Fuente: Página12 – Camilo Alan, comerciante y productor de indumentaria, desmintió los dichos del titular de Economía, quien aseguró que el sector de la vestimenta en Argentina está más cara porque estuvo durante mucho tiempo protegida.
“La ropa sí está mucho más cara, pero porque ha sido una industria tremendamente protegida”, lanzó esta semana el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, en un intento de explicar por qué está mal decir que “el dólar está atrasado” porque lo que pasa es que, irónicamente, “los precios están adelantados”.
Caputo, durante la explicación, puso a la industria indumentaria como ejemplo, y aseguró que en Chile los productores argentinos se venden a la mitad del precio que lo que se venden aquí mismo porque, según él, “hay competencia”.
Consultado por estos dichos, el empresario y comerciante de indumentaria Camilo Alan explicó que lo que dice Caputo es lisa y llanamente una mentira, ya que si los precios están más altos que en el resto del país se debe a los impuestos y no a la competencia.
“Si yo importo de China, esa marca que trae a Argentina, paga 160 por ciento. Lo mismo en Chile paga 20 por ciento de impuestos. Este es el problema que hay”, explicó.
Y añadió un dato no menor que Caputo deja de lado en su análisis: la recesión. “El apagón del consumo es otra cosa. El dólar está bajo. No vienen turistas a Buenos Aires a comprarnos”.
Pero, sostuvo, nada tiene que ver con la supuesta falta de competencia: “Yo vendo 2 short de baño a 20 mil pesos. No es caso. 2 remeras por 25 mil pesos. Si quieren ir a comprar marca, lo van a pagar más caro. La gente que va a comprar a Chile, ¿va en metrobus? Entonces ese gasto no sirve”.
Luego, aseguró: “¿Cómo que no hay competencia acá? Por favor. Somos los mejores productores del mundo. Lo que pasa es que no tenemos competencia como en China, que las fábricas están subsidiadas”.
“Acá dice que estamos protegidos porque habíamos puesto un valor criterio. Porque la gente quería importar y traían 100 y pagaban impuestos sobre 20”, finalizó el empresario.
Fuente: La Capital – Se trata de Tribu, un proyecto que crea prendas sin género. La historia de dos emprendedoras que buscan cambiar el rumbo de la moda infantil.
“La gente cree que somos una marca de Buenos Aires”, dice riendo Melisa Benevides, creadora junto a Lia Vites del proyecto de moda infantil sin género, Tribu. Desde el 2018 la diseñadora gráfica y la diseñadora de indumentaria, respectivamente, crean y producen sus prendas para comercializar a través de su página web. El 70% de sus clientes está entre provincia y ciudad de Buenos Aires.
“Cuando empezamos este proyecto, hicimos una investigación y vimos que no había marcas para infancias que fuesen unisex. En ese momento entrabas a un negocio y lo primero que te preguntaban era si buscabas ropa para un nene o una nena”, rememora Lia. Era momento de actuar: “La iniciativa del diseñador siempre es crear cosas nuevas o responder a una necesidad que no está cubierta”, agrega Melisa.
El dúo ya tenía amplia experiencia en la industria de la moda. Por casi una década, ambas habían trabajado en una reconocida empresa textil. Allí habían logrado un aprendizaje muy grande en la industria, su comunicación y ventas. Cuando sintieron que ya no tenían más nada para dar allí, se unieron para continuar juntas en algo propio: “Quisimos ir por lo infantil porque podés innovar y jugar más. Es un mundo más creativo y desafiante. La ropa de adulto, en cambio, sigue una tendencia o una moda, donde se prioriza una línea planteada”, explica Lia.
En Tribu las emprendedoras pudieron volcar no solo su visión sobre la crianza respetuosa, sino principios de igualdad. “No es solo un speech de marca, es una verdadera creencia. Personalmente también lo veo como una forma de militar el feminismo desde nuestro trabajo, incitar a la idea de la igualdad desde pequeños”, opina Lia y Melisa agrega: “Vestimos a los pequeños que van a cambiar el mundo porque creemos que cuando sean adultos, será distinto y más igualitario. Si bien ahora no tenemos hijos, sí estamos conectadas con ese universo por sobrinos y son valores que les queremos transmitir”.
Ropa infantil para padres millennials
La ropa la utilizan tanto niños como niñas porque así está pensada desde su origen.
Foto: gentileza Tribu
La marca, que por ahora solo funciona en formato e-commerce, propone productos atemporales, sin seguir la lógica de la campaña por épocas, como se estila en el rubro: “No trabajamos con estructura de colección, sino que vamos sacando mini cápsulas todo el tiempo”, comentan. Los valores de los productos comienzan en $22.000 una remera y llegan hasta $60.000 los sets de remera y malla para pileta o playa.
Su mayor público se encuentra en Buenos Aires con un 70% de las ventas mensuales, seguido por Santa Fe con un 20% y el resto de las ventas se distribuyen entre Córdoba y otros puntos del país: “Vendemos un promedio de 150 productos al mes con un ticket promedio de entre 2 y 6 productos”, explica Melisa.
Estrategia de marketing a medida
Una de las características que se resalta en las redes sociales de Tribu es su inagotable fuente fotográfica, con infancias modelando las prendas que parecen estar en distintos lugares del mundo. Podría creerse que las creadoras de la marca invierten en costosas producciones fotográficas, pero no: “Tenemos una estrategia de influencer marketing en la que nos contactamos con mamás que sean medianamente conocidas en redes y que estén alineadas a nosotras conceptualmente, idealmente y con su estilo de vida”, explica Melisa.
A ellas les proponen intercambiar producto por sesiones de contenido reales, hechas a partir de fotos y videos que los mismos padres le toman a sus hijos en situaciones casuales: “Queremos capturar lo genuino del uso de las prendas en el día a día. Niños y niñas activos, jugando y disfrutando las prendas. El material lo usan ellas en sus redes, pero también nos lo dan a nosotras para usar en las nuestras”, agrega Melisa quien es la principal encargada de este segmento del negocio.
Desde su e-commerce llegan a todo el país y a nivel local son muy fuertes las ferias que hacen cuando terminan las temporadas.
Feria virtual para que nadie se quede sin Tribu
Desde el comienzo del proyecto, las emprendedoras buscaron ofrecer un producto de alta calidad, por lo que el control es minucioso: “Sabemos que tenemos prendas de costo mediano, alto, así que siempre que un artículo tiene una mínima falla, aunque no se note y la veamos solo nosotras, lo apartamos pero lo sumamos a la feria virtual”, explica Lia. La feria es de lo más esperado en cada temporada por el público, comenta Melisa que “los chicos destruyen la ropa jugando, entonces las madres a veces no quieren gastar tanto en una prenda que va a quedar arruinada. Nos dicen ‘no me da para comprar el buzo de la temporada, pero lo compro en la feria porque es prácticamente de primera’”.
La feria es para verdaderos fanáticos de la marca y es todo un evento. En cada ocasión, usualmente al final de cada temporada invernal o estival, las diseñadoras cierran la tienda por unos días y solo se puede ingresar a través de un código que se solicita en sus redes sociales o Whatsapp. Una vez dentro de la web, pueden ver productos remanentes de otras temporadas o los que tiene fallas, a los cuales les incluyen fotografías que las muestran puntualmente. Luego, avanzan con su proceso de compra tradicional.
Frente a la consulta de si no les pesa resignar ventas de primera línea durante ese periodo, dicen que es un sacrificio para que sus seguidores puedan acceder a esa feria. Ese trabajo les lleva muchísimo tiempo: “Tenemos que relevar todos los productos, hacerles sesión de fotos, cargarlos en la web, poner las descripciones, pero vale la pena porque la gente accede a cosas que en otros momentos, con muchos gastos, no priorizaría comprar”, concluye sonriente Lia.
Fuente: La Nación – Es abogada, con maestrías en Europa y posgrados; como diseñadora de indumentaria reedita y transforma sacos, pantalones y camisas en ropa que cuenta historias.
Un traje, una persona. Este es el manifiesto de Luján Haeder, la diseñadora que pone en valor la sastrería personalizada, con impronta social y ambiental. La recirculación de trajes y remanentes textiles es la base de la flamante firma que está dando que hablar entre los referentes del diseño de indumentaria con propósito. Desde que se presentó en el Bafweek, Luján, “Lulú” , 36 años, nacida y criada en Caleta Olivia ya no esconde más su origen humilde ni sus ganas de cambiar el mundo. Por lo menos, el universo injusto, despiadado y depredador de la moda.
Trepadoras se llamó la colección que causó impacto en las pasarelas, donde las modelos –mujeres involucradas con el cambio—se calzaron las piezas únicas que Haeder cose a mano, puntada a puntada, para reeditarlas y transformarlas en ropa que cuenta historias. Trepar y escalar fueron los puntos de partida que visibilizan el prejuicio sobre las mujeres exitosas que quieren llegar al mismo lugar que generalmente llega un hombre.
