron a estudiar al Liceo Militar General San Martín.

Nicolás, con la camiseta de Boca en la casa de sus abuelos en Azul, donde se crió (gentileza Nicolás Záffora)Nicolás, con la camiseta de Boca en la casa de sus abuelos en Azul, donde se crió (gentileza Nicolás Záffora)

Segunda vida

De lunes a viernes, Záffora estaba allí, en Villa Ballester, y los fines de semana vivía con la familia de un hermano de su mamá: su tío Quique. En esas horas que pasaba en esa casa, Nicolás era feliz: “Tengo los mejores recuerdos de él. Era poco afectuoso, algo gruñón, pero se comprometía mucho con mis problemas. Te podía decir ´pelotudo’ al mismo tiempo que te ayudaba a solucionar lo que te pasaba”. El tío Quique también moldeó en parte su cultura: “Le encantaban el jazz y las películas de la era de oro de Hollywood: Clark Gable, Humphrey Bogart, Ava Gardner, Errol Flynn… Me dejó pegado eso”.

El problema era cuando se ponía el uniforme. “Al principio estaba entusiasmado por la vida militar. La imaginaba heroica. Después fue tremendo. Era la época anterior a la muerte del soldado Carrasco. ¡Los más chicos nos comíamos cada paliza! Por ahí a las 2 de la madrugada te despertaban para que te cambies en un minuto. Ni los cordones de los borceguíes te podías atar. Te sacaban dos horas y llegabas roto, mojado, a dormir así como venías. Y a las 6, arriba”.

Lo peor era que sus superiores sabían que era hijo de desaparecidos. Y enseguida, se enteraron todos. “Tenía compañeros cuyos padres habían sido héroes de Malvinas, o Carapintadas, o del Ejército, nomás… Estaba en mi legajo. Para mí fue una mierda. Me vigilaban continuamente, que ‘el retoño no se pudra, no se tuerza”. Y para colmo, otra vez empecé a portarme mal. Entonces me daban más palos de lo normal… Lo toleraba, pero no me hizo bien. No fueron cinco lindos años. Fueron cinco largos años. Y no salí bien, con un equilibrio emocional”.

Cuando a los 18 años dejó el Liceo, recuerda, estaba “estructurado y cristianizado”. Y, otra vez, pegó un volantazo.

La abuela Chicha, su hermana Sabina, Nicolás y su abuelo Cataldo Záffora en la plaza de Azul, luego de tomar la Primera Comunión (gentileza Nicolás Záffora)La abuela Chicha, su hermana Sabina, Nicolás y su abuelo Cataldo Záffora en la plaza de Azul, luego de tomar la Primera Comunión (gentileza Nicolás Záffora)

Tercera vida

Al salir de la institución militar, Nicolás no pensó en la carrera de las armas como una opción. Tampoco regresó a Azul con sus abuelos, que todavía vivían, pero le habían entregado su tutela a la esposa de Quique, su tía Maricarmen, otro personaje fundamental en su vida. “Es, tal vez, al faltar las dos principales, la persona más importante. Una mujer muy inteligente, con un alto IQ. Ella me aguantó todas mis locuras de juventud, como entrar en un monasterio, porque yo había conocido a un tipo que iba a fundar uno”.

Nicolás le planteó a su tía esa decisión. Ella lo aceptó, pero puso condiciones. La primera, que él mismo consiguiera el permiso del Juez de Menores para ingresar. Viajó a Azul, y regresó con la aprobación judicial: “El juez ni me vio, pero me dio los papeles. Después, Maricarmen fue a conocer al cura. Vino y me dijo: ‘Ese tipo es un psicópata, no entres ahí’. Obvio que, a esa edad, le dije el doble de veces que iba a ir”.

El monasterio en cuestión estaba dirigido por Roberto Juan Yanuzzi. Su nombre saltó a la palestra en 2016, cuando fue acusado por delitos sexuales. Záffora ya no estaba allí. El 2 de febrero de 2020, por decisión del Papa Francisco, Yanuzzi fue expulsado de la Iglesia.

Nicolás ingresó a la comunidad en 1994. Estaba en un campo de 20 hectáreas en Carlos Keen, cerca de Luján. “Fue peor que el Liceo. Aquello fue un campamento de verano al lado del monasterio. A los 28 dije ‘no puedo seguir’”. En el medio, vivió un infierno. “Nuestra vida allí era hacer de todo: las construcciones, el mantenimiento, la limpieza, la cocina, lavarnos la ropa, cortar el pasto. Todo era autoabastecerse. Así que trabajábamos mucho, sobre todo los que no estudiábamos ni Filosofía ni Teología, que eran licenciaturas para, después, recibir el sacerdocio”.

El cilicio que Nicolás Záffora usaba como elemento autoflagelante en el convento, y conservó (gentileza Nicolás Záffora)El cilicio que Nicolás Záffora usaba como elemento autoflagelante en el convento, y conservó (gentileza Nicolás Záffora)

Pero trabajar, aunque fuera duro, no era un problema para Nicolás. Allí fue albañil, contratista de obra y paisajista. Y luego, le pusieron delante telas, agujas e hilo. “Mi superior, que era este sujeto, me dijo, ‘las sotanas están caras, hacelas’. Y me puse a aprender el oficio. Ahí terminé cosiendo ropa para gente que no se mira al espejo, simplemente porque no hay espejos, solo los chiquitos de baño”.

Mientras se instruía en los rudimentos de la costura y la moldería, Nicolás padecía los castigos físicos, que eran habituales. Aunque asegura que, por lo menos en esa época, no presenció, ni sufrió, ni supo, de abusos sexuales. “Eran, por ejemplo, estar de rodillas varias horas a un metro de la pared. O usar el cilicio, que son unos alambrecitos que se van ajustando y te lastiman la piel, te ponen muy nervioso y, cuando transpirás te arde. Te marca eso. También nos hacían usar piedras en los zapatos, bañarnos con agua fría, dormir sobre el elástico de la cama o en el suelo, sin sábanas… Prácticas ascéticas normales para la Iglesia del siglo XV, pero no para hoy”.

Esos castigos, cuenta, podían ser “individuales, espirituales o por hacer mal las cosas”. Eran los peores, pero no los únicos: “Después había otros, como quitarte horas de sueño, que eran pocas, lavando los platos de todos. Y a las 5, arriba. O picar escombro y llevarlo en carretilla un día de lluvia por un camino de tierra para rellenar el camino de entrada. O remover un cañaveral entero. O quitarte el permiso de salir el fin de semana, algo que había arreglado en forma muy hábil mi tía a cambio de dinero”.

Cinco años antes de huir espantado de allí, Nicolás comenzó a darse cuenta que aquello era una locura. “Los que estábamos ahí éramos chicos con muy buena voluntad, que habíamos puesto todo sobre la mesa: renuncia total a la familia, al matrimonio, al futuro, a lo material, porque hicimos votos de pobreza y castidad. Era una entrega absoluta a Dios, pero con un mensaje bajado a tierra por un perverso al que le gustaba ese jueguito y tenía 50 boludos buenos para jugar”. Aquello, dice, “era lacerante espiritualmente, sobre todo cuando te castigaban, por ejemplo, porque cometías el pecado de tener espíritu de independencia. Eso les parecía gravísimo”.

Záffora junto a un maniquí. Sólo usa telas y materia prima inglesas o italianas. Hacer cada traje le insume tres citas por lo menos, en las que define el corte y los colores, y tres meses de confección a mano (Nicolás Stulberg)Záffora junto a un maniquí. Sólo usa telas y materia prima inglesas o italianas. Hacer cada traje le insume tres citas por lo menos, en las que define el corte y los colores, y tres meses de confección a mano (Nicolás Stulberg)

Con otro interno, relata, hicieron un documento de 70 páginas con varias denuncias y lo enviaron al Dicasterio de Congregaciones Religiosas en el Vaticano. Su tía Maricarmen, una vez más, lo ayudó. “En un determinado momento, me dijo ‘vamos a hacer así, vos vas, pero tenés que empezar terapia’. Me consiguió un psicólogo católico, Cristian De Renzis, que fue muy importante para ayudarme a entender lo que pasaba con mi vida. Pero tardé cinco años para animarme a contar los castigos que recibía. También fui a ver a monseñor Aguer (Nota: ex arzobispo de La Plata), que era el encargado por la Santa Sede para la custodia de ese lugar. Él me dijo una frase que fue muy consoladora: ‘El padre Roberto invadió un lugar que sólo le compete a Dios’. A él le pedí salir”.

A los 28 años renunció al monasterio. Su hermana Sabina lo recibió: “Yo no tenía carrera, ni trabajo, ni dinero, ni familia, pero fue la decisión que tomé. Ahí no me podía quedar más”. La terrible experiencia lo alejó de Dios.

Cuarta vida

En el 2005, Nicolás Záffora se enfrentó al mundo real por primera vez. Y se reconstruyó. “Ahí empezó mi vida, porque pude trabajar para mí y formar una familia. Pasé del voto de obediencia a tomar decisiones, y del voto de pobreza a comenzar una carrera profesional. Igual, tardé otros cinco años en acomodar un poco el cerebro, porque estaba en otro planeta”.

