Martín Churba: las crisis como alimento del proceso creativo

Fuente: La Nación ~ Todo empezó como un juego. Como una manera de compartir en forma creativa el abundante tiempo disponible que ofrecía la cuarentena. Martín Churba , diseñador argentino que llegó a vender sus prendas de vanguardia en mercados tan remotos como Tokio, buscó a fines de marzo lo que tenía a mano en su casa de Martínez: ganchos para la ropa, pastillas de repelentes para mosquitos, el papel barrilete que llegó con la fruta de la verdulería. Cortó hojas de las plantas de su jardín y revolvió la basura en busca de bolsas de café y cajas descartadas.

Esos objetos fueron la materia prima de sus «producciones inútiles», pinturas y objetos escultóricos realizados sin otro fin que recurrir a diario a la imaginación para «pasarle el trapo» al encierro forzado por el coronavirus. Y, también, la semilla de un camino que lo llevaría en pocas semanas a tener su propio programa en Instagram con cientos de seguidores de todo el mundo, un banco como sponsor, un proyecto solidario y a la creación de prendas inspiradas en la pandemia para su marca, Tramando.

Lo que nació como una actividad «catártica y liberadora» se transformó sin esfuerzo hasta dar a luz objetos imprescindibles para la vida en la era del distanciamiento social. Como los barbijos descartables que Churba realizó con bolsas y servilletas de papel: con la plancha familiar, aplicó los conocimientos de termofusión que lo hicieron famoso a nivel internacional y creó un tapabocas descartable, sin costuras. Luego compartió el tutorial desde su cuenta de Instagram ( @martinchurba ), para que otros pudieran hacerlo en sus casas.

Ese modelo fue usado por la Cooperativa La Juanita, con la que Churba ya colaboró en varios proyectos sociales, para fabricar 10.000 barbijos encargados por el Banco Santander para sus empleados. Fue así como la institución conoció el taller gratuito que el diseñador estaba dando en la red social y decidió auspiciar una edición semanal, los miércoles, a las 17.

En forma paralela, a Churba se le ocurrieron otras ideas: creó por ejemplo un guardapolvo engomado que permite proteger la ropa de posibles contactos con el virus al salir de casa, acompañado por un collar multifunción: sirve para portar objetos imprescindibles, como las llaves y el barbijo. Y, por supuesto, su marca también ofrece ahora tapabocas creados con las inconfundibles telas de Tramando.

El fenómeno mediático se completó días atrás con la convocatoria a participar de un ciclo de podcasts lanzado por arteBA Fundación y Bombay Sapphire. «Me llevo muy bien con las crisis: tengo un instinto de supervivencia muy ejercitado», dice Churba en una entrevista con Esteban Feune de Colombi, disponible en arteba.org , donde advierte que las crisis «tienen una relación un poco oscura, no muy visible, con la creación».

Podemos aprovechar el tiempo para hacer algo inútil pero que tenga un sentido para uno, sin buscar una ganancia»»

Martín Churba

Describe allí la manera en que puso su talento al servicio de diversos proyectos solidarios. Como cuando fue convocado por Luis Moreno Ocampo para «contagiar el entusiasmo creativo» en una comunidad con altos índices de suicidio infantil, o por el padre Pepe para «aportar una nueva mirada» a un grupo de adictos en recuperación. «La creatividad no solo transforma lo material -opina-, sino también el espíritu».

Eso demostró, una vez más, cuando la pandemia llegó a la Argentina. Habituado a realizar colaboraciones con artistas, como hizo en 2007 con Pablo Reinoso y al año siguiente con Clorindo Testa , Churba se encontraba a punto de lanzar un nuevo proyecto cuando el Gobierno decretó la cuarentena preventiva y obligatoria. La sede central de Tramando, en el corazón de Recoleta, había sido remodelada por su marido, Mauro Bernardini, para sumar al showroom de ropa el restaurante Marti, a cargo del célebre chef Germán Martitegui. Su inauguración, prevista para marzo, quedó en suspenso.

Fiel a su estilo, el diseñador decidió apelar a «los recursos disponibles que no estaban siendo tenidos en cuenta». No solo siguió trabajando con lo que tenía a mano, sino que aprovechó para encontrarle un sentido positivo a la palabra «inútil». Descubrió una forma original de compartir su experiencia, cuando los vivos de Instagram recién comenzaban a transformarse en una vidriera creativa tras el cierre de museos y galerías. «Pasale el trapo a la cuarentena» fue la propuesta inicial, que al cumplir cuarenta emisiones diarias se sintetizó en «Pasale el trapo», dos veces por semana.