“A la cima no se llega sola”, remata la diseñadora que se emociona hasta las lágrimas al repasar su propia trama, la historia de una nena que ganaba concursos de carnaval y belleza gracias a la destreza de su mamá que cosía “unos trajes increíbles reciclando lo que teníamos a mano. Vivíamos para ganar esos concursos, que nos permitieron viajar por el país y subsistir”, subraya y toma de su biblioteca una estrella navideña, realizada con los tubitos del papel higiénico. Una de las prendas que cobró una nueva impronta luego de pasar por las manos de la diseñadoraDIEGO SPIVACOW / AFV
“Mi mamá hace magia con nada. Éramos seis hermanos, nos crió sola y fue la única fuente de ingresos familiar. A nosotros nos tirás en el medio de una isla y te armamos una empresa”, dice sobre el saber hacer con las manos que heredó de su madre, de quien también toma su apellido danés cuyo significado es “honor”. Al punto de costura, entonces, lo lleva en el adn aunque cuente con títulos de abogada, maestrías en Europa y posgrados, con un CV atiborrado de trabajos en estudios importantes, corporaciones y empresas.
La otra parte, la del reverso de la tela, habla de empleos temporarios en comercios, lavaderos de autos y changas de todo tipo para pagar el alquiler de un departamento ocupado en San Nicolás. “Si, fui okupa y nunca lo pude contar, como a buena parte de mi recorrido”, confiesa Haeder hoy, desde su departamento de casada frente al Botánico. En este refugio amplio y luminoso que comparte con su marido y su perrito Octavio, armó su estudio, un búnker textil donde Haeder transforma los sacos y pantalones, las camisas y las telas adquiridas en remates a partir de ciertas premisas. “Combino la inteligencia emocional y la sostenibilidad para reducir la huella de carbono en cada proceso. Trabajo con la red de descartes y remanentes Segundas Oportunidades, la más importante del país”, dice.
«Coser es sanador, me calma, se apaga el ruido»
En el perchero se suceden las prendas únicas que le acercan sus clientes para resignificarlas. “Funciona como una sesión de terapia o de autoconocimiento”, comenta Lulú sobre los intercambios, las charlas y la puesta en común con sus clientes. “Llegan mujeres empresarias con cargos altos que quieren sentirse seguras en mesas de decisiones donde generalmente hay más hombres. Se van contentas, empoderadas. Es que mi diseño apunta a cubrir otras necesidades de las que propone la moda de tendencias, que no contempla las transiciones del cuerpo ni las acompaña. Y eso es injusto, porque el concepto apunta al punto de dolor femenino: para pertenecer hay que adelgazar. ¿Quién no se compra una prenda una talla menos con la ilusión de poder usarla? ¿Quién no guarda por las dudas un pantalón que ya no le cierra?”, se pregunta Haeder con enojo.
Hace más de un año que trabaja en la confección de una camisa de un naranja intenso que lleva dos metros de tela. La bautizó 8, por el símbolo del infinito, y admite distintos usos, es reversible, sus terminaciones cuentan con costura francesa y los ojales no están cosidos, sino ocultos, para reducir el consumo energético. Con cuello y hombros desmontables y giratorios, la prenda asume un rol lúdico y atemporal, y desconoce mandatos del fast fashion.
“Me inspiro en el concepto del arquitecto finlandés Eero Saarinen que decía que cada objeto debe diseñarse en su contexto próximo más amplio”, añade la diseñadora que personaliza las prendas con distintos materiales reciclados. Desde manteles e individuales antiguos hasta remanentes de marcas deportivas y descartes. “Las firmas de indumentaria compran tela sin mesura para stockearse. Y después queda arrumbada en los depósitos por años y años”.
Buena parte de esos géneros archivados llega al estudio para revertir su destino. O torcerlo al menos, tras la intervención minuciosa de Haeder que destaca en cada terminación una manera de concebir la ropa que llevamos puesta. Con honestidad y trazabilidad cada prenda atesora hilos recuperados al servicio de bordados artesanales que llevan días y semanas de trabajo. Entre las últimas entrevistas hubo una que la marcó en especial: “Una mujer trajo sacos de su marido que murió este año, por un cáncer. Y los reformulé para que cada vez que los use sintiera su abrazo”, señala.
En el reverso del éxito que en menos de un año la llevó a la vidriera más importante del sector y a dar una charla en el formato TEDxRíodelaPlata Sofá Sessions está su salud mental. “Bipolaridad y trastorno de la ansiedad que me llevan a pensamientos intrusivos y diálogos negativos. Ahí es cuando la transformación de una prenda funciona como acción terapéutica. Coser es sanador, me calma, se apaga el ruido”, revela.
La ex reina provincial coronada por Roberto Giordano en su Caleta Olivia natal no se animaba a contar detalles del pasado ajustado y con limitaciones que compartió con sus hermanos. “Esconder quién era me costó salud mental, siempre traté de ser lo que otros querían que fuera. Era la más rara, la que cuestionaba, la rebelde y combativa. Recién ahora puedo reconciliarme con mi historia”, admite Haeder que durante la pandemia conoció al amor de su vida. “Me iba a ir a de viaje justo cuando declararon el aislamiento. Se canceló el pasaje. Combiné un encuentro por una app de citas y lo conocí. Me atajó en el peor momento de mi vida, me apoyó”, dice con felicidad Lulú, que bordó su propio traje de casamiento.
En su caja de resonancia se amplifican gestos y actitudes que la ayudan a transformar ese pasado con dificultades en un presente de crecimiento sostenido. Cada collar con fideos pintados cobra otra dimensión en la memoria de Haeder, que hoy diseña su propia vida con un mantra: “Solo necesitaba recuperar mi esencia”, dice y traza una costura paralela con el emprendimiento donde trama futuro en cada puntada.
Fuente: Perfil – Exmodelo, panelista y empresaria, trabaja por la inclusión de talles desde su marca de ropa. Volver a la TV y pedido al Gobierno.
En la espléndida casona de Belgrano R donde funciona la casa matriz de su marca homónima, Adriana Costantini recibe a pura sonrisa. Con un blazer negro, top blanco y pantalones de vestir, ostenta el mismo porte que en sus épocas de modelo, allá por 1973, cuando fue descubierta por la revista Siete Días en una playa de Mar del Plata. Pero la historia no siempre fue fácil.
Cuando la crisis del 2001 llevó a su empresa a la quiebra y a perder su anterior local insignia a pocas cuadras del actual, vio el cartel de “alquiler” sobre esta casa francesa de Echeverría y Conesa y no dudó en ir a tocar a la puerta. “Le dije a la mujer que me atendió que no tenía nada para darle, pero que quería alquilarlo. Y acá estoy”, relata. Lo que vivió a partir de entonces fue una reinvención, tanto de sí misma como de la marca. Porque no solamente debió aprender a crecer a otro ritmo, sino que en el medio también quedó viuda del padre de sus hijos, Néstor Ferrari. No fueron años sencillos, y por eso valora incluso más esa alegría con la que hoy se planta.
Noticias: ¿En qué etapa la encuentro?
Adriana Costantini: En una etapa de mujer madura. Tratando de tomar la decisión de si seguir trabajando tanto o menos, nunca de no seguir… Tengo 73 años y en 2025 se van a cumplir 40 desde que tengo mi marca. Y estoy en una etapa de mucha tranquilidad, porque esto funciona. Al mismo tiempo, mis dos hijos, Guido y Bruno, son grandes y no soy más responsable de ellos, solo los disfruto, así como a mis cinco nietos. Ahora, por ejemplo, me voy todo el verano a Bariloche, donde viven. Al mismo tiempo, estoy tratando de confiar en el país y rogando que se acuerden de las PyMEs. Esta es una PyME mediana, acá todos hacemos casi de todo.
Noticias: ¿Cuál es exactamente su rol?
Costantini: Tengo un socio, Elio De Angeli, que es el director creativo de la marca y diseñador. Pero el diseño es lo que más me gusta, así que no me desligo por completo. Yo charlo las colecciones. Un poco la parte filosófica, un poco pienso qué quieren las mujeres en su guardarropas, qué siento con las tendencias. Y después sobrevuelo todo.
Noticias: ¿Y cómo es la mujer Adriana Costantini?
Costantini: Activa, moderna, actualizada. La siento sin edad, siento que a la que le gusta mi estilo lo puede consumir. De hecho, hay mujeres de mi edad que vienen con sus hijas y nietas. Nuestra marca es bastante abarcativa, sobre todo en moldería y talles. Somos los reyes de la ley de talles desde antes de que existiera.
Noticias: ¿Esa fue una lucha que le importó siempre?
Costantini: Desde el inicio. A los 35 años, pensaba que quería vender a todas las mujeres de mi país, de norte a sur y de este a oeste. Porque empecé como mayorista y comencé por el interior. Ahí me encontraba con todos los cuerpos, las alturas, los volúmenes y los colores. Así que la marca nació con la diversidad. Hacemos colecciones bien amplias, pensando en todas las mujeres, pero además tenemos muchísimos talles. El prêt-à-porter va del 0 al 5, los jeans van del 4 al 18. Nuestra fortaleza es la variedad de talles y de calces.