Antes de ingresar al monasterio, Nicolás había tenido alguna novia. Durante los diez años que estuvo en el convento, asegura que “mi castidad fue impecable”. Al poco tiempo de salir, encontró el amor en una chica coreana que había llegado al país con 28 años. “La conocí en una fiesta en un hostel donde vivían extranjeros que estudiaban en la UBA. Ella aprendía castellano. Conseguí el teléfono, le escribí y nos empezamos a ver. Era justo la época del Mundial del 2006, la invitaba a ver los partidos en los bares. Yo no tenía un mango por esos años, así que tomábamos un café. La verdad es que estábamos los dos muy solos, y al poco tiempo nos fuimos a vivir juntos”.

La intimidad del estudio de la calle Arroyo de Nicolás Záffora: sus catálogos de telas parecen infinitos (Nicolás Stulberg)La intimidad del estudio de la calle Arroyo de Nicolás Záffora: sus catálogos de telas parecen infinitos (Nicolás Stulberg)

De esa relación nacieron sus dos hijas, que hoy tienen 14 y 10 años. Después de diez años, se separaron. “Había muchas diferencias culturales que, al final, nos desgastaron. Pero tenemos una excelente relación, hablamos todos los días y hay cariño y respeto mutuo”. Hoy está de novio con una chica misionera llamada Benita.

Por supuesto, también tuvo que comenzar desde cero en lo laboral. E hizo un descubrimiento: “Me desperté al capitalismo. Porque hasta ahí había vivido algo más parecido al comunismo: en las instituciones donde estuve me dieron la ropa, la plata, la comida… Ahora tenía que salir a espadear, a buscar lo que el mercado me podía pagar. Donde lo que vale es lo que hacés. Y me tuve que adaptar. Desde el día uno, además, vi que no podía estar del lado de los empleados. No digo que esté mal, pero pasé cinco años de ejército y diez de monasterio donde mi experiencia obedeciendo a otros fue muy mala. Pero hasta llegar a eso, a emprender lo mío, tuve que hacer otras cosas…”

Y entonces, reapareció su tío Antonio, el sastre de Azul. Lo fue a ver varias veces. Ya sabía coser, pero hacer ropa con estilo era otra cosa. “Era como decir, voy a crear un auto nuevo y me gustan los Pagani, pero soy mecánico de Renault 12 en el conurbano. No alcanzaba”. Buscó maestros. Aprendió al lado de sastres como Francisco Escalera, Michelángelo, Blas Leonetti Biaggio y Natalio Argento, que además le dio trabajo. “Españoles e italianos que vinieron luego de las guerras”, refuerza. Igual que sus ancestros llegados de Ganji, un pueblito cerca de Palermo, en Sicilia. “De allí vienen todos los Záffora, acá hay pocos”, asegura. Y aunque dice no conocer al conductor de tevé Guido Záffora, no duda que “debemos tener algún antepasado en común”.

En el 2010 se largó solo. Tenía 80 dólares en el bolsillo y una hija de un año. Compró una máquina de coser, dos caballetes altos y un tablón para asado y arrancó en su casa de Belgrano, sobre la calle Olazábal, cerca del Barrio Chino. “A los dos años, más o menos, alquilé un lugar chiquito en el Palacio Barolo. Estuve tres o cuatro años. Y hace ocho que estoy acá, sobre Arroyo”.

Záffora, con la moldería que aplica a sus clientes (Nicolás Stulberg)Záffora, con la moldería que aplica a sus clientes (Nicolás Stulberg)

Záffora define a su estilo de sastrería como “una experiencia bespoke”, un término que significa “artesanal” o “hecho a mano”. Esa palabra fue acuñada por George Beau Brummell, el primer dandy de la historia, que organizó en el siglo XIX a los sastres a medida ingleses en la calle Savile Row de Londres. En el caso de Záffora, él utiliza sólo materia prima importada de Inglaterra e Italia, las dos escuelas más importantes en el rubro. “Hay otros mercados para abastecerse de telas, pero ya bajás un escalón”, enfatiza. Para actualizarse, se presenta en forma permanente en la feria Pitti Uomo, que se celebra dos veces al año en Florencia, Italia.

“Acá me propuse hacer una sastrería purista, uso las técnicas de los antiguos maestros de costura a mano. En Italia vi los lugares donde se visten los caballeros de verdad, la nobleza, la realeza, gente que no compra la marquita del logo grande. Me di cuenta que tenía un gran valor y dije ‘quiero ir por acá’, aunque sabía que era un camino estrecho y bien empinado”. A sus clientes los atiende con un turno previo en su atelier, o va a sus casas y sus oficinas con su maletín sartorial. Definir qué hará le lleva unas tres citas. También viaja por toda América Latina, donde también tiene clientes, en lo que define como Trunk Shows. A la ropa la entrega luego de tres meses de trabajo totalmente a mano. Toda esa dedicación, obviamente, se paga: un traje suyo puede llegar a costar 3.000 dólares que, aclara, “es un precio que en el exterior se llega hasta cuadruplicar”.

Sobre el nombre de sus clientes, es una tumba. Pero puede revelar cómo piensan quienes lo eligen a él a la hora de armar el placard. “Hay dos perfiles. Por supuesto, es gente que no quiere estar mal. En el mundo masculino, el 80% se cubre, y el 20% se viste. Dentro de ese 20%, están los que no quieren estar mal, y los que quieren estar bien. Hay diferencia. El primero elige colores neutros, poco color, nada estridente ni demasiado ajustado. Es el que a la mañana no quiere perder tiempo en decidir. Quizás más un estilo inglés. El otro, más al estilo italiano, es el que se pone frente al espejo y varía, se anima al color, empieza a jugar con las cosas hasta elegir. Pero ambos están muy bien”.

Los diseñadores de Iara, elegidos de Mirtha Legrand: «Ya hicimos todo»

Fuente: Clarín – Mario Vidal y Edgardo Coton son los diseñadores de la marca Iara, con más de 43 años en el mundo de la alta costura. Con varias Tijeras en su haber -merecedores de la primera “Tijera de Oro” otorgada por la Cámara Argentina de la Moda, una “Tijera de Plata a la Mejor Colección” y el galardón “A la Trayectoria”- los Iara, como los bautizó Mirtha Legrand (una de sus emblemáticas clientas), dieron en 1989 un paso relevante al inaugurar su propia maison en la calle Peña. En este espacio continuaron haciendo alta costura, con vestidos de novia y de fiesta.

Encuentro sobre el agua

Empezaron en Galería del Sol, al frente de la tienda Harrod’s. ¿Por qué se llaman Iara? El nombre les pareció lindo, corto y de un significado interesante: Iara o Uiara viene del portugués y significa Madre del agua o Sirena, de acuerdo al folclore brasileño.

Tenían el sueño de poner una boutique y eran dos veintiañeros que se encontraron a bordo del vapor de la carrera, que navegaba entre Buenos Aires y Montevideo.

Nos cocimos hace 45 años. Yo viajaba para filmar una película de Olmedo y Porcel, y el bolo era en ese barco -dice Mario-. Edgardo iba como pasajero y era bailarín de danza moderna, actuaba en el teatro Solís, el Colón montevideano. Nos pasamos los teléfonos y cuando volvimos a Buenos Aires nos hablamos. Y aquí estamos. Juntos desde entonces.”

La de Mario y Edgardo es una historia de amor y de trabajo compartido. “Es algo muy fuerte. Se mezclan un poco las cosas, vamos a casa -agrega Edgardo- y discutimos por cuestiones laborales. Pero hay cosas más fuertes que las discusiones de trabajo.”Desfile. Presentaron su colección otoño-invierno 2024 en el Hipódromo de Palermo. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PRDesfile. Presentaron su colección otoño-invierno 2024 en el Hipódromo de Palermo. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PR

Roles compatibles

Mario es el artista que cose desde niño, desde el jardín de infantes. “Mi abuela me daba botones, aguja e hilo y los cosía en las cortinas de la casa. Tenía 6 años cuando mi tía se casó y usó ese vestido (muestra una foto, con una bella mujer y un traje despampanante) que me hizo estallar la cabeza. Se lo hizo una modista de San Justo y era descomunal. Mi aprendizaje fue la experiencia, la prueba y el error; siempre como autodidacta. Cuando me di cuenta, estaba haciendo colecciones y desfiles ¡Y vistiendo a Mirtha Legrand! En 1981 nos dieron la primera Tijera y eso nos hizo caer en la cuenta de lo que habíamos logrado. Pero fue en el año 1989 -un hito iniciático- cuando pusimos la casa de moda que queríamos, ésta en la que estamos.”

Edgardo cuenta que tras su paso por la danza moderna, fue profesor de danzas griegas durante un largo tiempo. “Al conocer a Mario me propuso lo de la moda y me encantó la idea. Era seguir en el arte con otro formato. Él hace todo lo que se ve y yo hago todo lo que no se ve. Atiendo la gente, hago también asesoría de imagen y llevo la empresa en cuanto a administración y compras, importación, ventas, pitos y flautas… aunque también diseño.”

