La experiencia de un empresario textil argentino en el norte de Italia en tiempos de coronavirus

Fuente: Clarín ~ Guillermo Gallia, que se mudó por trabajo de la Patagonia a una hora de Milán, relata su experiencia en cuarentena, analiza el negocio y dice: Le avisé a mi familia en Argentina lo que se venía

Pocas veces se pudo predecir el futuro con tanta certeza como lo fue con la propagación del coronavirus. Como una fila de dominó que arrancó con la caída de la primera pieza en Wuham, China, en diciembre de 2019 (donde el 8 de abril se levantaría la cuarentena en la que están desde el 23 de enero), las fichas fueron cayendo y primero fue Irán, después Alemania, Italia, Francia, ahora España, Estados Unidos, y así…

“Cuando acá empezamos a ver que el virus se expandía tanto le avisé a mis amigos y familiares de Argentina lo que les iba a llegar indefectiblemente, hoy estamos muy preocupados a todo nivel, personal y empresarial, porque no sé cuánto más podremos aguantar con las fábricas cerradas, pero no hay otros caminos”. En pocas líneas, así resumió Guillermo Gallia, un argentino vinculado al negocio lanero y textil que vive en el norte de Italia, a pocos kilómetros de las zonas más complicadas de Italia.

La irradiación voraz del virus en Italia fue la que hizo saltar todas las alarmas del mundo y empujó a la Organización Mundial de la Salud para decretar que se trata de una pandemia. Dicen que el primer foco fue en Bérgamo, en el norte de Italia. A 130 kilómetros de allí, desde agosto de 2019, por trabajo, está Guillermo Gallia y su familia (mujer, hijo, más su suegra que había ido de visita y quedó anclada por el cierre de fronteras aquí y allí).

Gallia es tercera generación de textiles. Con base en la Patagonia argentina, los Gallia llevan adelante la empresa Fuhrmann que produce y peina lana en Chubut y administra campos en Santa Cruz. Actualmente administran un rodeo de 130.500 ovinos y producen medio millón de kilos de lana sucia con una media de 20,5 micras (bien fina).

Forman parte del Grupo Schneider, que tiene cuatro peinadurías en el mundo (Italia -Verrone, cerca de Biella, donde está Gallia ahora-, la Argentina -en Trelew-, China y Egipto). Además de dos plantas de cashmire en Mongolia e Irán.

“Nadie creía que esto podía pasar”, aseguró Gallia. Y agregó: “Lo que tiene Italia es que al principio, cada provincia tomó sus decisiones, y esa descoordinación quizás fue lo que hizo que la gente siguiera transitando y el virus se expandiera más aún, después, cuando todo se centralizó y nacionalizó, como se hizo bien en Argentina desde un primer momento, ya era tarde”.

En donde está Gallia el brote inicial no fue fuerte pero además, “se tomaron medidas bastante agresivas desde el primer momento”. Se cree que el virus ingresó a Italia vía Alemania. Donde está Gallia, entre Milán y Torino, a una hora de cada uno, es zona naranja, porque no hubo muchos casos.

“Mi hijo hace más de un mes que no tiene clases, no sale a la calle, nosotros salimos una vez por semana para hacer compras, y yo hace tres semanas que trabajo de manera remota”, contó Gallia. Atrás, se escuchaba el parloteo de su pequeño hijo jugando. “Esto me pasa siempre y nos pasa todo el tiempo con los que hablo”, se rió.

Lo cierto es que las fábricas están frenadas. “La de China, si bien está lejos de la zona más complicada de contagios cerró en enero, y a fines de febrero abrió de nuevo, las de Italia y Argentina están cerradas desde mediados de marzo y la de Egipto está aún funcionando”, repasó Gallia.

Todo lo que son inversiones y gastos no esenciales están suspendidos. Pero temen por cómo puede seguir todo: “Imaginate que tener paradas las fábricas con toda la capacidad instalada por un mes es muy preocupante”. Y agregó: “Hoy, todo está frenado, incluso tenemos envíos que están en las fronteras, y no quiero imaginar los costos que tendrá esa mercadería varada”.

Números grises

Consultado por si el contacto con sus colegas que están en la planta de China les había dado algún indicio para anticiparse (la planta está en Sanya Gang, a 1.800 kilómetros del epicentro en Wuhan), Gallia dijo que no mucho. “Primero que los números de China son dudosos, pero además, se lo veía como muy lejano, improbable, los riesgos no se veían como reales, hasta que explotaron, y los hospitales se empezaron a quedar sin respiradores ni capacidad operativa”, contó.

Ahí sí sobreviene el miedo. Al menos el respeto por un virus que en Italia se llegó a llevar casi 1.000 muertos y 4.400 contagios por día (al momento de la nota registraba 9.100 muertes totales y 70.000 contagiados). Si bien Italia fue durante varios días el país con más contagios y muertes (superando a China, después el pico estuvo en España), Gallia consideró que muchos casos quedan sin testear. “Sin ir más lejos, mi experiencia fue que tuve varios de los síntomas del Covid-19, por suerte sin dificultad respiratoria, pero no me hicieron el test, quizás lo tuve pero nunca lo sabremos, y esto les pasó a muchos”, dijo.

Negocio lanero

Cuando hay crisis, lo primero que deja de comprar la gente es ropa, y cuando hay reactivación es lo último que vuelve a comprar, por eso, las crisis en nuestro sector son extendidas”, resumió Gallia sobre cómo la están pasando desde fines del año 2019 y todo 2020 en el sector textil.

En el Grupo Schneider él es responsable de sustentabilidad, buscando replicar el trabajo que estaba haciendo la empresa de su familia en Argentina. Procesan una lana trazable, de producción sustentable, más apetecible y mejor pagada por la industria.

Después de los precios más altos de la historia en 2018 y parte de 2019, los precios cayeron a fines del año pasado y la última semana, producto del parate de compras por el coronavirus bajaron un 20%. “Nosotros estamos en la mitad de la cadena, porque nuestros compradores, las marcas, no quieren pagar caro, y los que venden, los productores, nosotros también producimos, no quieren convalidar esos precios bajos y se guardan la mercadería, es un momento difícil”, resumió Gallia.

Gallia contó que la lana tiene precios techo, porque “compite al final del día con otras fibras, entonces, los compradores no convalidan cualquier precio, a partir de cierto nivel, se vuelcan por otras fibras”.

En este contexto, las lanas de mejor calidad como las que se producen en Argentina, con certificaciones y en un contexto sustentable se pueden defender mejor.

Salarios y liquidez: así vive la cuarentena el jefe de la mayor central fabril

Fuente: La Nación ~ Que no se corte la cadena de pagos, generar liquidez a las empresas y morigerar los aspectos tributarios. Esos son actualmente los temas cruciales para el sector privado en medio del impacto que ya genera la pandemia -y las medidas para hacerle frente- en la economía.

Desde su casa, donde se encuentra en cuarentena como la mayoría de los argentinos, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Miguel Acevedo, afirmó que están trabajando con el Gobierno para que los salarios puedan pagarse con normalidad en las empresas, reclamó al Estado una postergación de impuestos y aseguró que -para una economía argentina que ya tenía serios desafíos- el coronavirus «cambia la escala a los retos».

En una entrevista con LA NACION -vía whatsapp-, el titular de la entidad fabril señaló que el objetivo primordial debe ser hoy «sostener el empleo y el mercado interno, como así también abastecer a toda la ciudadanía, cuidando el poder adquisitivo de la gente».

Acevedo sostuvo que la industria cuenta con un nivel de utilización de la capacidad instalada bajo, por lo que tiene espacio para aumentar su producción, sobre todo en otros insumos que serán necesario en tiempos de la pandemia y dudas por el abastecimiento. «Pero esto no es inmediato, se requiere liquidez y capital de trabajo, calificar más mano de obra en un contexto donde la cantidad de trabajadores ha caído por las circunstancias sanitarias», aseguró.

-¿Qué cree de las medidas que el Gobierno tomó con relación al aislamiento social?

-Todos los pasos que se están dando tienen un objetivo: cuidar y preservar la salud de los argentinos. Cada medida que se tome con ese objetivo es correcta.

-¿Qué impacto tendrán en la industria y en las empresas privadas?

-El impacto todavía no puede mensurarse con exactitud, pero en los últimos ocho años el sector industrial cayó 25% en términos per cápita, 17% solamente en los último cuatro. Es decir, 2020 ya presentaba muchos desafíos para la economía argentina. La industria comenzaba a encontrar su piso y con un cierre del tema deuda, más políticas productivas podías empezar a hablar de recuperación. La situación provocada por el Covid-19 le cambia la escala a los retos, hay que transitar esta difícil coyuntura para luego recuperar la dinámica e impulsar el funcionamiento de la economía productiva .

