Fuente: Cronista ~ Cada vez más empresas del sector utilizan ese recurso como una manera de seguir funcionando. Aseguran que por cada caso conocido hay al menos otros 15
Altas tasas, impuestos y caída del consumo son el cóctel explosivo que está llevando a la industria de la indumentaria a una crisis de la que, por el momento, no se encuentra salida. En las últimas dos semanas dos reconocidas marcas, Ayres y AY Not Dead, entraron en concurso preventivo de acreedores y se sumaron a una lista que incluye a Legacy y Big Bloom, empresa dueña de Wanama y Cook.
En el sector dicen que estas empresas son apenas la punta del iceberg. Debajo quedan muchas otras que están en la misma situación o que directamente tuvieron que cerrar sus puertas de las que nadie habla porque no son conocidas.
“Por cada empresa en crisis que se ve en los medios hay por lo menos 15 más en igual o peor situación. Hace tres años que el sector viene cayendo y ahora nos encontramos en una situación crítica, casi terminal”, dice Claudio Drescher, CEO de Jazmín Chebar y presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI).
Presentarse en concurso de acreedores es una manera de las empresas de lograr un poco de aire mientras renegocian con los acreedores. En los 12 a 18 meses que se logra la aprobación de la medida preventiva, la deuda vieja queda congelada y no se realizan pagos, destacó un abogado especializado en quiebras.
Según el letrado, la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) es uno de los principales acreedores de las empresas del sector: “El concurso les permite seguir funcionando, porque un embargo de la AFIP les impediría operar. Mientras tanto, las compras nuevas se hace a plazos más cortos o al contado”.
Según datos de la entidad empresaria, en febrero las ventas del sector retrocedieron un 13,8% en comparación con igual mes del año anterior y la caída llegó al 16,3% cuando se cuenta solo el consumo en locales físicos. En tanto, en enero se fabricó un 12,5% menos de ropa medido en cantidades y el eslabón textil –proveedor del principal insumo del sector– tuvo una caída en su producción de 27,9%.
Asimismo, en los últimos años aumentó la carga impositiva del sector y tasas municipales como alumbrado, barrido y limpieza, y seguridad e higiene que antes tenían un monto fijo se convirtieron, en la práctica, en un nuevo tributo que se cobra como un porcentaje de la facturación de la empresa. A ello se le suman costos ocultos que antes no se pagaban, como mayor cantidad de peajes en el proceso logístico o seguridad privada, tanto en el transporte de mercadería como en puntos fijos.
“Y cuando llega la necesidad de financiamiento o de capital que apalanque un lanzamiento nos encontramos con tasas exorbitantes. Hablamos de un escenario de cortísimo plazo que no es alentador, justo cuando estamos por lanzar la temporada de invierno”, dijo Pablo Sönne, CEO de Rever Pass, marca que está incursionando en la confección de uniformes para otras compañías.
En su edición de marzo, el Semáforo de la Indumentaria Argentina elaborado por la CIAI destaca que las empresas hoy están pagando un 52,3% anual por los adelantos de cuenta corriente. Para Drescher se trata de una “novedad muy fuerte” para el mercado y detalla que para vender en cuotas las marcas tienen que absorber el coto de financiación, lo que significa perder un 15% del total de esa transacción.