Shopping navideño en pandemia. Más barbijos y menos bolsas

Fuente: La Nación ~ Con protocolos, durante el fin de semana previo a la Navidad, los centros comerciales tuvieron una concurrencia típica para esta época del año

Con protocolos, durante el fin de semana previo a la Navidad, los centros comerciales tuvieron una concurrencia típica para esta época del año Fuente: LA NACION – Crédito: Ignacio Sánchez

Una corriente fluida de personas ingresa por la entrada principal del Alto Palermo y desemboca sobre un sticker gigante, pegado sobre el piso, donde figuran los descuentos de cada local para los días previos a la Navidad. Muchos se detienen para leer atentamente las ofertas. El resto los esquiva y avanza sobre una planta baja repleta de clientes, de vendedores ofreciendo probar distintos perfumes y de promociones. La ocupación del centro comercial está casi al tope de la capacidad permitida, pero más de la mitad de las personas que pasean por sus pasillos y que egresan del edificio no cargan bolsas.

“Estoy dando vueltas hace dos horas y todavía no compré nada -comenta Silvia de la Fuente, docente, de 59 años, mientras mira la vidriera de un local de indumentaria infantil-. Los descuentos son muy buenos, eh, pero los precios de la ropa siguen siendo altos, tanto en los shoppings como en cualquier local de la calle”.

Tanto hoy como ayer, según pudo comprobar LA NACIÓN en una recorrida por el Alto Palermo, el Paseo Alcorta, el Dot Baires Shopping y el Unicenter, los locales de ropa para niños son los más demandados por las personas que se acercan a los centros comerciales a realizar compras navideñas. Los protocolos sanitarios, que incluyen un límite de personas, medición de la temperatura corporal al ingresar y alcohol en gel en todos los locales, se cumplen de manera similar en todos ellos. Y salvo en horarios pico, cuando se intensifican las filas para ingresar a algunos locales -o, incluso, a algunos centros comerciales- la circulación de personas fluye al igual que antes de la pandemia.

“¿Tenés ojotas talle 30 o 31? Son para un nene de cuatro años”, le pregunta Jazmín Vazquez, de 33, a la vendedora de una marca de calzado infantil, desde afuera del local. El negocio, ubicado en el Dot Baires Shopping, colocó una soga que atraviesa la puerta para evitar el ingreso de personas. “Otros años, a mi hijo le compraba un juguete y algo de ropa, pero el geriátrico en donde trabajaba cerró y estoy desempleada -cuenta, en voz baja, mientras espera que la vendedora revise el stock-. Este año, le compro ojotas, que son más baratas, así al menos tiene algo debajo del arbolito”.

Algo similar piensan hacer Claudia Boaglio, de 50 años, y su marido, Hernán Gaetano, de 53. “Me parece que este año Papa Noel va a estar pobretón”, comenta en un tono sarcástico Boaglio, mientras su hijo de siete años le abraza la cintura. La familia recorre el Paseo Alcorta, que según informa la pantalla dispuesta en la entrada, tiene el 97% de la ocupación permitida. De acuerdo al protocolo para la actividad de centros comerciales, el aforo es de 15 metros cuadrados por persona.

Según voceros de la empresa Inversiones y Representaciones (IRSA), propietaria de los principales shoppings del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), este fin de semana y los próximos tres días hábiles definirán el éxito o el fracaso de la temporada de verano. A pesar de que prefirieron no brindar datos anticipados, las fuentes consultadas afirman que las ventas están por encima de lo que esperaban.

Con el fin de reactivar un rubro que pasó siete meses suspendido, desde que reabrieron, muchos shoppings del AMBA dejaron de cobrar estacionamiento. A su vez, una gran cantidad de locales comenzaron a ofrecer descuentos propios, que en algunos casos se suman a los de las tarjetas de crédito.

“Para mi es muy fácil: si no es con descuento, no compro”, explica María Concepción Torre, mientras hace fila afuera de un local de indumentaria masculina, en Unicenter. Allí tiene 35% de descuento por su tarjeta de crédito. Su afirmación, dice, está relacionada con la situación económica de su familia, que durante la cuarentena debió ajustar gastos. La situación económica, dice, ya no da la posibilidad de darse los gustos que uno se daba antes para las fiestas.

Para muchas familias sin niños, la principal forma de reducir gastos en Navidad es jugar al amigo invisible: cada miembro debe regalarle solo a un familiar, elegido por medio de un sorteo secreto. Algunos de los entrevistados por LA NACIÓN contaron que su familia aplica este sistema de regalos hace años, pero otros, como Natacha Andraga, de 50 años, afirmaron que lo empezarán a aplicar este año.

En Unicenter, ante la alta concurrencia de hoy, los guardias de seguridad regulan la entrada, y afuera de cada puerta se forma una fila de unas 100 personas, quienes deben esperar un aproximado de 15 minutos para lograr ingresar al shopping. Desde la fila, Laia Tortajava, de 35 años, asegura que este año comprar los regalos de Navidad es más simple. “Como los festejos se hacen de a menos personas por el coronavirus, compras solo para quienes ves en Nochebuena y listo”, comenta. Tortajava compró casi todos los regalos para su familia nuclear por internet, pero prefirió acercarse al shopping para buscar uno en particular, el que le falta. Al igual que ella, la mitad de las personas consultadas afirmaron que celebrarán las fiestas con un grupo familiar reducido, debido a la pandemia. La otra mitad indicó que las celebrarán como siempre.

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