Fuente: AFP ~ Cómo son las herencias de las casas más famosas en la industria de la moda. Cuando un director creativo deja su puesto surge la gran encrucijada: ceder su trono a otros, o ser devorado por grandes grupos económicos
La sorpresiva muerte de Christian Dior, el 24 de octubre de 1957, dio paso a que su asistente ocupara su puesto. Con apenas 21, y solo dos años al lado del diseñador, el joven Yves Saint Laurent se convirtió, de la noche a la mañana, en el nuevo director creativo de Christian Dior. Así, y sin proponérselo, un tímido pero nada inseguro Saint Laurent se hizo cargo de las huestes de la maison ubicada en el 30 de la Av. Montaigne. Un momento histórico en el cual un genio fue reemplazado por otro, y no solo por el hecho en sí. La primera colección cautivó, enamoró y cambió nuevamente el vestir de las damas de la época con prendas y volúmenes revolucionarios. Con categoría y elegancia, en 1959 reemplazó la silueta Bar de Monsieur Dior por la línea Trapèze primero, y luego por la 1960, diseñada para lucir en la nueva década. El resto es historia. Esta es quizás la primera sucesión famosa en la industria de la moda en una época donde, ni por asomo, nada era como es hoy. A Saint Laurent le sucedieron los nombres de Marc Bohan, Gianfranco Ferré, John Galliano y Raf Simons hasta llegar a la actual, la italiana Maria Grazia Chiuri, que además es la primera mujer al frente. Y ese es otro dato no menor que cuenta un aspecto de la actualidad que necesita hoy la industria. La inclusión de mujeres en firmas con historial masculino habla de un nuevo logro femenino que, en el caso de Chiuri, también relata feminismo desde la primera colección. Y quizás sea ese el mejor éxito de esta diseñadora.
El firmamento de la moda
La moda es un universo con muchas definiciones, es inquieta, interactiva y tan abarcadora que se encuentra siempre en constante ebullición. Aunque suene redundante, la moda siempre estará a la moda. ¿Por qué? Su carácter de actualidad no le permite descansar incluso ante los atropellos de situaciones extremas. Siempre sale a flote, siempre se «rediseña» por esa misma cualidad de permanencia en tiempo y espacio. Ni el coronavirus pudo con ella, al contrario, la rejuveneció, la obligó a crecer de golpe, reinventarse y acompañar una vez más los tiempos que le toca transcurrir.
Con la muerte de Kenzo, a causa de complicaciones derivadas por Covid-19 el pasado 6 de octubre, volvió a sobrevolar la incertidumbre acerca de los que toman la posta en las casas de moda cuando el fundador muere, cede su trono o es devorada por los grandes grupos económicos que las compran para engrandecerlas. En este caso, el diseñador japonés ya retirado, había vendido en 1993 su empresa al conglomerado de marcas de lujo LVMH (Louis Vuitton Moët Henessy) que condensa firmas como Louis Vuitton, Tiffany, Loewe, Christian Dior y Fendi. Diferentes identidades pasaron por ese puesto donde lo que había que mantener viva era la identidad de una firma creada por el primer japonés en presentar prêt-à-porter en París. Una rápida mirada podría indicar que las colecciones del italiano Antonio Marras (entre 2004 y 2013) fueron las que más respetaron el ADN del genial Kenzo Takada.
La del debut fue la del invierno 2004, con una propuesta multi referencial, multi colorida, multi cultural y multi estampada que fue ovacionada. Desde el año pasado el portugués Felipe Oliveira Baptista, que durante 8 años le dio un nuevo look a Lacoste, se estrenó como director creativo. En febrero del 2020 su primer desfile estuvo «supervisado» por el mismísimo Kenzo que, desde la primera fila, aplaudió la colección en la cual se reversionaron y actualizaron piezas y estampas originales del Jungle Jap de los años 70, donde la vegetación y el tigre jugaban un papel importante, ahora influenciada por la obra del pintor lisboeta Julio Pomar.