Sobre cambios en la moda

A lo largo del tiempo ¿qué es lo que cambió y qué permanece en los vestidos de novia de Iara? “Lo que permanece es el estilo, porque tenemos un estilo propio -responde Edgardo-. Nos buscan por eso. Y aunque el rubro novias cambió, nosotros seguimos manteniendo la impronta de Iara. Es el vestido que toda mujer sueña desde chica, de alto impacto. Amplio, principesco, lánguido, sensual y de línea sirena. Que le dé protagonismo pero que la novia conserve su identidad. Que la novia no esté disfrazada de novia. Nos ocupamos de proponer desde los zapatos hasta el velo.”

¿Cómo interactúan con la novia que sabe lo que quiere y ustedes no están totalmente de acuerdo? Mario y Edgardo se miran y sonríen. “¡Se lo decimos directamente!”, responden. Cuentan con un perchero con diferentes propuestas y siempre va a haber algo para probarse y que se vea. Eso le abre la cabeza. Pero lo que no negociamos es nuestro sello. Hemos dejado de hacer vestidos por no gustarnos lo que pedía la clienta. Un vestido tiene que ser hermoso para la clienta, pero primero por nosotros.”Vestidos con tul, transparencias y encaje, todo en negro. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PRVestidos con tul, transparencias y encaje, todo en negro. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PR

El proceso de hacer un vestido

Dado que son piezas únicas -hacen alta costura- ¿cuál es el camino que conecta a la clienta que llega, hasta el momento en que sale con el vestido en la caja? “Tenemos una primera entrevista de un par de horas, hablamos del vestido que vamos a realizar y le tomamos las medidas. De esa entrevista, la novia se va con la fecha de su próxima prueba. Para ese momento ya habrá una toile del vestido. Se prueba y aquí pueden surgir o no cambios. Estos son ajustes de moldería para que el vestido resulte anatómico. Si todo está ok -dice Edgardo- corto el vestido y a partir de este momento hay cuatro pruebas más. Diez o quince días antes de la boda tiene su vestido terminado.”

Los Iara cuentan con un plantel estable de ayudantes. “Pero el vestido no lo delego -comenta Edgardo; lo hago yo con mis asistentes. Hay un tema con los oficios. La gente grande, experta, dejó de trabajar con la pandemia. La joven quiere ser diseñadora, y no hay quien cosa o borde. Por eso, contar con un equipo propio es importante. Aunque en pandemia hice los vestidos yo solo, de la primera a la última puntada. Puedo, tengo la capacidad de hacerlo; puedo realizar cada paso.”

Creatividad

¿Dónde se inspiran? La Inspiración para diseñar les viene de ver el mundo. “Todo el tiempo surgen ideas nuevas, pero siempre va a haber algo que ya hicimos, a lo largo de tanto tiempo transcurrido ¡Ya hicimos todo!”, dicen ambos riendo satisfechos. Al tener un estilo definido, recrean en torno a ese eje. “Nosotros dibujamos, resolvemos el diseño, a veces trabajamos con la tela sobre el maniquí, después se rectifica. “Nuestra inspiración constante es la mujer -dice Mario-, una mujer que quiere estar vestida a la moda y no quiere pasar inadvertida. Usamos géneros importados, no hay industria textil nacional. Para vestidos de fiesta, telas bordadas, algunas que bordamos a mano… También compramos telas bordadas pero las intervenimos. De ese modo logramos algo único. Nos gustan las muselinas, las gasas, las sedas naturales…”

¿Y de precios? Convengamos que los vestidos son de alta costura, tanto los de novia como los de fiesta. Los Iara no están dispuestos a dar cifras, pero dicen que lo que siempre los ha salvado -en momentos de crisis económicas- es no delirarse con los precios.Una propuesta total black. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PRUna propuesta total black. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PR

Alta costura y sustentabilidad

En Europa la impulsan los mismos clientes que ya no ven tan lógica la cultura de usar y tirar. ¿Ven factible hacer alta costura sostenible? “En ocasiones se puede. Hay vestidos que nos traen algunas clientas y los reversionamos. También están los que deshacemos y reutilizamos el género” dicen.

Sin duda, son las clientas las que toman conciencia y no se compran un vestido para usar una única vez. La realeza -Letizia de España y nuestra Máxima de los Países Bajos- dan prueba elocuente de esto. Si se trata de aplicar la filosofía de residuo cero, es decir que los sobrantes de tela, al cortarla, no sean enormes, los Iara dicen: “Cuidamos ese detalle. Cuando se puede trabajar con los moldes, cuidando el hilo o la caída de la tela, lo hacemos”.

Mirtha Legrand, una leyenda

Acaba de cumplir 97 años y los Iara hicieron los vestidos que lució en su programa y en la fiesta, a la que fueron invitados. “Ella estuvo ausente diez años de la tele; cuando volvió en 1990 a ATC, con escenografía de su marido Daniel Tinayre, nosotros soñábamos con hacer un desfile en su programa, Mirta para todos. Sonó el teléfono y era Héctor Vidal Rivas (responsable de su vestuario) que decía que la señora nos invitaba a hacer un desfile en su programa. ¡No lo podíamos creer! Tocamos el cielo con las manos. Ella nos había visto desde nuestros comienzos. Es nuestra clienta número uno y nuestra hada madrina. También fuimos al programa de Susana. Nos dieron un gran espaldarazo. Vestimos a muchas protagonistas de telenovelas de aquel momento, como Grecia Colmenares, Araceli González o Luisa Kuliok”, comenta Mario. Como diseñadores, admiran a Valentino, Lagerfeld y Chanel.Mario Vidal y Edgardo Coton en su desfile de la última edición de Argentina Fashion Week. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PRMario Vidal y Edgardo Coton en su desfile de la última edición de Argentina Fashion Week. Foto: Gentileza Argentina Fashion Week / Koifman PR

El buen y mal gusto

¿Existen objetivamente? “Sí. No tiene que ver con el dinero o las marcas. Es un criterio estético equivocado que te lleva a usar lo que no queda bien. El estilo libre, usar lo que uno quiere en vez de usar lo que queda bien, es desacertado. El gusto, bueno o malo, también está en quien diseña la prenda. La hechura, el color elegido o una costura impecable, eso es buen gusto. Un ruedo mal hecho es mal gusto”, agregan.

Edgardo y Mario prepararon vestidos negros para la pasada de su desfile en Argentina Fashion Week, en el Hipódromo de Palermo, y sus próximas presentaciones en Córdoba. Y siguen creando para sus nuevas clientas, porque la gente se sigue casando y festejando. Excelente noticia.

Pablo Ramírez diseñó los 400 trajes del vestuario de la ópera “Carmen” que se estrena en San Pablo

Fuente: TN – El 3 de mayo se conocerán las creaciones del talentoso modisto: la obra está ambientada en un taller de alta costura.

El famoso diseñador de moda Pablo Ramírezfue elegido para diseñar el vestuario de la ópera “Carmen”, que tendrá su gran estreno el 3 de mayo en el Theatro Municipal de San Pablo, Brasil.

Los bocetos del vestuario de Carmen by Pablo Ramírez. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)
Los bocetos del vestuario de Carmen by Pablo Ramírez. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)

El director escénico brasilero Jorge Takla propuso un nuevo entorno para la trama inspirado en la colección 2012 de Ramírez en honor a “Carmen”. De esta manera, esta versión del clásico de la lírica se desarrollará en un taller de alta costura en el contexto de la dictadura franquista española.

“Conocí a Takla a través de Nicolas Boni, escenógrafo rosarino, cuando hice en Rosario mi muestra Magia Negra. Hace años que Boni hace las escenografías para Takla y todo el mundo: hizo “Madame Butterfly“ en el Colón, la escenografía de “La novicia rebelde“ en Río de Janeiro y ahora está en Madrid haciendo “La vervena de la paloma“ en el Teatro de la Zarzuela. Con él hicimos Tosca y cuando en el 2012 vio mi desfile Carmen en el Teatro Colón pensó que tenía que hacer el vestuario de la ópera“, dice Pablo Ramírez para TN Estilo desde San Pablo, donde se queda hasta el gran estreno.

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Pablo Ramírez desde Brasil en Nuestra Tarde.

“Es el vestuario más grande que hice en mi vida, 400 trajes y es una experiencia maravillosa“, agrega Ramírez, agregando que se ocupa de “absoluramente todo, desde elegir las telas hasta de ultimar todos los detalles“. “La verdad es que esto es maravilloso, lo estoy disfrurando muchísimo“, expresa contento.

La colección Carmen de Ramírez de presentó en el Teatro Colón. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)
La colección Carmen de Ramírez de presentó en el Teatro Colón. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)

Reconocido por su innovadora creatividad y su capacidad para fusionar lo clásico con lo contemporáneo, Ramírez aportará su estilo a esta obra de Georges Bizet.