Noticias: Cuando abre su ropero, ¿con qué siente que está hecha?
Costantini: Como estoy hoy: un blazer, un top blanco, estas telas que no se arrugan. Que si más tarde tengo un cocktail, estoy bien. Antes venía siempre así a trabajar, ahora vengo más descontracturada, más comfy. Equipos de modal con seda, zapatillas. Me liberé mucho de la presión de la imagen, y así siento que igual estoy bien, presentable.
Noticias: ¿Se siente emprendedora o empresaria?
Costantini: Me siento una emprendedora empresaria. Mi gen es emprendedor y lo sigo sintiendo. En empresaria me tuve que convertir, y no me queda tan cómodo. Por eso tengo un gerente comercial, una contadora, un gran equipo de trabajo. Porque no se puede trabajar solo, nosotros somos 50. Estamos en tres shoppings y para este momento es grande la estructura, pero resistiremos.
Noticias: ¿Qué le pediría al gobierno?
Costantini: Que nos baje la carga impositiva. De cada prenda, el 45% son impuestos. Somos absolutamente improductivos, porque somos carísimos. Y nosotros somos industria nacional pura. Pasé los 90 sin importar y tengo la intención de que me pase lo mismo ahora, hasta que no tenga a la vez la posibilidad de exportar. Porque si no, no vale…
Noticias: ¿Le da miedo la apertura de importaciones que está comenzando?
Costantini: No por el momento. Yo sé cómo fluir y cómo pasar este momento, pero quiero mi ropa a buen precio. Quiero hacer las cosas bien, con la tela que quiero, y quiero seguir dándole trabajo a la gente de acá. La industria de la moda da mucho empleo. Si bien no tengo taller propio en este momento, trabajo con algunos que se han formado con la marca. Quiero a la industria nacional y le pido al gobierno que nos mire un poco, que se ocupe, porque nos toca. Trabajamos con poco consumo, muy ajustados y con producciones acotadas, porque para qué vas a hacer más, si no lo vendés.
Noticias: ¿Fue difícil la temporada otoño-invierno?
Costantini: Sí, pero terminó mejor de lo que esperaba. Y el verano está siendo mejor también. Ya hice además preventa mayorista de invierno para multimarcas y franquicias y sentí que, al menos, había más entusiasmo. Ahora falta que el gobierno nos mire. Esperemos que nos toque y poder ser competitivos, poder tener la linda ropa que hacemos a mejores precios, más accesibles.
Noticias: ¿Le costó ponerle su nombre a la marca o fue una decisión natural?
Costantini: Yo fui modelo, y cuando vi que los chicos estaban en primaria y ya estaba cansada, sentí que la ropa me llamaba. Así que el nombre me volvió a hacer. Tuvo su peso, y la gente me apoyó.
Noticias: ¿Cómo vivió la experiencia de 2001?
Costantini: Quebré. Y cambió mucho desde entonces, fue como una segunda vida. Estábamos muy grandes, con muchísima cantidad de ropa, de producción, un edificio de tres pisos con 450 m2, camionetas ploteadas, presentes en todos los shoppings… Y cambió, porque se achicó. Se hizo real, nos quedamos sin plata, licenciamos, buscamos aliados y después empezamos a crecer, pero en otra base, no sobre arena movediza. Ese crecimiento fue un disfrute bárbaro. Por supuesto, sufrí. Este local no es mío, es alquilado, jamás pude volver a tener las propiedades. Pero nunca pensé en dejar. La otra Adriana, la de la TV, siempre está en mí, pero esta es la que me da la libertad. Soy viuda de un hombre con tres hijos previos, y siempre supe que tenía que tener lo mío. Esto es parte de eso, ¡es como mi hija mujer!
Noticias: ¿Qué aprendió de sí misma en este proceso?
Costantini: Que no tenía que confiar tanto, que tenía que estar más en todo y no jugar a la diseñadora y a la modelo. Pero no quiere decir ser desconfiada, porque también aprendí a delegar, sabiendo bien en quiénes. Aprendí a armar equipos.
Noticias: ¿Tiene ganas de volver a la TV después de la experiencia de “Las rubias”?
Costantini: Fue una experiencia fabulosa. Aprendí un montón, recordé otro tanto, porque trabajé en “Café con Canela”, donde le hacía la asesoría de vestuario a Canela y hablaba de moda, algo parecido a lo que hice después en “Las rubias”. Así que recordé y volví a aprender. Marcela Tinayre sabe hacer TV, sabe mucho. Es muy exigente también, pero me encantó hacerlo. Me producía la parte de moda, contaba sobre los desfiles de afuera, me mantuvo la cabeza muy despierta. Me preguntan si volvería, y digo que sí, corriendo.
Noticias: ¿Y le gustaría volver a hacer TV?
Costantini: Sí, pero no haría un programa sola. Tanta responsabilidad, no. La cuota la tengo colmada. Pero sí podría ser panelista, lo mío es hacer equipo. Trabajé muchos años en soledad y hacía todo sola, pero ahora me gusta más compartir.
Noticias: ¿Qué hábitos de cuidado le quedaron de su época de modelo?
Costantini: Hago poco, pero soy prolija. Me importa mucho el pelo y cuido que no esté pajizo ni se me vea la raíz, me cuido la piel, aunque no me gustan los pinchazos ni los cortes. Me hago tratamientos como mesolifting, radiofrecuencia, suaves. Y este año empecé a entrenar, porque sentía que me faltaba un poco de fuerza.
Noticias: Y cuando no está trabajando, ¿cuáles son sus grandes placeres?
Costantini: Estar con mi familia, por eso me voy mucho a Bariloche. Y allá me gustan mucho las plantas, acá no me ocupo porque vivo en un departamento y mi balcón es chiquito. No tengo hobbies, y es algo que me planteé este año. Siempre trabajé tanto… Pero tengo muchas ganas de pintar, y quiero empezar por cerámica.
Noticias: ¿Qué le pide al 2025?
Costantini: Que en lo laboral tengamos apoyo, la moda en general lo necesita. Necesitamos que nos pongan en valor, se están perdiendo los oficios, las bordadoras, las terminaciones de mano. También veo que, como no se vende, se empezó a bajar la calidad, y no quisiera que eso pase. En lo personal, tengo muy buena salud, mi familia está bárbara, mis hijos son emprendedores, como yo, y desde 2004 trabajan con su marca de cerveza, Berlina. Todos están bien y además hace ocho años que nuevamente tengo pareja, Rómulo. La verdad es que más que pedir, solo tengo que agradecer.
Fuente: iProfesional – El modelo «antifrágil» de TN Platex dio vida a Dfac, una marca de básicos accesibles y sostenibles, sin intermediarios ni sobrecostos. Los precios
La ropa en Argentina es, en promedio, un 35% más cara al dólar oficial que en otros seis países de la región, pero no hace falta comparar precios internacionales para corroborarlo. Dentro de los límites del país, mientras que en un shopping una remera básica de algodón peinado cuesta unos $50.000, otra marca como Dfac, la línea de indumentaria de TN Platex, ofrece dos, con calidad similar o superior, por casi la mitad. ¿Cuál es su secreto? Un modelo integrado de producción, una propuesta austera, pero eficiente, comercialización sin intermediarios y un compromiso con la transparencia que expone, peso a peso, cómo está compuesto el costo de cada prenda.
TN Platex nació en 1979, cuando el inmigrante armenio Agop Karagozian abrió una pequeña hilandería en Monte Caseros, Corrientes. Hoy, esaempresa familiarcuenta con 14 fábricas en seis complejos industriales distribuidos entre Catamarca, Chaco, Corrientes, La Rioja y Tucumán. Además, tiene un centro de distribución y oficinas en Buenos Aires, empleando en total a unas 1.700 personas.
El crecimiento de la empresa fue liderado por la segunda generación, compuesta por Teddy, Aldo y Dino Karagozian. «Gracias a un plan de reinversiones, innovación constante, el uso de datos y la incorporación de tecnología, pasamos de ser una pequeña hilandería para convertirnos en líderes del mercado», afirmaLucas Karagozian, hijo de Teddy y representante de la tercera generación junto a su hermano Tomás.
Desde 2015, la empresa inició un proceso de diversificación que denominaron «antifrágil«. Es decir, diseñar una empresa capaz de adaptarse y crecer ante los diferentes escenarios económicos y sociales del país. Desde entonces, además de producir hilos y telas, TN Platex comenzó a fabricar prendas para terceros y lanzó sus propias marcas. Entre ellas, Ciudadela, adquirida en 2015 y revitalizada; XPirit, enfocada en ropa deportiva con tecnología de Nanotek; y, desde 2023, Dfac, una marca cuyo nombre resume su esencia: «De la fábrica al consumidor».