-¿Cree correcta la orientación de las medidas económicas tomadas por el Gobierno?

-Van en la dirección correcta. Es una situación inédita y en materia económica en muchos casos iremos por detrás de los hechos. Estamos trabajando diariamente con todos los representantes del sector público para que se implementen nuevas medidas y se reglamenten las ya lanzadas con un objetivo primordial: sostener el empleo y el mercado interno, como así también abastecer a toda la ciudadanía, cuidando el poder adquisitivo de la gente.

-Muchos economistas creen que este es un shock de oferta, y que las medidas deben estar orientadas a asegurar el funcionamiento de las empresas e industrias privadas.

-Es un doble problema. Definitivamente hay un problema de demanda, que se refleja en la menor demanda externa, la caída de los precios internacionales y en el menor consumo interno producto del aislamiento. Sumado a eso, uno de los efectos del aislamiento es una menor oferta en muchos sectores. Esto irá evolucionando junto con la situación sanitaria. Hoy, la prioridad es garantizar los bienes y servicios esenciales, además de atender los problemas de los sectores que han reducido su producción.

-¿Considera que faltan medidas para asegurar el funcionamiento de la economía?

-Hoy el funcionamiento de la economía está sujeto a la cuestión sanitaria. Esto implica también monitorear la evolución de los requerimientos para que la economía sostenga su dinámica productiva. El Gobierno es consciente de eso y nosotros estamos en comunicación constante para brindar información sobre las necesidades de la economía productiva para afrontar esta situación. Que no se corte la cadena de pagos, generar liquidez a las empresas y morigerar los aspectos tributarios son temas clave en este contexto.

-¿Qué debe pasar con los impuestos?

-Por la situación actual muchas empresas han dejado de vender y de producir. Es esperable que haya una caída de la recaudación y que algunas empresas enfrenten dificultades para pagar sus impuestos. Es clave que se posterguen impuestos y se baje la carga para sostener a las empresas, en particular a las pymes.

-¿Cómo se pagarán salarios?

Es una gran preocupación y estamos trabajando para que se puedan pagar. El Gobierno ya ha anunciado programas de crédito a tasas favorables para pymes. Como dije antes, esto es secuencial, hay que monitorear la economía en forma periódica y buscar respuestas rápidas a los problemas que se avecinan.

-¿Qué pasará si estas medidas de aislamiento social se extienden en el tiempo?

-Eso es parte de lo que el Gobierno y todos los actores sociales estamos monitoreando día a día. Cada escenario requiere respuestas diferentes.

-¿Qué impacto tendrá esta pandemia en la economía en general una vez que termine?

-No existen proyecciones económicas certeras sobre cómo va a impactar en la industria. Sí podemos decir que va a impactar y que tenemos que trabajar para que ese impacto sea el menor posible. El Gobierno está trabajando sobre esas medidas paliativas y cuenta con el aporte de nuestra institución para darles forma.

-¿Tienen hoy insumos para producir? ¿Qué pasa en las fábricas?

-En general sí. Se han ido resolviendo todos los problemas puntuales de las empresas que por temas circunstanciales no tenían insumos. La industria está respondiendo con toda su capacidad para afrontar este contexto. En particular todos los trabajadores de los sectores esenciales y de toda la cadena de valor.

-¿Cree que alguna capacidad ociosa de las plantas nacionales puede adaptarse para la fabricación de insumos importantes en esta crisis, como alcohol en gel o respiradores?

-Hoy la industria cuenta con un nivel de utilización de la capacidad instalada bajo, por lo que tiene espacio para aumentar su producción. Pero esto no es inmediato, se requiere liquidez y capital de trabajo, calificar más mano de obra en un contexto donde la cantidad de trabajadores ha caído por las circunstancias sanitarias, entre otras cosas. Pero sin duda, con fuerte articulación público-privada la oferta irá aumentando, además aparecen múltiples ejemplos de capacidades tecnológicas de las empresas para fabricar bienes clave necesarios en este contexto. La industria argentina cuenta con tecnologías transversales a los sectores de la metalmecánica, electrónica, textiles, plásticos, medicamentos, insumos químicos y software, entre otros, con capacidad de potenciar la actual oferta de bienes esenciales para el sistema de salud. También de acelerar el desarrollo de proyectos que aún no tienen escala industrial para su concreción, promoviendo el aumento de la oferta de bienes esenciales en el corto plazo. Las empresas farmacéuticas y de equipamiento médico están haciendo sus mayores esfuerzos y se han puesto a disposición de las necesidades del Ministerio de Salud.

-¿Cómo pueden ayudar los empresarios a la sociedad en medio de esta crisis?

-El sector industrial está consustanciado con la producción de bienes y servicios esenciales para que estén a disposición de todos los argentinos. Tenemos que preservar el empleo y garantizar el consumo de la población. Además de acompañar todas las necesidades e iniciativas solidarias que surgen desde todos los actores sociales. La UIA conformó un el «Grupo de Trabajo Industrial Solidario» para centralizar las necesidades extraordinarias que surjan en este contexto, además de cooperar con las acciones que ya están llevando adelante las entidades sectoriales y regionales en las provincias y municipios.

CGERA: «En el tema deuda toda la sociedad debería estar unida sin banderías políticas»

Fuente: Telam ~ El titular de la Confederación General Empresaria de la República Argentina Marcelo Fernández respaldó en diálogo con Télam las gestiones de renegociación de la deuda.

El presidente de la Confederación General Empresaria de la República Argentina (Cgera), Marcelo Fernández, afirmó hoy que «toda la sociedad debería estar unida sin banderías políticas» en respaldo del proceso de renegociación de deuda que lleva adelante el Gobierno.

En una entrevista con Télam, Fernández, que también presidente la Cámara Argentina de Fabricantes de Avíos e Insumos para la Confección y Marroquinería (Cafaicym), destacó

también el cambio respecto al anterior gobierno en la relación con el sector pyme y pidió que el impuesto solidario del 30% también abarque a los turistas que vienen del exterior.

A continuación los principales tramos de la entrevista:

Télam: ¿En qué situación se encuentra el sector pyme?

Marcelo Fernández: Hubo un cambio sideral respecto a la situación existente en el cuatrienio anterior en cuanto a medidas como la moratoria fiscal y la baja de tasas hasta un 27% que le permiten a las pymes volver al circuito formal, refinanciar sus deudas

y pagar sus cheques. Sin embargo, todavía estamos sufriendo las políticas del gobierno anterior ya que muchos productos que se ofertan, como por ejemplo cartucheras, mochilas y útiles escolares, son en general de producción importada.

T: ¿Cómo recibieron la ampliación de las licencias no automáticas de importación realizada por el Gobierno?

MF: Es una excelente noticia ya que ahora los importadores van a reajustar sus compras para que sean complementarias de la producción nacional, y ya no suplementarias como pasó en los últimos 4 años.

T: ¿Cómo afecta al sector la situación de emergencia sanitaria por el coronavirus?

MF: El coronavirus va a repercutir en el nivel de actividad y demorará la salida de la crisis porque al cerrar espectáculos públicos, al no funcionar la gastronomía, cancelar los eventos deportivos, todo eso afecta al consumo, que es el motor de las pymes.

T: ¿Y la caída del precio del petróleo trae también complicaciones?

MF: La caída del petróleo es preocupante ya que es el motor de la actividad económica y de la energía. Si queremos desarrollar Vaca Muerta con un barril a US$ 30 no se puede, para ser rentable debe estar a más de US$ 50. Evidentemente, esto es una crisis de la economía mundial. Espero que Arabia Saudita y Rusia entiendan el mal que le hacen a las economías emergentes con su pelea. De todos modos, pienso que es una situación pasajera.

T: ¿Que importancia tiene para el sector pyme la renegociación de la deuda externa?

MF: El tema de la deuda externa para nosotros es vital para el desarrollo del país. Hoy estamos todavía sin Presupuesto porque hasta que el presidente Alberto Fernández no sepa si los bonistas van a aceptar la propuesta argentina, no sabe cuánto puede destinar a los diferentes

ministerios. En este tema la sociedad entera debería estar unida sin banderías políticas. Es imposible pensar en pagar la deuda externa para un país que todavía tiene déficit fiscal y problemas para generar divisas; no tenemos cómo pagar. Es importante que el Presidente sienta un fuertísimo respaldo de toda la dirigencia.

T: En los próximos meses va a comenzar el grueso de las negociaciones paritarias, ¿qué política se van a dar desde Cgera al respecto?

MF: Nosotros pagamos el bono de $ 3.000 en enero y los $ 4.000 de febrero porque sabemos que la recomposición salarial es necesaria para el mercado interno.

