Fuente: IProfesional ~ La producción venía en alza hasta la imposición de la cuarentena, que noqueó a fabricantes y vendedores. Falta caja y en talleres predominan las licencias
La producción de indumentaria transita su peor momento en casi 20 años con la irrupción del coronavirus en la Argentina y su consolidación como pandemia. El sector a través de sus múltiples áreas y actores, esto es, hilandería, tejido y costura, e incluso ventas sufre una parálisis completa desde mediados de marzo.
Y las organizaciones que integran a sus empresarios reclaman medidas de auxilio frente a un contexto que coloca al borde del quebranto a la mayoría de los fabricantes.
Desde la Cámara Industrial de la Indumentaria (CIAI) indicaron a iProfesional que la ausencia de clientes es total a partir de la cuarentena. Aclararon, respecto de la opción del comercio electrónico, que el aislamiento obligatorio anula por completo la posibilidad de ingresar a las empresas para, luego, armar potenciales pedidos de ropa. A eso hay que sumarle, también, la traba para hacer efectivos los envíos.
Las complicaciones que enfrenta el segmento también fueron expuestas en las últimas horas por la Fundación ProTejer, que expuso que las plantas textiles se encuentran «paradas, sin ingresos genuinos y sin ventas».
La entidad expuso lo imperioso de acceder a herramientas de crédito además de solicitar una reformulación de deudas para los empresarios del ramo. Si bien ProTejer alerta sobre la posibilidad de que se corte la cadena de pagos a nivel sector, sendos voceros de la actividad consultados por este medio aseguraron que ese temor ya es una realidad visible y concreta.
«El consumidor como tal está desactivado. Eso rompió toda la cadena. No hay desde producción hasta logística. Los talleres de confección están frenados por completo a partir de la parálisis de la demanda. Hoy transitamos la desaparición de cualquier imaginario de consumo. Un congelamiento del que no sabemos cuándo ni cómo saldremos», comentó a iProfesional Alicia Hernández, gerente general de la CIAI.
El contexto mantiene en situación de riesgo a casi 50.000 empleos registrados sólo en lo que hace a hilandería y confección. Desde la CIAI indicaron que a ese número hay que adicionarle al menos otros 70.000 puestos de trabajo en estado de informalidad.
«En ese caso, aparte de la irregularidad laboral en sí misma, el escenario es mucho peor. Hay que pensar que a las y los trabajadores precarizados se les paga directamente por prenda confeccionada. Y hoy, insisto, no hay demanda ni tampoco materia prima», aseguró la entrevistada.
En el ámbito exponen que sólo aquellos emprendimientos dedicados a la producción de ropa y prendas orientadas al personal médico o sanitario en general son, por el momento, los únicos que no hay perdido ritmo de producción. «Los que elaboran uniformes para médicos, determinados artículos descartables, son de los pocos que están en plena actividad. También, porque se trata de requerimientos esenciales. No es una oferta que dependa de la gente que luego compra en la tienda», señaló otra voz de la actividad.
Empleados con licencia
Las fuentes interpeladas confirmaron que el grueso de los fabricantes «licenció al personal», sobre todo en lo que hace a costureras y tejeduría. «Las empresas están desesperadas, no saben cómo hacer para cubrir los salarios. De ahí la decisión de poner un régimen de licencias. De esa forma se bajan costos en viáticos y refrigerios. Y no se dejan de abonar los sueldos», comentó Hernández.
Si bien el empresariado saldó los salarios correspondientes a marzo, entre los actores de la indumentaria predomina el interrogante respecto de cómo se cubrirán los haberes de abril. Señalan que, interrumpidos los pagos por parte de los locales de la venta, la ausencia de caja complicará los cumplimientos si no surge algún tipo de auxilio oficial.
«Hace más de 15 días que las empresas, lo mismo los puntos de venta, están directamente sin caja. No hubo ninguna exención en lo que hace a las contribuciones patronales. Y, siempre hay que recordarlo, se rompió la cadena de pagos. Nos llegaron muchos cheques sin fondos, por ejemplo. Todo eso nos coloca en un momento dramático», expresó la representante de CIAI.