El modelo de Dfac: básicos, accesibles y sostenibles
La clave de esta marca radica en varios factores. En primer lugar, su apuesta por prendas atemporales y funcionales. La marca no sigue tendencias ni lanza colecciones estacionales: sus diseños son básicos que nunca pasan de moda y están disponibles en una paleta de colores limitada a blanco, negro y gris.
«Nosotros somos industriales: nos gusta ser eficientes, la trazabilidad y la transparencia. Decidimos hacer solo los productos más vendidos, usando los colores principales, para alcanzar el mejor costo posible y ofrecer el mejor producto al menor precio posible», explica Karagozian.
Cada prenda de la marca está pensada para ser versátil y funcional
Su catálogo es deliberadamente limitado: buzos unisex (con y sin capucha), remeras lisas para hombre y mujer, musculosas femeninas, bóxers y medias. Cada prenda está pensada para ser versátil y funcional. Esta estrategia también se alinea con un compromiso ambiental, en contraposición a la lógica del fast fashion, que impulsa un consumo desmedido y deja montañas de ropa sin vender contaminando lugares como el desierto de Atacama en Chile.
La industria textil es la segunda que más agua necesita en el mundo, además de ser responsable del 20% de las aguas residuales a nivel global. Se estima que más de 50.000 millones de prendas se desechan al año, muchas de ellas prácticamente nuevas.
«En Dfac entendemos que la personalidad es de cada usuario, no del producto que usa. Nuestro objetivo es facilitar ese básico que cada cliente combinará como quiera para darle su impronta», agrega Karagozian.
La fórmula de la marca detrás de los precios bajos
Un pilar clave del modelo de Dfac es la integración de la cadena productiva. Desde el hilado hasta la confección, TN Platex se ocupa de cada etapa del proceso, excepto la tintorería. Esto les permite mantener no solo un riguroso control de calidad, sino también optimizar costos y trasladar ese ahorro al consumidor final.
Otro aspecto clave de su eficiencia de producción es el aprovechamiento de los materiales. Durante la confección, utilizan una técnica llamada «tizada», que consiste en disponer los moldes de cada prenda sobre la tela de la manera más eficiente posible antes de cortarla. Esto minimiza el desperdicio, reduciendo no solo costos, sino también el impacto ambiental asociado a los descartes textiles.
Pero la estrategia no termina allí. Dfac vende exclusivamente a través de su tienda online, eliminando intermediarios y los sobrecostos asociados a la distribución tradicional.
La marca de ropa Dfac vende exclusivamente a través de su tienda online
Pero quizás el mayor diferencial es su compromiso con la transparencia. En su tienda online, la marca detalla el desglose del precio de cada prenda, en un gesto de honestidad poco común en la industria. Por ejemplo, un pack de dos remeras básicas para mujer, confeccionadas con algodón peinado, tiene un precio de $23.680. Según la composición publicada por DFac, el 6% corresponde a materia prima y avíos, el 8% a mano de obra, el 12% a costos industriales, el 13% a marketing y publicidad, el 8% a las comisiones de Mercado Pago, el 3% a costos administrativos, el 43% a impuestos y contribuciones, y apenas un 7% es el margen que queda para la empresa.
Al cierre de esta edición, la empresa, fiel a su política de precios bajos y transparentes, ofrece una variedad de opciones atractivas para los clientes: packs que incluyen dos remeras básicas para hombres desde $27.105; dos musculosas para mujeres a partir de $21.150 y buzo unisex desde $33.050 cada uno, disponibles en versiones con o sin capucha y oversize. Además, ropa interior como bóxers unisex desde $16.815 por tres unidades y packs de tres medias desde $5.075, completan la oferta.
Este nivel de apertura no solo refuerza la confianza del consumidor, sino que también expone las dificultades que enfrenta la industria textil argentina, especialmente la alta carga impositiva.
Según Karagozian, actualmente venden entre 6.000 y 10.000 unidades mensuales, un número que consideran prometedor para una etiqueta joven que aún se está dando a conocer. Por eso, la meta es ambiciosa: en 2025 superar las 100.000 unidades que les permitiría tener un negocio de volumen.
Dfac se presenta como una marca de ropa que entiende las necesidades reales de los consumidores y les ofrece una solución sencilla, con precios económicos, honesta y duradera. «Queremos ser la empresa número uno de básicos en Argentina», concluye Karagozian.
Fuente: Cronista – De muy bajo perfil, el empresario textil habla de todo. La historia de la empresa familiar, los planes a futuro y los desafíos de un sector criticado por los precios. Sus definiciones.
Daniel Awada recibe a APERTURA en sus nuevas instalaciones en Don Torcuato. De perfil muy bajo, el empresario textil accedió al pedido de entrevista que hizo la revista por una ocasión muy especial, contar lo detalles de la refundación de Cheeky para los próximos 20 años. La marca que creó con a la madre de sus cinco hijos, Patricia Fraccione hace 30 años llega a este aniversario con 180 locales y una facturación de más de US$ 131 millones.
Luego de unas primeras tomas fotográficas en sus oficinas que tiene un gran ventanal con vista a la sala de corte, Awada, orgulloso, hace a los visitantes un detallado recorrido por las nuevas instalaciones: la parte administrativa, donde están preparándose para la reunión de Directorio que tiene en los próximos días -«están haciendo la tarea», asegura el empresario-; el área de diseño, donde su hija Nicole -la segunda- tiene su oficina; el sector Comercial; un espacio donde tendrán su propio estudio de fotografía y el que se encarga de la expansión a través de franquicias donde cada marca del grupo -Cheeky, Como quieres y Awada- tiene un showroom para exhibir la colección a los posibles nuevos socios y, por supuesto, donde muy cerca del espacio de Awada, Pomi, como llaman a su madre y creadora de la marca que lleva el apellido de la familia, tiene su oficina. Si bien hace menos de un año Daniel compró a su familia la Awada y así formó Altatex, Pomi, con 88 años, sigue involucrada en el proceso de creación.
Luego de pasar por las áreas de producción: diseño -que ya trabaja en la colección del invierno 2026-, corte y confección, ya de vuelta a sus oficinas, sale a saludar el único hijo varón de la familia, el mayor, Nayi, quien estudió filosofía y, además de hacerse cargo de un campo de la familia en Olavarría, se encarga del e-commerce y de la estrategia social y ambiental de la firma. Hoy los paneles solares que se ven en los techos de Don Torcuato ya representan el 20 por ciento de ahorro de energía. «Nuestro objetivo es, en poco tiempo, vender al mercado la energía excedente que producimos los fines de semana, por ejemplo», comenta el joven que, en Olavarría también está al frente del taller de confección que la empresa tiene allí donde, además, se armó una escuelita para que la gente aprenda a cocer.
En el trayecto Daniel saluda a todos los empleados e, incluso, con algunos, hace bromas futbolísticas. También pregunta cuando ve una máquina parada, aunque se queda tranquilo cuando le dicen que es momentáneo. Antes de ingresar nuevamente al edificio de oficinas administrativas, el fundador de Cheeky muestra un espacio al aire libre donde hay un food truck para que los empleados puedan almorzar que se suma al comedor de la planta. En plena construcción, además, hay un bar con galería. «Acá no solo pueden tomar algo, sino también venir a trabajar», cuenta el empresario que está en cada detalle, incluso en el diseño del parque con coloridas flores que él mismo compró. «Cuando llegamos era todo cemento, no había verde», comenta el empresario, que invirtió US$ 10 millones en este nuevo lugar de trabajo.
Ya sentados para tener la entrevista, Awada comienza a contar la historia de la marca por el principio que no es hace 30 años, sino hace 71, cuando su padre, un inmigrante del Líbano, y su madre abrieron La Reinita, una tienda multimarca delante de su casa de venta de ropa para chicos en Villa Ballester, que tras un golpe de suerte y la habilidad de la madre que, por necesidad, comenzó a confeccionar ella misma los vestidos, se transformó en Creaciones Awada y donde él, el mayor de sus cinco hermanos, empieza a trabajar a los 18 años. «En una rifa de los comerciantes del barrio mi padre se gana un auto que vende para comenzar a producir sus propias prendas», recuerda. Ya después de los ‘60 ponen su propia «fabriquita», como la describe Awada hijo y da el giro hacia la ropa de mujeres.
«Para mi padre, como para todos los inmigrantes, el esfuerzo para poder salir pasaba por el tema económico», describe el empresario, quien asegura que hoy trabaja mucho para ser lo más profesionales posible, pero lo que no quiere que se pierda es el corazón de una empresa familiar.
Daniel conoció el pueblo natal de su padre de grande, en 2008, gracias a la iniciativa de su hijo mayor. «Allí, en un pueblito árido, tenemos parientes, un primo de papá huérfano que vivió con ellos en una pieza de 5×5 y como no podía ser de otra manera, nos demostraron su afecto con comida», cuenta Awada visiblemente emocionado. Su tío, quien de grande logró una buena posición económica, había comprado la casita en la que habían vivido precariamente los Awada antes de llegar a la Argentina.
