Es argentina y su ropa con paraguas en desuso llamó la atención del mundo

Fuente: MDZ ~ Antonela Tonizzo es bailarina y actriz, pero su preocupación por el medio ambiente la llevó a transitar un camino inesperado en la moda. Comenzó a recuperar paraguas y sus prendas se convirtieron y accesorio se convirtieron en objeto de deseo.

«Estudié actuación y dirección de artes escénicas en el Centro de Investigación cinematrgráfica. Toda mi vida bailé, más que nada hip hop», cuenta Antonela Tonizzo que creció en San Miguel pero ya lleva casi una década viviendo en la Ciudad de Buenos Aires. Hasta hace cinco años, se había dedicado a la danza y estaba segura de que su recorrido profesional iría por allí. Sin embargo, en un momento empezó «investigar sobre sostenibilidad, ambientalismo y hábitos verdes». Y en ese momento se abrió un camino nuevo que la convirtió en emprendedora de moda

Antonela es alma mater de D.R.Y, una firma que realiza prendas y accesorios con paraguas. El nombre de su firma no es sólo un juego de palabras con el insumo principal de sus creaciones sino el acrónimo de design (diseño), recycled (reciclado) y you (vos). «Un llamado a la comunidad a cambiar hábitos de consumo», dice la presentación de su marca que ya trascendió fronteras.  

Los productos de D.R.Y no tardaron en conquistar a los fanáticos de la moda sostenible

«Me conmueven mucho las injusticias socioambientales», reflexiona y sigue: «No estoy 100% de acuerdo con la gente que dice que no hacen la diferencia los cambios pequeños sino que es todo responsabilidad de las industrias y los gobiernos». Aclara entonces: «Es cierto esto último, pero creo que las acciones pequeñas también tienen impacto porque es la sumatoria de todos los individuos. Todas las luchas y las revoluciones empiezan de abajo: empieza uno y se van contagiando». 

Esa preocupación por el medio ambiente y por la falta de justicia social llevó a Antonela a preguntarse qué hábitos podía cambiar para mejorar eso que no le gustaba. «Son cosas que no me cuestan nada. Se cree que todo lo sustentable es mucho más caro y aunque en cierto punto sí, en términos generales no ya que son inversiones a largo plazo», explica. Los primeros hábitos que cambió tuvieron que ver con su higiene personal: adoptó el cepillo de dientes de bambú, empezó a usar shampoo sólido y luego comenzó a cambiar su alimentación. «Soy full autodidacta», sentencia y acota: «todo lo que fui descubriendo lo iba compartiendo en Instagram, compartía información promoviendo el consumo local, abrí una ecotienda en San Miguel, donde muchos de estos productos no se conseguían». 

Así confirmó que sus acciones tenían impacto en su entorno, «desde lo más micro que es mi círculo íntimo» hasta localidades remotas del resto del país. «Una chica de Río Negro me escribió para saber cómo hacer las ‘botellas de amor’ porque no había en su localidad y luego comenzó la movida en su ciudad», recuerda. Y habla de cómo se fue construyendo una red a través de esa experiencia. «Conocí un montón de personas y me enteré de que los paraguas no se reciclan». 

Cuando supo que nadie hacía nada con los paraguas, a pesar de que sus materiales son reutilizables, se sorprendió. «Me hizo mucho ruido», comenta y sigue: «el paraguas tiene distintos materiales que son altamente reciclables, pero están todos juntos y no hay máquina que los separe van a parar a la basura. Pensé, entonces, que algo tenía que hacer. Investigué por unos meses y así nació D.R.Y«. 

Antonela gestó su proyecto en pandemia. Aunque es amante de la moda, no sabía nada de diseño y por eso lo primero que hizo fue hablar con una amiga que es diseñadora de indumentaria y se dedica a la moldería. «¿Se puede hacer esto?», le preguntó mostrándole un buzo -que es su prenda predilecta-. La respuesta fue que sí y enseguida comenzaron a diseñar el prototipo. «Eso fue en dos meses. Ahí me puse manos a la obra. A los seis meses, en agosto de 2021, lancé la marca», cuenta. 

