Fuente: Perfil – Las casas más icónicas de la moda están en pleno reordenamiento: Pierpaolo Piccioli asume Balenciaga, Demna Gvasalia se muda a Gucci y Alessandro Michele aterriza en Valentino. En medio de cambios vertiginosos, provocaciones estéticas y herencias legendarias, la gran pregunta es si el lujo puede volver a tener alma.
Y así se completa el torbellino de cambios que desde hace meses sacude al mundo de la moda: un verdadero ballet de poder que se parece más a una partida de sillas musicales que a un tablero de ajedrez. No hay ganadores definitivos y siempre hay alguien de pie.
La noticia más reciente: Pierpaolo Piccioli, tras dejar Valentino, asumirá la dirección creativa de Balenciaga. Una jugada inesperada, ya que su predecesor, Demna Gvasalia, acaba de dejar la firma francesa para tomar las riendas de Gucci, huérfana desde la salida de Alessandro Michele, quien a su vez desembarcó en… Valentino.

Demna llega a Gucci con la misión de revertir el minimalismo impuesto por Sabato De Sarno, un giro que dejó a muchos clientes más confundidos que fieles. Mientras tanto, el diseñador georgiano despierta tantas expectativas como temores: ¿volverá con su estilo “shock” hecho de bolsos con forma de paquete de papas fritas y cintas adhesivas como accesorios de lujo?
La gran pregunta es si Gucci logrará escapar del déjà vu de hype para recuperar una identidad sólida, o si seguirá atrapada en esa línea tenue entre la provocación y la genialidad, con riesgo de caer en la indiferencia.

Demna es una figura clave de esta época: enfant terrible del lujo, creador de Vetements y responsable de una era de deconstrucción estética en Balenciaga, que lo convirtió en fenómeno global… y también en blanco de múltiples críticas. Basta recordar que Balenciaga, durante los 15 años en que fue liderada por Nicolas Ghesquière, representó un modelo de alta costura con respeto por el legado y por el diseño como arte.