“Jorge (Takla) es un director y productor con tantos años de experiencia en el mundo del teatro que para mi es un honor y un lujo haber sido convocado por alguien como él, para tener esta hermosa posibilidad, de que esta puesta está inspirada en mi colección”, confesó el hombre de negro de la moda argentina.

Otro vistazo a los figurines de los trajes de Carmen (Foto: Pablo Ramírez)
Otro vistazo a los figurines de los trajes de Carmen (Foto: Pablo Ramírez)

En ese sentido, el diseñador agregó: “El proceso fue muy intenso ya que se trata de una ópera muy grande donde hay, desde una puesta de escenografía muy espectacular, hasta más de 400 trajes diseñados y realizados especialmente para esto. El proceso fue muy intenso y rico, porque exploramos todas las posibilidades para llegar a este resultado final, donde cada acto tiene su propia paleta de color, sus texturas, las siluetas, y además hay pequeñas historias dentro de la historia principal”.

Boceto de Pablo Ramírez para la ópera Carmen. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)
Boceto de Pablo Ramírez para la ópera Carmen. (Foto: gentileza Pablo Ramírez)

Con una carrera que abarca más de tres décadas y un portafolio impresionante que incluye desde la moda hasta el teatro y el cine, Pablo Ramírez es ampliamente aclamado por su habilidad para capturar la esencia de cada personaje a través de sus diseños. Su participación en la producción de “Carmen” promete ofrecer una visión emocionante a esta obra atemporal, elevando aún más la experiencia para el público del Teatro Municipal de San Pablo.

Pablo Ramírez trabajando en el back del teatro en San Pablo. (Foto: @ramirezdenegro)
Pablo Ramírez trabajando en el back del teatro en San Pablo. (Foto: @ramirezdenegro)

Pablo Ramírez: biografía de un éxito

Desde sus inicios, Ramírez ha dejado su impronta en la moda, desafiando los paradigmas convencionales con su estilo marcado por una elegancia que evoca la estética del cine de las décadas de 1930, 1940 y 1950, con el color negro como su sello distintivo.

Ramírez ha presentado sus creaciones en las principales pasarelas del mundo, desde Buenos Aires hasta Nueva York, pasando por Estocolmo, Berlín, Madrid y Medellín.

Como vestuarista teatral, una de sus grandes pasiones, en 2017 creó los trajes para la ópera Tosca en el Teatro Solís de Montevideo, Uruguay, y colaboró con renombrados directores como Alfredo Arias en diversas producciones teatrales.

En 2022, fue aclamado por su trabajo en la versión de Bodas de sangre en el Teatro San Martín, con una escenografía a cargo de Guillermo Kuitca.

Pablo Ramírez diseñó el vestuario de "Bodas de Sangre" del Teatro San Martín (Foto: prensa del Teatro)
Pablo Ramírez diseñó el vestuario de «Bodas de Sangre» del Teatro San Martín (Foto: prensa del Teatro)

Pero su impacto no se limita al diseño; ha participado en proyectos multidisciplinarios que fusionan moda, literatura y arte, como la reinterpretación del vestuario de Eva Duarte de Perón para acompañar la presentación del libro “Evita frente al espejo” en 2023.

Además, ha colaborado estrechamente con músicos icónicos, creando vestuarios memorables para artistas como Gustavo Cerati y Fito Páez en conciertos y giras emblemáticas.

El icónico traje de Principito sanmartiniano que Ramírez diseñó para Cerati (Foto: Sony)
El icónico traje de Principito sanmartiniano que Ramírez diseñó para Cerati (Foto: Sony)

Los reconocimientos nacionales e internacionales completan su extenso curriculum: en 2005, la prestigiosa editorial británica Phaidon lo incluyó en su libro “Sample-100 Fashion Designers-010 Curators”, donde seleccionó a los 100 diseñadores más influyentes a nivel mundial.

Roberto Piazza: «Me muevo por la vida como un ser normal, no me la creo»

Fuente: Clarín – Si el propósito de la moda es vestir y ornamentar, Roberto Piazza lo magnifica al conmover y entretener. Basta con asistir al menos a uno de sus despliegues artísticos donde la pasarela típica de un desfile se vuelve un escenario de varieté.

Es que, a la diversidad de géneros, cuerpos y edades, se suma el maestro de ceremonia en el que se transforma Piazza al cantar e interactuar con el público.

Y es justamente en el escenario donde el creador más extravagante del país se diversifica en el fashionista que suele ostentar vestuario gótico, el guapo arrabalero que en cada tango que interpreta honra la memoria de su madre y el guarro que improvisa un stand up para contar momentos bravos y felices de su vida.

Ahí está también el hombre que detrás del glamour de la moda batalló con su historia personal al crear la Fundación contra el Abuso Infantil y la Violencia Familiar y ser el principal impulsor de la denominada “Ley Piazza”.

Tras el reciente viaje a Europa, donde mostró sus diseños y se codeó con personajes de la nobleza, repasa su carrera de más de 48 años y anticipa que en junio hará el nuevo show para dar a conocer la colección de este año.Piazza es sumamente exigente en cada una de sus colecciones. La próxima está programada para junio.Piazza es sumamente exigente en cada una de sus colecciones. La próxima está programada para junio.

-¿Cómo te llevás con el tema de las valijas?

-Detesto las aduanas. Cuando viajo en tren no, porque es más fácil, no hay drama. Pero cuando tengo que tomar un avión, ya me pongo loco, por el exceso de equipaje y porque mis vestidos no son tan sencillos de llevar.

-¿Sos de comprar cosas?

-Soy compulsivo. Para este viaje llevamos una valija cada uno (lo dice por Walter Vázquez, su marido) y creo que volvimos con nueve.

-¿Comprás para vos o para diseñar?

-Para mí, de todo. Cada vez que salgo me compro algo, desde perfumes, hasta bijouterie, zapatos y cintos, lo que vea que no encuentro en Argentina. Encima, en Madrid hay cosas de todo el mundo. Es como el corazón de Europa.

-Más allá de la ropa, ¿cuál es tu magnetismo?

-Lo descubrí cuando empecé a hacer televisión con Carmen Barbieri en Movete. Alfredo Odorisio me había dado un bloque de dos días por semana y a veces llegábamos a 17 puntos de rating. Ahí me di cuenta de que me empezaron a seguir, primero las mujeres, después los hombres heterosexuales y por último, el público gay. Les encantaba porque siempre estaba vestido impecable, como salido de una tintorería, y hablaba con una corrección extrema. Además, soy divertido y creo ser una persona inteligente, culta. Antes de eso, en 1982, ya mostraba alta costura en televisión, algo que no se usaba. Era un pendejo y lo hacía. Empecé a meter mujeres reales, eso fue muy agradecido. Después, comencé a hacer música y teatro, no es algo de ahora. Descubrí que podía hacer algo más allá de un lindo vestido. Lo fui cultivando. Me hizo muy bien subir a un escenario, crecí mucho internamente.

-¿En qué momento te animás a la transición de la pasarela al escenario?

-Un día estaba en el Hotel Panamericano presentando mi revista Imagina. Contraté dos cantantes y me di cuenta de que lo hacía igual a uno de ellos. Ahí empecé a cantar. Fui a un famoso foniatra que me enseñó a colocar la voz y a engolar. Hablé con el que en ese momento era el dueño de Moliere. Tenía ganas de hacer un cabaret o burlesque de tango. No quería que fuera un recital y punto, quería salir vestido como a mí me gusta, muy lujoso, que hubiera mannequins como en un prostíbulo entre Berlín y Buenos Aires. Empecé a buscar la orquesta, los directores musicales, a tomar clases y a ensayar. Estrenamos la obra con un éxito maravilloso, estuvimos once años ahí. Después hice el Tabarís con Gerardo Sofovich, fue maravilloso. También hice otro tipo de obras de teatro, en una contaba mi vida.

-Sí, como un stand up.

-Claro, me paraba con un traje de cristal y la banda era un sexteto. Le contaba a la gente mi vida, antes de escribir el libro (Corte y confesión). A cada cosa le dedicaba una canción. Obviamente el primer tango fue para mi madre y me puse a llorar. Lloraba y cantaba…

-La moda tiene tanta preparación y un desfile dura tan poco que eso debe generar sensación de vacío. ¿Hacer esos shows fue una manera de completarlo?

-La modelo está, máximo, dos minutos en pasarela, cuando estuviste seis meses para hacer un vestido. Después me quedaba solo, necesitaba expresarme artísticamente. En los shows paso de la risa al llanto y me mando algunas guarradas, hago dúos con Walter, mi pareja, aparece una modelo o invito a Patricia Sosa. Cantar, canté con todos, con María Graña, Cacho Castaña y Rubén Juárez. Tuve el honor de hacerlo con casi todos los grosos.

-Hablando de arte, en el Museo del Traje hay donaciones que hiciste de vestidos tuyos en homenaje a Pérez Celis. ¿Te cuesta donar o lo pensás como un legado?

