Fuente: La Gaceta ~ Los cursos de “Corte y Confección” permiten a los interesados encarar la moda desde el diseño de autor y la autenticidad. Qué ocurre en Instagram.
La moda es un lenguaje que se viste de géneros diversos y se confecciona con la ayuda de un centímetro y una tijera. Los talleres de “Corte y Confección” siguen captando al público femenino, pero ahora se convirtieron en nichos creativos ideales para los influencers tucumanos. El objetivo es encontrar un espacio desde el cual exhibir sus producciones textiles y que sirva de disparador para convertirse en referentes vanguardistas.
Sofía Olivares Romano (20 años) es la cara detrás de una cuenta de Instagram que se dedica a vender prendas vintage. Según afirma, la parte más divertida de ese trabajo es seleccionar las prendas y devolverlas a la vida apenas con algunos retoques. “Si encuentro algo que está fallado o accesorios en los que falta un botón me encargo de restaurarlos con mi máquina de coser”, explica.
El comienzo no fue fácil y esta historia surge al observar algo tan rutinario como un montículo de prendas sin usar. “Empecé a tomar clases de moldería y de costura para demostrar que esa ropa merecía otra oportunidad en el armario. La idea siempre fue modificar lo que ya existe para adaptarlo a nuestro tiempo”, explica la usuaria con 5.000 seguidores. Entre los cambios, su marca personal consta de acortar y estrechar los outfits.
“Obtener la máxima expresión en un atuendo es mi meta. Me gusta que la vestimenta tenga personalidad”, revela a su vez la influencer Ayelén Caram (28 años). En su caso, lo que inició como un juego, terminó cobrando seriedad cuando cambió la carrera de Abogacía por la de Diseño de Indumentaria.
“Ya lancé mi propia colección cápsula. Es bastante atrevida y diferente”, señala Ayelén. En el taller de costura del que fue protagonista nacieron atuendos como un blazer que también puede usarse como vestido.
Iniciativas
Más allá de los enojos y las dificultades, la satisfacción de observar una creación propia es impagable. “Tenemos abuelas que quieren hacerle ropa a sus nietos y mamás que desean confeccionar desde cero prendas para sus hijos”, detalla Camila Lago; a cargo de una serie de clases que imparte la Municipalidad de Yerba Buena.
La diseñadora cuenta que uno de los cursos de verano tuvo tanto éxito que los turnos continuaron después de aquel periodo. “A través de las redes sociales uno puede tener acceso a diseños exclusivos, costosos e internacionales. Entonces tener la posibilidad de hacerlos por tu cuenta es un punto extra que motiva”, reflexiona Camila.
Según la tallerista no existe un estilo definido a la hora de dar rienda suelta a los moldes y la costura, aunque sí existe una tendencia hacia lo vintage y el ciclo de recirculación de las prendas. “Una de mis alumnas modificó el jean de su novio para adaptarlo a su calce”, agrega -a modo de ejemplo- Camila.
En su rutina tomar blusas, remerones y pantalones de los años ’60 y los ’70 es un plan estupendo. “Las texturas y los géneros antiguos son diferentes a los actuales. Todo vuelve en el mundo de la moda; entonces, con unas pinzas en la parte trasera del pantalón o gracias a un recorte de mangas, la ropa queda como nueva”, cuenta.
A la necesidad de desempolvar la máquina de coser, Sofía Herrera Krautmann agrega otro asunto: la conveniencia económica en comparación a la ropa que se consigue en los locales comerciales. “Lo único a tener en cuenta es que la paciencia es el instrumento esencial”, concluye la tallerista de molderia.