Justo antes de la despedida, el empresario busca en su escritorio un cuaderno Gloria que mantiene impecable y un catálogo de fotos. En el cuaderno están los primeros diseños de vestidos que hizo a mano Patricia Fracciones, al lado los costos que de cada uno hechos por él mismo. El catálogo son las fotos del portafolio que mostraron por primera para vender la colección. Los modelos, sus hijos y algunos amigos.
El nacimiento de Cheeky
En 1993 es Daniel, quien ya presidía la empresa, quien hace ver a la familia que el negocio no da para todos. Su hermana Zoraida y Alejandro -hoy un reconocido actor- trabajan en la firma. Leila estudió Bellas Artes y la más chica, Juliana. «Mi hermana y yo tenemos cinco hijos. La estructura era muy grande para esa empresa familiar. Era peligroso porque no podíamos vivir todos de ese negocio», comenta.
El área de estampados, uno de los talleres de las nuevas instalaciones de Don Torcuato
Él ya estaba casado y tenía sus cinco hijos y le propuso a Patricia poner una marca de ropa para chicos, algo más actualizado de lo que había en el mercado y así comienzan, como muchos emprendedores, en el garaje. «Patricia había sido modelo y es muy intuitiva y así nació la primera colección de 20 prendas y los modelos de las fotos que usábamos para venderla eran nuestros hijos y amigos», recuerda Awada.
El primer lugar que tuvo prendas de Cheeky fue una tienda departamental de Salta, Tiendas Isa. «Yo conocía a proveedores y compradores del sector asique llamé a Mercedes, la compradora de Isa y le mostré la colección. Su respuesta fue ‘Tiene onda’ y compró 200 prendas», cuenta el empresario. «Para nosotros fue un gran momento de emoción, esos que vivís pocas veces. Significaba que poníamos en marcha el proyecto», cuenta.
Sin embargo, fue un año después, cuando Daniel comienza a preguntarles a sus proveedores de telas quienes eran sus clientes más importantes y se da cuenta de que el negocio de la indumentaria está cambiando hacia a la venta directa. Era la época en la que estaban surgiendo los primeros grandes shoppings y también las grandes marcas, en este caso Cheeky. Cambiaba el hábito comercial. «Es por acá, dije», sigue el relato Awada.
«Voy a hablar con Sergio Roscoff, dueño en ese entonces del Alto Palermo y le muestro mi catálogo con fotos de mis hijos como modelos. Había lista de espera para entrar aunque era muy caro», recuerda Awada. Sin embargo, al empresario le gustó la propuesta y le dio un espacio. «Eran 37 m2, un maxi kiosco aunque bien ubicado», ríe el dueño de Cheeky. «Para ese espacio necesitábamos US$ 200.000 de llave. Hipotequé mi casa y tuvimos nuestro primer local», continua y agrega: «Era un producto distinto para la época y relación precio-producto muy buena. Y la venta explotó».
A partir de ese momento los shoppings venían a buscarlos para que pusieran una tienda. Fueron tiempos de mucho crecimiento y con Mimo & Co, la otra importante marca de chicos creada por Noemí «Mimo» Erejomovich «era un Boca-River», asegura Awada.
«Abríamos 10 locales por año, con franquicias en el interior. En el 1 a 1 el negocio era muy local, en la Argentina. Y cuando asume Kirchner y devalúa empezaron a venir a buscar la marca para distintos países y llegamos a tener locales en Singapur, siete en los Estados Unidos, nueve en México, locales en toda América latina e, incluso, tres en Holanda. Era una cosa de locos y lo hacíamos a capella», repasa. Su modelo de franquicia preferido también era distinto: «venden por cuenta y orden yo les doy toda la mercadería y ellos se quedan con el 30 por ciento de la facturación. No tienen el límite del bolsillo», explica el empresario que después tiene un circuito de locales outlet para vender las devoluciones.
Los primeros diseños que hizo Patricia Fracciones para Cheeky, al lado la de costos que hizo Awada.
Luego los tiempos cambiaron y la Argentina dejó de ser competitiva aunque Awada señala que en el mercado local «siempre creciendo». Hoy el único local que tiene la marca en el exterior es en Barcelona y lo dirige Belén, la cuarta de las hijas de la familia y están viendo la forma de vender a multimarcas. Denise, la tercera, estudió gastronomía y tiene dos locales en el microcentro de Lolea. En tanto, Eliane, la quinta, estudió moda, vive en Nueva York y trabaja en una empresa de cosméticos. «Feliz de que trabajen acá, pero nunca voy a poner una traba si su vocación es otra cosa», asegura como padre.
En análisis está el mercado árabe -no así América latina- a donde al empresario le gustaría poner un pie con su modelo de franquicias.
Su amor por la marca es tal que, incluso, cuando Patricia y él se separaron, pusieron la empresa a la venta, hecho que no se dio a conocer aunque recibieron una oferta por el 50 por ciento de Patricia que no aceptó. «Cuando mezclás lo emocional con lo comercial perjudicas a la empresa, incluso perdimos participación. Era peligroso con 1.000 empleados». Así, Daniel terminó comprando la parte de la madre de sus hijos y Cheeky volvió a ser líder del mercado, según cuenta el empresario, que este año abrió nueve locales.
La refundación
Hace dos años, justo con la mudanza al predio de Don Torcuato, comenzó lo que Daniel Awada denomina la refundación de la empresa. «Si bien era una época en la cual no sabíamos que iba a pasar, qué venía nos decidimos e invertimos U$S 10 millones no pensando en qué va a pasar con el economía, sino mirando hacia adentro para ver qué podíamos hacer para seguir creciendo«.
Hoy Cheeky produce 10 millones de prendas al año, incluso en 2024 con la caída de consumo que en indumentaria llegó a -30 por ciento en los shoppings. «En nuestro caso fue una caída del 10 por ciento», compara y actualiza el dato. «Ahora en verano, haciendo una tarea de buscar costos más competitivos y bajar el margen de rentabilidad estamos 6 por ciento arriba en comparación a un 2023 que fue muy bueno porque la gente en ese momento se sacaba la plata de encima».
Para ello, la empresa hizo un gran trabajo puertas adentro, «tuvimos que ver cómo hacíamos para que cada sector de la firma realmente logre llegar a un precio competitivo. Nosotros necesitamos volumen aunque ganemos un poco menos por prenda», explica el empresario textil, que si bien no tiene un plan de apertura de locales para 2025, sí mira oportunidades y tiene como objetivo tener un local exclusivo en las ciudades de más de 50.000 habitantes que ya estén pero con multimarca. «Ese fue mi pedido al área comercial», cuenta.
«En marzo vamos a ver el termómetro y ahí vemos si subimos la producción un 5 por ciento«, adelanta. Y detalla: «Capacidad de producción tenemos, el 70 por ciento lo hacemos acá y el 30 por ciento es importado, como camperas y trajes de baño».
En insumos la empresa importan algunos materiales de Brasil, pero Awada tiene una regla: «Primero se elige Argentina». «Estoy totalmente a favor de la apertura del país, pero la importación tiene que ser más para regular precios locales que para sustituir. Y la baja de precios se está logrando», dice Awada que cree que los impuestos son uno de los ítems. «No hay echarle toda la culpa a los impuestos. Se puede competir«, asegura el empresario ante la pregunta. «En 30 años hemos vivido de todo, dólar alto, dólar bajo, flotación, protección, te van cambiando las reglas permanentemente. El tema es cómo uno va buscando ese equilibrio internamente para seguir subsistiendo o creciendo. Nosotros hoy estamos trabajando para que la gente elija comprar acá y no vaya a Chile», continua.
Ante la pegunta de si el sector de la indumentaria alguna vez fue el malo de la película, el empresario cree que tiene al distorsión de precios que hubo tiene que ver con la incertidumbre. «No se sabía qué era caro y qué barato y ante esa locura la gente compra y compra», explica y sigue: «Con estabilidad ahora te das cuenta qué es caro y qué barato. Yo estoy comprando insumos a lista de enero. Priorizo Argentina, pero con precios lógicos. Lo que me interesa es que la gente llegue al mostrador y pueda comprar la prenda y no por convalidar precios siderales llegue con un producto que después no pueda vender».
El empresario asegura que el consumo se está recuperando, en parte por la recuperación de los sueldos y cree que el déficit cero es una buena medida. «Es básico, ojalá perdure. Lo que no se puede es sacar el foto en lo social», dice y repite. «La Argentina es una sola y quiero que nos vaya bien. No me importa quién lo haga. Y ningún gobierno puede sacarle foco a los social, darle herramientas a la gente para que pueda trabajar», resume.
Ante la posible entrada de jugadores internacionales, el dueño de Cheeky dice «Zara Kids estuvo siempre». «Lo importante es qué hacemos nosotros para ser competitivos, no que hacen los otros», sigue dando definiciones.