En el cuatrienio pasado las negociaciones paritarias fueron complejas porque teníamos una caída brutal de la actividad industrial que impactaba en el consumo y en la producción; entonces, cada vez que acordábamos un aumento se nos hacía muy cuesta arriba pagarlo.

Ahora, tenemos un problema porque el 70 por ciento de lo que nosotros le pagamos a los trabajadores va para alimentos y un 30 por ciento para servicios y mantenimiento de su hogar, entonces no les queda nada para consumir aparte.

Así la recomposición salarial es solamente para que la gente se alimente y no para que consuman lo que nosotros producimos, y entonces es un negocio muy magro.

Por otro lado, creo que ahora hay una expectativa mucho más baja en cuanto a la inflación y eso va a ayudar.

T: En este contexto, ¿sienten que el movimiento obrero comprende la situación?

MF: Vemos que hay una gran responsabilidad del movimiento obrero, la hemos visto todos estos años, y están en el mismo barco que nosotros. Saben en qué situación estamos, y nosotros sabemos que debemos recomponer el salario. Ahora, esto tiene que venir ligado a la reactivación de todos los sectores productivos, los 24 sectores productivos, porque si no no es sustentable.

T:¿Qué medidas impulsan desde Cgera?

MF: Le queremos proponer al Gobierno que el impuesto del 30 por ciento que se paga para ir al exterior también se le cobre al turista extranjero. Es decir, que aquel que viene del exterior cambie un dólar a $80 y no a $63. Ponerle el dólar turista también al que viene. Además, tenemos propuestas para agregarle valor al cuero. No puede ser que todavía exportemos cuero crudo e importamos manufacturas hechas con cuero argentino. Queremos incentivar que en cada región donde se genera un recurso natural se radiquen industrias que le agreguen valor. Tenemos que trabajar en las cadenas de valor. Hay que hacer una minería limpia y agregarle valor, no puede ser que Chile tenga exportaciones por 30, 40 mil millones de dólares y nosotros no.

Romina Cardillo. «Matar animales para hacer moda es pasado»

Fuente: La Nación ~ Pionera de la moda vegana en la Argentina y reconocida internacionalmente, se convirtió en la primera diseñadora latina en llegar a la semifinal del premio que otorga Louis Vuitton

Formada en la Universidad Argentina de la Empresa (UADE), desde su época de estudiante Romina Cardillo se caracterizó por su modo de observación, y por su singular manera de ocupar el espacio, eso derivó en algo que la define: el volumen de sus diseños. Otro de sus rasgos ineludibles está en sus conquistas: el día en que, en Nueva York, interceptó al diseñador Yohji Yamamoto para darle una prenda de su primera marca, Grupo 134, o cómo logró que Sara Maino, editora de Vogue Italia y descubridora de talentos, se convierta en una especie de «hada madrina». Trabajó en María Vázquez, la firma que fundó su mamá, y cuando casi nadie hablaba del tema se animó a la moda vegana. Dejó de usar pieles y cuero de vaca, comenzó a probar con otros materiales. Ahora está explorando en biotextiles, hace cápsulas, está al frente de Nous Etudions y es la directora creativa de dos marcas masivas. Recientemente quedó seleccionada y llegó a la semifinal del LVMH Prize, el premio que otorga Louis Vuitton Moët Hennessy. Así, Cardillo, se convirtió en la primera diseñadora latinoamericana en llegar a esa instancia del certamen.

-¿Qué te llevaste de tu paso por el concurso LVMH?

-Fue una mezcla de emoción permanente, de orgullo y mucho trabajo. Durante dos días completos los jurados y diferentes personajes de la industria: CEOS, diseñadores, buyers, periodistas, productores, fotógrafos, influencers de todas partes del mundo, que se acercaban a nuestro showroom a mirar la colección y a conocernos. Tuvimos charlas con personas increíbles, de las que me llevé un gran aprendizaje, la experiencia en sí para mí fue única, sintiendo al mismo tiempo la alegría de estar representando a una región, la latina, y particularmente a la Argentina.

– Más allá del resultado, ¿en qué cambia tu carrera a partir de ahora?

-Creo que al margen de las puertas que se abran, fue muy estimulante, y me permitió reconectar con el placer y el deber de transmitir y luchar desde mi lugar de diseñadora por mis ideales, y por un mundo mejor para todas las especies que habitamos este planeta. Como decía uno de mis panfletos: «Vestir animales, es parte del pasado».

-En tus inicios tomaste el concepto del veganismo de una banda antisistema, pero a la vez hiciste una marca comercial. Entendiste las dos cuestiones, ¿ese fue tu plus?

-Me di cuenta de que la gente llegaba porque le gustaba la ropa y cuando se enteraba de que era una marca vegana decía «ahhh, mirá que interesante».

-¿Entraban primero por la imagen y después por el mensaje?

-Claro. Primero, en Grupo 134 yo quería que llegaran por el mensaje y después por la imagen. Pero la gente no se identificaba y sentía que la alejaba. Entonces con Nous Etudions hice al revés: que la ropa llegue, que guste, que sea de tendencia, que la gente solo la compre porque le parece linda y que pueda decir «¡Ah, mirá es vegana!». Se encariñan con el producto, entonces también con el diseñador y se identifican con la marca.

-Tampoco era el contexto, en ese momento ser vegano era algo extraordinario.

-Sí, era problemático. Más que nada sentía que se ponía al vegano como que se creía un ser superior. Entonces me di cuenta de que lo mejor que podía hacer era hablar desde el amor, de informar, de qué manera se mata al animal y por qué no necesitamos hacerlo más. Mostré una filosofía, cómo me gusta vivir a mí, armé un diálogo. Nous nació al mismo tiempo que mi hija (Filipa) y eso me hizo tomar conciencia del rol que tenía como comunicadora en la moda.

-¿Todo lo que conforma una prenda tuya está hecho en Argentina?

-Sí, en un 90 %. Puede haber algunos avíos o telas que se las compro a proveedores nacionales pero que las traen de afuera. Para la cápsula para LVMH, la mayoría son telas italianas. Las fui adquiriendo y también busqué cosas que tenía, descosí prendas y le di otro sentido a la tela. Voy buscando la manera de tener el menor impacto posible, en lo ambiental y en animales. Todavía a veces trabajo con derivado de petróleo, sé que está mal. Esa es la discusión que tengo con las llamadas fibras naturales, que dicen que no tienen impacto, pero ya lo tuvo cuando mataron a la vaca. También trabajo con laboratorios para hacer lo que quiero a nivel biotextiles.

– Si bien se hacen diseños en biotextiles todavía no se pueden usar, ¿qué proyección podés hacer?

-Hice prendas para la exposición en el Museo Salvatore Ferragamo y dos de kombucha. Me junté con la científica Verónica Bergottini, me dio textiles hechos con yerba mate. Con ella quiero seguir trabajando, por ahí no es la kombucha en sí, pero podemos seguir investigándola. Lo que tiene de negativo es que se degrada y no tiene la funcionalidad que buscamos. Tratamos de ponerle cera vegetal, pero no es del todo impermeable, tampoco queremos usar algo químico. Estamos en un momento en el que hay que generar este aporte para que la industria vea que la gente quiere eso.

– Empezaste por lo aspiracional, primero fuiste conocida afuera y después acá. Ahora, ¿cómo sería el camino?

-Creo que me pasó en un momento que Nous tuvo mucha notoriedad y no me sentí tan cómoda cuando quise orientarlo más para Argentina. No es que no me gustaba, pero no era lo que yo quería hacer: lo de la volumetría y las piezas más estructurales, y acá no había mucho mercado. El momento bisagra fue el desfile que hicimos con Carmen Alen y Bianca Siconolfi. Armé esa colección y a los días me hicieron la nota para Vogue Italia. Empecé a enfocarme solo en hacer a pedido y en las colecciones para los buyers. Encontré una manera más sustentable también a nivel económico. Lo pensé como que podía gustar en Japón o en Argentina. Sentí que me alejé y que ahora estoy volviendo. Igual siempre lo voy a pensar así: hoy mi negocio es para el mundo y para el que le guste.

-También trabajás en un segmento más comercial, como directora creativa de Trosman y Ayres ¿cómo resulta esa experiencia?

-Bárbaro. Darme la posibilidad de que cambie todo, que dejen el cuero, de usar pieles, trabajar con proveedores sustentables. Que se hable, que la gente que consume productos más masivos empiece a escuchar a una firma más comercial.

-Sos como la Greta Thunberg de la moda…

-Sí (risas), aparte cuando me senté con el dueño de las firmas me di cuenta de que iba a funcionar porque querían ese cambio. Ellos estaban buscando eso. En el día a día trabajo con un equipo. Me aburre que mi criterio, sea «el criterio». No podría trabajar sola, es como mirarte todo el tiempo en el espejo y decir «qué linda que sos» o «que fea», porque no te gusta.