¿Acaso la moda le da lugar a los nuevos diseñadores? Siempre lo hizo, aunque lo que fue cambiando fue esa selección respecto del o los nuevos herederos de una firma internacional. Existe una decantación natural que tiene que ver con una línea sucesoria, de esa manera asistentes, manos derechas o desconocidos diseñadores de segunda línea escalan al preciado puesto. Es así que con la muerte de Alexander McQueen en 2010 la hasta ese momento desconocida para el gran público Sarah Burton irrumpió en escena para llenar los zapatos del mal logrado diseñador británico, a quien había conocido en 1996 durante sus días en Central Saint Martins de Londres.
Si bien Karl Lagerfeld no fue el heredero natural de Mademoiselle, fue desde 1983 su mejor y más sonado reemplazante y su mejor embajador. Muerto el káiser, y más allá de las especulaciones de nombres que incluyeron a la ex diseñadora de Celine, Phoebe Philo; a la ex directora de Vogue Paris, Carine Roitfeld; el diseñador Haider Ackerman, e incluso a Hedi Slimane, actual Céline e íntimo de Lagerfeld, el puesto cayó en manos de Virginie Viard, la tímida y cuasi ignota mano derecha, que cual médium, además, traducía e interpretaba exactamente las ideas del diseñador. La colección Crucero 2019, La Pausa, presentada un año antes fue, tácitamente, la confirmación oficial de su puesto cuando al final del desfile salió a saludar al lado de su jefe. Hoy Viard busca, de a poco, su lugar como la nueva directora creativa de la mítica maison.
Otro relevo natural es el de Alessandro Michele en Gucci. Corría el año 2015 y Frida Giannini, que había reemplazado a Tom Ford en 2006, renunciaba a su puesto como diseñadora en jefe de la firma de las dos G. Ante la sorpresa de toda una industria sedienta de novedades Michele, quien era parte del staff de diseñadores de accesorios, salió a recibir los aplausos al final del desfile masculino invierno 2016. La colección introduzco un nuevo look frente a las colecciones hiper sexualizadas anteriores, fue «rompedora» y dueña de una particular andrógina con la cual comenzó a contar una nueva historia y construyó una nueva estética más libre, más romántica y más acorde a la década del 2010, donde las actitudes prevalecen a la moda. El diseñador romano es hoy uno de los más grandes influyentes de la industria de la moda y quien en 2017 le generó a Gucci un ingreso en las ventas de más de 6 mil millones de euros. Razón suficiente para afianzarse y asegurarse en su puesto.
Pero a la moda también le chiflan otras maneras más actuales de reemplazar a los directores creativos que no solo tienen que ver con la sucesión natural o la capacidad artística, y están ligadas con el talento del marketing. Así el éxito social, las amistades convenientes, las redes, el pedigree inventado, etc. son una pestaña más para adjuntar al currículum. Un director creativo exitoso en redes sociales con un marketing sobrevaluado tiene grandes puntos a su favor. En esta línea, una firma prestigiosa y con marketing propio buscará un diseñador afín.
Así ocurrió con Louis Vuitton cuando, en 2018, eligió a Virgil Abloh como director creativo de sus colecciones masculinas. ¿De dónde viene este señor que nunca estudio una carrera de moda y dio el gran paso en las grandes ligas? El currículum de Abloh, un egresado de la carrera de ingeniería civil, fue haber trabajado para Kanye West, el marido de Kim Kardashian, como diseñador de West, la firma del rapero. Luego fundó su propia firma Off-White (aún vigente) y de ahí saltó a Louis Vuitton. El marketing, las amistades convenientes, las redes sociales y los contactos estratégicos hacen del moreno uno de los principales influenciadores de moda del mundo. La pasarela totalmente blanca se convirtió en un rainbow multicolor al mejor estilo LGTB para darle la bienvenida a su debutante colección masculina verano 2019 en los jardines del Palais Royale en plena Ciudad Luz. Al finalizar, el desfile el abrazo entre Abloh y Kanye West sentado en primera fila fue más viralizado que la colección en sí misma. Las redes sociales cumplieron su cometido. Mientras tanto, las ventas suben y afianzan al diseñador que es más conocido por rendir «homenajes» a otros diseñadores que proponer diseño. En la disputa entre la fama versus talento triunfa la fama acompañada de altísimas ventas.
