Semáforo de la Indumentaria Argentina – Septiembre 2020

La “nueva normalidad” en el sector de indumentaria argentino

Ventas online, medios de pago electrónicos, protocolos de seguridad e higiene, dificultades operativas y logísticas, menores volúmenes comercializados son algunos de los denominadores comunes del mercado de ropa para los próximos meses, hasta que la vacuna esté entre nosotros.

Fuente: CIAI ~ La edición de Septiembre del Semáforo refleja lo ocurrido durante los meses del invierno: aún se desconoce si serán los peores momentos de la situación sanitaria del COVID-19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Desde que comenzó la pandemia, los indicadores económicos se movieron en paralelo a la evolución de los contagios: mientras en las últimas semanas se registró cierta estabilización en el AMBA (aunque en niveles muy elevados), diversos núcleos urbanos del interior del país empeoraron rápidamente su situación (Mendoza, Rosario, Santa Fe, Córdoba, Jujuy y Río Negro). Esta dinámica de federalización de la enfermedad se dio en paralelo a una paulatina apertura de actividades en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano Bonaerense y al endurecimiento en otras ciudades. El sostenimiento en el tiempo de la enfermedad y los rebrotes en países europeos como Francia y España dejan entrever que difícilmente podamos volver a la situación pre-covid en los próximos meses, por lo cual la “nueva normalidad” probablemente continúe hasta que la vacuna se aplique a gran parte de nuestra población.

En este contexto, los indicadores del Semáforo continúan reflejando el desplome de la producción local durante julio (recordemos que los primeros veinte días del mes tuvo lugar un nuevo endurecimiento de la cuarentena). La novedad radica en que julio fue el primer mes donde se registró una importante caída de las importaciones de prendas de vestir (-58,6% comparado con mismo mes de 2019). En contraste, en los seis primeros meses de 2020, el ingreso de ropa extranjera había disminuido a un ritmo menor que la contracción de las ventas, de forma tal que las prendas importadas habían ganado participación en el total del mercado.

Ahora bien, entre los efectos de la pandemia en el mercado de indumentaria se destacan las dificultades operativas que enfrentan las empresas del sector. En primer lugar, sólo una proporción del personal está trabajando debido a la necesidad de licenciar a los mayores de edad, personas con menores a cargo y trabajadores con enfermedades pre-existentes. En segundo lugar, el cumplimiento de estrictos protocolos sanitarios conduce a dividir a los trabajadores en pequeñas células de producción aisladas entre sí, que son licenciadas temporalmente cuando algunos de ellos se contagian. Por ambos motivos, las fábricas del sector están operando con aproximadamente la mitad de su personal, lo que genera retrasos y mermas en la producción. Se trata de la misma situación que sufren el resto de los eslabones de la cadena de producción, lo que dificulta también el acceso a los insumos productivos. A esta situación se suma que durante septiembre algunas provincias como Catamarca y San Juan retornaron a fase 1, lo que afectará la producción de hilanderías y tejedurías, impactando desfavorablemente en la oferta de insumos para la confección de ropa.

Además, la limitación del uso del transporte público a los trabajadores esenciales obligó a las empresas a encargarse del traslado de sus operarios, a través de la contratación de combis y remises, lo que redundó en un significativo incremento de los costos operativos. En paralelo, la limitación del traslado de personas impide a consumidores y comerciantes minoristas de todo el país arribar al Gran Buenos Aires, principal centro de producción y comercialización mayorista de ropa (representa aproximadamente el 75% del país). Por este motivo, durante los últimos meses se improvisó un canal de distribución vía transporte terrestre que explica un importante encarecimiento de los costos de las prendas en el interior del país, sumado a la necesidad de introducir medios de pago digitales (con sus respectivas comisiones) y de formalizar impositivamente operaciones para aquellos segmentos mayoritarios e informales del mercado.

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