-Adelantaste el tema de la materialidad, de la ropa sin género, del veganismo. Sin hacer futurismo ¿qué seviene ahora?

-Sí o sí tenemos que tomar una decisión: hay que tener respeto por el otro. Lo mismo tiene que pasar con los animales, que entendamos que hay que respetarlos como los seres vivos que son. Creo que ese es el camino. La moda va a tener que ser así.

-El presente te está confirmando que es por ahí, pero los expertos en sostenibilidad explican que no existe algo que sea ciento por ciento sostenible.

-Claro, pero tenemos que ser cada vez más los que alcemos esa bandera. La industria hoy no puede cambiar cien por ciento, pero sí hay un punto en el que todos nos tenemos que poner de acuerdo: no es necesario matar animales para hacer moda.

Chaska Indumentaria: diseños inspirados en antiguas tradiciones

Fuente: Gente : «Las mujeres lideramos con suavidad de una manera casi imperceptible. Somos muy detallistas, para nosotras cada detalle es importante».

¿Qué la volcó al emprededurismo?

CH´ASKA nació para rescatar los materiales y las técnicas artesanales de las distintas poblaciones indígenas y criollas de todo el norte del país: tejidos de telar en pura lana y algodón, bordados artesanales, tintes naturales, trabajos en alpaca, asta y cuero, trenzados criollos, entre otros. Todo este patrimonio histórico-cultural está volcado en el diseño de nuestras prendas. Como antropóloga busque que el diseño de nuestras prendas expresen antiguas tradiciones pero sin perder la estética de la moda actual con un alto impacto visual y un practico uso urbano. Nuestros artículos son una alquimia étnico-textil que nos identifica en el mundo entero.

¿Qué diferencial aporta una mujer a la hora de liderar?

Las mujeres lideramos con suavidad de una manera casi imperceptible. Somos muy detallistas, para nosotras cada detalle es importante. Buscamos armonizar colores y texturas.

¿Cuál fue su mayor caso de éxito?

Sobrevivir durante 20 años desarrollando esta actividad en un extremo del país como lo es la provincia de Salta.

¿Y el fracaso del que más aprendió?

El mayor sinsabor fue no poder mantener las exportaciones realizadas, en distintas oportunidades, a Barcelona y a Milán.

¿Cuánto pesa la comunicación en su plan de negocios?

En esta era digital es fundamental la comunicación para acercarnos a nuestros clientes y difundir la marca a quienes aún no nos conocen.

Para contacto: Buenos aires n°20, Salta Capital // Tel: (0387) 4318185.

Moda sustentable: el color que imprime la naturaleza

Fuente: La Gaceta ~ Natalia Orozco llegó a Tafí del Valle al encuentro  Diseño argentino artesanal sustentable de tejedoras sin saber que le cambiaría la vida. Siempre sintió un fuerte vínculo con la Madre Tierra y, lejos de su Jujuy natal, en los valles tucumanos encontró la respuesta. Los tintes naturales, la cadena de la lana, las técnicas milenarias de las comunidades terminaron de tomar forma cuando bajó a la ciudad. Hoy tiene su propia marca de diseño de ropa sustentable.

Con su emprendimiento experimenta y retoma las técnicas de producción y de teñido ancestrales. “Con la industrialización se perdió un oficio antiquísimo y precolombino que fue reemplazado por la creación de tintes químicos artificiales que agilizan la producción pero son altamente tóxicos para la Madre Tierra”, explicó.

El principal motor que impulsó al proyecto fue el hecho de haber conocido acerca del sistema industrial de producción de moda, que no sólo es excesivamente contaminante, sino que promueve el trabajo clandestino. “Desde un principio quise generar un cambio en el paradigma de producción volviendo a lo artesanal, tomando el oficio milenario de teñir con tintes naturales e ir rediseñando cada proceso del diseño, así sea sustentable en toda la cadena productiva”.

Natalia conocía de moda, pero no quería seguirla, sino que buscaba algo más profundo, que hablase de un contexto y se inspirase en la naturaleza. Es por eso que tomó la decisión de embarcarse en el mundo de lo sustentable, procurando disminuir la contaminación. “Cuidamos el uso del agua, tratamos de no desperdiciar juntando agua de lluvia”.

Su estilo de trabajo se basa en cero desperdicios textiles (zero waste pattern design), en el uso de tintes naturales de producción artesanal y la creación de los estampados a partir del uso de hojas naturales y residuos orgánicos, como cáscaras de cebolla, yerba mate. Inclusive el diseño del packaging sigue la premisa de crear con la menor huella ambiental posible. Actualmente trabaja con tejidos de algodón provenientes de cooperativas textiles del norte del país, lo que aporta a las prendas un valor social ya que dichas asociaciones trabajan con éticas de comercio justo. “Es importante visibilizar las condiciones en las que se crean las prendas, por eso hacemos foco en la trazabilidad completa de nuestros productos y en la transparencia laboral”.

Su propuesta sustentable no sólo es una manera de demostrar que se puede crear con técnicas más amigables para el ambiente. Natalia logra crear ya sea desde el descarte, los desechos o el reciclaje.

Natalia aplasta un helecho silvestre contra un recorte de tela blanca. Tuvo que viajar hasta las Yungas para encontrar ese pedacito de selva que quedará marcado en la prenda cuando el paso de las horas la oxide. El proceso es lento y puede durar hasta tres días pero a ella le apasiona. Cuando la huella de la hoja quede tatuada en la tela, junto con el pigmento de la yerba mate, todo el esfuerzo habrá valido la pena.

Pablo Ramírez: la osadía en blanco y negro

Fuente: La Nación ~ Con ese tapado de denim forrado en satén rojo, tan pesado y elegante, Gustavo Cerati sube al escenario del teatro Avenida acompañado por Pablo Ramírez. El diseño es de tiempo atrás, cuando el músico le pidió el vestuario para grabar el DVD de 11 Episodios Sinfónicos. «Voy a cantar con una sinfónica y tengo una vocecita pop», le confesó a Ramírez. El diseñador sintió entonces la necesidad de protegerlo por medio de un abrigo para que se enfrentara a esa situación. «Pensé en unir una prenda, como es el tapado militar y para la guerra, y el material que tenía que ver con el pop, que era el jean. El tapado tenía tanta tela y tanto volumen en su silueta, era grande y pesado, pero él era muy elegante», recuerda Ramírez, en su atelier, 19 años después.

Cuando llegó la presentación de Cerati en el Colón, Ramírez, que afianzaba su carrera y se perfilaba como uno de los grandes diseñadores de la Argentina, corrió desde su primer desfile en el Bafweek para ver la presentación con la Orquesta Sinfónica Nacional. «El Colón estallaba de gente. No había lugar y me quedé en la entrada, detrás de la cortinita, junto a los acomodadores. Cuando lo vi fue un shock para mí tan grande, era ver mi boceto transformado en Gustavo Cerati, en el escenario del Teatro Colón. Fue la primera vez que sufrí un ataque de pánico, porque me desbordó. Por eso te digo que tengo un alma tortuosa, porque en vez de disfrutarlo.».

La anécdota describe al detalle a Pablo Ramírez, que percibe la moda en negro y blanco. A puro talento creó un estilo de piezas eternas, tan clásico como sofisticado, con una seguridad, determinación y osadía que se contraponen con su timidez inherente.

Un estilo en la moda que cumple 20 años en marzo, con la presentación de su primera colección, Casta, que remitía a las monjas que lo acompañaron en su escolaridad en Navarro, Buenos Aires. Del otro lado de la pasarela hay un Pablo Ramírez vestuarista, que nació casi en simultáneo con el diseñador y que aún viste a elencos completos de obras de teatro, óperas, ballets y musicales en la Argentina y en el exterior. Su primer estreno fue el Descenso de Orfeo a los Infiernos en el teatro Avenida, dirigida por Alejandro Ullúa, también en el 2000. Hace dos años trabajó para la ópera Tosca, con dirección del brasileño Jorge Takla para su estreno en Montevideo.

Muchos de los vestuarios los realizó para el director teatral Alfredo Arias, como Elle, Divino Amore, Cinelandia y Tatuaje (uno de sus preferidos) «Los vestuarios de Alfredo me han dado siempre la posibilidad de explorar cosas, desde el volumen, el color, la textura, cosas inimaginables».

-¿Disfrutás de hacer los vestuarios?

-Sí, lo disfruto y lo sufro. Como todo en mi vida. Lo que disfruto en realidad es la parte del juego, pero no es mi juego. Para mí, el dueño del juguete es el director, es el que tiene la visión. Él tiene una idea y un cuento, y quiere contarlo de una manera, entonces me llama para que le haga los vestiditos a sus muñecas. Me encanta ese juego y saber hasta qué punto quieren de mí.

