Nuestra impronta; agregar detalles a los «clásicos”

Fuente: El Cronista Comercial ~ SEBASTIÁN BLANCO Lorena Pérez Junto a su hermano, Nicolás, transformaron el emprendimiento textil familiar en una marca de moda masculina. Su desembarco en dos shoppings les dio la oportunidad de repensar su paradigma, atentos a las tendencias que llevan a los varones a renovar sus guardarropas guiados por la racionalidad, en especial en tiempos de crisis económica

Sebastián y Nicolás Blanco son los creadores de Los Blancos, una marca de moda masculina que hizo base en Palermo Viejo en 2008. La llegada al rubro textil se dio por su madre, quien confeccionaba camperas de cuero en 2001: ellos decidieron seguir sus pasos y tomaron el garage de la casa familiar como bunker en 2005.

Tres años después decidieron ampliar sus horizontes y abrirse como marca. Hoy cuentan con cuatro tiendas: a lacasa insignia, en la calle Gurruchaga, sumaron dos locales en shoppings más un outlet, en Villa Crespo, donde también tienen sus oficinas. Allí, los hermanos Blanco atienden, hacen las compras, levantan pedidos y reciben a los mayoristas.

En tanto, las colecciones mixturan los gustos de los fundadores con la bajada que hace la diseñadora Verónica Araujo. Un perchero colmado de camisas con estampas y una paleta de colores variada son acompañadas por suéteres, blazers y hasta un tapado negro de piel sintética y buzos con capucha. La moda masculina, según la conciben los Blanco, hace equilibrio entre la rebeldía y la obediencia.

¿Por qué decidieron lanzar una marca de moda masculina como evolución de la fábrica de camperas familiar?

El momento en que salimos al mercado, 14 años atrás, coincidía con un cambio en la moda masculina y el mercado local tardó en modificar su estética. Por ejemplo, el calce slim: propusimos el chupín, que en ese entonces era algo transgresor. Era una época donde la moda para el hombre había estallado también por los colores. Eramos 3 ó 4 marcas las que ofrecíamos ese cambio, porque en las vidrieras se seguía proponiendo todo recto, las siluetas clásicas. Así que fuimos ganando mercado y lo ampliamos también al segmento de mayoristas para llegar a toda la Argentina.Las etiquetas masculinas locales son pocas.

¿Es cruel la competencia?

Cuando las marcas más grandes comienzan a hacer lo mismo que vos, empezás a sentir la competenciaNuestro diferencial fue el diseño y explotar nuestra impronta: al ser una marca más chica, fue más sencillo adaptarnos al cambio. Llegamos antes. Y eso te diferencia y posiciona en un lugar distinto.

¿Cómo impactó, en la estrategia, el desembarco en los shoppings?

Hace 5 años desembarcamos en Dot y Unicenter. Fue un momento de crecimiento importante, porque adaptamos la colección al nuevo público, masivo. Sigue estando el estilo ‘palermitano’, pero buscamos sumar algo más clásico, sin resignar nuestra identidad. En los centros comerciales el público es muy amplio y se mezclan los estilos, mientras que en Palermo buscan lo diferente.

¿De qué manera definen la adaptación local de las tendencias internacionales?

Es algo que trabajamos con la diseñadora, para adaptar nuestras expectativas hasta pulir la colección con las necesidades rea les. Nuestra idea siempre es salir del formal básico de toda la vida y hacer algo elegante pero con onda.

¿Cambió la idea del código elegante sport ?

Claro: ahora se busca que las prendas sean para trabajar y para salir, más en épocas complicadas económicamente. Por eso tratamos de que el cliente tenga una prenda que use en diferentes momentos, a la moda y funcional. Esa es nuestra expectativa: hacer un mix para darles prendas clásicas y más jugadas también.

¿Cómo es mantener un emprendimiento familiar en esta coyuntura económica?

Es muy difícil. Sobre todo porque lo ideal en esta industria es trabajar dos años por anticipado, pero en cambio vamos temporada por temporada. En la primera devaluación, un año atrás, nos tomó en medio de una compra de telas: los proveedores no entregaban los materiales porque no sabían a qué precio vender; pero teníamos que llevar las telas a los talleres para la confección porque los tiempos de la moda son los mismos. Los actores de laeconomía textil entendieron la situación y amortiguamos el golpe, tratando de no perder todos ni de ganar todos. Dicen que una crisis es una oportunidad: el desafío es cómo hacés para no caerte. Nunca sabés hasta dónde vas a poder aguantar… Y, por otro lado, hay que estar preparado para cuando todo se estabilice y el contexto te permita crecer.

¿Sigue vigente el paradigma de que el hombre no renueva tan seguido su guardarropas?

El hombre está más interesado en la ropa. Este contexto económico hace que sea más racional y busque la funcionalidad de las prendas para usar todos los días. El hombre empezó a estar más elegante, a pensar cómo vestirse. Buenos Aires tiene mucha moda: si vas a otras ciudades del mundo, no encontrás tanta cantidad de marcas y diseñadores. Sí hay muchas marcas internacionales, pero no hay un polo de diseño local tan marcado.

¿Cómo afecta al estilo de la moda masculina el auge del look urbano?

y Tenemos colecciones cápsula V de noche y también urbana de vestir, un costado más informal que gana lugar. Antes teníamos sólo zapatos, pero agregamos zapatillas porque todo se empezó a descontracturar hace un par de años: sacos con remeras, traje con zapatillas…

El mercado internacional ya volvió a los pantalones anchos, pero acá eso no se refleja aún porque el consumo está retraído y no estamos para grandes cambios. Armar una línea nueva no te asegura que recuperes esa inversión, y es un riesgo adicionalcuando esa innovación todavía no está aceptada.

Así, las colecciones son parecidas porque el cliente no está para usar algo muy diferente. Como marca, dejamos nuestra impronta al agregar detalles a clásicos como los montgomery y las parkas.

También está el factor climático: en la Argentina hay inviernos que no son fríos y veranos que no son cálidos, por eso discontinuamos los suéteres de 100% lana: no hace un frío crudo que justifique el gasto.

Las marcas de moda dependemos de muchos factores. Y, sin dudas, el humor social condiciona el ánimo de compra, pero la moda ayuda a sentirse bien.

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