Fuente: Los Andes ~ Cuatro amigos confeccionan chalecos calefaccionados y encontraron una rápida demanda en el mercado nacional. Una aventura que en dos años de trabajo reclama su espacio para seguir creciendo en el país.
“Por si no lo notaste el frío es opcional”, dice el slogan de la publicidad de Wanderwarm en las redes sociales. Un chaleco calefaccionado, producido en Mendoza, que además de la provincia tiene una creciente demanda en los mercados de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Neuquén. Un producto que fue abriendo su propio camino entre la necesidad de los amantes de las actividades outdoors y de las motocicletas. Pero esta síntesis, que habla de una incipiente trayectoria, está lejos de aquella conversación entusiasta de un grupo de amigos durante un asado en 2020, en Luján; en poco menos de dos años aquella idea se trasformó en una realidad y en la manufactura de 200 prendas semanales.
“Es un proyecto a largo plazo, la marca se está instalando en todo el país y los pedidos superan lo que podemos fabricar, por ahora”, sostiene Nicolás Molina. Además de las solicitudes de los mayoristas, algún cliente aleatorio también accede al producto haciendo un doble click.
Molina, de 26 años, está muy cerca de recibirse de administrador de empresas, antes tuvo un paso por ingeniería y luego de rendir 25 materias decidió un cambio de rumbo. Kevin Schejter es esquiador e instructor de esquí; él se recibió de ingeniero industrial y conoce a Nicolás y a Matías Arias, estudiante de la carrera de administración de empresas, desde jardín de infantes en el Colegio San Nicolás, en Chacras de Coria. Ellos son Wanderwarm, las personas detrás del “¿Quiénes somos?” de su página web: “este proyecto surgió de nuestro amor por la aventura y por los deportes al aire libre. Con una pandemia de por medio, pudimos arrancar”.
“En un principio, la idea originaria fue de Kevin y mía; habíamos charlado en un asado sobre la posibilidad de fabricar ropa calefaccionada porque un amigo nuestro, Teo Burlot, vendía los insumos que utilizamos para el sistema de calefacción en las prendas. Para nosotros no quedó ahí, no quedó en esa charla, los sumamos Matías y a Julián; decidimos hacer algunas pruebas y le fuimos dando forma a este producto. Además, Teo por su experiencia en los negocios nos ayudó en el arranque, nos mentoreó los primeros meses”, explica Nicolás.
“Un vez que empezamos vender más prendas se formó nuestra sociedad y, desde marzo del año pasado, el emprendimiento se hizo más serio. Ahora queremos expandir nuestra marca en todo el país”, agrega Molina.
Julián Sánchez es el cuarto integrante del grupo, pero desde mayo de 2021 decidió dedicar su tiempo a las criptomonedas. Sus amigos reconocen el aporte de Julián para que Wanderwarm lograse su despegue como emprendimiento. “Él nos ayudó para empezar y junto a su familia, que se dedica al rubro textil, realizaron un aporte fundamental durante los primeros meses”, sostienen.
Diversificación orgánica
El desarrollo fue orgánico como su presencia y la publicidad en las redes sociales. “Una agencia de marketing nos sugirió el nombre y se encargó del diseñó de la marca. Cuando comenzamos con la fabricación hicimos una sesión de fotos para publicitarnos y una preventa, comenzamos a trabajar desde nuestra página web y nos sorprendió el nivel de demanda. Argentina es un buen mercado, no hemos parado de crecer. En parte nos ayudó el público de las motocicletas, un nicho que rápidamente adoptó nuestro producto y que hoy representa el 50% del volumen de nuestras ventas”, cuenta Nicolás.
Las tareas están repartidas entre ventas, marketing, locaciones, administración y producción. Y aquella idea, que nació en una charla de asado, se ha convertido en un sistema automatizado que ha buscado la eficiencia para acompañar el crecimiento apalancado por la diversificación de la propuesta. En su catálogo en línea además de chalecos, camperas y calzas térmicas, han armado una línea de buzos, remeras y gorras. “Ya que la marca se instauró queremos empezar a vender además de ropa de abrigo, nuevos productos que estamos desarrollando”, comentó Kevin Schejter.
“Lo que entra de producción sale rápido, gran parte de nuestro stock se vende a los mayoristas de otras provincias. Hemos tercerizado la producción de nuestras prendas en varios talleres”, explica Matías Arias. En temporada, están fabricando 200 chalecos térmicos por semana. “Me encargo de la producción, de la compra de las telas, del corte de las prendas; planifico la cantidad de unidades que necesitamos. También me encargo del empaquetado y de las muestras textiles para hacer nuevos productos”, puntualizó Arias.
Por su parte, Kevin destaca que su trabajo es organizar el software. “Conocemos en tiempo real el stock por talles, los despachos, nuestro costo, precios y organiza un balance mensual”. Además de armar los reportes de administración, “manejo las redes sociales en conjunto con un equipo, que contratamos, organizamos las estrategias y planificamos alguna acción con un influencer, sesiones de fotos. Manejo la tienda online y ayudo a Matías en la producción”.
En tanto que Nicolás se encarga de las ventas, de gestionar las finanzas, fue el encargado de armar la sociedad, de los pagos, de manejar las cuentas de los bancos, además de todo lo concerniente a los alquileres; la empresa tiene dos locaciones en Godoy Cruz, una oficina comercial y un galpón que cumple su función como depósito de los materiales.
Propuesta original
La marca ha tenido alguna incidencia en los medios, aunque su fortaleza se ha cimentado en videos explicativos de Youtube. Una propuesta original, una idea que partió desde un insumo importado y que al aplicarla fue ganando espacio en el mercado textil. “Pensamos en prendas que tuvieran la posibilidad de ser calefaccionadas, para la gente que le gusta tener actividades al aire libre, que le gusta disfrutar de actividades en la montaña. La idea funcionó, es novedosa. La gente pregunta, tiene interés en el producto y en su autonomía, se abrió un nicho más grande del que pensábamos”, detalla Molina.
La fabricación es totalmente artesanal y es realizada por mujeres emprendedoras. En torno al producto se ha generado un ecosistema que contempla entre otros aspectos el tratamiento de los residuos electrónicos, que son entregados a empresas que se dedican al tratamiento de los mismos. “Estamos trabajando en el cálculo de nuestra huella de carbono, para compensar la marca que dejamos a nuestro paso en el planeta”, sostienen.
Para Arias, Schejter y Molina, Wanderwarm es mucho más que una idea de ropa de abrigo, que una empresa, una sociedad o una marca; es un aprendizaje continuo, un punto de partida, un encuentro, una aventura de emprendimiento de un grupo de amigos que se conocen desde hace más de 20 años; una buena historia para contar en un próximo asado.