La diseñadora que empodera mujeres a través de la costura

Fuente: La Nación ~ Dice que la moda es efímera, que la cuestión es cómo y para qué usarla. Una declaración de principios de quien señala haber crecido en el ambiente y desarrollado habilidades aprendidas de su abuela. Coser es un verbo que Ivana Picallo conjuga en muchos aspectos. No solo para hacer alta costura, ropa a medida de forma artesanal – aunque es un nombre protegido que solo pueden utilizar firmas que cumplan ciertos estándares-, sino también en un nuevo proyecto: Vamos a coser Argentina. Una iniciativa que promueve la inserción laboral de mujeres mediante el aprendizaje de un oficio y la recuperación de las economías barriales. Empoderar mujeres con capacitación y también con vestidos que las destaquen es lo suyo. Como pocas, logró insertarse en el calendario internacional al presentar su última colección en la pasarela de Madrid. El próximo lunes, a las 17, presentará una línea de mantas en el Hipódromo de Palermo.

-¿Cómo surgió este proyecto?
-Una amiga que es miembro del Club de Emprendedores de Pilar me pidió ayuda y enseguida acepté. Me nombraron mentora para todo lo que es textil y la moda con el fin de asesorar sobre productos. Lo primero que hice al llegar al taller fue escuchar a las mujeres. La realidad con la que me encontré es que el dinero que ganan trabajando no les alcanza para sostener a sus familias. Supe que un curso no les serviría de nada si no podían generar ingresos aquí y ahora para poner un plato de comida en la mesa.

-Elegiste el camino del oficio.
-En nuestro país se están perdiendo las especializaciones, no solo en el mundo de la moda. Es el momento de recuperar los oficios, tenemos que volver a hacer algunas cosas como las hacíamos antes. Para estas mujeres, aprender el oficio es una herramienta para superar una situación a la que muchas veces no le ven salida.

-¿De qué manera conjugás la realidad del taller con el mundo de la alta
costura?
-Estamos viviendo un momento muy crítico como país y sentí la necesidad de unir estas realidades tan diferentes. Y lo hago a través de la costura, la propia y la que ayudo a construir o realizar. En la vida siempre nos falta algo, todos los segmentos de la sociedad tienen miserias y necesidades. Pero en muchos es la mujer la que está pensando en cómo va a alimentar a sus hijos, y esto tiene otra urgencia. La empatía nos salva, siento que indirectamente estamos todas conectadas. Hoy hay mucha sororidad y eso está bueno.

-¿Se pone en juego la historia personal?
-Estoy en el mundo de la moda desde los 19 años, pero supe que esto iba a ser mi vida a los 10 viendo coser a mi abuela. Vengo de una familia de mujeres fuertes. Cada uno desarrolla su inspiración desde donde sabe hacerlo, a mí me pasa por lo emocional, lo tangible, por las necesidades personales de quienes me eligen para vestirse. La moda es efímera, el tema es cómo y para qué usarla para estar donde tenés que estar. Siempre busqué que mi proyecto, además, tuviera contenido social. Pasé por situaciones adversas y me puse de pie, eso me enseñó a ver más allá. Me siento agradecida con quienes me apoyaron y quiero ayudar a otros.

-¿Cómo es vestir a las mujeres en los momentos más importantes de sus vidas?
-La colección en pasarela vende una imagen, transmite una inspiración, mi impronta como diseñadora. Luego viene la bajada real, la creación personalizada. Cada vestido está pensado para atender las necesidades de cada una, teniendo en cuenta su cuerpo, su momento emocional y la ocasión de uso. Tengo la capacidad de interpretar y busco que las prendas resulten un valor agregado que las identifique. El objetivo es que se sientan seguras y tranquilas. Para mí es muy importante que la vivencia en el atelier sea un momento de felicidad.

¿Cómo resultó tu experiencia internacional?
-Hace alrededor de seis años me llamaron de la firma española Pronovias para incorporarme a su equipo. Yo estaba desarrollando mi marca propia en Buenos Aires, trabajando mucho y formando mi familia; sentí que no era el momento. Dos años después recibí una propuesta del director creativo de Inditex para incorporarme como diseñadora senior. Para entonces mi marca ya estaba encaminada y no me cerró la idea de irme. Pero España quedó siempre como flotando en el aire hasta que en 2017 comencé una serie de presentaciones en Madrid y Málaga. Tuve muy buena aceptación y repercusión en la prensa especializada. El año último me llamaron de los Premios Goya y el Festival de Cannes. En Europa se valora mucho un producto artesanal. Fue muy gratificante, me sentí muy orgullosa de representar a mi país.

-¿Cuál es la dinámica de Vamos a coser Argentina?
-Seleccionamos a 20 mujeres con algunos conocimientos de costura. Unas sabían más que otras, pero lo importante fue que todas se sintieron parte y aprendieran a trabajar en equipo. El objetivo es no solo resolver el producto sino también identificar clientes potenciales y lugares donde vender. Queremos volver a las antiguas cooperativas barriales. Por eso, necesitamos un lugar físico para exhibir y ofrecer los productos en el mismo barrio. Este fin de semana, de 11 a 19, hacemos una feria de productos elaborados en el taller (mercado La Aldea, colectora Panamericana km44, Pilar) para recaudar fondos con el fin de sostener el desarrollo de la producción. La clave está en generar una salida laboral posible y efectiva. Algunas se podrán specializar para desempeñarse en la confección de vestidos de fiesta, aunque eso demanda tiempo. En el interín, hay que resolver y poner el acento en una buena capacitación porque las mujeres necesitan generar un ingreso.

-¿Cómo sigue?
-El proyecto es a escala municipal y se puede replicar; de hecho ya me llamaron de otros municipios. Si bien por ahora no tenemos apoyo económico. Estamos creando una fundación con foco en crear nexos con las empresas que generan los puestos de trabajo. El empoderamiento real de la mujer pasa por el trabajo.

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