Por qué planchar pasó de moda: las claves de diseñadores de ropa para sumarse a la tendencia

Fuente: Clarín ~ El nuevo hábito comenzó con la pandemia y la cuarentena. El regreso a la vida social se dio con ropa menos formal, que no exige un liso extremo.

Lo dicen quienes tejen esta industria. La cuarentena impuesta por el coronavirus produjo, también, una crisis de «autorepresentación». En términos de moda. “Ya me olvidé de cómo lookearme”. “¿Qué se usaba para ir a la oficina?”. «No me vuelvo a poner un jean ¡Viva el pantalón tipo pijama!«.

En la era pospandemia, esas preguntas ya son de outlet, pero todo repercutió en nuestro closet actual. Y se mantendrá en las próximas temporadas.

En la gama de la moda circular -reducir, reciclar y reusar para lograr el menor impacto en el medio ambiente-, sustentable y cómoda, desde que el mundo dejó las pantuflas y volvió a salir hacia el trabajo manda el look descontracturado (que nada tiene que ver con descuidado), oversize (holgadísimo, también parte de lamoda sin formas y sin género). En el medio, algo más vanguardista. Quedó vintage la actividad más odiada post lavadoplanchar.

Esto no quiere decir que la gente llegue a las oficinas como si hubiese dormido en el cesto del lavadero. Quiere decir que (en la medida que se pueda) eligen ropa, digamos, más tender friendly. Que con colgarla, bien derechita, ya este lista para usar.

Además, en el aislamiento nos profesionalizamos en doblado de ropa, para sacarla de un placard sin arrugar toda la pila. De nuevo, la industria se hizo eco de esta ola centrifugada, que salió de las casas mismas.

Valeria Carde luce su proyecto para la materia Trabajo Final de Carrera, en una clase de Diseño de Indumentaria en la UBA. Sigue la tendencia: usó telas que no necesiten planchado, con un espíritu de comfort. Foto Maxi Failla Valeria Carde luce su proyecto para la materia Trabajo Final de Carrera, en una clase de Diseño de Indumentaria en la UBA. Sigue la tendencia: usó telas que no necesiten planchado, con un espíritu de comfort. Foto Maxi Failla

El dress code en las empresas cambió y ya muy pocas exigen camisa, corbata o pantalón de vestir. «¿Sabés lo que es no tener que planchar todos los días? Muy groso. Pensé que iba a ser algo que se iba a mantener unos meses nada más después de que volvimos unos días presencial, pero quedó, por suerte», dice a Clarín Martín, un coworker administrativo que va a una de esas oficinas temporarias en microcentro.

A varios barrios de él, en una sucursal de Frávega sobre Pueyrredón, casi Corrientes, también se escucha el grito de «¡No se plancha más!».

«La venta de planchas se derrumbó en 2020 (cuando estábamos encerrados) pero después retomó niveles de venta en otras más específicas, con más valor agregado, con más funciones y facilidades de uso. Y en lo que van del año esas planchas ya están 50% arriba en ventas», dicen a Clarín desde esa cadena de electrodomésticos.

Habla de los steamers o vaporizadores. Los hay verticales (de pie, con la percha para planchar en vertical, por $ 31.000) y portátiles ($ 19.000).

Una clienta prueba en una sucursal de Abasto si le sería más sencillo usar un vaporizador vertical que una plancha común. Foto Maxi Failla Una clienta prueba en una sucursal de Abasto si le sería más sencillo usar un vaporizador vertical que una plancha común. Foto Maxi Failla

«El recupero (empujado por este tipo planchas de vapor) está vinculado al retorno a la presencialidad», marcan. Desde esa sucursal de Abasto cuentan que «los compran más quienes sí o sí tienen que planchar una camisa para la oficina o eligen la de mano para llevarla a viajes de trabajo».