Sobre el rol del empresariado, Awada elige contestar con un ejemplo. «En un momento de incertidumbre invertimos US$ 10 millones, es importante seguir generando trabajo, creciendo», señala y asegura que «sin dudas se necesita un cambio en la leyes laborales». «Hace falta, sí, pero por eso no voy a dejar de tomar gente», sentencia.
Fuente: Página12 – «Mirá que he visto todas las crisis argentinas, pero esto no lo vi jamas», expresó quien también es socio de Jazmín Chebar. Y agregó que «visualizamos un período muy complejo para la economía argentina. Sabemos que en algun momento algo va a pasar, porque hay algo que no encaja correctamente». El inédito cruce con un ex funcionario PRO por las importaciones de China.
En medio de una incipiente crisis por la decisión del presidente Javier Milei de abrir las importaciones de manera indiscriminada y justo cuando el Gobierno dice terminar el año con una economía creciendo, uno de los industriales más importantes del país alertó sobre lo que se viene en materia de crisis y dejó un mensaje muy concreto sobre la estabilidad del modelo libertario: «Visualizamos período muy complejo para la economía argentina. Sabemos que en algun momento algo va a pasar, no sabemos si en 6 meses un año y tres años, pero va a pasar, porque hay algo que no encaja correctamente», expresó Claudio Drescher, el textil que es dueño, entre muchas empresas, de las firmas Caro Cuore, Jazmín Chebar.
Uno de los textiles más grandes del país aseguró además que «hasta Macron» (presidente de Francia) está preocupado por el efecto de las importaciones chinas y contó una anécdota increíble que ocurrió con un alto funcionario del Gobierno de Macri, que le sugirió producir en China antes que hacerlo en Argentina.
Drescher, uno de los pocos dueños que hablan críticamente de este modelo y de su impacto negativo para la producción nacional, fue invitado al streaming La Fábrica Podcast, un armado de empresarios jovenes entre los que destacan Tomás Karagozian, Oliver Maltz. Román Guajardo y Valentino Romano. Uno de los streamings del año por el que han pasado gigantes de al industria como Hugo Sigman, Javier Madanes y Martín Castelli, dueño de Todo Moda. Allí, Drescher pintó un escenario futuro de mucha complejidad. Antes de eso, recordó que con el gobierno anterior «estábamos en una especie de tobogán, con una inflación insólita, un dólar ficticio», para luego introducir lo que pasó con Milei.
«En el 24 sabíamos que iba a haber un ajuste, ya en el pronóstico de ventas habíamos dicho un menos 20. Todo el año cerró menos 20, estamos en diciembre, hoy analizamos el número de ventas. Lo que pasó en Argentina en enero, febrero y marzo yo no lo viví en 40 años. En diciembre alguien bajó la cortina y dijo ´no existimos más´, se paralizó la venta de un día para el otro, fue mágico, mirá que he visto todas las crisis argentinas, pero esto no lo vi jamas», expresó.
En la misma línea, agregó que «nostros, en invierno, arrancamos con menos 34 de ventas, menos 34! ese número te voltea una compañía. Después pudimos repuntar, pero hoy estamos en menos 20 en unidades vendidas. El 2024 fue realmente malo». A continuación, trazó lo que él observa que puede pasar para su empresa y, además, dio un diagnóstico de la situación general que es interesante y diferente del resto de las miradas, sobre todo porque viene de un empresario que paga salarios, está en el día de las empresas y mira el contexto.
«Para el 2025 -dijo- estamos pensando en un menos 12 por ciento en las ventas, todo se ha estabilizado en el drama, la situación no mejoró, se acomodó, se acomodó en el drama. Estamos calculando un 25 complejo, con menos márgen. Visualizamos un período muy complejo para la economía argentina». Después de eso, hasta se animó a ir un paso más allá al manifestar que «sabemos que en algun momento algo va a pasar, no sabemos si en 6 meses un año, pero va a pasar, porque hay algo que no encaja correctamente».
El conflicto de las importaciones
Drescher se metió, además, en el tema de las importaciones, en las que Milei ha decidido una apertura total. «Hasta Macron habló de peligro de Shein», dijo respecto a la marca textil china que imita a Zara en todo el mundo, a precios ultra bajos. Y agregó que «hoy el sudeste asiático está cambiando y desarrolla sus propias marcas, no fabrica para occidente. Y te lo llevan a tu casa puerta a puerta. Macron advirtió que le entra mucho puerta a puerta y le afecta a la industria de la moda francesa y pide cuidarse de eso».
En esa línea, aclaró que «todo el mundo está cuidándose de qué pasa con China. Acá hay un desconocimeitno total de estos temas, les han sacado los costos de referencia al puerta a puerta. Están ingresando prendas que pagan arancel sobre un precio de 1,2 dólares, llegaron un millón y medio de prendas así, de un solo importador. Tengo los datos. Hasta De Pablo (Juan Carlos, uno de los economistas fetiches de Milei) cuestionó el puerta a puerta».
A continuación, se expresó a favor de una economía abierta, pero aclaró que «nosotros pensamos una economía con remuneraciones, trabajo formal, la industria no le roba a nadie, el que dice eso no entiende». La referencia fue para Milei, quien en la UIA aseguró que «la industria le roba al campo».
«Vos no sos el embajador chino»
En este mismo sentido de las importaciones, Drescher recordó una anécdota increíble con un funcionario del macrismo. «Cuando yo voy a China, hablo con el ministro de Producción de la Argentina de aquel momento, con Francisco «Pancho» Cabrera, y le digo: mirá, me estoy yendo a China a vender y a llevar mi marca. Y él me dice: «Por qué no producis en China?». Y le digo «no, pero esperá, Pancho, vos sos el ministro de Producción, no sos el embajador chino. Lo que yo hago no se puede hacer en China, este producto allá es muy dificil de hacerlo, nadie lo va a querer hacer porque es otro volumen. Esto fue exactamente en marzo del 2018, diez días depsués, se devalúa la moneda y pasa de 20 a 40″.
Cabrera recogió el guante en la red social X y terminó confirmando la anécdota, en vez de negarla. «Claudio, una lástima que faltes a la verdad porque siempre te traté con respeto. Estábamos hablando del modelo de Zara y otras empresas globales, de exportar diseño al mundo, y te consulte sobre la posibilidad de, como ellos, producir desde Asia para todo el mundo», dijo Cabrera en X.
Agregó que «Zara tiene 160.000 empleados en el mundo y 15.000 empleados en España. ¿Nada mal, no?.La charla iba en línea a pensar el futuro de un sector textil argentino mas competitivo. Pero al parecer, como en ese momento, no te interesa ese debate. Solo defender tus intereses personales. Una lástima tu deshonestidad en este caso», concluyó.
Fuente: Caras – Desde una idea surgida en pandemia, Fernanda Nieto Romero construyó Échame la Culpa, un espacio de indumentaria que refleja su historia de superación, a la vez que permite a las mujeres sentirse cómodas, únicas y seguras de sí mismas.
“¿Puede llamarse María Fernanda? Eso le preguntó mi mamá a mi papá cuando nací un 28 de agosto de 1990 en Buenos Aires”, comienza su relato María Fernanda Nieto Romero (34) desde la ciudad de Villa Carlos Paz, donde hoy lleva adelante ÉCHAME LA CULPA, uno de los locales de indumentaria femenina de talles reales más importantes y reconocidos de la ciudad. Quizás ese primer regalo que recibimos de nuestros padres sea de los pocos que Fernanda atesora como recuerdo valioso, dentro de una infancia que se le torna borrosa en la memoria.
Los recuerdos de la adolescencia, en cambio, se le hacen muy presentes en un sinfín de experiencias y emociones encontradas: las alegrías se desdibujan en las tristezas; la compañía se destiñe con la soledad. La define como una etapa “muy errante y hasta sin destino”; desde joven, aprendió a desenvolverse sola en muchas áreas de la vida y, con el sueño de independizarse, buscaba un lugar del que se sintiera parte. Eso la llevó a vivir en Buenos Aires, Corrientes y Viedma. Allí cosechó amistades y experiencias que hoy recuerda con alegría, pero que se entremezclan con vivencias dolorosas. “Fui a muchos colegios diferentes y conviví temporalmente con muchísimas personas y en lugares distintos, desde hermosas casas rodeada de amigas y llenas del calor de una familia, hasta vivir en el frío de la calle donde me encontré durmiendo en las salas de espera de hospitales”, cuenta Fernanda, tal vez con la necesidad de hacerse cargo de su propia historia y de esas experiencias que dejaron una huella imborrable, pero que indefectiblemente fueron necesarias para que hoy sea la persona que es. Quizás con una vida más rosa y con menos “faltas”, Fernanda no hubiera pensado tanto en las necesidades de los demás, lo que marcó el impulso para crear su marca.
Buscando en qué era buena, trabajó en múltiples rubros, los clásicos y los inimaginables: desde venta de salón, panadería y atención al público, hasta limpieza de edificios y de hogares, cuidado de personas y niños, ¡y hasta en un circo! Con el objetivo de nunca más volver a la calle, trabajó y trabajó, incansablemente.