-A veces me da compulsión de regalar cosas. Ya le doné al Museo del Traje, y en plena pandemia un día me sentía tan deprimido que saqué treinta vestidos para la Casa del Teatro. Después de eso me llamaron de Canal 13 e hice un desfile en Corte y Confección. Dio un resultado que no esperaba. Cada vez que me llama una institución lo hago. No me cuesta desprenderme. En este momento tengo 650 vestidos en mi maison de Buenos Aires.Diseños únicos. Sus vestidos demandan meses de elaboración.Diseños únicos. Sus vestidos demandan meses de elaboración.

-Revisitando, ¿cómo se te ocurrió la idea de incluir mujeres diversas a tus desfiles? Sumaste a Ana María Giunta y a Cipe Lincovsky, que era una señora más grande.

-Fue para el desfile llamado Divas. Llamé a todas las grandes figuras. Se trató de mujeres que nadie las relaciona con el fashion. Busqué que fueran fastuosas, llamativas, sofisticadas, extravagantes o intelectuales. Me arriesgué. Muy pocas veces una mujer me dijo que “no”. ¡Tendría que ser heterosexual! Cipe me dijo que sí, fue muy cariñosa. Era un desfile a beneficio. Le hice un vestido de terciopelo marrón chocolate, sin nada de nada. Le encantó, pero cuando estaba por salir me dijo que temblaba de los nervios, porque lo único que tenía para defenderse era su presencia. Le puse un tema de Vangelis o algo así. Fue emocionante verlas, era como ver cinco óperas juntas. Se te ponía la piel de gallina.

-Ahora quizás se habla de diversidad y solo se ve una modelo plus size, como la excepción que confirma la regla. ¿Mirás desfiles o te da igual lo que hagan los demás?

-No, no miro nada. Si me invitan voy, si es un amigo mío de verdad. Cuando era muy chico iba a ver siempre a Gino Bogani. Tenía 22 años, estaba recién llegado a Buenos Aires, no tenía ni smoking ni traje. Lo iba a ver y como empecé a tentarme de copiar, no fui más. Tampoco compré más revistas. Había empezado a hacer terapia y no quería copiar a nadie. Pensé en vomitar mi locura de la manera que más quería. Y aunque no tenía qué comer, compraba lo mejor de lo mejor y hacía creaciones espectaculares, con mucha tela. Así me fui metiendo en cosas ostentosísimas y a veces de niveles arquitectónicos..

-¿Alguna vez pensaste hacer algo minimalista?

-La vez que lo hice fue un horror, una cosa espantosa que quedó colgada en un perchero y lo terminé usando de viso, de enagua, y después lo cubrí con un encaje. Las novias piden algo más minimalista.

-Y qué pasa con el tema del oficio, algo que implica la alta moda, ¿es difícil encontrar personas especializadas?

-Tengo dos suertes. Primero, trabajo con gente joven. La gente grande ya dejó. En una época tenía cuarenta señoras adentro de mi casa cosiendo. La periodista Leda Orellano les puso “las hadas de Roberto Piazza”. Y tengo veinte escuelas, de ahí saqué mujeres y hombres maravillosos que pintan, cosen y bordan. La última colección de mayo pasado la hicieron en su mayoría ex alumnos o docentes de mi escuela que, en promedio, tienen 50 años. No tengo ese problema, sí tengo que lidiar porque exijo mucho. Un vestido de colección lo reboto seis veces, por lo menos.

-¿Hay algo que no hagas o a lo que no accedas?

-En lo posible siempre hago vestidos a mi gusto. A mí me gusta lo monacal, lo gótico, lo dark, pero a las mujeres hoy en día les gusta mostrar. El otro día vino una señora distinguidísima, me pidió que se le viera la piel. Le sacamos el forro del vestido y se fue a la fiesta hecha una diosa. Las de quince son las clientas más maravillosas: quieren vestidos tipo Walt Disney, como si estuvieran en Dubai. Piden corsetería, piedras y diademas.

-¿Qué te dicen en la calle? ¿Tiene que ver con tu profesión o con tu historia personal?

-Me muevo por la vida como un ser normal, ando como Roberto. Voy a hacer gimnasia con jogging y me quedo así. Soy muy sencillo, cero snob. Detesto el esnobismo. Si en Madrid, en una cuadra. me saludaban y me sacan fotos, imagínate en Buenos Aires. No me la creo.

-¿Y los más jóvenes?

-Normalmente sucede que me dicen “gracias Roberto, por vos pude hablar con mi mamá, conté mi vida privada y pude denunciar”. O lloran, eso me mata (emocionado). Me pongo mal, porque me ven como si fuese su salvador y yo no lo hice pensando en eso.

-Decís que sos desbocado, ¿te arrepentís de algo?

-No me arrepiento de nada de lo que hice y dije. Si no lo hubiera dicho o hecho me hubiese quedado con el entripado acá.

-¡Sos tano!

-Sí, lo hago y chau. Si gusta, gusta, y si no, no.

Entre el teatro, Eva Perón y Carmen: el universo privado de Pablo Ramírez

Fuente: Perfil – El rey del blanco y negro se anima a más. Con mucho humor -que esconde por su timidez- habla de su carrera, del impostado mundo de la moda y confiesa sus anécdotas singulares.

Todos saben quién es Pablo Ramírez, el único diseñador argentino que supo construir una iconografía pespunteada con vestidos negros, severos cuellos de institutrices, impolutas camisas blancas y algunas perlas poco modestas que la ladrona Irma Vep no hubiera podido resistir.

También hay otro Ramírez que repasa los bocetos de los 400 trajes para Carmen, la ópera que se representará en el Teatro Municipal de San Pablo. “Es una ciudad inabarcable”, dice, mientras vemos las muestras de tela pegadas junto a sus dibujos, como aquellas muñecas de papel con las que jugábamos de chicos.

Debutará como director de teatro en la próxima obra de María Merlino y al igual que Orson Welles cree que siempre hay que trabajar con amigos. Regala chistes inesperados e historias inconfesables porque en la moda argentina se aburre el que quiere.

Pablo Ramirez

Le pido que elija un libro de su enorme biblioteca, se decide por el catálogo de los vestidos que le regalaron a Evita en España durante su histórica gira. Hay uno por región, cada boceto está cubierto por un papel de seda e incluye la descripción del atuendo. Esos vestidos volvieron a Argentina con Eva, después de su muerte fueron escondidos y salvados. “Hay que abrirlo con  mucho cuidado porque puede romperse”, dice. Y ese catálogo podría ser el propio Ramírez, tímido, espiando y padeciendo el desfile desde el back, hasta que se ríe y ya no es Ramírez sino Pablo.

-La moda argentina no escapa al contexto de crisis. ¿Pensás que desde el estancamiento actual podrían surgir nuevos nombres?
-La verdad es que no lo sé. Siempre cuento que en el 89 cuando se abrió la Carrera de Diseño de Indumentaria dieron una charla en el Nacional Buenos Aires donde hablaron sobre todo lo que podía estudiarse en la FADU, cuando llegaron a Indumentaria dijeron que la consideraban como la carrera de mayor proyección pero no sabían cómo iba a ser la inserción laboral. Eso para mí representó lo que terminó siendo la profesión, nunca sabemos que nos va a deparar el futuro. Yo la comparo con Indiana Jones que pisaba los escalones y se iban derrumbando a su paso. La moda argentina siempre fue así aunque a la vez encontré la forma de adaptarme y de seguir el instinto, hacerle caso a la intuición.

-¿Con el mercado interno congelado hasta donde se puede vivir del turismo?
-Desde diciembre para acá el consumo interno cayó estrepitosamente pero lo compensamos con el turismo, por ahora. A mí lo que me preocupa es la viveza criolla de empezar a subir todo y que lleguemos a ser un mercado inaccesible. Porque en Europa la gente se toma un tren o un avión y en un par de horas va a consumir en otro país, para llegar a acá tenés que volar 14 horas, ¡es un safari! (risas). ¿Y quién haría eso para pagar los mismos precios que en Nueva York o Londres? No tiene sentido. Uno ya ve los menús de parrillas donde un bife cuesta como una joya, me da terror eso. Es un momento muy delicado.

“Me costó muchos años de terapia reconciliarme con el hecho de la exposición, de la entrevista y de la foto, a mí me gusta dibujar, estar detrás, haciendo, produciendo y nada más”.

-En momentos difíciles el cine siempre nos salva. Es sabido que sos muy cinéfilo, ¿pero podemos terminar con el mito de que solo ves películas clásicas?
-¡Podemos! Hace unos días fui a ver Poor Things y me voló la cabeza. A mí me gusta el cine que se transporta, me encantan las superproducciones y esta película lo tiene todo: a Emma Stone, Dirección de Arte, música, color y una fotografía que son impresionantes. Plantea una fantasía fabulosa, no sabés en qué época estás parado. Emma Stone y tiene esa impronta victoriana de la cintura para arriba pero abajo pela una mini, es una cosa medio Nicolas Ghesquière y de repente podría ser también John Galliano. Mientras hablamos me acuerdo también cuando vi El Aviador, son esas cosas que cuando salís decís esto para mí es el cine.

