Fuente: IProfesional Vicentin se convirtió en un karma para Alberto Fernández. Dos semanas después de anular la intervención de la empresa y dejar que el concurso siga su curso, el Gobierno empezó a recibir los coletazos de un conflicto salarial en una de las plantas del gigante agroindustrial donde el personal se afilió en masa a una de las 30 filiales de la poderosa federación de trabajadores aceiteros, liderada por Daniel Yofra.
La decisión sacudió a los empresarios del norte de Santa Fe y motivó la apertura de un expediente que ya está en manos del Ministerio de Trabajo, encabezado por Claudio Moroni.
El mayor temor en el sector privado es que se produzca un «efecto contagio» a partir de la rebelión en la Algodonera Avellaneda,
líder en el desmotado de esa materia prima y una de las principales
exportadores de fibra de algodón, con cuatro plantas en el país y una en
Brasil. En el esa localidad, más de 300 de los 430 empleados del establecimiento abandonaron la Asociación Obrera Textil (AOT) y el Sindicato de Empleados Textiles (SETIA) para enrolarse en el Sindicato de Obreros y Empleados Aceiteros y Desmotadores de General Obligado y San Javier.
El éxodo sindical se desató en medio de una huelga que ya lleva 70 días,
con bloqueos al parque industrial de Reconquista, cortes de ruta y un
acampe permanente en el ingreso a la fábrica. El conflicto se inició
cuando la empresa pagó solo una parte de los sueldos con el subsidio
oficial (ATP) y aplicó la rebaja salarial del 20% del sueldo neto
sellada por la AOT hasta octubre. La industria textil acordó además a
fines de julio un bono de $2.000 en septiembre, octubre y noviembre.
Pero los trabajadores aseguran que no llegan a cubrir la canasta
familiar de pobreza con sueldos de entre $20.000 y $25.000 en una de las
principales industrias de la provincia. «Hoy, los trabajadores no
cobran nada hace dos meses por la huelga, ni siquiera el ATP, y lo que se pide es que la empresa se siente a negociar salarios para entrar a trabajar», explicó a iProfesional Dionisio Alfonso, titular del sindicato aceitero del norte santafesino.
Sin renunciar al convenio textil, los operarios encontraron un paraguas legal en
los aceiteros, un sindicato que ya tiene afiliados y convenios
laborales en plantas del conglomerado. Es más, desde la organización
reconocen que un triunfo podría estimular a otros 2.500 empleados del grupo a seguir el mismo camino el día de mañana, aunque ahora su prioridad es resolver el conflicto salarial.
El gremio fue de los primeros en cerrar este año un aumento salarial
del 25%, uno de los más elevados detrás del 30% sellado por Camioneros y
el 26% obtenido por Bancarios. El acuerdo llevó el salario básico
inicial a $68.678, la escala salarial más alta en toda la industria. Y
el de desmotadores ascendió a $50.000, el doble de los textiles
La posibilidad de que sus empleados reclamen mejoras siguiendo ese
ejemplo llevó a los empresarios regionales a emitir un comunicado
reciente en rechazo a la afiliación sindical en organizaciones que consideran ajenas a la actividad.
El caso de referencia es el de Mercado Libre, donde el camionero Pablo Moyano inició bloqueos el mes pasado para exigir el encuadre del personal de logística
en el convenio de Camioneros. El sindicalista, de hecho, vinculó la
semana pasada su reclamo con el de los obreros de la algodonera:
«Vincentin tiene que ser de los trabajadores y Mercado Libre va a ser y
respetar la dignidad de los trabajadores».
Moyano reapareció durante un encuentro virtual en apoyo al conflicto, organizado por elsecretario de DDHH de la CTA de los Trabajadores, Víctorio Paulón, junto al titular de dicha entidad, Hugo Yasky, el líder de los metrodelegados, Roberto Pianelli, y Yofra, por la federación aceitera.
En ese marco, la abogada de los trabajadores, Luciana González, denunció el ataque sufrido
el martes pasado por dos obreras a manos de una «patota» bajo las
presuntas órdenes del representante de la empresa, Héctor Vizcay,
mientras Yasky se comprometió a dialogar con Moroni y las autoridades provinciales.
Los sindicalistas duros, muchos de ellos cercanos a Cristina Kirchner, están molestos por la falta de apoyo del gobierno nacional.
Los aceiteros se movilizaron en respaldo a la intervención y
expropiación de Vicentin y participan del comité de control del concurso
de acreedores. Pero desde que el Ejecutivo abortó su proyecto temen por
la continuidad de 6.000 empleos ante un eventual vaciamiento, mientras
la Justicia investiga al grupo por defraudación al Estado en una deuda
de $100.000 millones.
Ese sector del gremialismo es el mismo que denuncia presiones
crecientes para avanzar en una reforma laboral. Moyano apuntó en la
charla contra el exministro de Economía Roberto Lavagna por proponer un fondo de cese laboral. El otro blanco de críticas son los «gordos» de la CGT, a quienes cuestionan por firmar rebajas salariales y su rechazo al «robo de afiliados» por otros gremios. «No podemos estar tres sindicatos haciendo el reclamo», alegan en los gremios textiles.
