-¿Cuál es la principal novedad en este relanzamiento?
-Es el renacimiento, porque es la posibilidad de reformular un proyecto en un país tan crítico, con una economía tan frágil y con relaciones económicas con el exterior tan lábiles que te pueden aplastar las ganancias de un negocio con la suba de una décima de dólar. Acá lo que debería ser estable es inestable. Entonces hay que transformar en estabilidad otras cuestiones que dependen de nosotros. En ese sentido el renacimiento está basado en otro paradigma: si bien está presente la idea de la marca de autor, las prendas de línea, las dos colecciones por temporada, lo que cambia es la proporción. Hay todo un espacio en el nuevo Tramando que está dedicado a la promoción, visibilización y a la capilarización de proyectos que tienen como coeficiente el diseño, pero que, de alguna manera, están ligados al vínculo de nuevas relaciones comerciales. Pueden ser creadores de las provincias, organizaciones cooperativas u otras dinámicas que inclusive llegan a esta idea de que la ecuación comercial también puede ser distinta. Tal vez más parecida al comercio justo, bastante más transparente, más trazable, con el nombre de los creadores en las etiquetas, en un Ecosistema que tiene presencia física pero también online, con la narrativa de toda la historia detrás del diseño.
-En la metáfora de la trama que trabajás desde que existe la marca -de ahí el nombre-, ponés en valor el trabajo colectivo, ¿la estabilidad tiene que ver con eso?
-La estabilidad parte del trabajo, del diseño colectivo. La experiencia de todas las colecciones con Tramando hizo que podamos trabajar asesorando sobre temas de materialidades y comerciales, o creando con otros. Y es verdad, la estabilidad está dada por los vínculos colectivos a través del diseño.
-¿Cómo se hizo la selección para configurar este Ecosistema?
-No me estaba yendo bien económicamente, necesitaba generar otro tipo de ingresos. La venta de ropa estuvo muy golpeada, tuve que hacer una reestructuración y necesité el doble de presupuesto porque desarmar es más caro que armar. Me llamaron de Rosario, provincia de Buenos Aires y Mendoza, y en esos encuentros tuve la posibilidad de conocer a gente que estaba interesada en trabajar en workshops conmigo. Vi sus producciones, ahí pude hacer una selección bastante interesante y, sobre todo, hacer clínica con los creadores, buscar cuál era el valor que ese creador podía agregar, la ventaja que le podía dar o una mirada de diseño curatorial. Fue una mayoría de gente que aprovechando la oportunidad pudo producir y eso hoy está exhibido en la tienda. Tenemos zapatos, collares, carteras y todo tipo de investigaciones en materiales muy diversos. Y eso genera una cofradía interesante, entre ellos comienzan a darse recursos.
-En un mundo virtualizado, es algo contracultural, es volver a lo primigenio…
-Claro, además es darle una oportunidad a alguien que se siente lejos de las oportunidades y lo que sucede es que, cuando la adquiere, se esmera mucho. Eso se ve en el trabajo, pasión y producción.
-¿Cómo es la respuesta de los clientes?
-Excelente, a la gente le encanta lo que ve y después se entera de que surge de una cooperativa y que su plata tiene llegada al que lo necesita. En cuanto al diseño, me animo a decir que está a niveles internacionales, no porque lo internacional sea mejor, sino porque viene gente que está acostumbrada a consumir diseño, sean locales o turistas, y encuentran total empatía con las producciones.
– ¿Cómo se inserta la propuesta gastronómica?, ¿en qué consiste la idea?
-El restaurante es de Germán Martitegui, quien tiene la característica de ser un chef bien autoral. Él va a diseñar una propuesta vegetariana que va a ir en línea con los nuevos paradigmas de la alimentación, acorde a nuevas tendencias actuales. Hay una idea como muy artesanal porque no habrá mesas, sino que los cocineros van a preparar los platos frente a cada comensal en una gran barra. Se sentarán y verán cómo se procesa la comida.
-Volviendo a lo colectivo: en la moda en general para algunos ya queda fuera de lugar la idea del diseñador estrella, ¿cómo lo ves?
-A mí me parece que los íconos de la moda son bienvenidos, divertidos, comerciales, pero es ineludible la fuerza que tienen las nuevas generaciones o las nuevas visiones de la moda. Tal vez la iconografía que habla de una idea más épica y de crear una historia es un juego divertido, pero creo que le gana el hecho de cómo nos vestimos y cómo nos vamos a vestir, qué podemos aportar a lo que ya existe, cómo lo podemos construir. Me parece que lo participativo incluye a las nuevas generaciones. Entonces la idea del trabajo se vuelve más atractiva. Aquella que está preparada para transformarse generacionalmente, pensar qué somos y cómo buscamos impactar. Lo sustentable no solo desde lo ecológico sino también desde lo social. Encontrar espacios para hablar de una moda más inclusiva que, sin dudas, nos va a dar más futuro.
-¿Qué le sumarías al documento fundacional de Tramando?
-Muchas veces caí antes de tiempo, por eso ese manifiesto tal vez tenga lugar hoy. Le sumaría que es posible. Es lo que está aconteciendo. Cuando te metés a hacer cosas nuevas no sabés si será posible o no, ahora ya sabemos que el mundo necesita un diseño social, colectivo, una mirada inclusiva. Ya no, la moda exclusiva como se jugó durante tanto tiempo en un país tan pobre. Todos los que estamos un poco mejor podemos tratar de arreglar las cosas en general, ser inspiradores de buenas prácticas. Finalmente, los que tenemos un poco de visibilidad la tenemos que usar en ese sentido. Si nos están mirando, inspiremos a ser buenos ciudadanos. Si nosotros creamos diseños genuinos y auténticos estamos construyendo algo más allá de nuestro propio resultado, que es nuestra identidad colectiva y eso sirve para todos.
-¿Cuál fue tu ganancia -no monetaria- hasta ahora?
-Hace cuatro años me puse a desemprender. Nuestra sociedad te enseña el éxito. Pero ¿quién te enseña a decrecer?, ¿cómo hacer cuando no tenés un mango porque el negocio no te da? Hoy, si me preguntaras qué consejo le daría a alguien que está empezando, le diría que sea muy cuidadoso en lo que construya porque la idea de éxito queda obsoleta y deja de ser oportuna. A veces una pequeña escala es lo mejor, habla de pequeños vínculos, pero sólidos, en un territorio un poco más firme. Crecer en la Argentina en general y en la moda en particular es complicado. Hay que entender más allá del mercado. No es la única variable, es muy importante, pero también hay otras.
-¿Te genera alguna expectativa el nuevo gobierno?
-Mucha, porque me interesa la alternancia. Como me pasó cuando vino el gobierno anterior, sentí la posibilidad de que algunas estructuras no quedaran instaladas. Ahora con este recambio tengo esperanzas. No quiero llenarme de expectativas, pero soy un tipo bastante positivo. Sigo creyendo que con buenas políticas, conectadas, puede haber agilidad, cambio, dinámicas, y voy a estar apoyando y empujando este proceso de alternancia, usando la democracia como medio. Más allá de que elija o no a los gobernantes, es nuestro gobierno, nuestro país, nuestra producción, economía y comunidad. No tengo dudas de que la alternancia es sana. Hoy estoy acá y mañana estoy enfrente. Eso me hace un ser humano más maduro, más inteligente.