Tapabocas: símbolo de una industria que tuvo que aprender a reinventarse

La moda es uno de los negocios más golpeados por el COVID . Consultamos a algunos de sus actores principales para ver cómo están reinventándose.

Pasear por Palermo, dar una vuelta por un shopping, ir a alguna feria o caminar unas cuadras por el barrio donde vivimos es todo lo que no podemos hacer y es todo lo que una marca necesita que hagamos para conseguir ventas. No es novedad que la industria textil es una de las industrias más afectadas con la determinación del aislamiento social . Las marcas se vieron obligadas a sostener una empresa que bajó sus ingresos notablemente y tuvo que apostar a la venta online para sobrevivir . A diferencia de lo que pasa en el resto del mundo, somos un mercado poco acostumbrado a comprar online , por lo que el desafío es mucho mayor : tentar a los que nunca lo hicieron a entrar y ofrecerles una experiencia similar a lo que vivían en la tienda física. La industria se reinventa y pone sus esfuerzos en llegar a un nuevo consumidor que piensa el doble antes de gastar.

El barbijo como primer salvavidas

Luz González Clement, socia de Bisovi, una marca joven de vestidos de fiesta, contó: «Teníamos que actuar rápido para poder mantener el negocio en movimiento, los vestidos no eran una opción. El breaking point fue cuando lanzamos nuestro tutorial para hacer tapabocas caseros: armamos un molde fácil para que todos pudieran hacerlo desde su casa y, luego de recibir muchos mensajes pidiendo comprarlos hechos, empezamos a confeccionarlos y venderlos».

Muchas fueron las marcas de indumentaria, grandes y chicas, que se pusieron a confeccionar tapabocas no solo para satisfacer a la necesidad de sus consumidores, sino también para conservar puestos de trabajo de costureras y talleristas. No solo eso, el anzuelo del tapabocas lleva nuevos consumidores al e-commerce que pueden sumar algo más al carrito.

El e-commerce al frente

«La situación nos tomó de sorpresa, pero decidimos acompañar a nuestros clientes y a todo nuestro equipo», comenta Diego Meischenguiser, presidente de Perramus, una marca casi centenaria cuyo fuerte son los abrigos e impermeables. Prepandemia, el 12% de sus ventas provenían del online; al cerrar sus 17 locales decidieron perfeccionar su site y destinar más personal a su atención virtual. Como Perramus, muchos se lanzaron al servicio de personal shopper digital a través del cual los clientes pueden comunicarse con especialistas por medio de WhatsApp para recibir asesoramiento y respuestas reales a cualquiera de sus consultas. También Rapsodia, Las Pepas y Ted Bodin, entre otras, se suman a la movida con especialistas de ventas, a través del llamado telefónico o WhatsApp para facilitar el proceso de compra.

El nuevo lujo

«Yo hablo mucho con clientas por redes para trabajar en función de lo que quieren», dice Vero Alfie, diseñadora de su marca desde hace 17 años. Recientemente incorporó una línea que denominó Crafty, kits para hacer tapiz y bordar en casa. Parece que el que antes gastaba en un abrigo de paño hoy quiere gastar en todo lo que sea para estar a gusto en el hogar . Vero desarrolló una línea de pijamas que pondrá pronto a la venta y está trabajando para sumar productos para perfumar ambientes. «Me parece que nuestro lugar hoy, más que de diseñadores, es el de editores, para elegir qué ofrecer. Hay que darle al cliente lo que quiere en el momento en que lo quiere», afirma.

Con la misma flexibilidad, Jessica Kessel, que tiene su marca de calzado artesanal desde hace ocho años, repensó su producto y se bajó del taco alto. «Necesitamos calzado cómodo para estar en casa, para ir a hacer las compras, que sea fácil de usar, de ponerse», explica. Fue así que lanzó una línea de mocasines y una de zapatillas a las que llamo shantas. Además, hoy la gente necesita sentirse abrazada, necesita el confort. Leyendo bien estas necesidades, amplió su oferta e incursionó en lo que denominó «prendas-objetos», con un bufandón/manta, realizado en tamar.

En un contexto de crisis e incertidumbre para las marcas , el cliente tiene la prioridad. La industria busca darle una mejor experiencia de compra, apostando a que los tiempos de entrega sean menores, con logística propia como para que los pedidos lleguen a tiempo y extensiones en los períodos de cambio. El objetivo: clientes felices. El aislamiento va a terminar y muchos creen que todo volverá a la normalidad, ¿normalidad? No sabemos cúal será, pero hay tendencias de consumo que la industria deberá adoptar y cambios que seguramente ya no se irán.

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