-Vas a dirigir teatro por primera vez, ¿hay algún director que sea tu referente? ¡Hablemos de cine o teatro porque a esos Directores Creativos intercambiables de las grandes marcas ya no los recordamos ni nosotros!
-Una referencia insoslayable es Hitchcock por el modo en el que maneja el misterio. Es el maestro del cine y algo con lo que me veo reflejado es el tema del control. Esa dirección rigurosa y exacta, el saber qué movimiento y qué gesto quiere en cada momento me genera mucha admiración.

Pablo Ramirez
El artista en acción en su atelier de Recoleta.

-Justamente pensaba en la serie sobre la vida de Balenciaga y ese tema del control que era tan suyo. Y tuyo (risas), ¿la viste?
-La ví ¡y me sentí tan identificado! Mis fobias son las suyas, me costó muchos años de terapia reconciliarme con el hecho de la exposición, de la entrevista y de la foto, a mí me gusta dibujar, estar detrás, haciendo, produciendo y nada más. Tuve que reconciliarme también con que mi nombre sea una marca, lo cual no es poco. Es agradable que la gente te reconozca pero tengo que vencer la timidez, en síntesis todas las reflexiones que Balenciaga hace en la serie son cosas que pensé. Por ejemplo eso de cuando no estuviera no quería que siguiera su marca es lo que digo siempre “ El día que me muera no vuelve a haber un Ramírez”… Este buen hombre pensaba lo mismo, al final los dueños terminaron vendiendo la marca y causaron ese desastre oversize que están haciendo. ¡Pobre Cristóbal! (risas).

-A él se lo tenía como un tipo muy solemne y sabemos que no era tan así. Con vos pasa un poco lo mismo, quizás después de esta charla se avivan…
-Mirá, una de las cosas que más disfruté fue cuando aparece Dior y él se burla de “ese feo que está en todos lados”, es genial eso. Y también muestra que Dior fue un genio del marketing, desde el momento uno decidió registrar todo lo que hacía en fotos, en videos, inventó la comunicación de moda, fue un visionario. El contraste entre esas dos maneras, la suya y la de Balenciaga, es bárbara. Cristóbal dice “Dale, encima te creés lindo!” (risas).

Pablo Ramirez

-La pregunta definitiva. ¿Por qué la moda argentina carece de humor?
-La gente se toma demasiado en serio. ¡Y el plomazo que me parece eso! Por ejemplo, no podía creer los discursos en el Martín Fierro de la Moda, por favor les pido (risas). Yo me tomo en serio mi trabajo, me obsesiono porque quede bien el ruedo y la pinza pero después me río del resto. La moda viene teniendo una impostada solemnidad pero hoy además está el tema de lo políticamente correcto, cualquier chiste puede ser malinterpretado, ¡nos tenemos que aguantar hasta los remates! Hasta hace poco nos reíamos más, yo que de niño sufrí mucho bullying aprendí a usar el humor como herramienta, era el primero en reírme de mí para desarmar la burla, hoy eso no es tan gracioso. A mí siempre me encantó Jean Paul Gaultier por su humor y veía este último desfile que hizo Simone Rocha… me pareció un bodrio porque su identidad había desaparecido, lo vació de diversión. Nada más aburridísimo que las pretensiones.

-Terminemos con alguna anécdota para reírnos juntos…
-Hay miles pero vamos con esta, le prestamos un vestido a cierta actriz. No volvió rápido y no paraba de usarlo, lo veíamos todas las semanas en distintas fotos. Finalmente lo devolvió y nos dijo “La verdad este vestido lo usé tanto…¡que si no me lo hubiera puesto tantas veces te juro que me lo compraba !” (risas). Al final nos reímos porque la moda es como la prolongación de la niñez, es un juego, por eso es mejor hacerlo entre amigos, sino se convierte en una cosa espantosa. Igual mucho amor pero nadie quiere mandar nada a la tintorería, imprimimos directamente el remito con las instrucciones para llevar a limpiar las prendas pero parece que casi nadie saber leer. Pagar la tintorería es una causa perdida. 

Helena Dakak, genio y figura en el BAFWeek

Fuente: Clarín – «Día a día no puedo creer nada de lo que me pasa”, cuenta emocionada Helena Dakak (30), entre percheros llenos de sus propias creaciones.

Desde diseñar y confeccionar las primeras prendas de su marca en su departamento de Buenos Aires, hasta realizar dos desfiles en BAFWeek y abrir su propio local sobre Avenida Córdoba, en menos de dos años la vida de la diseñadora salteña cambió por completo.

Cuando le preguntan sobre el origen de su amor por la moda y su decisión de dedicarse al diseño, no puede recordar un momento exacto.

“Siempre me encantó la indumentaria y todo lo que está relacionado con el mundo del arte”, recuerda y destaca la influencia de su madre. “Ella me dejaba armar mis propios looks, mis propias prendas. Siempre acompañándome.”

Con ese apoyo de su familia, cuando terminó el secundario, se mudó a Buenos Aires para estudiar producción de moda en la Universidad de Palermo, aunque su deseo de dedicarse al diseño crecía cada día. Sin embargo, tomar el paso de emprender no fue un proceso simple.

“No me animaba. Tenía miedo. Internamente me decía: ‘¿Qué hago si me dedico a lo que me gusta y no me va bien?’.” A pesar de sus dudas, tomó la decisión de mudarse a Barcelona para hacer un máster en Diseño de Moda en el Istituto Europeo di Design.Otoño-invierno 2024. Diseños de la colección “Dicotomía”, presentada en la última edición de BAFWeek, con la participación de Adidas. Foto: Gentileza Helena Dakak.Otoño-invierno 2024. Diseños de la colección “Dicotomía”, presentada en la última edición de BAFWeek, con la participación de Adidas. Foto: Gentileza Helena Dakak.

Una vez de vuelta en Argentina la idea de crear su propia marca ya se había convertido en una meta a concretar.

“Empecé buscando gente apasionada que se sume al proyecto. Yo siempre digo: ‘Esto funciona en equipo. Nada se logra solo’”, cuenta desde el local que inauguró en noviembre del año pasado dónde, además de la venta al público, también funcionan sus oficinas y su depósito.

“Era una necesidad más allá de tenerlo pensado. La gente me decía ‘necesito ir a ver’. Se referían a las prendas, pero también querían conocer la marca.”

Entre estantes esculpidos en barro cordobés con tonos de rosa que simulan los cerros del norte argentino, alfombras artesanales traídas de Tandil y hasta un mural en el techo de su probador que imita un cielo con nubes en forma de mariposa, el espacio es una pequeña ventana a la estética de su firma.

En sus prendas abunda el color, algunas estampas geométricas y otras con elementos como plantas o sapos, esta última creada en honor al apodo que su abuelo le puso de chica: sapito.

También aparecen el cuero, los tejidos y el patchwork, su técnica favorita. Sin embargo, el común denominador que inspira sus creaciones es su infancia en Salta capital.

“Es algo catártico para mí. Tal vez en unos años ya no lo haga, pero me gusta llevar un poco de donde soy a donde sea que vaya. Desde que terminé el colegio estuve viviendo en lugares diferentes y para mí Salta es volver a casa. Poder llevarla en mi ropa es hacer también que me acompañe”, dice orgullosa de sus raíces y afirma que le gusta que la asocien con ellas. “Me encanta. Es mi historia, es parte de lo que soy, no tengo qué esconder.”Prendas en cuero azul de la colección "Dicotomía". Foto: Gentileza Helena Dakak.Prendas en cuero azul de la colección «Dicotomía». Foto: Gentileza Helena Dakak.

Además de la estética, para Helena la identidad de su marca incluye crear prendas que duren en el tiempo.

“La idea es hacer algo que te acompañe toda la vida. Por eso tampoco queremos bombardear con productos. El concepto no es hacer un sale cada seis meses diciendo ‘listo, esto ya no sirve, usalo el año que viene’”, explica.

Es por este motivo que decide reutilizar algunos elementos de colecciones pasadas. “Hay prendas en las que repito. Por ejemplo, tal vez uso nuevas molderías con estampas anteriores, para decir ‘Esto está bueno. ¿Por qué no lo voy a volver a usar solo porque lo usé la temporada pasada?’. Está buenísimo tener cosas nuevas, pero no ver la ropa como algo desechable”, dice sobre la filosofía de su marca. La misma que la lleva a intentar mantener casi todas sus prendas dentro de una “media estación”.

Helena sostiene que es importante entender la responsabilidad de cuidar la calidad de sus prendas, su servicio y la consistencia en sus comunicaciones a medida que su firma crece.

Es algo que está aprendiendo a manejar desde que comenzó en julio de 2022, pero particularmente durante los últimos seis meses, luego de ganar la novena edición del concurso Autores de Moda BA, en la primavera-verano 2023 de BAFWeek.

“Cuando quedé seleccionada no lo podía creer.” Después de inscribirse para participar de la competencia y pasar una primera ronda de entrevistas, tras una semana sin respuesta asumió que había quedado fuera de la preselección.