La crisis climática y la escasez de paraguas

«En Buenos Aires llueve cada vez menos», afirma Antonela. Adjudica este fenómeno a la crisis climática. A esa preocupación sumó en el último tiempo un adicional: sin lluvia, hay menos gente que use paraguas y es más raro encontrarlos rotos o en desuso. «Me dí cuenta de que no podía depender sólo de lo que encontraba o me donaban», confiesa. 

Las partes metálicas de los paraguas son reutilizadas por artesanas de la Fundación Miwok

Su forma de resolver este problema fue buscar dónde se fabricaban paraguas. Encontró varias, les contó su proyecto. Recibió algunas respuestas entre las que se destacó la de Italian Bags, quienes le proveen paraguas. «Son importadores y me dijeron que tenían tandas de paraguas que llegaban con fallas. Me contaron que arreglarlos era muy costoso y que no querían tirarlos por lo que los tenían acumulados para ‘hacer algo’. Entonces nos unimos. Ellos hacen una acción sustentable colaborando conmigo y a mí me sirve acceder a la materia prima», detalla y revela que buscando insumos se enteró de que en Argentina no hay fábricas de paraguas.

Recuperar paraguas: un metier a favor del medioambiente

«Mi trabajo es desarmar manualmente los paraguas, me quedo con las telas y los demás materiales lo hago circular: vuelve a la cadena de producción de otros emprendimientos. Las estructuras, que son de metal, las doné a Fundación Niwok, que trabaja con mujeres de la comunidad wichí en Formosa. Transforman las estructurasen agujas de tejer que usan para hacer textiles con fibras naturales que después venden», explica Antonela. 

Adelanta que está haciendo una alianza con Cuarto Colorado, una firma que comercializa pilotos y paraguas intervenidos por artistas. «La dueña quiere generar una red de trabajo para artistas y las estructuras que yo no uso le servirían como insumo a escultores», dice.

Antonela desarma los paraguas: usa las telas y separa los otros insumos para que puedan seguir circulando 

Le falta encontrar destino para los mangos y las puntas de los paraguas que son de plástico. Por ahora, las lleva a los centros de reciclado que tiene el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, pero sueña con poder desarrollar producto. «Es difícil porque como no son grandes cantidades me cuesta encontrar quién lo tome. Busco una empresa que se dedique a triturar plástico y transformarlo en otro producto», comenta. 

El objetivo de Antonela Tonizzo es lograr que sea algo 100% circular. «Usamos los retazos para productos más chicos como riñoneras o accesorios para el pelo», ejemplifica y agrega que también dona retazos pequeños a marcas que trabajan con descartes textiles. 

El valor humano en este proyecto de triple impacto

Antonela confiesa que le gustaría que D.R.Y crezca. «Nos interesa integrar más personal para seguir en funcionamiento. Nos gusta que sea una red. Trabajo con costureras jubiladas independientes y jóvenes emprendedores porque son dos sectores de la sociedad que se ven fuertemente afectados por la crisis económica», señala Antonela. En un año vendió más de 400 prendas y la curva crece en forma exponencial. 

«Hice 15 o 20 buzos para probar y no sólo se vendieron enseguida sino que empezaron a llamarme de lugares como Ciudad Emergente, la Semana de la Moda de Australia, una feria de moda en Madrid -en la que me fue muy bien y que nos permitió hacer una gira autogestiva de D.R.Y», detalla. 

En el recorrido encontró muchos proyectos artesanales de recuperación de paraguas pero no muchos emprendimientos. Nombra el de Cazaparaguas, que forma parte del Club Social de Costura. «Hacen ropa, bolsos y otras cosas pero creo que es más de aprendizaje y enseñanza que como negocio», comenta. Y agrega que sí hay emprendedores que recuperan lonas de cartelería, velas de barcos y telas de parapente. 

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A fin de marzo D.R.Y será una de las firmas invitadas a Mola, la Semana de la Moda Sostenible Latinoamericana, que se realiza en Punta del Este. Y en abril Antonela viaja a Ecuador ya que es finalista de Premios Verdes, en la categoría «moda sostenible». El proyecto ha resultado atractivo para quienes tuvieron la posibilidad de conocerlo en ferias de Londres, Lisboa y Barcelona, entre otras y por eso su creadora cree que puede seguir creciendo. 

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