Al igual que ocurre en otros sectores de la economía, entre los fabricantes de indumentaria crece el malestar ante el desinterés de los bancos por facilitarles alternativas de financiamiento en un contexto de parálisis como el vigente.
«Son reacios a prestarles a las empresas pyme. Prefieren garantizarles ayudas a las multinacionales, que suelen ser las que tienen mejor espalda en situaciones como la actual. Que presten a tasas del 24 por ciento no resulta de ayuda para las compañías pequeñas. En este momento se necesitan facilidades reales», dijo a este medio un empresario con actividad en el rubro de los tejidos.
¿Faltará ropa a partir de este contexto de parate? Las voces interpeladas negaron la posibilidad. Anticiparon, sí, que ante la necesidad de hacer caja rápida muchos locales aplicarán descuentos y rebajas en cuanto se desactive la cuarentena.
«El cierre prolongado, la inactividad y sus costos, de seguro alentarán promociones en todos los rubros. Los locales en los shoppings siguen enfrentando gastos en alquiler, expensas, servicios. Para cubrir rápido semejante rojo saldrán a captar la mayor cantidad de clientes posibles ni bien levanten el aislamiento», pronosticó Hernández.
«Para los fabricantes será el camino para reactivar la labor en los talleres y destrabar cualquier complicación con los puestos de trabajos y los salarios. Todo se verá a partir de Semana Santa. Antes de la cuarentena veníamos levantando el ritmo de producción. De hecho, al sector le hacían falta más lugares de confección. Ojalá podamos volver a esa instancia», concluyó.
La frazada corta
La intensificación de la pandemia y la cercanía de las temperaturas bajas es tema de preocupación en el ámbito textil. Ocurre que en el seno de esa producción, y también en la cadena de comercialización, reconocen que existe un parate total en el desarrollo de insumos y la confección de determinados artículos de abrigo.
Advierten que, si el Gobierno no toma medidas para revertir la parálisis, faltarán productos clave para combatir una enfermedad que se expande con mayor fuerza a partir del frío.
Desde FECOBA, la federación que al comercio y la industria en Capital Federal su titular, Fabián Castillo, expuso ante iProfesional la falta de elaboración sobre todo de frazadas y otros abrigos de cama. Sostuvo que no hay stock como en años anteriores y explicó que los alcances del faltante ya fueron comunicados a las autoridades tanto del Gobierno porteño como al Ejecutivo nacional.
La ausencia de productos también fue confirmada a este medio por fuentes de la CIAI, que expusieron al freno que exhibe la producción local de telas como la variable que bloquea una elaboración que será clave para los meses de invierno.
«Estamos discutiendo la situación de los abrigos, sí. Hoy las fábricas que producen frazadas están totalmente paralizadas. No hay stock como en otros momentos. Quienes elaboran la materia prima frenaron la producción y las fábricas que elaboran a partir de ese insumo directamente no están trabajando. Estamos hablando con todos los actores para ponerlos al tanto de una situación complicada», dijo Castillo a iProfesional.
«Pusimos en alerta sobre todo al Gobierno porque no podemos esperar a que se instale el frío. Desde las cámaras de producción nos reconocen la situación de faltante de frazadas y mantas. Confiamos en que el Ministerio de Desarrollo Social empezará a tomar cartas para garantizar la materia prima y activar la producción», añadió.
Castillo sostuvo que este faltante de ropa de cama y abrigo se alinea con todo el parate que sufre la industria textil a partir de la pandemia. «Y ahora viene el frío, con todo lo que eso significa pensando en el coronavirus. Hay que activar la producción y garantizar la logística. El abrigo tiene que pensar como un bien de primera necesidad», enfatizó.
Desde la CIAI se pronunciaron a tono con el titular de FECOBA. «Falta tela», indicaron fuentes consultadas por iProfesional respecto del bajo stock en mantas y frazadas. «No es sencillo hacerse con los insumos y habrá una demanda estallada a partir de las camas en hospitales y sanatorios que ya se han abierto», expresaron.