Antes de la experiencia con Gustavo Cerati, Fito Páez lo había convocado para que le diseñara un vestuario para él y su banda. Le hizo una propuesta con tal seguridad y se encontró con una persona tan receptiva que enseguida Fito accedió a vestirse de rojo, y los músicos de blanco, cada uno con un look diferente. Al mismo tiempo, Dolores Navarro Ocampo lo había llamado para que participara del concurso Diseñador del 2000. «El concurso me coincidió justo con lo de Fito, así que medio fue un caos.»

-Caos, pero también exposición.

-Sí, bueno. yo igual siempre las cosas buenas me las tomo en el mal sentido (se ríe). Siempre las vivo de manera tormentosa y dramática. Soy así.

-¿Te desbordó la situación?

-Me suele pasar eso, sí. Mi analista me dice: «Disfrutá del proceso». Y yo le digo: «Sí, tengo que lograrlo, la próxima». Pero me cuesta un montón. Ahora lo miro y dimensiono, pero en aquel momento no podía.

-¿Y cómo te abriste camino en la carrera con tanta timidez?

-Creo que tuve dos factores muy grandes. Uno, para mí, tiene que ver con algo que hice siempre. Hoy, siendo una persona grande, miro para atrás y veo al joven que fui y pienso: ¡Qué atrevido! Pero a la vez, yo estaba muy seguro, estaba muy decidido sobre lo que quería hacer y sobre cómo lo hacía.

-Tenías osadía y determinación.

-Había como una especie de inconsciencia en la determinación, porque desde muy muy chico, en cada cosa que hacía, había una determinación. Lo que me movió siempre fue la pasión. No había distracción. Nunca se me hubiese ocurrido elegir otra carrera. Como si el camino estuviera marcado, lo tenía muy claro. Una gran pasión. Y además siento que en un punto fui hacia una dirección y me fui encontrando, a la vez, en el tiempo y en el lugar, con las situaciones y las personas indicadas. Iba por el camino correcto.

Aquella primera colección, «Casta», fue todo un éxito, le siguieron pedidos y llamados, pero él aún no sabía qué camino seguir. Se unió por unos meses en un showroom con la diseñadora Mariana Dappiano, donde las coloridas estampas de ella se contraponían con el estilo gótico de él. Fue cuando recibió su primer -e insólito- pedido de traje de novia: una mujer le encargó el mismo vestido de cuero negro con el que había cerrado el desfile.

Claro que hay colores. Azul, rojo, fucsia, anaranjado. Pero Pablo Ramírez solo abre la paleta cuando hace vestidos a medida, «cuando pongo mi mirada en función de otro, entonces sí trabajo color». Pero en sus colecciones prêt-à-porter todo es negro, y blanco. El color es sólo personalizado.

Hubo una excepción, quizá de esas que confirman la regla. Cuando en el verano de 2005, a pedido de sus socios de entonces, el diseñador creó la colección «Fiesta», donde cerraba con t-shirts negras, blancas, azules y rojas. «Lo gracioso es que cuando terminó la temporada, se habían vendido las blancas y las negras y habían quedado las rojas y las azules, esas no se habían vendido», recuerda.

-¿Por qué el negro? ¿Fue una estrategia, una decisión o un gusto?

-Fue una decisión. En realidad. tengo que decir la verdad. Cuando antes de mi primera colección viajé a Nueva York, empecé a dibujar sobre papel negro con tinta blanca. Pensaba nada más que en siluetas negras. Cuando volví a Buenos Aires y fue el concurso, me dije: quiero que sean trajes negros. Cuando presenté la colección, empezar ahí fue directamente bueno, una declaración: yo quiero ser un diseñador de ropa negra, quiero crear ropa clásica que sea atemporal, que atraviese el tiempo, que la gente pueda coleccionar como piezas, como objetos, desde el primer momento. Me escucho ahora, 20 años después, y pienso: ¡qué atrevido, qué ambicioso!

-También diseñás en colores.

-Sí, sí, sí. No hago color en mis colecciones. No vas a encontrar color en mi perchero, pero para quien viene al atelier hago color, color personalizado. Ahora tenemos la tienda en Recoleta [en Ayacucho 1984, donde se mudó desde San Telmo hace dos años], con mucha más exposición. Hay gente que ve un vestido y pregunta: «¿Me lo pueden hacer en color?» Igual, a mí me encanta, no es que tenga algún problema con el color y que me haga mal o me moleste, de hecho lo disfruto, pero yo soy negro.

-¿Qué te gusta del negro? ¿La elegancia?

-Hace un tiempo me llamó Nicole Neumann y le presté dos looks para el Bailando… Se puso un smoking negro y luego un vestido blanco. Yo tenía su imagen con cosas medio estridentes y cuando la veo con el smoking negro, fue como una especie de tranquilidad visual. Era un oasis. Esa es la sensación que me da. Siento que el negro subraya a la persona. No encuentro otro adjetivo. Es como si la ropa, de alguna manera, no tuviera protagonismo, lo que tiene protagonismo es la persona. Lo que yo hago es silueta, una silueta donde no importa bien lo que tenés puesto, es como una sombra, que te favorece, que te mejora, que te estiliza. Pero la que te ves bien sos vos, definitivamente. Yo la veía a ella y decía: se ve divina. Y lo mismo con el vestido blanco, se veía espléndida.

-Una identidad tan fuerte, ¿se tiene que renovar en algún momento?

-De hecho, cuando empecé con todo esto, me cuestionaban que no era un proyecto comercial. ¿Cuán comercial puede ser querer hacer esto?

-¿Y vos le veías proyección comercial?

-Soy idealista, entonces veía unos ideales muy marcados. En ese entonces no existía para nada el concepto de sustentabilidad y yo estaba de alguna manera desarrollando algo que tenía que ver con la sustentabilidad. No quería hacer ropa descartable. Yo quiero hacer cosas que perduren, con buenos materiales, bien cortada, que la moldería esté bien hecha, que te calce bien y que digas: «Adoro este pantalón, amo este vestido, amo esta camisa, la quiero conservar, la quiero cuidar y es tan buena que me dura. Y como es tan buena y me dura, voy a comprarme otra prenda u otra pieza de este diseñador, porque sé que me funciona y lo puedo combinar con otras cosas». En la moda no hay fórmulas. Esto que yo había mirado y había criticado trabajando para otras marcas cuando iban atrás de lo comercial, me permitió no ser víctima de eso.

-Pero terminaste haciendo una fórmula vos también.

-Sí, pero todo el tiempo me doy cuenta de que. Por ejemplo, yo siempre hice novias y hoy sigo haciendo novias y nunca dejé de pensar que el vestido a medida es algo que está fuera de escala para la realidad en la que vivimos. ¿En qué país del Primer Mundo alguien se hace un vestido a medida? ¿Qué profesional sueco, español o francés va a ver a un diseñador a que le diseñe el vestido?

-¿Y por qué acá sí se da ese fenómeno?

-Eso está desfasado, y en realidad eso tiene un costo que.

-Es excesivo y exclusivo.

-Pero que no pasa por lo esnob, o por lo menos yo no le pongo el precio por esnob. Hay gente que por ahí piensa que el vestido a medida tiene que tener veinte entrevistas, yo no juego a eso. Vos venís con el zapato y la ropa interior que vas a usar, te tomo todas las medidas exactas. Después de eso, hago un maniquí con tus medidas. No es como en la casa Dior, no conservo los maniquíes de todas mis clientas. Yo armo el maniquí con tus medidas hasta que te entrego el vestido y, cuando te lo entrego, lo desarmo. Te lo probás dos veces.

-¿Buscás la perfección en todo lo que hacés?

-(Se ríe) Sí, sí. Es una búsqueda mía la perfección, absoluta. Lo tengo innato. No sé por qué, pero es así y creo que lo tengo en el ADN, porque mi hermana es igual, mis sobrinos también.

-Pero, ¿hasta la obsesión?

-Y, sí. El límite está bastante con la obsesión.

-¿En tu casa sos ordenado como en el atelier?

-Sí, pero como todo, siempre con vías de escape. Por ejemplo, me pasa que viene alguien y me dice: «Está impecable». Y yo digo: «No, para mí está hecho un desastre». Sé que tengo que aflojar. Me ha pasado con cosas que yo veo mal y que el otro no registra. O al revés, me llama la atención que la gente tiene en cuenta mi mirada de una manera y yo no. Me incomoda o me pone mal por el otro cuando la gente me saluda y me dice: «Ay, discúlpame que no tengo vestido negro». Y yo digo: «¡No, por favor!». Porque de verdad no me estoy fijando. Me conecto con la gente por otro lado.

-¿Cómo te llevás con ese mundo de celebrities? ¿Te divierte o es un mal necesario?

