El negocio menos pensado. Los talleres del conurbano cambian por la pandemia

Fuente: La Nación ~ «Hoy todo el conurbano está empezando a fabricar barbijos», aseguran en una de las mayores fabricantes de indumentaria de la Argentina. La reactivación llegó para los pequeños talleres textiles y desde el lado más inesperado. Con la increíble velocidad con que se mueve todo en tiempos de coronavirus, los talleres del sector que trabajan como proveedores de la industria de la confección y de las ferias como La Salada, ahora están reorientando sus planes de producción con la mira puesta en la fabricación de barbijos y tapabocas.

A la espera de que el próximo lunes la industria textil y de indumentaria sea incluida en la lista de sectores esenciales, las grandes empresas del rubro y los pequeños talleres ya están calentando las máquinas para hacer frente a la demanda de barbijos y tapabocas.

«Como no se trata de un producto que requiera un gran desarrollo, hoy todo el conurbano se está preparando para fabricar barbijos, y en muchos casos ya empezaron en las condiciones en las que pueden hacerlo», explican en una empresa del rubro.

La fabricación de barbijos y tapabocas es un proceso relativamente sencillo para un taller textil. En el caso de los barbijos, el insumo clave es la friselina. Se trata de lo que en la jerga de la industria se conoce como una «no tela» que se utiliza la fabricación de los cuellos de las camisas o para la confección de las bolsas reutilizables de las compras, que reemplazaron en los supermercados a las tradicionales bolsas de plástico.

Claro, que el problema hoy es conseguir un rollo de friselina. «Se trata de una tela barata, cuyo precio antes de todo esto rondaba entre 40 y 50 pesos el metro, pero que ahora está difícil de conseguir porque todos están buscando friselina», explican en una textil.

Los tapabocas -que se diferencian de los barbijos porque desde un punto de vista son un producto más simple y no pueden ser utilizados para fines médicos-, por su parte, se fabrican con tela común de plano, que es la misma que se usa para la confección de camisas o sábana. El precio de estas telas es un poco más alto (el metro puede rondar entre 100 y 150 pesos), pero cuentan con la ventaja de que no hay taller textil que no cuente con varios rollos en stock.

«En nuestro caso, tenemos todo para comenzar la producción y estamos en condiciones hacer 5000 o 6000 barbijos por día. Ya tenemos los pedidos de los supermercados y solo necesitamos que el lunes nos dejen abrir las puertas de la fábrica», explica una empresaria que es proveedora textil de grandes cadenas de supermercados.

La demanda de los supermercados se disparó a partir del anuncio de algunos distritos -como las provincias Jujuy, Salta y Santiago del Estero y la ciudad de Buenos Aires- que comenzarán a exigir o, al menos sugerir, el uso de los tapabocas y barbijos para salir a la calle en una eventual salida de la cuarentena.

Los supermercados ya dieron cuenta de esta demanda en ascenso y en las últimas horas dispararon los pedidos de mercadería. «Están todas las cadenas pidiendo cotizaciones», reconocen los proveedores que encontraron en los barbijos una salida productiva para hacer frente a la inédita crisis que enfrenta la industria textil.

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