“Habían mandado un mail con los tiempos que íbamos a tener que esperar, pero la verdad es que yo no leí la letra chiquita. Pensé ‘listo, pasó. Ya está’”, se ríe. “Cuando vi que llegó otro mail con mi nombre entre los elegidos no lo podía creer. Pero dije ‘bueno, vamos con todo’.”

El desfile se realizó en el Planetario junto a las otras dos marcas participantes, donde tuvo la oportunidad de presentar su colección “Calendario”.

Al finalizar, Helena fue declarada ganadora del concurso yrecibió una beca para cursar un programa de tres semanas en el Istituto Marangoni de Milán, a comenzar en junio de este año. “Participar fue una experiencia única y estoy súper agradecida. La verdad es que me abrió las puertas a un montón de lugares.”

De hecho, tan solo unos meses después, Helena fue invitada a participar de la edición otoño-invierno 2024 de BAFWeek, pero esta vez como marca ya establecida.

“Participar este año, fue una experiencia totalmente distinta. Entre los dos desfiles no pasó ni un año, fueron apenas seis meses de septiembre a marzo”, recuerda agradecida. “Me lo tomo como si hubiese sido el primero.”La diseñadora en su desfile de BAFWeek el pasado 5 de marzo. Foto: Gentileza Helena Dakak.La diseñadora en su desfile de BAFWeek el pasado 5 de marzo. Foto: Gentileza Helena Dakak.

Correr para crear

Cuando tiene que describir los tres meses que tuvo desde que dio el sí hasta la fecha del desfile, todo su relato del proceso es adrenalínico.

“Estábamos yendo y viniendo, corriendo detrás de talleres y fechas de entrega. A veces queríamos algo, se agotó y teníamos que darle una vuelta de rosca. Pasó de todo, hasta me quemaron telas haciendo una estampa”, dice y reconoce que su autoexigencia a veces la perjudica, pero también la impulsa a seguir creciendo.

Para la puesta contactó a una productora que conocía, con una idea ya en la cabeza. “Queríamos hacer algo que muestre más que ropa”, explica.

“Decidimos armar un universo de Helena en un lugar en el que no había absolutamente nada. Monté el desfile en un espacio un poco destruido, despintado, con paredes rotas. Pinté los bancos y el piso de verde, iluminados centralmente, para generar clima y crear la pasarela. Era una invitación a distraerte.Pasarla bien y disfrutar.”

El desfile se realizó el martes 5 de marzo en el Laboratorio de Artes de Buenos Aires, en el que presentó su colección “Dicotomía”.

Se destacaron los diseños con volúmenes en mangas y faldas, los textiles a rayas y la combinación de varios colores en una misma prenda, como rojo, celeste, azul, lila y verde. Además, las superposiciones, el cuero y los tejidos livianos, con transparencias.Tejidos y estampas de la última colección de su firma. Foto: Gentileza Helena Dakak.Tejidos y estampas de la última colección de su firma. Foto: Gentileza Helena Dakak.

Las repercusiones fueron lo que más le impactaron. “Siento que todo es un montón. Cada persona que habla del evento o comparte que vino, significa mucho para mí. Estoy súper agradecida”, expresa emocionada.

“Incluso cuando la gente empezaba a preguntar para ir. Pasar de tener miedo de hacer algo que tenías muchas ganas, pero no te animabas, a que dos años después te pidan por favor un lugar para para ver lo que hacés, es muy fuerte.”

Y para Helena éste es solo el comienzo. A unos meses de viajar a Milán, está enfocada en crecer. “Ahora cada cosa que pasa quiero aprovecharla. Ya tengo mi proyecto, ahora quiero sacarle todo el jugo posible. ¿Voy a estudiar Fashion Business? Perfecto. ¿En qué puedo mejorar? Quiero ir por ese lado”, dice sobre sus planes a futuro.

“Nosotros queremos seguir expandiéndonos. Tener un lugar más grande para poder ser más. Y bueno, también exportar. Ahora sale la nueva colección, pero siempre estamos craneando. Siempre.”

Mujeres que pisan fuerte en redes: cuando hablar de moda es tendencia

Fuente: Clarín – Lucía Levy: «Mi sueño era fundar un medio».

“A mí lo que me interesa es incomodar”, declara Lucía Levy. Es periodista y fundadora de La Curva de La Moda, un medio de comunicación digital dedicado al análisis de moda desde una perspectiva de género.

“No me interesa caer bien, ni siquiera me interesa que se acuerden de mí. Yo quiero que se recuerde el germen de la duda, la semilla de la incomodidad.”

Pasó de compartir reflexiones catárticas en su Instagram personal a crear una comunidad de 112 mil seguidores que comparten sus inquietudes, se informan y participan en sus debates.

“Mi sueño de toda la vida fue fundar un medio de comunicación y dirigirlo. Durante la pandemia me di cuenta de que a la gente efectivamente le interesaba lo que decía. Así que me animé.”

Renunció a su trabajo en relación de dependencia y ahora La Curva -como la llaman sus seguidores- es un trabajo en equipo. “Nuestro objetivo es siempre fomentar el pensamiento crítico con respecto a los sucesos de la moda. Como un articulador social, como parte de la cultura y como actor político también.”Lucía Levy, fundadora de La Curva de la Moda. Foto: Ariel Grinberg.Lucía Levy, fundadora de La Curva de la Moda. Foto: Ariel Grinberg.

Para Lucía, el objetivo de la moda no se limita a la estética. “Yo quisiera que no todo se trate de verte simplemente linda en una alfombra roja o en una asunción presidencial: quiero que con la ropa estés contando algo más”, descarga.

“Creo que algunas personas de alto perfil –no solo celebridades sino también figuras que ocupan cargos políticos reales– entienden que lo que visten comunica valores.”

Cuando le preguntan sobre la inclusión en la industria su respuesta es concisa: “El panorama es desolador. Punto”. Explica que nota una tendencia a volver a las estéticas tradicionales y a los estándares inalcanzables de belleza.

“A la moda le gusta lo inalcanzable, le gusta lo aspiracional y eso siempre va a ser algo que te va a hacer sentir frustrada porque si vos no estás así de insatisfecha, no consumís.”

Con respecto al rol de la mujer como consumidora, su postura es clara. Y cuando la evalúa como creadora, las críticas tampoco son escasas.

“Las diseñadoras de la industria del lujo casi todas son caucásicas de ascendencia europea o norteamericana, de familias acomodadas. Los privilegios también cuentan para las que llegan.

Por eso, le gustaría que La Curva también sea una plataforma para que se conozca el trabajo de las creadoras de moda locales, latinoamericanas. No le faltan proyectos a futuro. “Estoy trabajando con la productora Lucila Lopardo en un podcast que va a salir a fines de marzo. Es una locura, me encanta.”

@lacurvadelamodaAngie Landaburu desde Nueva York @angelitalcAngie Landaburu desde Nueva York @angelitalc

Angie Landaburu: «Me siento bendecida»

“Todos estamos en búsqueda de nuestras pasiones. La moda es eso, libertad de expresión”, cuenta Angie Landaburu desde Nueva York en medio de su octava Semana de la Moda, durante la cual participó del desfile de la firma Custo Barcelona. “Me siento una bendecida de representar a mi país.”

La ganadora por segunda vez al premio a Mejor Influencer en los Martín Fierro de la Moda –su primera estatuilla la consiguió en 2019– tiene más de 2 millones de seguidores en Instagram, donde muestra su pasión por la moda y el diseño.

Es un reconocimiento muy especial y es increíble el apoyo de mis seguidores que se hacen presentes en cada acontecimiento importante.”

Aunque el rol de influencer surgió de modo espontáneo en su camino profesional. “Empezar a hacer contenido para mí fue algo totalmente accidental ya que mi carrera en moda se inició con el modelaje. Nunca me interesó ser una figura pública”, cuenta sobre sus comienzos.

“Disfruto de todo en esta industria, soy consciente de la suerte que tengo de poder trabajar de algo que disfruto cada día. También tengo en claro que me encantaría seguir creciendo y desarrollándome profesionalmente.”Angie Landaburu, de paso en New York Fashion Week.Angie Landaburu, de paso en New York Fashion Week.

A pesar de su gran cantidad de viajes internacionales, su vínculo con el diseño argentino es importante en su carrera y algo que disfruta fomentar a través de su trabajo.

“Cuando empecé a desfilar, Adrián Brown me invitó a abrir su primer desfile”, recuerda agradecida. “Fue algo que me encantó, pero sabía también que tenía que empezar a poner mi propia impronta.”

Además de su trabajo con Brown, Angie cuenta con cápsulas en marcas nacionales como Kosiuko, Esquina y Gianni Di Paolo.

“Me encanta desfilar y hacer campañas, pero sin duda lo que más me gusta es entrar a las cocinas de las marcas y estar en el 360.Desde el diseño y la idea creativa, hasta el equipo de las fotos”, expresa. “Soy obsesiva y amo tanto lo que hago que puedo dedicarle horas sin ver el paso del tiempo.”

