Fuente: ambito by Andrea Lippi – La industria textil en nuestro país ha atravesado todo tipo de coyunturas sin perder su capacidad para reinventarse y seguir produciendo, generando empleo y desarrollo.
La industria textil en Argentina fue una de las primeras en desarrollarse, poco después del nacimiento de la Nación. Desde sus inicios, requirió la llegada de trabajadores y trabajadoras capacitadas y fue, por lo tanto, una gran generadora de empleos y movilidad social. En el mismo sentido, tuvo un rol destacado en el fortalecimiento de las mujeres que, a través de la participación en esta industria, lograban su independencia y desarrollo personal.
Se trata de un sector que se fue consolidando con el tiempo, llegando incluso a tener la mayor demanda de puestos de trabajo. Sin embargo, en un país naciente, con un porvenir sinuoso, la industria textil acompañó el ritmo vertiginoso con el que se dieron los vaivenes políticos y económicos a lo largo de las décadas.
Las aperturas y cierres del mercado han sido uno de los desafíos más relevantes para una industria con una fuerte competencia en el mundo. En su mejor momento, con medidas proteccionistas, capacidad de crédito y subsidios a la producción, la industria textil logró abastecer el mercado interno por completo. Pero fue la apertura indiscriminada del período militar lo que hizo descender su capacidad competitiva y, por lo tanto, su rentabilidad, que quedó reducida a menos de la mitad de lo que había sido.
Aun así, el sector ha superado los achicamientos inevitables, desplegando su potencial nuevamente cada vez que las oportunidades volvían a emerger. La adaptación a las nuevas tecnologías y la profesionalización de cada parte del proceso, con la participación de los espacios de encuentro internacionales como Emitex, Simatex y Confemaq, fueron los engranajes para el sostenimiento y fortalecimiento de la actividad textil.
Estar en línea con el mundo, seguir el ritmo de las innovaciones y adoptar lo nuevo para producir más y mejor ha sido siempre uno de los eslabones de una gran cadena de valor como es la industria textil, y su vínculo estrecho con la industria indumentaria. En suma, abarca desde el hilado hasta la confección de la tela, e incluso de prendas u otros productos finales, y puede llegar hasta la personalización de esos productos, con las tecnologías de sublimación, DTF e impresión sobre tela.
Su alcance es inmenso, por lo tanto, las posibilidades de desarrollo, generación de empleo y espacios para emprender también lo son. Es por eso que, en un país que ha atravesado fuertes cambios en poco tiempo, la industria textil se reconoce resiliente para superarlos y sostenerse, a pesar de enfrentar numerosos desafíos como el aprovechamiento de la capacidad instalada, los salario y el trabajo digno de quienes operan y, por sobre todos, el desafío de la dura competencia con otros países.
Es el compromiso por innovar, la apuesta por nuestro país y el talento de quienes conforman la industria lo que teje el carácter resiliente y superador de este sector, sin importar los desafíos que enfrente. Existen grandes desafíos por delante, pero hay capacidad de sobra para encontrar las oportunidades de seguir creciendo.
Gerente de Emitex, Simatex y Confemaq