Los originales y los nuevos
Hubo un tiempo que parece lejano pero no lo es tanto, donde los diseñadores originales eran la marca. Quienes los suceden, y a medida que pasan el tiempo y las personas en esos puestos, se crean nuevos personajes que muchas veces están lejos de ser los mejores adalides del nombre para quienes trabajan. En Balmain, Olivier Rousteing hace de las suyas desde que asumió hace ya casi 6 temporadas como director creativo. A tal punto que nadie puede reconocer algún atisbo acerca de cómo eran los diseños llenos de elegancia de Pierre Balmain. No ocurre lo mismo en la rebautizada (Yves) Saint Laurent que, desde que Anthony Vaccarello asumió en su cargo, potenció el legado del fundador, uno de los tesoros más queridos de Francia, en recreaciones actuales y comerciales acordes a estos tiempos. Y ni hablar de Pierpaolo Piccioli en Valentino quien pasó de hacerse cargo de los accesorios en tiempos del gran Valentino Garavani a sucederlo con uno de los mayores éxitos que se puedan recordar. Podemos decir que superó al maestro e hizo de un archivo de moda de casi 50 años la más exitosa, actual y brillante etiqueta que se precie.
¿Cuál sería entonces la función de la moda hoy a través de sus diseñadores? La tarea de la nueva generación radica en poder tener voz propia y destacarse entre la gran marea de información que existe a través de sus propuestas. Ya no se trata de ofrecer algo diferente, se trata de potenciar las personalidades y el estilo. ¿Cómo? Por medio de ofertas y propuestas claras en todo sentido. Antes la moda, dictadora de tendencias de manera absolutista, dirigía los guardarropas, las compras y la manera de vestirse. Cada vez más licuó su poder y hoy la moda propone. ¿Y qué propone? Ropa, pero sobre todo usos y estilos de vida. La moda hoy acompaña. Diseñar ropa y no moda, diseñar prendas que se combinan y arman el estilo y no un (total) look.
Nombres que vienen y van
Hace unos años, pocos, existió un momento que la prensa denominó «el juego de la silla». Como si se hubieran puesto de acuerdo, las casas tradicionales, sobre todo las francesas, renovaron a sus directores creativos, casi, a mansalva y cambiaron de diseñadores firmas como Burberry, Givenchy, Lanvin y Chloé. Incluso algunos salieron de una maison para meterse en otra. Como ocurrió en Givenchy, que este año acaba de estrenar en el desconocido Mathew Williams a su segundo director creativo tras la partida de Clare Waight Keller que venía de Chloé. ¿Acaso alguien sabe como se llama el nuevo director creativo de Carolina Herrera? ¿O quién diseña para la elegantísima firma que fundara Oscar de la Renta en 1967? Pocos saben que fue la mismísima señora Herrera quien eligió a su sucesor, y la determinación de la venezolana puso a Wes Gordon en ese puesto.
Con la muerte de de la Renta, en 2014, y luego de unos fugaces tres años de Peter Copping a cargo, hoy el puesto lo ocupan Fernando García y Laura Kim, marido y mujer y últimos asistentes del diseñador dominicano. Y estos nombres no están escritos al azar. Con el triunfo presidencial de Joe Biden en las últimas elecciones fueron justamente estas marcas las que sonaron fuerte. Por un lado, Jill Biden apareció con un vestido firmado Oscar de la Renta que se agotó online pocas horas después, y Kamala Harris, la flamante vicepresidenta, vistió un impecable tailleur pantalón blanco de Carolina Herrera. Quizás después de estos eventos actuales salten del anonimato los nombres de los nuevos herederos. Pero, mientras tanto, sigue sonando fuerte la pregunta ¿quiénes están a cargo de esos diseños? Nombres que difícilmente lleguen a ser conocidos.
El año pasado, Miuccia Prada anunció un nuevo socio creativo en Raf Simons. Repuestos del shock, entre la alegría y el desconcierto, entre la lucha de egos y la confianza, la nueva normalidad de las semanas de moda trajo la colección inaugural de la dupla explosiva. El 24 de septiembre los diseños conjuntos vieron la luz en un desfile filmado días antes donde, si bien todavía no es equilibrado, el ADN de estos dos popes de la moda cuentan una nueva historia. La lectura entre líneas obliga a preguntarse ¿acaso la signora Prada está planeando su retiro? Tiempo al tiempo.