Fuente: IProfesional ~ En estos cuatro años, según organizaciones del sector, la actividad perdió 500 empresas y 40.000 empleos. Esperanza en la reactivación del mercado interno
Tambaleantes y con el último aliento. De esa forma llegan a este final de período macrista las compañías del rubro textil tras sortear, según mediciones del segmento, el peor lapso comercial para la actividad en más de 15 años.
Entre las organizaciones de ese sector destacan que en estos cuatro años la pérdida de puestos de trabajo formal bordea los 20.000 empleos, pero que esa marca trepa a 40.000 si se toma en cuanta la labor informal.
En términos de empresas que bajaron sus persianas, desde Fundación Pro Tejer indicaron que durante la gestión de Cambiemos dejaron de operar alrededor de 500 emprendimientos. Otro tanto, indicaron desde la entidad, sobrevive hoy bajo un esquema de turnos acotados o alternando días de producción.
«Incluso se dan casos de empresas que operan durante un mes, cierran al siguiente, y luego vuelven a la fabricación. En época de mucha producción, las empresas textiles trabajan de lunes a sábado. Hoy, eso es algo que no ocurre», expresó ante iProfesional Marco Meloni, vicepresidente de Pro Tejer.
A la hora de detallar los aspectos qué más operaron de forma negativa sobre la actividad textil, organizaciones, analistas e incluso fabricantes reconocen que el derrumbe llegó como consecuencia de una «tormenta perfecta».
«Cayó la demanda porque la economía se resintió; entonces la gente, directamente, dejó de comprar. A la par, se abrió la importación de un modo indiscriminado y eso provocó una sustitución enorme de productos. A eso se le sumó el aumento de las tarifas y el costo financiero, las tasas. Todo terminó colocando a la actividad por debajo del piso histórico de 2002», detalló Meloni.
Un fabricante con planta operativa en la zona sur del conurbano bonaerense expuso argumentos similares. «Lo que vivimos es una destrucción del sector. Además de la menor demanda se rompió la cadena de pagos. Para cuando cobrás, los montos no te alcanzan para volver a cubrir la misma cantidad de materia prima. La situación de la menor demanda es tal que hasta los importadores tienen problemas», dijo a iProfesional en estricto off the record.
El empresario sostuvo que el actual es un «escenario jamás pensado» en un país que cuenta con materias primas básicas –como la fuerte producción algodonera– y hoy posee una actividad textil que con una capacidad ociosa del 50 por ciento. Esto, por supuesto, referido a las compañías que, al menos hasta ahora, han logrado evitar el cierre.
«Este Gobierno no le dio importancia a la industria nacional, más bien todo lo contrario», declaró recientemente Yeal Kim, presidente de la Fundación Pro Tejer, en instantes previos al inicio de la convención anual ProTextil, el evento anual que nuclea a las compañías del rubro.
Por su parte, el economista Mariano Kestelboim, ex Pro Tejer, enfocó su opinión en la involución que evidenció el mercado interno en los últimos cuatro años.
«El consumo se reorientó a lo básico: alimentos, pago de servicios del hogar, combustibles, medicamentos y saludo en general. Eso redujo fuertemente la venta de textiles. A diferencia de la etapa de Cristina Fernández, en estos años el consumo mostró una caída de al menos un 40 por ciento. También en estos años se perdió la poca exportación textil que se llevaba a cabo», dijo a iProfesional.
Kestelboim definió como «formidable» lo ocurrido en esta gestión que concluye en lo que hace a «destrucción de capacidad productiva y empleo» en el rubro.
«La apertura de importaciones y el cambio de precios relativos golpeó mucho a los que producen en el ámbito textil. La disparada de los costos terminó dejando fuera de la actividad a una gran cantidad de empresas. Pero, sin dudas, la pérdida generalizada del poder adquisitivo fue lo que más perjudicó a la actividad», expresó.
Recuperación política
La novedad es que ahora en la industria hay signos de cambio de estado de ánimo, a partir de las expectativas que despierta la política industrial de Alberto Fernández.