-Un mal, seguro (se ríe). Me parece muy agotador el sistema. Es lo mismo que te decía del vestido a medida, porque está muy fuera de escala acá. Encima, ahora entró en circulación el mal de la vestuarista o de la asesora de vestuario, o de la estilista. Yo no atiendo a nadie que no sea la persona en sí misma. El problema, en general, es que se pretende comparar lo que hay acá con lo internacional, y lo internacional es otra escala porque estás hablando, primero, de megaestrellas que mueven millones, y megacompañías, como Dior, Chanel, Saint Laurent. Yo soy un diseñador independiente, que tengo un solo local y una tienda online. Además, no hay coherencia, porque una actriz o una cantante hoy se lleva un traje mío, lo usa hoy y mañana sale vestida de cualquier cosa. No hay una fidelidad, no hay un seguimiento, no son embajadoras de Pablo Ramírez. En ese momento visten Pablo Ramírez, y además tampoco tenés la certeza ni la seguridad de cómo lo usará, con otro collar o peinado que le asesoraste. Entonces, es muy desgastante. Y además yo no tengo un piso en mi atelier dedicado a atender celebrities con un departamento lleno de asistentes buscando ropa. Somos nosotros. Lleva un montón de tiempo.

-¿Es una forma de visualización?

-Por supuesto, yo con todas, desde Cecilia Roth hasta Natalia Oreiro o quien sea, habla conmigo y vienen a acá. No puede venir alguien X en representación a buscar ropa, a llevársela para que se la pruebe. De ninguna manera. Y si viene a acompañarla, que la acompañe, pero la persona que la va a asesorar cuando se está vistiendo soy yo.

-Decime tres personas a las que disfrutaste vestir .

-Marilú Marini para mí es como lo máximo, es alguien que le das un pañuelo y que hace alta costura con eso. Es como el súmmum. También, Lucrecia Martel y Carolina Peleritti.

En su atelier amplio y luminoso, los maniquíes dan la bienvenida con su línea de bijou. Detrás de un escritorio impecable, una biblioteca ordenada, con libros principalmente de moda, se exhiben algunos de sus premios: el Konex Artes Visuales, el Fashion Edition otorgado por el fotógrafo de moda Scott Shuman, de The Sartorialist, las Tijeras de Plata y de Oro de la Cámara Argentina de la Moda.

-Al principio de tu carrera decías que te identificabas con el escritor Manuel Puig, ¿por qué esa identificación?

-Primero, me identifiqué con esa necesidad, de ser un chico de pueblo queriendo escapar del pueblo; con esto de cultivar una imaginación y un mundo propio e interior muy grande. Me cautivaron siempre todas sus novelas. Después empecé a estudiar sobre él y ahora, de grande, tuve la suerte de conocer a mucha gente que lo conocía.

Su pueblo, del que quería escapar, es Navarro, Buenos Aires, a 133 kilómetros de su tienda en Recoleta. Ahí nació hace 48 años, donde vivía con su papá mecánico, su mamá ama de casa, su hermana y hermano.

-Cuando volvés a esa infancia, ¿qué imagen tenés?

-La verdad es que ya estoy grande y siento que me reconcilié con todo eso, no tengo traumas de la infancia, pero sí siento que, de alguna manera, eso marca el camino que uno toma indefectiblemente. Hoy hablo con mi sobrino o con mi hijo [Valentín, de 19 años, hijo de su pareja y socio Gonzalo Barbadillo] los escucho y pienso: «No tengas dudas de que lo que estás padeciendo hoy va a hacer a la persona que serás mañana». Hoy es difícil que veas en perspectiva cómo vas a transformar esto.

-Eso vos lo transformaste en creación.

-Claro, creo que sí, que de alguna manera todos logramos rearmarnos o construirnos en función de dónde venimos o de quiénes somos. Si pienso en mí como un niño, por un lado me pienso como un chico normal y, por otro, me pienso como en una rareza también.

-¿Por qué hiciste el secundario pupilo?

-Terminé el colegio primario y en Navarro había cinco secundarios, y en séptimo grado les dije a mis padres -no sé cómo hice todavía-: «Quiero ir pupilo». Lo pienso al día de hoy. Quería ir pupilo porque no me gustaba ningún colegio, pensaba que el secundario sería un infierno y que la pasaría mal. Era eso, le tenía miedo al bullying en realidad. Necesitaba escaparme de Navarro, y el pupilo estaba en Luján.

-¿Y ahí la pasabas bien?

-Sí, pero cuando llegué, dije: «¿En qué me metí?».

-¿Cómo influyeron los hábitos eclesiásticos en tus diseños?

-Creo que un poco esto que acabás de observar tiene que ver con esa imagen que para un niño es tan imponente. Esta figura que aparece toda vestida de negro, que tiene ese misterio y, a la vez, después, cuando uno accede a la monja, a la hermana o al padre, te encontrás con un ser humano que tiene otra historia. Yo iba a un colegio religioso en el que las monjas vivían ahí, entonces de chico estaba el misterio.

-¿Quiénes te acompañaron desde esa infancia al camino de la moda?

-Una de las primeras señales fue en el secundario, cuando Eva, una amiga de mi madre, que vivía a la vuelta, me trajo una nota de la nacion que decía que se hacía el primer concurso de Alpargatas, y yo me presenté con 14 años. Armé los bocetos y me vine a Buenos Aires a presentar la carpeta. Yo estaba todo el día dibujando. En mi casa es como que no sabían qué hacer conmigo. Al mes, me llegó una carta por correo postal diciéndome que no había quedado seleccionado. Al retirar la carpeta, me recomendaron que siguiera participando.

-¿Tu familia te acompañaba?

-Sí, sí. No me sentía estimulado, quizá, pero tampoco era censurado. Estaba medio boyando. Por eso, de adulto digo: «Pobres, hicieron lo que pudieron». Y decís: qué difícil. Ahora puedo tomar conciencia y pensar en todo lo que me dejaron hacer. Pero nunca tuve problemas de enfrentarme porque siempre logré la forma de acomodarme y de hacer lo que yo quería. Siempre, en realidad, hice lo que quise sin tener que rebelarme.

«Nunca tuve la fantasía de tener una marca propia», reconoce a la distancia de aquellos años de aprendizaje. «Así como nunca me imaginaba cómo podría llegar de Navarro a Buenos Aires y entrar en el mundo de la moda. Lo tenía como meta, pero no sabía cómo lo haría. En el secundario, mi mamá me decía: «¿Por qué no le mandás unos bocetos a Roberto Giordano o le escribís a Pinky». Y yo le contestaba: «Ni loco, porque soy muy tímido». Veinte años después la vestí a Pinky. Las vueltas de la vida. Nunca fui atrevido, de mandarme, pero sí de estar muy concentrado en hacer lo que tenía que hacer. Yo lo que quería era trabajar en diseño y cuando empecé a trabajar, ya estaba».

Antes de «Casta», su primera colección de pasarela, hubo un camino que comenzó con un jumper de jean. Estudiaba en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo [«una de mis mejores experiencias, me abrió la cabeza por completo. Era un momento muy efervescente, porque en la carrera empezaba todo: desde cómo íbamos lookeados, porque te subías al 160 y ya te dabas cuenta de quiénes estudiaban Indumentaria»] cuando, decidido, volvió a presentarse al concurso de diseño de Alpargatas, aquel del que surgieron varios diseñadores renombrados de ayer y de hoy. Tomó la determinación de ganarlo para conseguir un trabajo que necesitaba tanto entonces. Había intentado sin suerte entrar como cadete de un banco y se había hecho el verano como vendedor de una disquería.

Como tenía que proponer un diseño en denim y tenía tan presentes a las alumnas que lo habían acompañado en el colegio católico, bocetó un jumper de jean, con tres lavados diferentes. A los 15 días, lo llamó el diseñador Mariano Toledo, que estaba en la organización del concurso, para decirle que quedaba entre los finalistas de los 500 que se habían presentado. El desfile fue en el Galpón Hirsch, actual Museum, con toda la troupe de modelos de Pancho Dotto y la efervescencia de los 90. «Todos estaban re nerviosos y yo muy tranquilo. Me di cuenta de que mis diseños les encantaban y yo estaba chocho. Al terminar, gané la primera mención, que era un contrato de trabajo en Alpargatas, que era lo que quería. Pero el animador, Roberto Pettinato, anunció que había un premio especial, que en el jurado había franceses, de un estudio que desarrollaban las líneas de jeans para Kenzo, Pepe Jeans y Armani Jeans, que premiarían con un contrato de trabajo para desarrollar su colección en París de. jumpers escolares. Cuando lo escuché, me descoloqué por completo. Imaginate, de no conseguir trabajo de cadete pasé a tener dos. Esa noche no pude dormir».

