Crearon una marca de ropa y sus vestidos son la clave de su éxito

Fuente: Ohlala ~ Dos mujeres se aliaron para lograr un modelo de negocio rentable en el complejo mundo de la moda. Acá te contamos cómo lograron subsistir a pesas de las crisis y adversidades del rubro.
Sofía Incera (36) es diseñadora de indumentaria y desde muy chica soñó con tener su propia marca de ropa. Mientras estudiaba la carrera se animó y dio el primer paso: armó Bisovi, la registró e hizo una primera colección. Sin embargo, nunca llegó a lanzar, ya que tenía una socia que se bajó antes de arrancar y la dejó sola. Empezó a hacer ferias los fines de semana con las prendas que había hecho, pero esas ventas no le generaban ingresos para vivir y empezó a volcarse al área textil. Se dio cuenta de que gracias al contexto del país había una oportunidad en producto terminado que la llevó a construir y armar una fábrica. Encaminó su rumbo por ahí y dejó a Bisovi dormido. Pero todo cambiaría en 2013, cuando conoció a Luz González Clément (32), su cuñada y novia de su hermano, quien se convertiría en su aliada ideal.

Sofi le comentó que tenía ganas de resucitar esa marca que había hecho a sus 18 años y Luz, que es muy fan del mundo emprendedor, del espacio digital y las redes sociales, no lo dudó. Ella estudió comunicación y trabajaba en una multinacional manejando la estrategia de redes sociales de toda Latinoamérica. «Con Sofi tuvimos una conexión muy fuerte, somos las dos muy parecidas. Estamos bien divididas porque yo estoy muy volcada en todo lo que es venta, comercialización y marketing; ella, enfocada en el diseño. Somos un complemento perfecto, las dos tiramos para adelante. Desde el momento en el que arrancamos nunca frenamos. Al principio yo seguía con mi trabajo y vendía Bisovi en mi casa, hacía ferias los fines de semanas. Sofía estaba abocada a su fábrica, pero desarrollaba el producto y yo se lo comercializaba», cuenta Luz.

Estuvieron algunos años así hasta que hubo un quiebre y tuvieron que decidir el futuro de la marca. «En 2018, por el contexto nacional la fábrica de Sofi, donde hacíamos las producciones, ya no podía seguir y tuvimos que decidir qué hacer con esto: era o cerrar las persianas y que cada una hiciera lo suyo o poner todo. Yo no podía seguir con las dos cosas, la doble vida no daba para más, así que en junio renuncié, armamos una nueva sociedad, una nueva fábrica. Nos mudamos a un lugar más chico, con seis personas muy abocadas a Bisovi. Reestructuramos todos los procesos que teníamos y todas nuestras proyecciones. Planteamos un negocio a largo plazo que funcione», recuerda Luz.

Para exprimir al máximo la empresa, Luz se inscribió en un programa de Endeavor y fue seleccionada para participar de un curso para mujeres en el cual recibió asesoramiento y capacitación de mentores sobre cómo resolver sus desafíos de negocio. Todos los miércoles, durante 4 meses, había una charla con emprendedores que tuvieran proyectos relacionados a los que estaban trabajando las asistentes, para que cada una pudiera tener un referente de algo. Se armó una comunidad de mujeres súper fuertes, se ayudaron y se empujaron. Con el conocimiento y la experiencia en mano supo diseñar mejor la estrategia y encarar el proyecto desde un lugar mucho más abarcativo.

Sin embargo, el primer año los números no les daban, fue bastante duro, pero miraron el vaso medio lleno y se quedaron con todos los aprendizajes que pudieron incorporar. «Cuando tenés crisis y las cosas no funcionan bien te das cuenta en dónde hay que poner los ojos para no distraerse con el resto de las cosas. Reconstruir todo, volver a ver los procesos de cero, estuvo bueno porque nos hizo focalizarnos en cuáles eran los objetivos claves que teníamos que cumplir», explica. Se mudaron, priorizaron poner espejos enormes con dorado, imponentes, tienen una fragancia propia, música especial. todo es personalizado. Por el tipo de prendas que venden, a veces hace falta asesoramiento, por eso en el showroom ofrecen café, te permiten probarte lo que quieras el tiempo que quieras, es como si te recibieran en su casa. «La primera mitad de 2019 estuvimos tambaleando, no funcionaba. Vendíamos, pero no queríamos subir los precios porque siempre pensé la empresa como una marca sofisticada, exclusiva, distinta, pero que puedas acceder. Ante el temblor empezamos a ser más creativas, a pensar en distintos segmentos en donde podamos trascender, dejar una huella y ayudar a la gente a potenciarse», detallan.

Evitar el desperdicio

Además de la moda, las chicas tienen el foco en un tema central de la actualidad: el cuidado del medio ambiente. Para desarrollar su marca con consciencia decidieron ordenar que no haya casi nada de desperdicio de tela: «Transformamos los vestidos con todo el stock que tenemos o con cosas que pasaron de moda. Hacemos una prenda nueva con la misma tela, no desechamos. Queremos que se empiece a reutilizar y, además, creemos que es una inspiración para todas las chicas que estudian diseño y que ven como un desafío pasar de un vestido a otro, que no tienen nada que ver entre ellos. De paso, pueden analizar por qué este modelo no funcionó. Para no desaprovechar ni un pedazo de tela y no generar desecho hacemos que todas las telas se corten de determinada manera que se pueda utilizar el 100%, así reducimos los famosos retazos», explican.

EN NÚMEROS

Tienen 5 líneas diferentes: lencería, hospital, niños -fiesta y bebé-, fiesta dama, vestidos casual. Proyectan lanzar bikinis y darle mucho foco a Mini Bisovi.

  • En 2019 vendieron 2600 vestidos.
  • Los precios de los vestidos varían entre $3500 y $21000.
  • Hoy trabajan 11 personas en Bisovi: 6 en fábrica, 3 en el showroom y ellas dos.

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