Tenía solo 23 años cuando se sumergió en una profunda depresión, desempleada y sin rumbo. Dicen que cuando tocamos fondo, no queda otra alternativa que salir a la superficie. En medio de la oscuridad y el dolor, “conocí lo que hoy me mantiene en pie, el amor de Jesús. Me costó muchos años entender que a pesar de todo lo malo que había en mí y de todo lo feo que pude haber hecho en mi vida, alguien podía amarme sin condición. Y sí, hablo de Jesús, el que muchos llaman el hippie de la Biblia. ÉL es el motivo de que pueda estar contando estas cosas”.
A los 30 años, la Pandemia la encontró trabajando como vendedora de salón en un local de ropa. El mundo había cambiado, habían surgido nuevas necesidades, y Fernanda sabía muy bien lo que era “vivir resolviendo”. Ante el cierre de la presencialidad en los negocios y la necesidad económica que eso implicaba, tuvo una idea poderosa: comenzó a revender ropa de manera online de otros negocios de la zona, por lo que cobraba una comisión por venta. Su idea terminó transformándose en su propio negocio; comenzó comprando algunas prendas y revendiéndolas de manera online. “Eso abrió muchísimo mi mente, comencé a leer e informarme sobre emprender, negocios y todo lo que conlleva ser “tu propio jefe”.Implicaba trabajar hasta altas horas de la madrugada y estar lúcida a la mañana siguiente para mi empleo regular”, recuerda Fernanda de aquel comienzo en el que aún no se imaginaba todo lo que estaba por venir.
A su jefe le pareció una idea tan buena, que le propuso hacer lo mismo para su negocio
con un sueldo, comisiones y premios. Debía elegir entre su emprendimiento, que recién comenzaba, o su propuesta aparentemente tentadora e imposible de rechazar.
Pero cuando algo que tiene que ver con un proyecto o un propósito de vida crece con tanta fuerza en nuestro interior, y la confianza en nuestro poder se despierta, es imposible dejarlo dormir. Tras una larga noche, entre llanto y charlas con su círculo íntimo, decidió darle una oportunidad a sus sueños. “Creo que hay quienes nacen con todo y otras personas simplemente debemos luchar un poco más, pero no es imposible lograr algunos sueños”. Fernanda se arriesgó a ir por su sueño. Y esta vez, ganó.
Fer, fuiste de las mujeres que en Pandemia tuvieron que reinventarse. ¿Cómo viviste ese momento en el que el local donde trabajabas como vendedora se vio obligado a cerrar las puertas?
Efectivamente cuando surgió la pandemia, yo me encontraba de encargada en un local de venta de indumentaria. Y así también estaba cursando el ingreso a la carrera de Licenciatura en inglés. En ningún momento sentí temor, porque personalmente di aún más de mí para que las cosas sigan funcionando.
Puse a disposición mi celular y tiempo extra para comenzar a realizar ventas online, pero a pesar de dicho esfuerzo nada fue suficiente para recibir una retribución acorde y, ante el ajuste de los sueldos, me vi en la obligación de buscar una alternativa.
Comprendía que las prioridades habían cambiado. Pero solamente había que saber buscar las necesidades de las personas en ese momento de la vida.
Así es que surgió la idea de comenzar a vender ropa online de manera particular. La gente no salía a la calle y buscaba ropa más cómoda para estar en su casa. Y eso fue lo que ofrecí. Traté de solucionar esa necesidad que tenían muchas mujeres.
¿Qué sentiste en el momento en que finalmente decidís emprender sola?, ¿Qué pasaba por tu mente y tus emociones?
En el momento que decidí emprender pasaron muchísimas cosas por mi mente. Por un instante tuve dudas, porque debía dejar mi trabajo “seguro” y aprender mil cosas que uno piensa que no sabe. Ansiedad por lo desconocido. Pero así mismo tenía mucha fe que todo iba a ir bien.
Existe un libro en la Biblia que se llama Proverbios. Contiene varias cosas interesantes, pero una de ellas cita lo siguiente: Los planes bien pensados y el arduo trabajo llevan a la prosperidad, pero los atajos tomados a la carrera conducen a la pobreza.
Me aferré a trabajar arduamente y capacitarme, y aunque fuese un camino lento estaba dispuesta a hacerlo. Este 2024 se cumplieron 4 años desde esa decisión. Y no me arrepiento. Aunque trabajo más horas que antes, creo que encontré por fin mi lugar. Y así también espero sea tu lugar y el de muchas mujeres más.
¿Cómo fue creciendo tu emprendimiento hasta llegar a tener el reconocimiento que tiene hoy?
Fue creciendo muy lento, pero con pasos firmes y seguros. Primero venta online, luego showroom, y ahora tenemos el local físico. Yo creo que parte del crecimiento fue fruto de la perseverancia y continuidad. Al ser tu propio jefe te encontrás dándote ánimos, fuerzas y hasta retándote a vos misma. Es una lucha diaria, pero con un gusto a Satisfacción de logro. Obviamente esto no existiría sin el apoyo de muchísimas mujeres que creyeron y confiaron en este sueño.
Si tuvieras que definir a Échame la culpa, ¿Cómo lo harías?
Para mí, Échame La Culpa es una promesa. Una bendición. Es un mimo a mi corazón. Es un lugar de refugio donde encontré mi lugar y un lugar seguro para muchas adolescentes y mujeres que no encuentran un sitio donde sentirse cómodas y lindas.
¿Qué pueden encontrar las mujeres en tu local y cuál sentís que es el diferencial por el cual tantas mujeres te eligen?
Lo primero que van a encontrar en un buen recibimiento. Acá todas saludamos. Si cruzas la puerta, vas a recibir una cálida bienvenida.
La atención es fundamental, por eso vas a encontrar una persona dispuesta a ayudarte, asesorarte y hasta una compañera de compras.
Y, por último, pero no menos importante, vas a encontrar indumentaria moderna, un local cómodo, estético y probadores amplios. Obviamente una extensa variedad de talles.
El diferencial yo creo que se basa en conocer a quien entra a comprar. Quien ingresa tiene un nombre y presenta una situación particular que necesita ser atendida. Ese es mi enfoque. De manera más simple: nos interesa la gente.
Tu equipo y vos son muy activos en las redes sociales. ¿Cómo vivís todo el proceso de creación de contenidos?
El proceso de creación es super agotador. Los primeros años yo era una “todista”, eso incluía generar el contenido (aunque años anteriores Instagram estaba más enfocado en fotos y era un poco más fácil esa tarea).
Hace más de un año conocí a quien me acompaña hoy en día con la creación de contenido, Ale, una hermosa persona, trabajadora incansable. Creo que logramos formar un muy buen equipo. Tiene ideas geniales y eso me liberó mucho.
Obviamente dentro de los días de producción, como le llamamos nosotras, hay risas, anécdotas, y hasta llantos. Se formó un hermoso equipo de trabajo junto a las modelos, que lo dan todo siempre.
¿Cuáles crees que son los valores más importantes de tu marca y cómo llegan a tus clientas?
Los valores que manejamos son básicos: respeto a las personas.
En los videos evitamos usar las típicas burlas hacia las clientas. Prefiero que la gente se ría con situaciones cotidianas nuestras.
También somos bastante transparentes. Quienes son clientas asiduas nos conocen y nosotras las conocemos. No hay temas a ocultar.
¿Cuál creés que fue la clave para todo el crecimiento que tuviste en poco tiempo?
La Fe, constancia, determinación y el buscar poca ayuda, pero la correcta. Somos pocos trabajando, pero cada persona es única en este lugar.
¿Qué sentís cuando pensás en todo el camino que recorriste y qué deseas para el futuro de tu marca?
Siento gozo, alegría. A veces no lo puedo creer. Muchas veces me encuentro yendo a trabajar y lloro. El agradecimiento hacia quienes forman parte nunca falta.
Pero hay un punto fundamental: que no me permito olvidar de dónde vengo.
Deseo que sea una marca fuerte, con indumentaria propia. Deseo también poder ser de ayuda para muchas personas. Deseo ser la culpable de momentos de alegría. Que salir a comprar no sea un lamento, sino un disfrute.
Fernanda, te agradezco profundamente que hayas abierto tu corazón para contarnos tu historia. Seguramente del otro lado haya muchas lectoras a quienes inspires con tus palabras, pero sobre todo con tus ideas y tus valores. ¿Qué mensaje te gustaría dejarles a aquellos que quizás están pasando momentos difíciles, como has pasado vos, y hoy les cuesta pensar en un futuro próspero para sus vidas?
Principalmente que busquen a Dios.
Durante años viví tan errante y preguntándome dónde estaba Dios. Si realmente existía, por qué me ocurrían tantas cosas malas. Y entendí que Jesús está ahí. Dónde siempre. A un paso nuestro. Y que simplemente tenemos que acercarnos.
