Cómo hacer de una línea de pijamas una marca fashion de entre casa

Fuente: La Nación ~ Después de más de diez años trabajando el diseño de moda, tras bambalinas, entre colecciones y producciones, tendencias, marcas grandes y comerciales, Celina Carzoglio se quemó. El «burn out», que está tan de moda entre ejecutivos, también le tocó trabajando en la industria de indumentaria a los 36 años, y en el 2016, decidió dejar ese mundo que constantemente la tenía «a un metro del piso».

«Me metí en mi casa, me acovaché, y así nació la idea del mundo de entrecasa», contó a la nacion, acerca de cómo empezó a hacer el mono producto de Carzoglio: piyamas.

Piyamas de nicho, todos hechos siempre con una misma moldería, telas y colores (blanco, negro, celeste chofer, azul marino y rojo), que ya vendió más de 2000 unidades. Repone constantemente el producto pensado para una indumentaria más lenta, disfrutable y que se preste a un estilo de vida a contramano del ajetreo diario.

«Cuando decidí alejarme del rubro y bajar un cambio, me volví un poco descreída de lo que amaba y sabía hacer y transité una duda existencial profesional», explicó, «también tuvo que ver con mi edad, empecé a pensar dónde queda la energía, el tiempo, el dinero, y la cabeza que ponía en mi trabajo».

Desde 2017 trabaja de manera independiente en su proyecto donde los piyamas son «la columna vertebral» de Carzoglio, aunque también tuvo pequeñas variaciones como una línea del mismo producto para chicos, camisones, pequeñas colecciones periféricas de sastrería y, pronto, se sumarán sábanas.

Los piyamas pasaron a ocupar un lugar en la moda más allá que la prenda que se usa para dormir; hace pocas temporadas. En los locales de ropa de todas las gamas de precio aparecieron camisas y pantalones en conjunto, batas, o camisones pensados para salir. Sobra con un rápido googleo de «piyama para salir» que el buscador sugiere «fiesta», «la calle», o «de día». Más allá de la tendencia del momento la emprendedora dijo: «Lo propuse como algo clásico, apunté a un puertas adentro, a mostrarlos a través de personajes reales en situaciones cotidianas, sin estilismo ni maquillaje ni peinado». Comentó que muchos de sus clientes le mandaban fotos usando el piyama saliendo a comer, con tacos altos o en la calle pero igual optó por presentarlo como atemporal. «Toda la vida existió el personaje que sale a la calle en piyama, y de hecho soy yo. Creo que hay que verlo como lo que es: un pantalón y una camisa, una prenda esperando el mote de cada uno», confirmó Carzoglio.

Desde el primer momento quiso que las prendas sean «unisex», o como se dice ahora «no gender», con cuatro talles distintos para todo el mundo. «La moldería es masculina, yo soy muy masculina en mi gusto, y encuentro que la feminidad está en la persona».

Los piyamas no tienen ningún adorno: quiero que el valor agregado sea la calidad, una super confección y un buen género», comentó la emprendedora. «Todas las costuras son francesas, con cinco puntadas por centímetro, los botones son de nácar, se mandan a grabar y se cosen cruzados. Mientras tanto, el local también aporta a la experiencia de compra en un equilibrio entre nostalgia urbana: está ubicado en una galería en la calle Seguí, en Palermo, vecino de una carnicería y una verdulería.

Profesión: directora creativa

Empresa: Carzoglio

Edad: 39 años

En 2016 decidió dejar su trabajo como diseñadora de indumentaria en empresa del rubro y lanzó su propuesta de ropa para dormir «de nicho», trabajando en forma artesanal. Hoy cuenta con su propio local en Palermo, apuntando a un segmento de clientes premium

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