El diseño de autor se expande para llegar a Japón

Fuente: La Nación ~ Una firma local logró, a través de un distribuidor, insertarse en un exigente mercado que valora las piezas únicas

Juana de Arco nació en la Argentina en 1998. Producen indumentaria para yoga, para casa, accesorios y ropa interior con estampas exclusivas a mano, son prendas únicas, diseño ecoconsciente y socialmente responsable ya que trabajan con talleres que están debidamente registrados. Después de una inversión inicial de unos US$9000 y de empezar a ganar mercado interno, en 2003 comenzaron a vender al exterior. Hoy las exportaciones representan el 70% de su facturación y el eje es Japón, aunque también llegan a Estados Unidos y empiezan a organizarse para Europa.

El emprendimiento es de Mariana Cortés y Juan Lanusse. Ella cuenta que el año pasado, por la pandemia, Japón discontinuó las compras por un semestre. Fue la primera vez, desde 2003, que viven una situación como esa con su cliente. “Deben haber limpiado stock”, dice Cortes.

“En este tiempo se despertó mucho internet en las operaciones en Tokio; se activaron las redes”, agrega. El importador, HP France, cuenta con tres plataformas donde está la marca que envía unas 5000 prendas mensuales en tiempos “normales”.

Antes de que la marca tuviera nombre, Cortés vendía bikinis diseñados por ella en las playas de Pinamar. Usaba materiales que no eran convencionales en esos tiempos, como el lúrex y el neoprene. Esos ahorros le permitieron abrir el primer local “de Juana” en Palermo. Después de un tiempo haciendo patchwork con diferentes estampados para la indumentaria se decidió a hacer sus propias estampas. Las producen a mano, con serigrafía y no se repiten.

Un poco por casualidad las prendas llegaron a Estados Unidos y ese fue el puente para desembarcar en Japón. El titular de HP France vio la ropa, le gustó y los contactó. La empresa cuenta con decenas de locales multimarca; nacieron como distribuidores de diseñadores franceses de joyas y fueron sumando de otras nacionalidades y productos. “El 70% es joyería, accesorios, objetos de diseño y el resto, indumentaria”, dice Cortés.

La marca diseña cápsulas de entre siete y diez prendas “todo el tiempo” y Cortés asegura que trabajar con Japón los hizo “crecer mucho, perfeccionarnos. Tienen determinados hits elegidos que para ellos ya son clásicos. Apreciaron, desde el inicio, el diseño, el hecho de que las prendas son diferentes, con estampados no convencionales. Valorizaron el concepto en el inicio –cuando éramos un proyecto- y lo siguen haciendo ahora”.

Exportar a ese destino requiere de algunas “adaptaciones” en talles y largos pero Cortés enfatiza que no en el diseño, ni en los géneros y estampados: “Juana es una sola, no una para afuera y otra para adentro. Siempre repetimos eso aunque tenemos la cabeza puesta en el mundo”.

Los envíos a Estados Unidos, admite la diseñadora, fluctuaron durante todos estos años pero ahora están reiniciando de manera decidida porque encontraron un socio estratégico que les puede distribuir. Por el momento serán ventas online para Miami. “Vamos creciendo de a poco. Siempre pienso en Europa también y entendemos que España es a puerta de entrada”, agrega y comenta que están buscando distribuidor para esa región.

El emprendimiento siempre concibió la exportación como un proyecto a largo plazo y el desafío que tienen siempre presente es que los ciclos de la economía argentina no repercuta en los compromisos que asumen. Por ejemplo, la decisión de fabricar la tela en la Argentina va en esa línea. “Desde el día dos del proyecto resolvimos que el insumo básico sea industria nacional porque es una forma de protegerte de los cambios en importaciones”, apunta Cortés.

Otro concepto que caracteriza a la marca es lo que la diseñadora sintetiza como el “replay de lo perfecto”. Explica que la industria que cose tiene que aprender a hacer algo “hasta hacerlo perfecto” y si “todo el tiempo se cambia el género y el diseño no se logra; hay que adaptar el diseño a la industria”.

Un problema que sumó la pandemia es el recorte de la conectividad; de varios vuelos semanales a Japón desde Buenos Aires quedó solo uno. “Eso nos perjudicó mucho”, señala y plantea que están planificando todo con un mes de anticipación para poder cumplir con los compromisos asumidos.

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