Era una vista inquietante: hace un par de semanas Giorgio Armani realizó su show de la Semana de la Moda en Milán en un teatro vacío y, al final, el propio Armani mismo salió a saludar frente a filas de asientos vacíos. La noche antes del show había quedado claro que el coronavirus estaba golpeando duramente Italia, con cientos de nuevos casos confirmados. Como resultado de ello, la casa de modas pensó que sería más seguro proceder sin público y en cambio transmitir el show por streaming en vivo.
El coronavirus se está expandiendo rápidamente y los economistas ahora temen que tendrá un fuerte impacto en la economía global. China, donde se originó el virus, es un importante centro de fabricación para muchas industrias, incluyendo la moda. Actualmente China produce más de un tercio de toda la ropa y los textiles globalmente, si bien su participación en el mercado de fabricación del vestido ha declinado ligeramente en los últimos años. Y marcas de moda de todo el espectro fabrican sus productos en China, desde sellos de lujo como Prada y Armani, hasta marcas de «moda rápida» como H&M y Zara.
El problema es que las fábricas en todo China siguen cerradas y no está claro cuándo volverán a trabajar. Esto significa que todas las marcas de moda que se proveen de China van a enfrentar importantes demoras en la obtención de sus inventarios en los próximos meses.
El diseñador Thakoon Panichgut, por ejemplo, dice que ya ha sabido de las fábricas que sus colecciones para el verano boreal llegarán un mes retrasadas. Muchas otras marcas de moda están viendo demoras de entre 25 y 45 días, dice Aaron Luo, cofundador de Terracotta Partners, una compañía que ayuda a marcas de moda a construir cadenas de producción en China. «Las colecciones del verano boreal se verán ligeramente demoradas, pero en lo que se refiere al otoño, es menos claro lo que sucederá», dice Luo. «La cadena de producción de la moda es muy complicada y muchas partes han sido afectadas por este proceso».
¿Qué es exactamente lo que está causando las demoras? Por empezar, dice Luo, muchos trabajadores de fábrica volvieron a sus hogares para el Año Nuevo chino, lo que se dio en el momento en que se extendía el brote. Muchos tienen grandes problemas para regresar a sus fábricas porque sus ciudades están en cuarentena y el transporte público se ha paralizado.
El gobierno chino también ha hecho prolongadas inspecciones de las fábricas y a los trabajadores se les hacen tests. «Muchas fábricas del vestido y accesorios están lejos de Hubei», dice Luo, refiriéndose a la provincia que está en el epicentro del brote en China. «Pero fábricas de todo el país, incluso lejos de Wuhan, se ven afectadas por esto».
La cuestión mayor ahora es si algunas marcas se retirarán por completo de China debido a la severidad de esta crisis. Luo no está recomendando que sus clientes hagan esto porque lleva mucho tiempo encontrar un socio fabricante que trabaje bien y priorice su marca. Lo que es más, trasladar la producción a otra parte de Asia o Europa lleva tiempo y no aseguraría que los pedidos para el otoño boreal se entreguen más rápido. Pero esta crisis está llevando a Panichgut a repensar su cadena de producción, si bien advierte que no puede evitar las actuales demoras, piensa que podría ser una buena estrategia fabricar productos en varios países, en vez de sólo en uno. «Todos vemos lo que sucede cuando uno pone todos sus huevos en una sola canasta» dice.