Así comenzó su primer viaje a Europa, con destino a París, donde hizo la colección de jumpers de denim, dibujó estampas de remeras y todos los días aprendía una rutina de diseño diferente. Cuando volvió a Buenos Aires, Alan Faena viajó al mismo estudio porque buscaba un diseñador. Allí mismo le recomendaron que la persona que necesitaba estaba en Buenos Aires y que se llamaba Pablo Ramírez. Así comenzó a trabajar en Via Vai, Gloria Vanderbilt, Hope & Glory, Sol Porteño y Adriana Costantini. Todo el camino que, hace 20 años, lo llevó a crear una etiqueta con su nombre, que hoy representa todo un estilo.

La moda argentina ante un nuevo paradigma de producción: el modelo slow

Fuente: Perfil ~ El encuentro con Mauro Pesoa, diseñador de 26 años que ya suma un Martín Fierro de la moda junto con premios de proyección internacional, se da en un café porteño del barrio donde vive desde hace pocos meses. Su taller permanece en Formosa, donde creció; cerca de su madre, quien le transmitió el oficio familiar: mimbrería.

Hoy esa técnica es el diferencial de sus creaciones, desde prendas hasta zapatos o carteras, siempre reivindicando el valor de lo artesanal y de un modelo de producción “slow”.

-Si bien empezaste hace pocos años, tus diseños acarrean un legado familiar de tres generaciones. ¿Cómo lo aggiornás?

-Parto de lo que significa la mimbrería. El oficio lo aprendí cuando ya había egresado de diseño, gracias a mi madre, Y juntos decidimos aplicarlo a una colección que relataba nuestra relación madre-hijo. Con ella ganamos el primer concurso franco argentino de moda sustentable, allá por 2015, y viajamos a Milán para representar a la Argentina.

Hasta el día de hoy, mi idea es hacer del mimbre el diferencial de la marca, logrando que esté tanto en prendas como en objetos sin que compitan. Soy el único de mi familia que sigue el oficio, es una gran responsabilidad.

-¿Qué te da esta técnica, que no hayas aprendido en la carrera de indumentaria?

-Son cosas totalmente distintas. Si bien en indumentaria vas viendo cómo se generan cosas con diversos materiales, lo hacés como un prototipo. Cuando empecé a trabajar el mimbre, encaré mi proyecto como una marca de consumo fijo. Es difícil mantener una firma que tiene un oficio atrás, sin hacer sillones ni canastas de mimbre que ya se vieron.

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-¿Cómo se compara la artesanía con el diseño?

-Ambos son oficios. En la mimbrería, existen pasos a seguir parecidos a los de la indumentaria. Para trabajar con mimbre tenés que prepararlo una hora antes, ponerlo en remojo, seguir por el trabajo manual… Además, en ambos casos hay que diseñar: pensar antes de hacer.

-¿Cómo desarrollás tus colecciones?

-Las ideas surgen en cualquier momento, y las voy anotando en un libro. Cuando me pongo a pensar una nueva colección, la fusiono con lo que me esté pasando a nivel espiritual o emocional. Mis vivencias en Formosa, siempre presentes.

-¿Qué rol juega la sustentabilidad en la moda actual?

-Debería ser una política de Estado. Hoy en día, hasta la nafta puede ser sustentable. Las marcas de moda deberían, aunque sea, tener visibilidad en toda la cadena de desarrollo del producto; idealmente, un producto slow. En la Argentina hay algodón sin agrotóxicos, materiales de descarte.

Tenemos que pensar en lo que estamos dejando. Hoy los proyectos sustentables son de nicho, producen en pocas cantidades a precios elevados. Pero a la vez está toda esta gente que empieza a consumir responsable, desde lo que come hasta lo que hace en su vida cotidiana, y también quiere vestir así. Es un punto de quiebre.

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-¿Qué materiales utilizás?

-Además del mimbre, algodón sin agrotóxicos. Un tejido que traigo de asunción, hecho de fibras de coco. Y un algodón que, si bien tiene agrotóxicos, está hecho por familias.

-Otro punto clave es la mano de obra…

-Sí, así funciona la economía circular. Cuando trabajás con empresas chicas, sabés toda la terciabilidad de las personas que trabajan allí. Es indispensable conocer la fábrica, ver el estado en que se produce. De eso se trata el rol actual del diseñador.

Ya terminó eso de que compraba una tela y hacía algo fabuloso. Hoy podés competir con industrias enormes, por lo general tailandesas o chinas, cuya mano de obra es desconocida. Pero evolucionar es pensar en toda la cadena. Es tiempo de resignificar lo artesanal.

-¿Cómo compartís esta filosofía con el público?

-Las prendas de mi última colección, Oficio Ancestral, en vez de etiquetas tienen códigos QR. al escanearlos te enterás de quién hizo cada pieza, cómo, qué cantidad de agua se consumió. Si podés tener toda esa información online, incluido el nombre de la marca, ¿para qué desperdiciar metros de etiquetas de plástico?

-¿Notás alguna similitud entre tus adeptos?

-Si bien varían en edades y procedencias, suelen compartir cierta nostalgia. En los años 60, el mimbre tuvo su gran boom, interrumpido en los 80 por el auge plástico. Aquel recuerdo de abuelas, de madres, de la propia juventud, obra como disparador. Por eso creo que el típico modelo de “segmentación” ya caducó.

Según Pesoa, vencida está también la dualidad temporal. ¿Primavera-verano? ¿Otoño-invierno? ¿Medias estaciones? Ajeno a los esquemas, el diseño slow debe sus colecciones al mood de cada autor. Oficio Ancestral fue exhibida en BAFWeek y descripta por el artífice como “metafórica”.

Sus musas “personajes de la mimbrería, cuya labor difiere según su lugar de procedencia”. Su leitmotiv, “resignificar prendas de trabajo”. Mujeres con vestidos repletos de tiras, otrora útiles al momento de trasladar mercadería. Hombres ataviados en overoles, aptos para toda cosecha. Y a modo de colofón, máscaras de mimbre que, ocultando la identidad de sus modelos, concentran la atención en las prendas.

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-Si te abstrajeras del legado familiar, ¿qué te distinguiría como creador?

-Ser joven. Es decir, ser un pequeño factor de cambio. Hacer cosas chicas, sí, pero que van a servir a lo largo. Ya de chico traía eso de “modificar” cuestiones que iban con el cuerpo; ya fuera una remera al revés, un nudo que generara una nueva silueta.

-¿Cómo percibís la situación de la moda argentina?

-Veo un cambio a nivel educación, que es de donde nace la nueva generación. Si enseñás con métodos antiguos, como etiqueta y protocolo, limitás. Así terminás copiando otras marcas.

Las cátedras de ahora trabajan desde otro punto de vista. Hay marcas ya instaladas que, ajenas a esto, intentan hacer algo mucho más fashion que les sirve, obviamente, pero no sé cuánto tiempo puede llegar a durar.

-¿Qué desafíos proyectás para el año que comienza?

Expansión de marca. Estamos cerrando con una plataforma online, independiente, de Nueva York. También hay propuestas de Tokio, pero para encarar ese mercado hace falta cintura. Tenemos que estar preparados.-

Oskar Metsavaht. «Creo que la moda se cansó de la moda»

Fuente: La Nación ~ Ya hace algunos años la revista Forbes lo consideró protagonista por haber creado Osklen, la primera marca de lujo brasilera. Hoy el mundo habla de él por sus múltiples miradas. Es escalador, fotógrafo, ambientalista. Pero le molestan las etiquetas. Oskar Metsavaht, pionero en el movimiento de llevar sustentabilidad a la moda, prefiere hablar de curiosidad, de saltar parámetros y fronteras imaginarias. Pone el acento en el espíritu, confirma que es un personaje absolutamente original, con un discurso profundo que lo aleja de lo pretencioso y lo instala en un espacio único, donde la moda se fusiona con la poesía de la naturaleza.

-¿Se puede ser muchas cosas en la vida?

-Creo que a lo largo de la historia como sociedad fuimos categorizando a las personas y a nosotros mismos dentro del perfil de lo que hacemos por trabajo o lo que estudiamos. O por alguna característica fuerte de nuestra personalidad. Como individuos debemos saltear esos parámetros para explorar nuestra curiosidad, cruzar fronteras imaginarias, realizar lo que el espíritu elige y disfrutar de todos nuestros talentos. No somos una sola cosa definida. Desde joven percibí que tener una profesión era casi como una prisión. Eso me angustiaba.

-¿Cómo se resuelve? Ser libre, incluso elegir no es fácil.