El regreso de la migración sindical
Vicentin representa un desafío al modelo gremial vigente desde los años 40. La Ley de Asociaciones Sindicales otorga el monopolio de representación a las organizaciones por rama de actividad reconocidas por el Estado, autorizándolas a negociar paritarias, elegir delegados y convocar huelgas. Pero en las últimas décadas esa normativa fue cuestionada por la migración de afiliados.
En muchos casos, el fenómeno se dio a través de la emergencia de
nuevos sindicatos, como el de los metrodelegados del subte. Mientras que
en otros el traspaso fue liderado por organizaciones rivales que ya
existían. Así, por ejemplo, con el apoyo del Ministerio de Trabajo
durante la gestión de Carlos Tomada, Camioneros capturó trabajadores de
logística encuadrados originalmente en aguas y gaseosas, alimentación y
comercio, entre otros rubros.
Con estos antecedentes, el conflicto en la algodonera volvió a reflotar la discusión sobre la libertad sindical.
Los empresarios apelan al decreto reglamentario 457/88, que impide la
afiliación a sindicatos ajenos a la actividad, y sostienen que el trámite de encuadramiento sindical debe pasar por el comité arbitral de CGT antes de llegar al Ministerio de Trabajo y la Justicia laboral.
Ese fue la estrategia legal resumida por Vizcay hace
más de una semana en un encuentro en la sede de la Sociedad Rural de
Reconquista, donde varias cámaras agroindustriales exigieron a las
autoridades locales frenar la «migración» sindical y legisladores macristas apuntaron contra el «chavismo demagógico».
«Mañana un empleado de comercio que venda ropa va a pedir ser representado por el sindicato de aceiteros y desmotadoras, o los docentes pedir ser parte de camioneros», alertó Juan Luis Capozzolo, el líder de la entidad convocante.
Pero los aceiteros afirman que la fábrica es parte de la actividad desmotadora, el primer eslabón del procesamiento del algodón y el primer convenio creado por el gremio. Y se apoyan en el derecho de afiliación previsto
en el artículo 14 bis de la Constitución, que es independiente del
encuadramiento sindical y la definición del convenio laboral. El otro
argumento es que la atribución de convocar huelgas y elegir delegados
está garantizada por tratados con la OIT y sentencias emblemáticas.
En los fallos ATE 1 y 2, por caso, la Justicia le permitió a dicha organización llamar a elecciones
de delegados y estos gozar de estabilidad, luego de que los
trabajadores se desafiliaran a UPCN para pasarse al gremio vinculado a
la CTA.
«Yo puedo afiliarme a cualquier sindicato, sin tener la
representación colectiva de la fábrica aunque no está encuadrado
sindicalmente. No estarán en paritarias, pero los trabajadores pueden
afiliarse a otros, esto es muy común en el Estado«, aseguró el abogado Guillermo Pérez Crespo, del Taller de Estudios Laborales (TEL).
Tensión en aumento
Mientras tanto, las negociaciones siguen totalmente estancadas. Desde
el inicio del paro, la empresa se ausentó a las siete audiencias, en la
mitad de las cuales estuvieron presentes los delegados textiles, mientras que en las últimas se sumó la abogada de los trabajadores y el representante legal de aceiteros, Carlos Zamboni, miembro de la Asociación de Abogados Laboralistas.
La convocatoria de estos
últimos por el ministro de Trabajo provincial, Robero Sukerman, encendió
aún más la bronca del sector patronal, que desconoce la representatividad del gremio
y presentó una denuncia penal por el acampe en el ingreso a la fábrica.
Este medio se comunicó con la empresa, pero no hicieron comentarios al
respecto.
En un clima social ya agitado por el último banderazo, dos trabajadoras terminaron el martes hospitalizadas
tras ser atropelladas por dos motociclistas. González, la patrocinadora
de los huelguistas, presentó una denuncia penal en la que imputó a Vizcay como principal responsable. Y cuestionó a la fiscalía por considerar que no actúa de oficio y recién el viernes citó a las víctimas a revisación médica.
«Tengo miedo que corra sangre por lo que pueda hacer la patronal», advirtió la letrada, que también denunció amenazas contra su persona.
Ese mismo martes, por otra parte, la AFIP denunció penalmente a la cerealera y sus responsables por el presunto uso de facturas apócrifas para acceder a reintegros de IVA por exportaciones por un monto de $110 millones. Y, en paralelo, días atrás, el juez Julián Ercolini ordenó levantar el secreto fiscal y bancario de los directivos de la agroexportadora.
Todos esos movimientos habrían acelerado la decisión de vender activos del grupo ajenos al concurso, como es el caso del frigorífico Friar.
La empresa se vio afectada este lunes por un nuevo bloqueo al complejo
de Vicentin donde se encuentra la fábrica. En respuesta, el
representante legal de la firma, Javier Enrique Cabral, solicitó el desalojo
al juez penal Roberto Santiago Banegas, quien le pidió al letrado que
acudiera a la fiscalía, la autoridad competente en Santa Fe para iniciar
la denuncia.