Después les diría que no miren lo que hace la otra persona. No al menos para compararse para mal. Sí para inspirarse y ser mejores.
Enfocarme en lo que yo hacía me pareció fundamental. Y no rendirse. La vida es esta y nunca sabemos que nos depara el destino.
Cómo esto que estoy viviendo. Y esta misma nota, es algo impensado.
¡Gracias Fernanda por compartir tu historia!
Para contactarte con Échame la Culpa:
Instagram: @echamelaculpa.ok
https://www.instagram.com/echamelaculpa.ok
Dirección: Alem 48, Galería Acuario. Local 10, PH 11, Villa Carlos Paz, Córdoba.
Fuente: La Nación – La reconocida diseñadora revela sus tips a la hora de vestirse: “No presto atención a las tendencias”.
Evangelina Bomparola es una de las diseñadoras más importantes de nuestro país. Lanzó su marca en 2002 con el objetivo de fusionar lujo, diseño y un estilo propio. Combina elegancia clásica con detalles contemporáneos, poniendo el foco en la calidad y la atemporalidad de sus piezas. Su preferencia por materiales como la seda, que describe como una de las telas más nobles y versátiles, se refleja en el diseño de prendas que pueden adaptarse a diversas estructuras. Aunque sus colores favoritos son el blanco y el negro, no duda en experimentar con texturas innovadoras y tonos vibrantes. Siempre busca mostrar la sensualidad femenina desde una perspectiva personal y considera la moda como un medio de comunicación, donde cada prenda cuenta una historia. Aquí, un cuestionario para conocerla mejor:
1. ¿Qué es lo que más te gusta de la moda?
Sentirla como un medio de comunicación que les permite a las personas contar una historia sobre quiénes son.
2. ¿Y lo que menos te gusta?
El consumo excesivo, la pérdida del estilo personal en pos de usar lo que otros usan, y los falsos gurúes.
3. Nunca salís de tu casa sin…
Mi equilibrio personal.
4. ¿Tu diseñador favorito?
Miuccia Prada.
Miuccia Prada, su diseñadora favoritaNINA WESTERVELT – NYTNS
5. ¿Lo último que te compraste?
Un mini Master Yoda.
6. ¿Una tendencia que nunca pasa de moda?
No presto atención a las tendencias, trabajo sobre un estilo.
7. ¿Esa prenda que tenés en tu placard hace tiempo y no podés dejar ir?
Muchas, pero mi preferida es un tapado de Baby Alpaca de Martin Margiela para Hermès.
El tapado de Baby Alpaca de Martin Margiela para Hermès, un «insoltable» de Bomparola
8. ¿Lo más polémico que usaste?
Corpiños de encaje o bordados a la vista. Llevo más de 15 años haciéndolos en todas mis colecciones.
Los corpiños con encaje a la vista, un sello de su marca que usa sin prejuicios
9. ¿Qué no puede faltar en tu valija?
Camisas de seda, jeans y un saco negro de corte impecable.
10. ¿Un lugar en el mundo?
Mi cabeza.
11. ¿El personaje de ficción más elegante?
Padmé Amidala, de Star Wars.
12. ¿Un color que nunca usás?
Salmón.
13. ¿Coleccionás algo?
Arte contemporáneo argentino y muebles de diseño.
14. ¿La mujer más elegante de la Argentina?
Mis clientas.
15. ¿Algún consejo de moda que te haya marcado?
“Que la excelencia y el estilo siempre te acompañen”.
16. ¿Un accesorio infaltable?
Un cinturón reversible EB, de un lado negro y del otro habano con posibilidad de cambiar hebillas negra, plata y oro.
El cinturón reversible de EB: un accesorio infaltable en cualquier outfit
17. ¿Una personalidad de la moda con la que te gustaría cenar?
Giorgio Armani.
18. ¿Una persona que te inspire?
Más que personas, me inspiran el arte, la música, el cine y, a veces, la arquitectura.
19 ¿Un ícono de moda?
Me encanta cómo se viste Cate Blanchett.
Cate Blanchett es uno de sus íconos de modaBen Whitley – PA
20. ¿Tu outfit favorito?
Los trajes masculinos con corte femenino.
21. ¿Comprás online o en persona?
La experiencia de compra en un local es lo que confirma que mi elección es la correcta, pero cuando de básicos se trata, no pierdo el tiempo y voy online.
Fuente: Misiones Online – La diseñadora misionera Andrea Pereira se extendió sobre su vida personal y profesional en el programa de streaming Re-nacer, transmitido por Misiones Online. Narró cómo su pasión por el arte y la moda nació desde la infancia, marcada profundamente por las enseñanzas y valores inculcados por su familia.
Una de las más grandes influencias en su vida fue la de su madre. “El 90% de todo lo que soy hoy se lo debo a mi familia y muy especialmente a mi mamá. Mi mamá tuvo otra crianza, otras vivencias, y cuando estaba en la preadolescencia ella lo que quería era prepararme con herramientas por si, por las dudas, me llegaba a enamorar de una persona equivocada. Me refiero a no poder trabajar, no poder estudiar. Ella quería que estudie en un colegio donde tuviera las herramientas para poder defenderme para mí”, relató Pereira. Fue durante esos años que aprendió a coser, cocinar y tejer.
Desde su adolescencia, combinó el estudio con el trabajo, aunque no lo necesitaba económicamente. “Mi primer trabajo fue a los 16 años. No necesitaba trabajar, pero yo quería trabajar. Y comencé en una boutique. Primero siendo empleada, obviamente, y con los años fui cambiando hasta que terminé los estudios y quería seguir una carrera universitaria”, contó.
Foto (instagram Andrea Pereira)
Sin embargo, su conexión con el arte se mantuvo firme en cada etapa de su vida. “Siempre hacía otras actividades. Por ejemplo, pintaba carteles. Me llamaban un letrista y él no sabía dibujar. Entonces él hacía las letras, y yo estaba trepada en las escaleras a tres metros, cinco metros, y dibujaba”, rememoró. Además de ello, también comenzó a estudiar piano y arpa.
A pesar de graduarse como profesora en ciencias económicas, sentía que algo faltaba. “Entregaba prendas prolijas, bien las terminaciones, el trabajo a medida. Pero llegó un punto que yo no me sentía satisfecha. Yo sentía que algo me faltaba expresar en eso”, explicó. La apertura de la carrera de diseño de modas en la EPET N°2, la institución en donde estudió de chica, fue un punto de inflexión. “Yo dije, acá está. Esto me tiene que abrir de alguna manera la mente, el camino, ayudarme a redescubrirme o encontrar esa parte que no sabía volcarla a las prendas”, dijo.
Pereira recordó cómo enfrentó críticas hacia sus primeros diseños. “Los primeros diseños tuvieron mucho rechazo, incluso de personas queridas. La gente más cercana me decía, ‘Andrea, ¿dónde vas a vender esto?’, ‘Andre, todo bien, pero vos tenés que pensar en vender. ¿Qué hacés después con este vestido?’. Y yo les decía, ‘No importa. Esto me gusta, esto me representa, esto es lo que quiero mostrar, esto es lo que quiero que aparezca en pasarela’”, afirmó.
Foto (instagram Andrea Pereira)
Entre sus mayores logros destacó una cápsula que presentó en La Vanguardé y el Hotel Madero, la cual conectó profundamente con su historia familiar. “Tuvo que ver con la historia de mis antecesoras, tanto de mi mamá, de mi abuela y de mi bisabuela. Armando esta cápsula fui redescubriendo sueños, costumbres que tenía desde chica y nunca supe por qué. Y armándola fue también como me redescubrí y volví a agradecer y revivir muchos momentos de felicidad”, manifestó.
Sobre su momento de renacer, Pereira no pudo evitar la emoción. Relató cómo tomó la decisión de separarse y priorizarse a sí misma, a pesar de las críticas familiares. “Mi mamá una vez me dijo, y voy a llorar, que estaba muy orgullosa de mí. Ese fue el momento, porque no quedé en un lugar por comodidad o por el qué dirá la gente, sino que me elegí a mí, lo que yo quería en mi futuro”, recordó.
En 2016, Pereira tomó la iniciativa de crear una asociación que promoviera el diseño y la moda en Misiones, con el objetivo de darle más visibilidad al talento local y desmitificar la idea de que la moda es algo frívolo. “Quería que se conozca más el diseño misionero, porque éramos muchas en el mismo camino. En la primera convocatoria fuimos más de 150, no podíamos creerlo. Organizamos capacitaciones gratuitas, trajimos a personas que recorrían la Argentina brindando cursos, y terminamos el año con un gran desfile, todo a pulmón. Fue una hermosa experiencia y un crecimiento personal muy grande”, contó.
La diseñadora destacó la importancia de mantenerse fiel a su esencia, a pesar de los desafíos. “Hay cuestiones que tienen que ver con este rubro que no estoy dispuesta a negociar. Por ahí me costará otras cosas, me costará más noches de sueño, pero no voy a cambiar mi esencia”, concluyó.
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