Dejó su trabajo en el JP Morgan para crear su propia línea de ropa para yoga: ya planea exportar a Chile, Perú y Colombia

Fuente: Cronista ~ Leonardo Mustafá El Abed abandonó su carrera corporativa en Nueva York para dedicarse al yoga y crear Luleå, una marca pensada específicamente para esa disciplina.

Durante muchos años, el marplatense Leonardo Mustafá El Abed siguió a rajatabla los mandatos tradicionales. Contador público graduado en la Universidad de Buenos Aires, inició su carrera en IBM. Poco después pasó a la consultora Ersnt & Young y el banco de inversión JP Morgan. En este último trabajó durante 10 años, los primeros cinco en Buenos Aires y los últimos en Nueva York.

Aunque su vida era lo que siempre había imaginado, había algo que no terminaba de convencerlo. Recién mudado al barrio de Brooklyn, en pleno auge de la movida hipster, descubrió la existencia de una infinidad de marcas con propósito.

«Me cambió la cabeza. Veía a un montón de empresas que buscaban mejorar el mundo en el que vivimos y me di cuenta de que eso era lo que quería hacer de ahí en adelante», cuenta.

Por la misma época había retomado la práctica de yoga iniciada años antes en la Argentina, aunque esta vez con una visión mucho más espiritual. En esa reflexión que hacen de manera sistemática los entusiastas de esa disciplina, se dio cuenta que hasta entonces toda su carrera profesional se había desarrollado para seguir un mandato familiar, y por ambición y ego.

Decidió entonces dedicarse de lleno a la disciplina que había contribuido a cambiarlo como persona. Pensó en abrir un estudio de yoga, pero -fiel a su formación en el mundo de los negocios- la descartó rápidamente por el escaso alcance que podría llegar a tener.

Fue en ese momento que se le ocurrió volver a su Mar del Plata natal y crear Luleå, una marca de indumentaria pensada específicamente para la práctica de yoga. Se trataba de una línea de ropa inexistente en el país y que en otros mercados, como el de los Estados Unidos o el Reino Unido, movía grandes cantidades de dinero.

«Formamos la empresa en 2014 con una inversión inicial de u$s 100.000 y en 2015 ya empezamos las primeras ventas en un showroom montado en Palermo y por medio del canal digital», cuenta El Abed.

Triple impacto

La compañía fue pensada desde el inicio como una empresa B. Para ello, el emprendedor se contactó con Patagonia, que lo ayudó a conocer los parámetros para conformarse como una corporación responsable y de triple impacto. En 2017, Luleå consiguió la certificación de Sistema B.

«Impulsamos el comercio justo y apoyamos a los talleres que trabajan con nosotros a que tengan todo en regladesde el punto de vista legal y tributario. En general son microemprendimientos familiares, en los que una madre trabaja con sus hijas», detalla.

La marca tuvo crecimientos superiores al 300% en sus primeros años de vida. Para ello se apoyó en un sistema de revendedores -en su mayoría profesores de yoga-, al tiempo que expandía su red de distribución propia.

La indumentaria, explica El Abed, logró gran aceptación porque su diseño está pensado en los movimientos propios del yoga. Además, evita que las transparencias que suelen aparecer cuando se usa otro tipo de ropa deportiva en algunas posturas, algo que incomoda especialmente a las practicantes mujeres.

«Ofrecemos diseños con estampas muy propias de este mundo y costuras planas, que evitan que se marque o lastime la piel», agrega el emprendedor.

En la actualidad, cuenta con cuatro locales situados en Recoleta, Martínez, La Plata y Mar del Plata. En este último, además, tienen un café de especialidad y un estudio de yoga propio. En breve inaugurarán una nueva sucursal en el barrio porteño de Chacarita.

El año pasado fueron seleccionados por el Banco Galicia y la aceleradora Mayma para ingresar en el programa Escalar el Impacto. Con ellos elaboraron un plan de negocios que les permitiría expandir la marca en la región.

«Nuestra idea es llegar primero a Chile, Perú y Colombia. Para eso necesitamos u$s 300.000 de inversión. Estamos en conversaciones con fondos sustentables, pero si no encontramos el socio correcto, avanzaremos con nuestro propio dinero», cierra.

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