El universo privado de Valentina Schuchner: la diseñadora argentina que conquistó Londres y viste a estrellas de la música

Fuente: Perfil – Su estudio, lleno de luz, nos sumerge en un relato onírico. Entre sedas, pliegues, transparencias y estructuras, sus creaciones juegan con los contrastes, generando un diálogo entre la tradición y la innovación.
Podríamos quedarnos en las primeras capas de una charla y enumerar lo evidente. Valentina se distingue por su talento innato: con tan solo 28 años, sus diseños son publicados en revistas internacionales de moda, y varias celebridades locales llevan sus creaciones en eventos importantes. Esta temporada fue su tercera participación en BAFWEEK, y su proyección va más allá de Argentina, ya que se presentó en la Semana de la Moda de Londres. Su formación fue clave para acompañar su perfil artístico.
Su avidez por seguir aprendiendo y su pasión por la experimentación textil la llevaron a estudiar en instituciones tan prestigiosas como BAU, Centro Universitario de Artes y Diseño de Barcelona, Central Saint Martins (Londres) y Parsons School of Design (Nueva York). Pero ella va más allá de la superficie. Quiere hablar, mostrar sus otras costuras y revelar sus pliegues, como lo hace en sus diseños. “A mí me interesa comunicar. En un momento de mi vida estuve muy mal, sufría de ansiedad y depresión, y necesitaba saber que eso iba a pasar. Si en ese entonces hubiera leído en una revista que una chica como yo había atravesado eso y salido adelante, me habría ayudado mucho”, cuenta con su voz suave pero decidida, convencida de que visibilizar lo que generalmente se oculta puede ser un faro para quienes atraviesan lo mismo.

-Viniendo de una familia vinculada al rubro textil, ¿siempre supiste que querías dedicarte al diseño?
-No fue tan sencillo. De hecho, yo quería estudiar Bellas Artes, pero a mis papás no les gustaba mucho la idea. A veces, cuando conocés desde adentro las dificultades de la industria, los que te rodean intentan protegerte. Sos chica, no tenés tantas herramientas, y terminás en una encrucijada entre lo que se espera de vos y lo que realmente deseaba. Desde siempre me encantó dibujar. Era muy tímida e introvertida, y el arte se convirtió en mi refugio y en la forma de canalizar mis emociones. En el colegio elegí la especialidad de Artes Visuales, y para el resto yo era ‘la rara’.
Cuando terminé el secundario sentí mucha presión y como el mandato pesaba, empecé Comunicación en San Andrés con una beca por promedio. Pero yo no quería estar ahí. Me quedaba en blanco, y sentía angustia. Solo pensaba: “Dame un lápiz y me pongo a dibujar”. Finalmente, elegí ir a la Universidad de Palermo a estudiar Diseño de Indumentaria. Fue una decisión tomada con todo el viento en contra, pero al final, encontré mi lugar.
“Hoy en día, buscan que el diseñador se muestre más, pero mi personalidad no es así. Lo que realmente me gusta es crear, dibujar en soledad. Aunque la marca lleva mi nombre y apellido, lo que podría sonar contradictorio, para mí es como firmar mis obras de arte”.
-En 2020 ganaste el concurso Autores de Moda BA y presentaste tu colección en BAFWEEK. En retrospectiva, ¿sentís que ese fue el momento que marcó un antes y un después en tu carrera?
-Sin duda fue un punto de inflexión, no solo en lo profesional, sino también en lo personal. Esa primera colección fue muy sentida; se la dediqué a mi hermano Juan, que es 15 años menor que yo. Las tipologías representaban la infancia adulta y los adultos niños. Con el tiempo, entendí que también me la dediqué a mi yo del pasado. A mis 15 años, en medio de la separación de mis padres, me encontré tratando de mediar haciendo malabares en una situación muy dolorosa. De un día para el otro, nos quedamos mi mamá, mi hermana Luli, Juan y yo, y los roles se invirtieron. Esa sobreadaptación, sumada a la ruptura con mi primer novio, hizo que años después fuera yo quien se quebrara emocionalmente.
Pero la vida, a veces, te presenta oportunidades justo cuando sentís que no hay salida. Un día, en la facultad, vi un volante del concurso Autores de Moda BA y decidí presentarme. Fui con tres prendas y me acuerdo de que me recibió Vero Ivaldi. Ella vio algo que, en ese momento, yo no podía ver. Confió en mi trabajo; siempre digo que es mi hada madrina.

-¿Después de ese desfile fue que decidiste crear tu marca homónima?
-En ese momento, me surgió una gran pregunta: ¿cómo capitalizo todo esto que me dio tanta visibilidad? Tenía que empezar a pensarlo como un negocio, no solo quedarme en ser una diseñadora creativa. El problema era que no tenía la plata para invertir, y justo estábamos en plena pandemia. En BAF conocí a mi novio, y empezamos juntos a vender camperas online. Mi objetivo era ser mi propia inversora, porque si algo tenía claro es que yo quería crear mi marca y vivir de esto. Y ahí le propongo a mi mamá de trabajar juntas. Ella venía con la experiencia de haber realizado productos terminados y de haber tenido su propia casa de vestidos de fiesta durante 10 años. Como dupla que nos complementamos muy bien: yo soy más experimental, y ella tiene un gran conocimiento de costura y está todos los detalles.
-Los contrapuntos y el arte atraviesan todos tus diseños ¿cómo los integrás para narrar una historia o transmitir una sensación?
-La conexión entre la moda y el arte es fundamental en cada una de mis colecciones, que son como fragmentos de mi vida, reflejando lo que voy viviendo y sintiendo. A través de mis prendas, busco despertar emociones en las personas, que sientan algo. El juego de opuestos también está muy relacionado a mi personalidad. Tengo muy marcada mi energía femenina, pero también una parte masculina, y eso se refleja en mis diseños donde las siluetas etéreas conviven con las geometrías, y los colores tenues contrastan con el negro.

-¿Entonces podemos afirmar que lograste dar vuelta la moneda y demostrar sí se puede vivir del diseño?
-Sí, (se ríe con cierta picardía). Trabajamos muchísimo y siempre buscamos la forma de hacer que esto sea escalable. La gente piensa, “¡Uhau, tu vestido salió en una tapa!”, pero en realidad, yo estoy en mi habitación, cosiendo, llevando adelante todo el proceso detrás de cada pieza. Es un trabajo constante que, cuando finalmente sale a la luz, cuando llega a la pasarela o lo elige una persona, es ahí donde se refleja el brillo que estuvo gestándose detrás de escena.