Dentro del sector de lavado, la tendencia radica en la eficiencia energética: el «hot» es el planchado fácil. «Las planchas verticales apuntan al segmento de público más joven, por practicidad y para descontracturar el planchado de ropa tradicional», dice Juan Manuel Almeida, gerente de marketing de Cetrogar.

Y si hablamos de consumo energético, en medio de la quita de subsidios, una plancha, si se usa 3 horas por semana, equivale a un consumo de 9 kWh/ mes. El lavarropas automático, 2 horas diarias, 4 veces por semana: 5,6 kWh/mes.

¿Qué salió del closet desde la pandemia?

La postpandemia desplegó una serie de hábitos de consumo distintivos, algunos en auge desde la pandemia. Verónica Fiorini, que es directora de las carreras Diseño de Indumentaria y Textil de la FADU-UBA, acaricia las telas mientras explica a Clarín y a los estudiantes en el Taller 2 de Ciudad Universitaria de qué se trata. Y, sí, directamente habla de no planchar.Verónica Fiorini, en el taller con sus alumnas de Diseño de Indumentaria. Foto Maxi Failla Verónica Fiorini, en el taller con sus alumnas de Diseño de Indumentaria. Foto Maxi Failla

Respecto a las telas en sí, la profesora marca que «la mayoría de los nuevos textiles están pensados para no ser planchados y aquellos que presentan arrugas, si son naturales como el lino se consideran nobles, de calidad y emparentados con el consumo consciente».Textiles con arrugas estructurales o texturas que no necesitan alisarse. Foto Maxi Failla Textiles con arrugas estructurales o texturas que no necesitan alisarse. Foto Maxi Failla

En términos de «inclinaciones del gusto», señala dos fuertes núcleos estilísticos y comunicacionales.

«Por un lado, se acrecentó desde el discurso del diseño y de los consumidores una conciencia ambiental, un consumo más controlado, crítico sobre el fast fashion. Y una búsqueda de prendas más sustentables, de tejido de punto de materiales orgánicos, con una trazabilidad de mayor transparencia. Son algunos de los rasgos cada vez más ponderados. Por otro, la indumentaria descontracturada, asociada a la comodidad, también sigue en auge en la pospandemia», detalla.

Eso tiene nombre. «Es una microtendencia que deriva del concepto Athleisure, es decir, la utilización de prendas sport como joggers o leggins, pero ahora en combinación con otras más formales, como vestidos o abrigos tejidos o de sastrería».

Si bien la ropa deportiva ya tenía una tradición de uso fuera del gimnasio, se suman productos que fusionan textiles confortables con cortes que retoman una imagen formal.

Lis Gómez y Valeria Carde trabajan en esa clase con diseños sustentables que están en proceso (en una prueba con otra tela más económica que la final), para una de las materias finales de la carrera. No planchan y siguen la tendencia de la industria, diseñar pensando también en que  los consumidores no tengan que hacerlo.Lis gomez, con su mirada de futura diseñadora, apuesta a que los consumidores ya no planchan. "Hay una búsqueda estética con una mirada postapocalíptica más ligada al discurso del diseño prospectivo actual", dice. Foto Maxi Failla Lis gomez, con su mirada de futura diseñadora, apuesta a que los consumidores ya no planchan. «Hay una búsqueda estética con una mirada postapocalíptica más ligada al discurso del diseño prospectivo actual», dice. Foto Maxi Failla

Esas telas aptas para no planchar y de última moda son la seda, el algodón de calidad y la viscosa. «Marcas como Stella Mc Cartney utilizan este tipo de materiales en sus colecciones y suman un cuero producido sin crueldad animal«, agrega la profesora.

Como contratendencia, los jóvenes están en un nuevo auge de un consumo vintage, neo glam, y neo punk, ligado a la elección de prendas retro 80′ y 90′. Un ejemplo de este estilo son los corsets como prendas exteriores, combinados con jeans customizados con roturas diseñadas y lavados.

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