-Volviendo a la pregunta anterior, reflexionando sobre esto… La realidad es que yo no soy muchas cosas. Simplemente soy así. Y no existe en mí una pretensión, sólo experimentar nuevas situaciones y expresarlas a mi manera en diferentes plataformas. Ser libre tiene que ver con el placer de aprender, hacer y probar. Lograr plasmar mis códigos conceptuales estéticos, éticos y de estilo. Quizás todavía estoy diseñando mi alfabeto, mi lenguaje estilístico, tanto en el arte como en el diseño y en el contenido. Creo que donde mejor me expreso espiritualmente es con el arte.

-¿Algún sueño imposible (o casi) con el que fantasees?

-Tal vez poder vivir más que los probables 90-100 años que nuestra generación puede alcanzar. Creo en la esencia humana, la capacidad que tenemos como seres vivos de conocernos y comprender la espiritualidad. Considero que hay una capacidad innata de poder pensar sobre nuestra propia conciencia, percibir la poesía del arte, la razón de la ciencia y de nuestra propia existencia. Pienso que la búsqueda de la vida eterna nos mueve como civilización. Creo en el hombre, no en Dios. Considero que, si existe algo que podemos llamarlo así, está entre nosotros tal como cada uno elija percibirlo.

-¿Qué cosas no aceptás como artista?

-Los dogmas. Mi trabajo como artista es explorar el arquetipo de nuestra espiritualidad, que para mí surge de observar los elementos de la naturaleza en armonía con nuestra percepción y sentidos. Este verano en Punta del Este tendré dos obras de mi serie «Divina Geometría», expuestas en la feria Este Arte.

-Pregunta trillada seguramente. ¿Pero cómo definís Osklen?

-Es una forma de expresión en diseño y comunicación de mi estilo de vida y el de los que me rodean. Soy un voyeur. De ellos absorbo los elementos visuales y conceptuales para la marca. En estas tres décadas logré un buen blend de lo urbano en equilibrio con la naturaleza. Osklen no fue creada estratégicamente. Jamás pensé que iba a diseñar moda o tener este negocio. La magia de la historia es que mi marca fue una coincidencia, algo que nació de la necesidad de crear para mí y mis amigos una vestimenta técnica para la montaña.

-Tu primer diseño fue una campera para escalar el Aconcagua, ¿no?

-Sí. Las piezas empezaron a ser apreciadas, a tener demanda, al menos dentro de mi tribu. Pero lo que nació en 1989 a raíz de una expedición al Aconcagua era simplemente una idea. No había más intención que eso. Luego mis amigos me empujaron a seguir creando y me fui moviendo al surf, al snowboard. En el 2000 me volqué a la moda. Me da placer haber logrado que la marca siga teniendo esa originalidad que la caracterizó desde un principio. Y pionera en sustentabilidad. Siempre quise que fuera percibida en Brasil y el mundo por esas características, y por su vanguardia en diseño. Además de ser siempre coherentes.

-¿Qué te sucede con Punta del Este? Acabás de inaugurar tu segundo espacio en José Ignacio.

-Es un lugar con el que me identifico bastante y creí que los habitués tienen mucho que ver con lo que yo propongo. Este nuevo local, bien pequeño, es un espacio de auténtica expresión de nuestro estilo. Tiene la misma onda de la primera tiendita que abrimos en Buzios, en 1989.

-¿Existe la posibilidad o el deseo de regresar a Argentina?

-Mis socios de Alpargatas prefirieron cerrar la tienda de Buenos Aires. La economía de ustedes no ofrecía perspectivas. Ahora nuestra estrategia es fortalecer Europa. Mi relación con Argentina es personal. Amo su cultura, su gente, soy muy amigo de Julio le Parc y familia. Lo admiro como persona y artista. Es un style icon para mí. Es más, la idea de hacer algo juntos surgió en un almuerzo en José Ignacio. Yo lo admiro a él y él se viste mucho con Osklen. Por lo tanto vamos a lanzar una colección en colaboración. En febrero durante Friezze en Los Angeles; y en agosto en nuestras tiendas.

-¿Te eligieron como embajador de Buena Voluntad de Unesco?

-Es de los desafíos que más me agradan. Soy embajador para la sustentabilidad y cultura de la paz. Con ellos comencé mi relación en Brasil hace 17 años, realizando proyectos para diferentes áreas. En el 2010 fui convocado para formar parte de un selecto grupo de personalidades de la cultura mundial. Es un honor.

-¿La Semana de la Moda de San Pablo sigue promoviendo el surgimiento de grandes creadores originales?

-Hace 2 años que no participamos de la semana de la moda. Estamos experimentando otras formas de expresar nuestras colecciones. Creo que la moda se cansó de la moda.

-¡Qué buen título!

-Hay muchas marcas, hay muchos nuevos diseñadores, estilistas, editores de moda, influencers. Parece que todo el mundo ha querido convertirse en un profesional de la moda en la última década. No existe este espacio en mi opinión, y creo que la sociedad debería pensar en otras cosas que hacer hoy, y que no sea moda! Sospecho que el Fashion Week de San Pablo desaparecerá. Es un formato hipercomercial, que ya no respeta las críticas de la moda verdadera y no superficial como la que existe hoy en día.

-¿Qué pensás de los influencers?

-Desafortunadamente, los principales editores de moda y críticos han perdido terreno ante los informantes que tienen muy poca o ninguna cultura de moda. Para mí se perdió el placer de preparar un desfile. ¿Para qué? ¿Para mostrarle a un público que sólo quiere hacer una buena foto por el impulso y salir corriendo a ver otra propuesta?

-¿Cómo debería ser un desfile?

-Para mí es como presentar una tesis de maestría cada seis meses. Recibir comentarios de aquellos que entienden del tema es lo que más nos vigoriza y hace mejorar. Pero esto se acabó. La semana de la moda hoy (no París y Milán que aún tienen coherencia) sirven para vender las principales marcas de moda rápida y lanzar «nuevos diseñadores». Nada más.

-¿La alegría brasileña corre peligro o ese adn siempre podrá con todo?

-Yo no expreso sólo la cultura brasileña sino lo que me rodea. Mi mirada tiene mucho de Río de Janeiro porque es donde vivo. Además, en las últimas décadas la ciudad ha sido una de las expresiones universales de la cultura del estilo. Brasil se encuentra en una crisis política y económica. Pero Río y su cultura es para siempre, sigue significando lo que siempre significó. Nunca podrán con su esplendor.

-¿La alegría brasileña corre peligro o ese ADN siempre podrá con todo?

-Yo no expreso solo la cultura brasileña sino lo que me rodea. Mi mirada tiene mucho de Río de Janeiro porque es donde vivo. Además, en las últimas décadas la ciudad ha sido una de las expresiones universales de la cultura del estilo. Brasil se encuentra en una crisis política y económica. Pero Río y su cultura es para siempre, sigue significando lo que siempre significó. Nunca podrán con su esplendor.

Mauro González, empresario textil: «Las PyME todavía no cambiaron su situación de hace seis meses, pero ha cambiado el rumbo económico y política»

Fuente: El Intransigente ~ Las medidas económicas del presidente Alberto Fernández y del ministro de Economía, Martín Guzmán, fueron bien recibidas por una gran parte de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyME). En los treinta días de gobierno, se impulsó la moratoria impositiva, la suspensión de embargos de cuentas, el congelamiento de tarifas, y las licencias no automáticas para comercio internacional

“Las PyME todavía no cambiaron su situación de hace seis meses, pero ha cambiado el rumbo económico y político”, indicó Mauro González, empresario textil. “En solo 30 días logramos respuestas concretas para el sector, como la moratoria impositiva, la suspensión de embargos de cuentas, el congelamiento de tarifas, entre otros”, detalló el empresario textil en declaraciones con C5N.

En lo relacionado a los indicadores económicos, Mauro González expresó que “la tasa de interés está al 50 por ciento”. “Sigue siendo alta”, manifestó el empresario textil. “Hay que avanzar en el tema de subsidiar las tasas para las PyME”, consideró González. A pesar de esta situación a las que se enfrentan las pequeñas y medianas empresas, el empresario textil reconocieron que podrán pagar “el incremento de $4000”.

Héctor Costa, analista político, expresó que “hay un cambio psicológico en el empresario PyME”. “Antes había mucha incertidumbre financiera y económica sobre qué hacer, ahora, en cambio, hay un norte”, continuó Costa. “Todos tenemos que hacer un sacrificio hasta junio al menos”, consideró el analista político. “El Gobierno necesita recaudar para hacer frente a las deuda”, manifestó.

En este sentido, Mauro González se refirió al campo, donde expresó que “es un sector particular”. “A treinta días de la nueva gestión hace reclamos, aunque los problemas vienen de hace 4 años”, sugirió el empresario textil. “Pero hay que hacer el esfuerzo, así que si fortalecemos el mercado interno, las empresas se reactivan”, cerró Mauro González.