Maureene Dinar. El emocionado recuerdo de su amigo, César Juricich

Fuente: La Nación – El diseñador César Jurisich despide a su amiga, “una mujer avasallante y frágil llena de creatividad”

“No puedo parar de llorar desde que corté el teléfono con su marido. Hablé con ella anteayer”, cuenta el diseñador César Jurisich, amigo de Maureene Dinar, quien falleció esta mañana. “Somos amigos desde hace más de 40 años. Hablo de ella en presente porque sigo sin creerlo. Maureen tenía una vida bárbara, no se merecía tamaña fragilidad por su salud. Ella ya venía mal, había tenido un cáncer de mama, del que se había recuperado. Después la internaron en la pandemia y siempre tenía un estado de debilidad por su flacura, porque era extremadamente flaquita. Ahora el cáncer volvió a aparecer, le hizo metástasis en el hígado y la tuvieron que volver a internar. En los últimos días pudo volver a su casa, siguió con internación domiciliaria. Falleció hoy, a eso de las cinco de la mañana”, detalla.

Una transgresora

“A nivel profesional, Maureene siempre fue una mujer que la peleó muchísimo. Ella empezó muy jovencita, en un mundo como el de la moda que era dominado por hombres. Además, ¡en Argentina! Ella era muy cuestionada por ser extranjera. Porque Maureene era egipcia, nació en Alejandría, en una familia muy buena que la apoyó para que siguiera con el diseño. Y eso que por en aquellos tiempos no había universidades. Para aprender de corte, uno empezaba juntando alfileres del piso, así se fogueó”, remarca Juricich.

“Fue una diseñadora muy copiada, tenía una creatividad como pocas en la Argentina, lo digo como profesional, no como amigo. Porque ella fue la primera en lanzar los jeans bordados, las transparencias, en poner tachas sobre un vestido de fiesta. Era una preciosura en la moda, además de una laburante incansable. Anteayer, cuando hablamos, me contó de que quería lanzar su nueva colección para otoño, a la que había llamado ‘Renacer’”, comenta emocionado.

“Era una mujer muy sensible”

“Nunca supe cuántos años tenía Maureene, no me lo quiso decir. Sí sabía que cumplía en enero, porque lo festejábamos cada verano en Punta del Este, donde tiene una casa. Ahí la pasábamos a pleno, entre reuniones y asados”, recuerda César Juricich.

El diseñador la recuerda como “un imán avasallante”. Continúa: “Así, con lo chiquita que era, con ése pelo rojo y el hombro al descubierto… Ése era su sello. Pero así como la veías, que se llevaba al mundo por delante, ella en realidad era una persona muy sensible, que escuchaba los comentarios negativos y le pegaban. Yo le decía, ‘no hagas caso de esas cosas’, porque en nuestra industria estamos todos con el ego puesto y somos criticones, pero a ella le dolían muchísimo. Nos la pasábamos teniendo charlas o comentando viajes. Si yo viajaba y veía un anillo, se lo traía porque le encantaban. ‘Eso tiene que estar en los dedos de Maureene’, pensaba”.

La inspiración más grande de Maureene

“Me enteré de la noticia porque me llamaron para saber si era verdad. Lo mensajeé al marido, que es un sol, el mejor marido que le pudo tocar, y me llamó para confirmar”. Junto a su marido, el empresario Quique Klein, Maureene tenía cuatro hijos varones -Ian, Paul, Kevin y Philippe- y una hija, Caroline, que adoptaron cuando tenía un año y medio, que hoy tiene 14. “Estaban con toda la ilusión del vestido para los quince. Carito cumple años en mayo, un día antes que yo… Para ella, única hija mujer, esto tiene que ser tremendo, porque está transitando la adolescencia y ya competían por la ropa con su mamá… Se metía en su vestidor, le usaba los tacos, porque calzan lo mismo… Tan pegadas, tan unidas‘. ‘Abrazala fuerte y dale un beso grande mío’, le dije recién a su papá”.

“Hoy, sus hijos varones viven entre Brasil, Barcelona y Argentina. Su marido tiene un perfil bajísimo. Todavía no puedo creer que hace dos días nada más ella me dijo que quería presentar su nueva colección Renacer. ‘Porque yo volví a nacer’, decía. Además, sentía esa renovación con el nacimiento de su tercer nieto”.

“Hablábamos muy seguido. pero la última vez que la vi fue en el cumpleaños de su nieto, en febrero de este año. Después empezó con las internaciones y siguió diseñando en la casa de Martínez. Pero era tan coqueta que yo le decía ‘Te voy a ver’ y me respondía, ‘Esperame a que engorde un kilo y te venís’.

Pero si yo mensajeaba, ella me respondía con la misma energía y empuje de siempre. Es más, me mandó mensaje ahora, para el Día del Perdón.

Maureene Dinar peleó con su enfermedad con uñas y dientes, como una leona. Se aferraba a la vida por su amor por su familia, porque quería ver crecer a su hija y acompañarla”, cierra el diseñador.

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