Fuente: Uno ~ Según la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), la producción de ropa cayó 68,6% interanual en mayo, debido al cierre obligatorio de las fábricas por la cuarentena, concentradas mayormente en el Gran Buenos Aires.
A esto se sumó la restricción para abrir sus puertas a los comercios mayoristas y las ferias como La Salada, y si bien a través de Internet hubo proveedores que pudieron seguir abasteciendo a distintas provincias, esta situación generó mayores oportunidades de ventas para los diseñadores y fabricantes locales de indumentaria y también de accesorios.
Carla Melisa Goldsmid, diseñadora de indumentaria en Paraná, se volcó en este tiempo a la fabricación de carteras, bolsos y mochilas, y contó a UNO: “Hay un grupo de chicas que compraban antes este tipo de productos en La Salada, y ahora me están comprando a mí”.
A su vez, mencionó que ella trabajaba para otra firma, cosiendo partes para uniformes, y al quedarse sin trabajo inició este emprendimiento, con el que le va bien y espera tener un mayor crecimiento: “Empecé a publicar mis productos en redes sociales y hay chicas que tienen reventa, así que les dejo un buen precio para que puedan comercializarlos, y también he dejado carteras y demás en consignación en negocios en el centro y se han vendido bastante”, afirmó.
Carla Melisa Goldsmid, diseñadora de indumentaria en Paraná, se volcó en este tiempo a la fabricación de carteras, bolsos y mochilas
En Facebook aparece como Melisa Smith y en Instagram como melisasmith.costura, y desde estas plataformas exhibe sus creaciones. Entusiasmada con el ritmo de la demanda, remarcó: “Uso cuerina y trato de economizar en todo lo que utilizo. Compro los cierres por metro y las hebillas en cantidad para que en el costo me convenga y poder venderlo a buen precio”.
La diseñadora local Maru Bevilaqua, propietaria desde hace 15 años de la marca Verde Lounge, coincidió en que hay más movimiento en el rubro y aseguró: “La demanda se incrementó muchísimo en estos meses. Hago ropa para chicos y para adultos, y abastezco a comercios y a emprendedores que tienen algún localcito en su casa”.
Además de los inconvenientes de comprar en Buenos Aires en la actualidad, Maru señaló que el ascenso en sus ventas responde al tipo de productos que fabrica: “Yo hago toda ropa elastizada y cómoda, como remeras, calzas, buzos, y creo que en parte de la demanda tiene que ver con el contexto, porque obviamente la tendencia es el uso de ropa más confortable, por todo el impacto que tiene el aislamiento y el coronavirus en general con esto de que la gente tenga que quedarse en su casa”.
Asimismo, señaló: “Venía con un ritmo de trabajo retranquilo y ahora que saltó la demanda me voy organizando para dar abasto. Cuando empecé hacía 10 prendas, después 40, más tarde 100, y hoy son unas 300 en promedio por semana. Tengo clientes nuevos y hay además un equipo muy grande que se armó con profesores de gimnasia que no están pudiendo trabajar en lo suyo y están vendiendo prendas de mi marca”.
Si bien mencionó que no ha tenido problemas hasta ahora en conseguir insumos, observó: “Las telas que compro son de Brasil y aumentaron un montón por el dólar. Por ahí absorbo un poquito yo esta suba”.
Sergio, de la fábrica de indumentaria deportiva Winkel –que lleva 25 años en el mercado–, también manifestó: “Hemos tenido mucha más demanda este tiempo de clientes de distintos lugares del país porque hay proveedores que no están fabricando en Buenos Aires”.
Según contó, lo que más piden es ropa de invierno, como pantalones tipo chupín de friza y buzos: “Con el aislamiento, se ve que todo el mundo se sacó el saco y la corbata y se puso el jogging”, opinó entre risas.
A su vez, aclaró: “Esto de que las fábricas estén cerradas también nos ha complicado un poco a nosotros en la compra de insumos para producir más, porque todo viene desde Buenos Aires”.
En este marco, mencionó que además de la extensa cartera de clientes en Paraná y otras ciudades de casi toda la Argentina con la que cuentan, cada día reciben llamados de propietarios de negocios que quieren vender esta marca de ropa. “Todos los días nos están llamando, pero donde hay un cliente tratamos de no venderle a otro. Todo depende de la cantidad de habitantes en esa localidad y la distancia en la que estén: si es una ciudad grande y no están cerca uno de otro lo podemos habilitar, sino no”, explicó, haciendo alusión a una política de las empresa que procura garantizar la actividad de quienes ya vienen trabajando con las prendas fabricadas en la capital entrerriana.
Por su parte Fernanda, fabricante de ropa desde hace ocho años, concordó en que tiene mayor demanda: “Vendo por mayor. Tengo muchos pedidos del sur, desde Córdoba, y también trabajo para fábricas de Buenos Aires. El problema que tenemos es que no se consiguen telas, o lanas por ejemplo, y esto es lo que dificulta un poco la tarea”, dijo, y agregó: “Vendo ropa en general, hago prendas de campo y después también para bebés, niños y adultos”.
Marina Garbarino es la única fabricante de lencería en Paraná. Se recibió de diseñadora de Indumentaria y se especializó en este tipo de prendas, y en este tiempo también estuvo vendiendo más en su taller y por redes sociales, pero al igual que algunos de sus pares, conseguir telas y otros insumos de tornó dificultoso. “Hace dos años tengo este emprendimiento. Yo diseño, confecciono y en mi caso vendo particular, pero pido cosas a Buenos Aires o Rosario, como elásticos y demás, y hay faltante. Así que ahora me estoy manejando con el stock que tengo y para sumar también empecé a hacer barbijos”, concluyó, con la expectativa de seguir capacitándose y poder continuar trabajando en lo que más le gusta.