Entiende que algunos consideren la moda como una industria frívola, pero ella está en desacuerdo.

“Creo que al darle trabajo a tanta gente es algo muy lejano a lo frívolo. El mundo cambió para mejor, ahora las marcas apuntan al diseño de prendas sin género, indistintas para el hombre o la mujer, y a la inclusión de talles. La moda es la máxima expresión del estilo y uno nunca debería sentirse limitado para vestirse. Pienso que falta mucho camino por recorrer.”

@angelitalcPaula Guardia Bourdin desde su escritorio @revistapola. Foto: Matías Martin Campaya.Paula Guardia Bourdin desde su escritorio @revistapola. Foto: Matías Martin Campaya.

Paula Guardia Bourdin: «Mi gran amor es la palabra»

“Si tuviera que establecer mi Santa Trinidad, te digo la ropa, el cine y la literatura”, dice Paula Guardia Bourdin desde el living de su departamento en Puerto Madero, entre pilas de libros como Vestir la nación. Moda y política en la Argentina poscolonial de Regina Root y las colecciones completas de Yves Saint Laurent y Prada.

El nombre detrás de los videos que sube a TikTok, sus publicaciones de Instagram y los artículos de su newsletter Moda y Champagne es Revista Pola.

Su proyecto digital nació en pandemia tras una ruptura amorosa, pero su pasión por la moda es algo que precede a su presencia online, con la que a sus 25 años acumula más de 170 mil seguidores entre Instagram, X y TikTok.

“A los 17/18 años, llegó a mi vida esta visión de la moda que era todo lo contrario a lo hegemónico, lo tradicional. Filosofías de diseño que ponen por delante la fealdad, la extrañeza, la deconstrucción”, explica sobre la motivación que la llevó analizar la moda desde lo académico.

“La construcción que hago tiene que ver con lo cultural, lo político y lo social. Todos estos aspectos reflejan diferentes formas de estar en el mundo.”Paula es creadora de contenido y docente universitaria. Foto: Matías Martin Campaya.Paula es creadora de contenido y docente universitaria. Foto: Matías Martin Campaya.

Para Paula, una mujer que trabaja en la industria de la moda es una especie de Caballito de Troya. “Parece una industria tan frívola, superficial y arraigada a los roles de género. Pero esa visión, justamente, es la que te permite -desde un lugar aparentemente inocente- traer temas contundentes a la mesa.”

Por ejemplo, la cuestión de los cuerpos. “Hablar del tema implica destapar muchos tipos de violencia”, expresa. Para ella lo importante es analizar la relación entre la prenda y el cuerpo. Y el poder que la ropa ejerce sobre cada persona. El taco alto, ejemplifica, es incómodo pero estiliza, y es su calzado predilecto.

Sin embargo, en sus redes, lo teórico y el humor se mezclan. Trata la actualidad con ironía y confiesa que le resulta extremadamente aburrido el uso del lenguaje de las personas que comunican moda online.

Paula considera que la gente ya no quiere ver vidas desconectadas de la realidad, que busca análisis de tendencias, información, reflexión, como en las clases que brinda en la UP y la UADE.

Al principio, el éxito alcanzado le parecía irreal. “No represento el estereotipo de una influencer. Pero cuando empecé a tener un lugar, me dejé llevar”, explica.

En un momento dije ‘basta, hay que ponerse serios, ¿qué está pasando realmente en el mundo que me rodea?’” Y su forma de expresarse fue clara: “Mi gran amor es la palabra”.

@revistapolaLa influencer Rocío Vázquez @sereinne_ Foto: Ariel Grinberg.La influencer Rocío Vázquez @sereinne_ Foto: Ariel Grinberg.

Rocío Vázquez: «La moda se resignfica»

“Para mí el rosa, es decir ‘soy esto y bancátela porque no me voy a ningún lado’.” Rocío Vázquez es diseñadora de indumentaria recibida en la UBA, aunque en redes sociales los 460 mil seguidores que combina entre sus cuentas de Instagram y TikTok la conocen como Sereinne, “la de rosa que habla de moda”.

Tras ganar el premio a la Mejor Influencer en el reality de Telefé Desafío Superlike en 2021, Rocío decidió orientar su contenido hacia aquello que la apasionaba: la moda.

“Quería hacer algo que aportara valor a la comunidad”, explica desde su habitación íntegramente decorada en tonos de fucsia y rosa chicle, su espacio de construcción creativa.

Su nueva presencia online tenía dos objetivos. Por un lado, dar a conocer el aspecto social y académico de la moda. Por el otro, desafiar el estereotipo que existe con respecto a las figuras de autoridad que comunican historia. “¿Por qué si sos una mujer y te gustan el rosa y las boludeces no podés hablar de cosas serias?”

Las tendencias son tema recurrente en sus videos y Rocío busca analizarlas desde el estudio de la historia.Rocío Vázquez se dedica a analizar la moda desde una perspectiva histórica. Foto: Ariel Grinberg.Rocío Vázquez se dedica a analizar la moda desde una perspectiva histórica. Foto: Ariel Grinberg.

“No creo que las cosas vuelvan, creo que se resignifican. Las prendas y estilos no están siendo usados en el mismo contexto, por las mismas cabezas, las mismas ideologías, los mismos cuerpos o incluso los mismos géneros. Me parece que eso afecta al significado y todos nos vestimos para decir algo.

Parte de su análisis también contempla ciertos conflictos recurrentes en la industria. “La corporalidad es el tema tabú de la moda, porque todos se hacen levemente los tontos todo el tiempo”, critica.

“Cada Semana de la Moda seguimos diciendo que los cuerpos reales de a poco ya van apareciendo. No, de a poco nada. Que aparezcan. ¿Cuándo vamos a ver algo genuino?”

Para Rocío, la moda es un marcador espacio-temporal, una manera de definir la época que estamos viviendo. La compara con la visita a un museo.

“Vos vas a una exposición textil o de indumentaria y podés ver el paso del tiempo. Podés entender un montón de cosas sobre la sociedad. Por eso la representación es fundamental.”

Sin embargo, el rol que fomenta a través de la pantalla es observador, pero también activo. “Me interesa generar debates, que la gente piense por sí misma. No bajar línea”, expresa.

“Yo veo que la gente busca soluciones, hay muchos que se esmeran para no pensar. Yo quiero lo opuesto, lo que quiero es plantear preguntas.”

@sereinne_

La modista mendocina Dalila Tehan está detrás de los icónicos vestidos para la Vendimia

Fuente: Diario San Rafael – Dalila Tahan, diseñadora mendocina con una trayectoria de más de dos décadas en la confección de vestidos para reinas, compartió sus reflexiones sobre el arduo proceso de selección y creación de los icónicos atuendos para la Fiesta de la Vendimia. “Ya estoy por cumplir los sesenta este año y no he hecho más que dedicarme a coser, no sé si a la moda, pero sí a coser, a coser a medida, a compartir momentos muy lindos porque la verdad que nos toca un oficio que genera mucho amor, mucha emoción linda”, comentó Tahan a Diario San Rafael y FM Vos 94.5, destacando la importancia de coser a medida en la alta costura.

“Cada persona es particular, es la alta costura”, enfatizó Dalila Tahan, al abordar su enfoque en la confección de vestidos. “No es coser prolijo y bonito. Coser a medida es alta costura”, agregó, destacando la importancia de adaptar cada prenda a las características únicas de quien la llevará.

Con estas palabras, Tahan resaltó el valor intrínseco de la costura a medida en la industria de la moda, donde la atención al detalle y la personalización son fundamentales para crear piezas únicas y exclusivas. Tehan reveló los desafíos de competir por contratos gubernamentales en el diseño de vestidos para eventos oficiales.

“El gobierno pide un montón de requerimientos, muchísimos”, señaló, describiendo un proceso exigente que abarca desde aspectos fiscales hasta la calidad y el precio de los materiales. A pesar de las dificultades, destacó el valor de la continuidad en su equipo de trabajo, compartiendo su gratitud hacia sus compañeras de equipo.

“Somos un equipo de trabajo que ya tenemos una manera y un engranaje en el que nos entendemos muy bien”, afirmó, resaltando la importancia del trabajo en equipo en su labor creativa. La elección de la tela para los vestidos es crucial, y reveló su proceso de selección para el tema de este año: “Coronados de gloria y futuro”.

“Cuando vi la tela en Brasil dije, esta tela es para Vendimia”, compartió, destacando su entusiasmo por el diseño y la calidad del material elegido. Con el pliego completo ganado, Tahan celebró la oportunidad de vestir a las reinas de Vendimia con elegancia y brillo dorado. “Espero que la luz de la noche, la iluminación haga factible que puedan lucirse”, comentó, expresando su emoción por el espectáculo visual que espera crear en el anfiteatro. Más allá de su labor como diseñadora, compartió su profundo amor por Mendoza y su pasión por la Vendimia.

“La verdad que lo disfrutamos a tope”, afirmó, reflejando el orgullo y la emoción que siente por su provincia y por el evento que celebra sus tradiciones y su cultura vitivinícola.