Warmi. La increíble historia de una hilandería exportadora jujeña que se remonta a 1922

Fuente: La Nación  ~ En sus inicios, rescataron máquinas que estuvieron paradas durante 30 años porque en la localidad no había agua

Hilados de la Puna argentina llegan a Estados Unidos, Alemania, España y Suiza. Hilandería Warmi es una empresa social integrada por diez accionistas, de los cuales una es “Las Warmi”, la organización impulsada por la líder colla Rosario Quispe. Hace un tiempo salvaron a la empresa, fundada hace 98 años, del cierre y ahora procesan unos 18.000 metros de tela anuales, venden afuera a través de Exporta Simple y comercializan también en todo el país.

En 2018 la hilandería vendió por US$100.000 a los Estados Unidos unas 1500 mantas a una cadena de retail; el año pasado fueron unos US$15.000 a Europa, siempre a tiendas. “Empezamos a aceitar el proceso de exportación hace unos cuatro meses y esperamos crecer rápidamente, duplicar esa cifra, porque hay mucho interés en nuestro producto”, apunta a lanacion, Gastón Arostegui, gerente de la empresa.

La clave del interés que generan los hilados es su origen natural, sustentable y su trasfondo social. Warmi tiene certificación de hilandería B y avanza para certificar en productos orgánicos. Trabajan con pelos naturales de llama, algodón y lana de oveja y cuentan con dos líneas, la de indumentaria (ponchos, salinas y bufandas) y decoración de hogar (pies de cama y mantas).

“Los retailers que compran valoran lo que pasa detrás del tejido; esa es una tendencia en alza –describe Arostegui-. Reinvertimos la utilidad en la Puna de manera estratégica para mejorar oportunidades en la región, que es una de las de mayor pobreza multidimensional del país”.

Con los ingresos de la hilandería del año pasado lograron reactivar la red de microcréditos de las mujeres Warmi, un esquema muy similar al de Banco Grameen, creado por el economista indio Muhammad Yunus. En el caso de las Warmi se basa en los fundamentos de la cultura y la organización colla.

Arostegui insiste cómo los compradores internacionales valoran el proceso y la historia: “Articulamos en territorio; conseguimos la materia prima de las comunidades con un fuerte compromiso con el comercio justo; pagamos dos veces y medio más el valor de la materia prima para proteger a los productores”. La fibra viene de Abra Pampa y se procesa en Palpalá.

La exportación de la hilandería del 2018 fue la mayor operación en pelo fino de origen animal de la historia de Jujuy e igualó a la de toda la Argentina en 18 años. “Es un producto puntual, con una aceptación espectacular”, define el gerente.

En la industria trabajan 23 personas, la mayoría con una larga antigüedad. Flora Quipildor es la responsable de tejeduría de hace medio siglo y tiene una fuerte inserción en los diseños. “Estamos armando un workshop para incorporar la mirada andina”, señala Arostegui.

La historia de la hilandería comenzó en 1922 cuando el entonces gobernador jujeño ordena comprar maquinaria textil a Bélgica para “erradicar la pobreza de la Puna”; los equipos demoraron cuatro años en llegar. Cuando arribaron los llevaron a Abra Pampa y ordenaron “conectar el agua, enchufar las máquinas” pero –cuenta Arostegui-“no había ninguno de esos servicios, así que estuvieron embaladas, sin usarse, 30 años”.

En la década del ’50 se reactiva por una iniciativa de unos empresarios belgas que trasladaron la maquinaria a Palpalá y armaron un consorcio público privado que, a fines de los ’70, quedó sólo en manos privadas.

En 2012 estuvo a punto de cerrar y los actuales accionistas la recuperaron con el objetivo de “incorporar las comunidades y una mirada empresarial de vanguardia y moderna”.

Cuando lograron organizarse y producir para el mercado interno, aprovecharon la oportunidad del retail estadounidense que estaba haciendo una campaña con productos sustentables y concretaron el envío de 1500 mantas.

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