«Yo no tenía familiaridad con Instagram, la veía como una red social con poco contenido -explicó el diseñador a LA NACION-. Pero cuando llegó la cuarentena me di cuenta de que podía servir para algo muy útil: podemos aprovechar el tiempo para hacer algo inútil, pero que tenga un sentido para uno, sin buscar una ganancia en cada cosa que hacemos».

«Lo más importante es mantenerte activo y no pensar en el ‘para qué’. Encontrar lo que te divierte, con lo que te gusta jugar, y proponértelo seriamente», decía semanas atrás mientras le hablaba a la cámara del celular de Bernardini. Arquitecto y artista, este último se ocupa también de producir los anuncios promocionales por TikTok y de aportar la música de fondo, clave en el proceso creativo de ambos. «Toco la guitarra desde hace seis años y canté toda mi vida, es lo que me salvó esta última década», confiesa Churba.

En esos ciclos de una hora, además de mostrar cómo experimentar con el material descartable disponible en cualquier casa, el diseñador comparte técnicas que aprendió a lo largo de su exitosa carrera. «Hoy estamos conectados con la energía creativa que nos enseñó Sergio», dijo al lamentar la muerte reciente de Sergio De Loof, impulsor de célebres espacios porteños como Bolivia, donde Churba realizó en 1995 su primera muestra. Exhibió allí telas pintadas y serigrafiadas en el taller de su padrino, el arquitecto León Churba.

La propuesta de reciclar lo existente también fue clave en la presentación de su colección otoño-invierno 2019, en el Centro Cultural Recoleta, donde realizó un desfile con fuerte contenido social. Llamada «Stock, Divino Tesoro», se basó en telas recuperadas de temporadas anteriores y apeló a la performance y a las obras de artistas callejeros para generar conciencia sobre la gran cantidad de gente que duerme a la intemperie en la ciudad.

De esa manera respaldó una vez más con acciones su convencimiento de que había llegado el momento de «desemprender», en el sentido de poner un freno a la expansión que solo busca «empujar para adelante» a cualquier precio. «No solamente cerré cuatro locales, cerré mi taller, trabajaba con 70 personas, ahora trabajo con diez -dijo entonces, en una entrevista con Mariana Arias para LA NACION-. Siento que estoy de alguna manera íntegro en mente y cuerpo, no me enfermé en ese proceso y tengo intacta la raíz de mi negocio en un país donde es muy difícil de sostener cualquier negocio, mucho más uno basado en la creatividad. Tramando cambió la piel, hoy tiene esa fuerza original que tuvo hace 15 años cuando se inauguró.»

Un año más tarde, tras haber concentrado Tramando en la sede de Rodríguez Peña, la pandemia confirmó que su intuición le había indicado el camino correcto. Y que si hay equipo y trabajo en red, la energía creativa es más contagiosa que cualquier virus.

Así lo demuestra el eco provocado por sus palabras en seguidores de todo el mundo, que celebran con emojis de aplausos y corazones los momentos compartidos a la distancia y la propuesta de invertir en el propio «superávit creativo». «Hola, Martinchoooo, te veo desde Milán», escribe una de ellas. «Abrazo grande desde España», comenta otra, y agrega: «Gracias por inspirarnos. Estoy manos a la obra».

«La era digital nos llevó a la búsqueda de una imagen muy perfecta. A partir de esta cuarentena y de esta manera de tener tiempo, me di cuenta de que este trabajo tiene un valor muy especial. Me hizo muy bien en su momento y ustedes lo pueden hacer en sus casas, es muy sencillo», propone Churba al enseñar cómo crear patrones visuales sobre la base de fotografías, como lo hacía hace un cuarto de siglo. «Puede pasar a ser el patrón de esta época tuya: creá tu propio patrón, sé tu propio patrón», sugiere divertido con el juego de palabras en uno de sus programas, señalando a cámara.

Convencido de que «se puede ser feliz con algo muy simple» y del valor de «la aceptación, la entrega y el agradecimiento» en momentos tan inciertos, explicó a su audiencia que «se trata de compartir el momento y el mundo interno. En este momento tenemos que aprender a vivir disfrutando de pequeñas cosas. Tomate el tiempo; ahora es lo que sobra. Sin pretender que la obra tenga un resultado. Es un lujo».

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