A escasas horas de confirmado su triunfo en las urnas, Alberto Fernández recibió la primera noticia positiva, justamente, del ámbito textil. Así, el empresario Teddy Karagozian anunció la reapertura, previa inversión de 4 millones de dólares, de una fábrica de hilados en La Rioja que dará empleo a 100 personas. El inversor comunicó su decisión en el marco de un acto realizado en la localidad bonaerense de San Martín del que participó el presidente electo.
De cara a lo que viene en términos de recambio político, Kestelboim sostuvo que la expectativa en el sector está puesta en que Alberto Fernández desarrolle de lineamientos económicos que alienten el consumo interno. «Una vez que haya una recuperación del consumo, que se mejore la capacidad adquisitiva del sector interno, deberá definirse un nuevo criterio para administrar las importaciones», puntualizó ante iProfesional.
«Lo siguiente es que se establezcan formas de garantizar el acceso al crédito para una incorporación de capital de trabajo. Con el cumplimiento de estos aspectos puede darse una recuperación bastante rápida», dijo.
Meloni coincidió respecto de la necesidad de reactivar la financiación, al tiempo que profundizó sobre el escenario que enfrentan las Pymes endeudadas. «Es importante que se lleve a cabo una moratoria profunda. Incluso con determinadas quitas de intereses. Si no, las empresas que llegan con complicaciones no lograrán salir adelante más allá del cambio de política económica», alertó.
«El sector de producción textil es uno de los que más rápido sufre afectación cuando hay subas de tarifas y más importación. Pero, al mismo tiempo, es uno de los que se recupera con mayor velocidad en cuanto se reactiva el consumo y se privilegia el producto local. Si se mejora la economía de la gente, rápidamente veremos un despegue del rubro. Eso es lo que esperamos», concluyó.
De acuerdo a informes de Pro Tejer, la caída en la demanda de ropa afectó sobre todo a la producción nacional, que acumula 15 meses consecutivos de caídas. Con relación al comercio exterior del sector, la caída de las ventas de indumentaria y la suba del dólar también golpearon a las importaciones, que cayeron 35,8% interanual sólo en agosto, según registros de Aduana.
«La crisis cambiaria por la que atraviesa Argentina eleva la incertidumbre futura sobre el precio del dólar, en un contexto en el que nuestro país ha vuelto a perder el acceso a los mercados voluntarios de deuda (y a agotar el financiamiento provisto por el Fondo Monetario Internacional)», expone un relevamiento de la fundación.
«En ese marco, se verificaron algunos casos de talleres de confección que han vuelto a recibir órdenes de producción por parte de las marcas, para las cuales la alternativa importadora dejó de ser tan favorable como hace dos años», concluyen.
Colgados del travesaño
Desde Pro Tejer, Meloni sostuvo que el panorama a corto plazo para las empresas que siguen operando es incierto en tanto «el mostrador sigue deprimido».
«Estamos colgados del travesaño. Hoy proliferan las empresas en terapia intensiva y otras, directamente, en agonía. No hay estímulo al capital de trabajo para recuperar la producción y la venta. Por otro lado, lo que se vende usualmente se abona a los 90 días. Muchos deben salir a vender cheques y el costo financiero termina comiéndose gran parte de la ganancia general», detalló.
Respecto de esto, el ejecutivo destacó el peso de la inflación en los costos, que se actualizan casi de forma permanente, mientras que los comercializadores de la actividad textil no han aplicado grandes incrementos a los productos finales.
En torno a la organización destacan la enorme pérdida de participación del producto nacional a manos de una importación apadrinada por el Gobierno.
«Previo a esta gestión, la torta se dividía en un 60 por ciento de producto textil hecho en la Argentina y el resto proveniente del exterior. En estos cuatro años, la ecuación se invirtió totalmente. Creo que lo único positivo que hizo el Gobierno para nuestro sector es incrementar el control al contrabando», comentó a iProfesional.
Meloni expuso que las compañías que aún sobreviven se encuentran muy endeudadas tras agotar sus respectivos ahorros. «Se erosionó el capital de trabajo. Las exigencias que se fueron agregando a los créditos terminaron volviendo imposible la posibilidad de acceder al financiamiento. De ahí la sucesión de cierres o las empresas que pasan largos períodos sin producir», dijo.